La escritura-comunidad

25 junio, 2022

La escritura es revolución. Gracias al ejercicio escritural es que puedo consolidar ideas abstractas, logro darle sentido a mi universo y a mi entorno

@aceves_ever

A la comunidad LGBTQ+ que marcha por sus derechos

Fue por medio de la ambición sana, justa y necesaria, y un profundo impulso por querer cambiar esa realidad de las mujeres trans y del matrimonio igualitario, que decidí escribir el año pasado un pliego petitorio dirigido a la Cámara de Diputados del Estado de México.

La idea de escribir esta carta me llegó mientras entrevistaba a la antropóloga feminista Marta Lamas. La contacté para escuchar sus ideas respecto de la fuerte presencia de grupos feministas radicales trans-excluyentes en México. Durante la entrevista, me dijo: “…Antes tampoco se abrían para hablar del aborto y lo que hacíamos era buscar amigos intelectuales que tenían entrada y nos colaba. Hay gente alrededor que los apoyaría […] hay intelectuales a los que se les puede pedir que entiendan el asunto; pero se les tienen que dar argumentos, un escrito…”. Esa última palabra citada, me hizo eco al momento de estar transcribiendo la entrevista para su publicación. De ahí nació mi idea. 

Así que me di a la tarea de redactar un escrito en el cual expliqué concisamente las razones por las que era necesario aprobar la Ley de Identidad de Género. Posteriormente, busqué a personas que apoyaran la causa: escritores, académicos, artistas plásticos y escénicos, periodistas, activistas.

 Me centré en describir la situación en materia de salubridad, las mujeres trans, al no tener una identificación oficial, al no ser reconocidas frente a las instituciones de salud pública, no serían acreedoras a la vacuna para prevenir el covid, aunado a ello, una alta tasa de suicidios en mujeres trans —que ya existía— incrementó a raíz de la pandemia, debido a la transfobia opresora ejercida al interior de sus familias. No se trata de suicidios, se trata de asesinatos (in)directos del Estado y de una sociedad poco empática, prejuiciosa y maniquea, en la que sólo caben dos colores: el rosa y el azul.

La mayoría de las personas a las que acudí, más otras más que se fueron sumando, comprendieron mis motivos, que también eran motivos de las minorías por las que estaba escribiendo.

Firmaron la carta petitoria para exigir nuestros derechos, el reconocimiento legal de nuestra existencia.

Al cabo de unos meses, junto a la notable e incansable exigencia de grupos activistas, la Ley de Identidad de Género se aprobó en el Estado de México el día 20 de julio de 2021.

¿Sin la difusión de aquella carta se hubiera logrado? Yo creo que sí. Sin embargo, me queda claro que la escritura hizo comunidad, se recabaron firmas, sí, pero más que firmas, se recabaron experiencias que produjeron el impulso de decir “sí firmo, quiero ser parte de su libertad”, se rescataron anhelos compartidos, apoyo mutuo, deseos de justicia.

El contenido de esa carta no fueron palabras escritas aleatoriamente, entre líneas hubo infancias a las que se les educó —obligó— para negar su genuinidad, su luz, su verdad, para mostrar, en cambio, su mentira, su oscuridad. Hubo lágrimas. Hubo entre líneas vidas de personas oprimidas por el sistema —por el cis-tema— que hoy tendrían que seguir viviendo; deseos de vivir en un mundo más amigable, que les esbozara cobijo, un abrazo, una sonrisa, un beso; pero al encontrarse frente a la ausencia de todo gesto amable, optaron por retirarse voluntariamente de ahí, donde no eran bien recibidas: de la vida.

El deseo de querer cambiar la realidad

Vuelvo al punto que mencionaba al inicio: mediante la escritura y reescritura —en tanto transcripción—, el mensaje puede ser pensado, repensado y corregido, para ser entregado y eventualmente recibido, como en el caso de mi entrevista a Marta Lamas. Al momento de hacerla, estaba temporalmente alejada de cuando escribí la carta petitoria, aún faltaban semanas. Sin embargo, al momento de transcribirla, la escritura me permitió ahondar en la idea de Lamas, exhumando su consejo, su experiencia, su realidad.

La respuesta al ¿cómo? pronto se esclareció: mediante la escritura.

Aún falta una infinidad de recovecos legislativos por solucionar para las mujeres trans y personas no binarias, como la facilidad de acceso para realizar los cambios legales de tode ciudadane. Si bien ya se puede cambiar el acta de nacimiento y la identificación oficial, siguen existiendo muchos huecos legales y fiscales que dificultan un camino liso para los cambios de identidad de género en documentos oficiales, y, en cambio, es un camino ríspido, aletargado y hasta revictimizante. 

Como el cambio de CURP, RFC, firma electrónica, títulos de grados académicos, etc., quizá, razones por las que yo no me he atrevido a hacer un cambio de nombre —entre otros factores. Porque una persona común y corriente con un horario de jornada completa, no se puede dar el lujo de pedir en su empleo constantemente permisos para realizar dichos cambios, considerando que los horarios administrativos son también los horarios de la jornada laboral común. Aunado a que sólo el 5% de profesionistas trans en México ejercemos una carrera profesional, y no quisiera dejar de ser de ese 5% por atender mi cambio de nombre, porque antes necesito atender otros gastos. Y ya he tenido experiencias laborales suficientes en empresas transnacionales de renombre, como para desconfiar certeramente del sector privado frente a sus políticas “inclusivas” de muy buen ver y de muy mal actuar. Amazon y Microsoft, las más reconocidas.

La escritura es revolución

La escritura es revolución. Gracias al ejercicio escritural es que puedo consolidar ideas abstractas, logro darle sentido a mi universo y a mi entorno.

Ha sido gracias a la escritura y al periodismo que he logrado comunicarme con la sociedad, al igual que con el cuerpo, el psiquismo y la realidad de otras mujeres trans y personas no binarias que no tienen la posibilidad de expresar en un medio periodístico las injusticias y violencias que les atraviesan.

Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y entrevistas a personajes del mundo cultural. Además de escritora, es psicóloga, periodista cultural y fotógrafa. Estudió en México y Polonia. Autora de Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), forma parte de la antología Monstrua (UNAM, 2022). Desde 2022 escribe su columna Jardín de Espejos en Pie de Página. Ha colaborado en revistas, semanarios y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, El Cultural (La Razón), Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales. Trabajó en Capgemini, Amazon y Microsoft. Actualmente estudia un posgrado en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos), donde radica. Esteta y transfeminista.