22 junio, 2020
La iniciativa que presentó el diputado de Morena Eraclio Rodríguez Gómez permitiría a las empresas trasnacionales patentar las variedades de semillas desarrolladas por cualquier otra persona o pueblo. Semarnat y la Secretaría de Desarrollo Rural tienen una misión clara: rechazar la iniciativa de modificación a la Ley de Variedades Vegetales y redoblar los esfuerzos contra el glifosato
Twitter: @eugeniofv
Al contrario de lo que afirma cierta politóloga, que piensa que los sembradores valen menos que los programadores, una de las claves para transformar este país está en voltear a ver al campo, en cambiar de fondo la forma en que se produce en él, en acabar con la agricultura industrial y en fortalecer precisamente a los pequeños sembradores que alimentan al país y a los que el país les ha vuelto la espalda. A esta tarea abona enormemente la embestida de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) contra el glifosato. Sin embargo, esa misma batalla se tiene que dar también contra una parte de Morena, que trabaja en sentido contrario y presentó una iniciativa que criminalizaría a las víctimas de los transgénicos, llegando incluso a amenazar con quemar sus cosechas.
El glifosato y las patentes sobre variedades vegetales son dos pilares de la agricultura industrial, una práctica enormemente destructiva que sacrifica el futuro de todos para enriquecer a unos cuantos, al producir -y desperdiciar- alimentos a una escala enorme, y agotar tanto los nutrientes del suelo como el agua que lo irriga. Este modo de producción depende muchas veces de la siembra de variedades genéticamente modificadas para, por ejemplo, resistir pesticidas que acaban con cualquier otra cosa, como el glifosato. Es el caso de la soya o el maíz Round Up Ready, transgénicos desarrollados específicamente para resistir a ese pesticida, en la versión que comercializa la transnacional Monsanto, que literalmente eliminan la biodiversidad que habita una parcela y la sustituyen con un monocultivo.
Otra de las amenazas a la biodiversidad que suponen los transgénicos es que contaminan genéticamente otras variedades de las mismas especies que están en las cercanías. Sin ir muy lejos, quedan pocos lugares en México en los que las variedades locales de maíz no estén en riesgo por este fenómeno.
Con todo, no hay que olvidar que no todas las variedades de las que depende la agricultura industrial son transgénicas. Los transgénicos son variedades a las que se introduce un rasgo genético que no se presentaría naturalmente, pero la mejora genética también puede lograrse seleccionando y fortaleciendo ciertos rasgos que sí ocurren sin necesidad de ese tipo de intervenciones. La enorme diversidad de maíces que hay en México o de papas que hay en Perú se debe a un largo proceso de selección y recombinación de variedades para adaptarlas a distintas condiciones. En muchas ocasiones, los resultados son verdaderamente prodigiosos en términos de productividad o de resistencia a ciertas condiciones. Por eso están en la mira de las transnacionales del agro, que quieren robarlas a la humanidad para poder comercializarlas solamente ellas.
En ese sentido va la iniciativa que presentó el diputado de Morena Eraclio Rodríguez Gómez. Esta iniciativa busca modificar la Ley de Variedades Vegetales y establecer que los objetos de “protección y defensa” por parte de la ley no sean solamente los creadores de una variedad genética, sino también sus “descubridores”. Esto les permitiría patentar las variedades desarrolladas por cualquier otra persona o pueblo, privatizando en los hechos lo que es conocimiento público -en todo caso, propiedad de miles de pueblos y comunidades.
La embestida que propone Eraclio Rodríguez contra la agricultura campesina llega al extremo de proponer que quien viole los derechos de los descubridores o creadores de variedades vegetales pierda su cosecha e, inclusive, vea clausurada su parcela. Esto supone que quienes sean víctimas del hurto de la propiedad social que supone la iniciativa del diputado, o quienes sean víctimas de la contaminación por transgénicos provocada por las transnacionales, ahora serán criminalizadas por hacer lo que han hecho los campesinos por miles de años: darnos de comer a los demás.
Semarnat y la Secretaría de Desarrollo Rural tienen en eso una misión clara: hay que frenar a las transnacionales, hay que redoblar la embestida en defensa de los campesinos y de la agrobiodiversidad, y hay que rechazar de plano y sin concesiones la iniciativa de modificación a la Ley de Variedades Vegetales y redoblar los esfuerzos contra el glifosato.
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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