La nueva película de Lila Avilés, La camarista, nos habla sobre la vida de Evelia, una joven que limpia cuartos de hoteles y que retrata un trabajo invisible ante los ojos de la sociedad
Texto: Andi Sarmiento Pastrana
Foto: Tomada del tráiler oficial
CIUDAD DE MÉXICO. – Dirigida por la mexicana Lila Avilés, La camarista nos muestra la vida de Evelia, una chica de 24 años que trabaja limpiando las habitaciones en un hotel lujoso de la Ciudad de México.
La película se desarrolla toda dentro del hotel, pues es donde Eve pasa la mayoría de su tiempo. No conocemos ni su casa ni a su hijo, pero sabemos que vive a algunas horas de su trabajo y que debe sustentarse a ella junto con su niño que tiene cuatro años, siendo ella madre soltera. También, que su único ingreso es lo que recibe del hotel y que no hay familiar que cuide del niño, por lo que lo deja con una niñera.
Evelia forma parte de un sector que vive constantemente invisibilizado, la limpieza es uno de los empleos que son minimizados socialmente; aún hasta la fecha existe el estigma sobre las tareas que no requieren un título para ser ejercidas.
Se tiene la idea de que el valor de un trabajo se mide por los ingresos que puede generar, lo cual depende normalmente de los estudios que este solicita.
Es por ello que la paga de las profesiones es muy desigual, porque cuando le damos un precio al esfuerzo de cada quien poniendo mayor peso en unos sobre otros y es ahí donde se generan las clases sociales con una enorme diferencia entre sí. En mi opinión, todo trabajo es digno y no debe ser categorizado por su nivel ni académico ni económico, ya que ningún doctorado te exenta de generar la basura que día con día alguien más recogerá.
Así es como funciona la pirámide capitalista, en la que se reconoce más el mérito de quienes quedan arriba sin considerar que se mantienen ahí gracias a los que tienen abajo. Cualquier empresa se sustenta no solo gracias a sus dueños que administran el dinero, también por quienes trabajan en ella diariamente, sin embargo, el trato y la recompensa que recibe cada uno es bastante desproporcionada.
Por lo general, cuando se acude a cualquier establecimiento no se piensa en todo el personal de limpieza que hay detrás para mantener el lugar; en el caso de los hoteles, es indispensable el orden, pues es un lugar al cual llega todo tipo de persona y cada una debe cubrir sus necesidades básicas tales como asearse y descansar. Además, en los más lujosos normalmente se trata de espacios más grandes que implican un mayor mantenimiento que viene igual con una imagen que se busca conservar, por lo que no es solo cuidar las condiciones de higiene sino también las decoraciones y factores estéticos.
El filme nos muestra este contraste al enseñarnos las cotidianidades de Evelia al laborar en un lugar donde convergen tantas personas, cada una con su personalidad y sus historias tan distintas.
Por un lado vemos el ambiente de los trabajadores, nos muestra sus distintas interacciones desde el chico que limpia las ventanas hasta su amigo igual camarista con quien intercambia habitaciones cada que lo necesitan, o su amiga Miriam a quien conoce en sus clases para pasar el examen de preparatoria abierta. Ella es quien impulsa a Eve a tener más confianza en sí misma y la anima a expresar sus ideas y emociones, lo cual es aún más notorio a medida que la historia poco a poco se va desarrollando.
Por otra parte, podemos observar el otro tipo de relación que tiene al interactuar con los clientes, que se diferencian principalmente por el trato y el respeto con el que se dirigen a Evelia.
Mientras en un cuarto hay un hombre que parece desconocer los saludos o las palabras por favor y gracias, en otra habitación se encuentra una joven argentina que le habla como si fuera su amiga de toda vida; sin embargo, referirse a Eve de manera amigable no quita el hecho de que Romina (la argentina) tampoco sea consciente de la cantidad de tareas que tiene la protagonista y que por lo tanto no puede atenderla solo a ella cada vez que lo solicite.
Finalmente, la cinta nos muestra la poca empatía que tiene mucha gente hacia el trabajo de limpieza, lo cual vemos tanto en la forma de dirigirse a los camaristas como en la calidad en que se dejan los cuartos. Si bien hay quienes se despreocupan alegando que para eso se les paga, la realidad es que el sueldo suele no ser proporcional al esfuerzo y aparte no es únicamente el tema del dinero, ya que su tiempo también vale. El sueldo de Eve y sus compañeros no cambiará sin importar la dificultad de cada habitación que limpien, recibirán lo mismo por barrer y tender camas que por recoger calzones sucios, tallar baños o paredes.
Pero para Evelia, la diferencia viene cuando le toca ordenar cuartos en extremo desorden que la hacen tardar más y por lo tanto, llegar más tarde a casa (o ni llegar) y perderse del poco tiempo que tiene de convivencia con su hijo.
La camarista representa a base de cotidianidades la brecha social que se halla entre cliente y trabajador, enseñándonos un poco de lo que hay detrás del funcionamiento de un hotel y nos invita a reflexionar sobre nuestras actitudes hacia el personal de los recintos que pisamos.
Importante crear conciencia sobre el respeto que cada labor merece, aplica para camaristas, meseros, barrenderos y más.
La película está disponible en la nueva Cineteca Nacional de las Artes.
Me gusta escribir lo que pienso y siempre busco formas de cambiar el mundo; siempre analizo y observo mi entorno y no puedo estar en un lugar por mucho tiempo
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