La chica de la aguja: los estragos de la guerra

8 febrero, 2025

Narrada con un tono lúgubre, La chica de la aguja reflexiona sobre el declive humano acelerado por la guerra: soldados convertidos en carne de cañón, infancias mercantilizadas y viviendas accesibles solo para quienes pueden pagarlas. La vida se reduce a un bien intercambiable

Texto: Andi Sarmiento

Foto: Tomada el trailer oficial

CIUDAD DE MÉXICO. – The Girl with the Needle (La chica de la aguja), del director sueco Magnus von Horn, es una cinta basada en el caso real de Dagmar Johanne Amalie Overbye, una asesina serial danesa condenada a muerte en 1921 por el asesinato de entre diez y treinta niños, principalmente bebés.

La trama se desarrolla en Dinamarca, inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial. Karoline, una costurera que trabaja en una fábrica de uniformes, espera noticias de su marido, desaparecido en el campo de batalla. Durante este periodo, es desalojada de su hogar debido a una deuda impaga, lo que la sumerge en una situación de vulnerabilidad extrema.

Desigualdad de género y poder

Karoline habita un contexto marcado por jerarquías de poder que profundizan la desigualdad y la marginación social. Además de enfrentar las secuelas globales de la guerra, pertenece a uno de los sectores más vulnerables: es mujer, trabajadora y debe sobrevivir sin el apoyo económico o social de un esposo.

Eventualmente, entabla una relación íntima con su jefe en el taller, quien la abandona al descubrir su embarazo, renunciando a toda responsabilidad paternal. Este vínculo retrata una dinámica desigual: él, como hombre burgués y empleador, ejerce su privilegio para evadir consecuencias, mientras ella carga con las implicaciones físicas, emocionales y sociales de la maternidad.

Maternidad no deseada y clandestinidad

Renunciar a la paternidad no equivale a renunciar a la maternidad. Esta última conlleva una carga fisiológica, psicológica y social abrumadora, agravada por la falta de opciones seguras para interrumpir el embarazo en una época sin avances médicos ni acceso a derechos reproductivos.

En este escenario, Karoline conoce a Dagmar, quien le ofrece dar al bebé en adopción a cambio de dinero. Aunque inicialmente acepta, pronto descubre el macabro negocio detrás de las adopciones y su involuntaria complicidad en él.

La película explora la maternidad no deseada desde una perspectiva crítica. Tanto el aborto clandestino como las adopciones ilegales son procesos que, al deshumanizarse, ignoran los vínculos emocionales y las circunstancias individuales. Esto se evidencia en el discurso final de Dagmar, donde la vida se reduce a transacciones.

Una reflexión sobre el declive humano

La trama sirve como alegoría para destacar la urgencia de legislar centros de adopción, garantizar salud sexual y reproductiva digna, y reconocer los trabajos de cuidado. De lo contrario, se perpetúan riesgos como la explotación y la desprotección de los más vulnerables.

Narrada con un tono lúgubre, la cinta reflexiona sobre el declive humano acelerado por la guerra: soldados convertidos en carne de cañón, infancias mercantilizadas y viviendas accesibles solo para quienes pueden pagarlas. La vida se reduce a un bien intercambiable.

Aunque basada en hechos históricos, la película resuena en la actualidad. Temas como la desigualdad económica, la opresión de género y la deshumanización siguen vigentes, recordándonos que las estructuras de poder y abuso persisten bajo nuevas formas.

La chica de la aguja puede verse en la Cineteca Nacional y en la plataforma de streaming MUBI.

Andi Sarmiento

Me gusta escribir lo que pienso y siempre busco formas de cambiar el mundo; siempre analizo y observo mi entorno y no puedo estar en un lugar por mucho tiempo