Recientemente el gobierno de Argentina anunció que Télam será convertida en una agencia de publicidad y propaganda. Hace unos meses, el gobierno de México decretó el cierre de Notimex. Ambos casos, cesan el esfuerzo por construir canales de comunicación propios en América Latina
Por José Ignacio De Alba / X: @ignaciodealba
Ambas agencias estatales fueron creadas a mediados del siglo pasado, en el marco de la Guerra Fría. En contextos muy particulares, mientras de Télam fue fundada por el gobierno de Juan Domingo Perón, en el fragor de control por el poder. En México, Notimex fue inaugurado, originalmente, como medio de información para las Olimpiadas que se llevaron a cabo en el país.
Las agencias generaron información con lógicas convincentes a sus países. Pero en una lectura más amplia, ambas lograron contrarrestar los intereses de agencias estadounidenses o europeas en la región. Télam y Notimex mantuvieron líneas informativas de acuerdo a las lógicas internas de cada Estado, y no a las intromisiones de potencias extranjeras.
Hay que escribir que no fueron agencias que cumplieron cabalmente aquella pretensión. Ambas vivieron las incertidumbres y la agitación propia de las historias de sus países. Estuvieron lejos de vivir con la certidumbre que ahora viven Xinhua (la agencia China), EFE (España), AFP (Francia), Spuntink (Rusia), etc.
Aun con eso, es destacable que no estén. Que se haya cesado en Argentina y México el intento por crear información que refleje la identidad e intereses de cada Estado.
Estos días me he dedicado a leer a Fernanda Beigel, quien investigó sobre la dependencia académica en América Latina. En los textos no aborda el tema de las agencias, pero me pareció que algunas ideas se pueden retomar para reflexionar.
En América Latina existe un enorme interés por revisar la instrumentación de análisis que hay sobre la región. Es decir, queremos ser conscientes de los elementos de medición que utilizamos para contarnos. “Cómo” nos enumeramos es una cavilación que abre un montón de paradigmas. Por supuesto la anhelada “emancipación mental”, no es una idea nueva, tiene amplio recorrido.
El asunto de la dominación ideológica tiene viejos referentes en la región, José Martí planteó, ya a mediados del siglo XIX, la importancia de la imaginación para pensar nuestra América, la identidad latinoamericana es posible en cuanto nos sostengamos en una voluntad creadora.
En el Siglo XX José Carlos Mariategui propuso un marxismo que en su momento se consideró herético, pero que se ajustaba a la realidad peruana. Es decir, la región debía hacer un revisionismo profundo de las ideas importadas, pero sobre todo, debía invertir esfuerzos en su inventiva, en su capacidad explicativa.
Me parece que en el periodismo sucede lo mismo, cuántos reporteros latinoamericanos adoptan una resistencia pasiva frente a ideas extranjeras. No lo escribo por el chauvinismo barato. Lo expongo para explicar que la realidad de la región se debería retratar con referencias propias.
Fals Borda lo explica así:
“Cuando un científico [periodista] que permanece en su tierra adopta como patrón de su trabajo exclusivamente aquel desarrollado en otras latitudes, sin hacer un esfuerzo crítico para declarar su independencia intelectual, la creatividad personal da paso entonces al servilismo y a la imitación fatua y muchas veces estéril de modelos extranjeros considerados avanzados, que sirven más para la acumulación del conocimiento en las naciones dominantes que para el entendimiento de la propia cultura y la solución de los problemas locales”.
La dependencia no se logra por vías unilaterales, se completa por acciones de correspondencia. Me parece que la ausencia de agencias informativas regionales, como Notimex y Télam, nos aísla más de nuestra propia geografía. Pero también habilita un vacío que ya es llenado por agencias extranjeras.
Estamos arrojados a una ecología informativa de dimensiones insondables, sobre todo con las redes sociales. La línea de contención para obtener noticias de elaboración regional recae, sobre todo, en medios empresariales, exiguos medios públicos y a través del periodismo independiente.
Es rescatable que, a pesar del cierre de Notimex, el gobierno de México haya invertido esfuerzos en fortalecer los medios públicos. Lo que no sustituye el trabajo de una agencia informativa. En otro escenario, Javier Milei dio a conocer que Télam será convertida en una agencia de publicidad y propaganda, mientras desmantela la televisión y radio públicas (un sinsentido que pocos países se permiten).
Pienso que esta nueva era de colonialidad informativa nos margina más dentro de nuestros propios países. Los gobiernos de América Latina deberían de empeñarse en crear una soberanía noticiosa e impulsar esfuerzos para construir no solo medios públicos, sino agencias que alimenten contenidos a periódicos de todo el mundo.
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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