La vida de Juan de Palafox está sepultada en sus hagiografías. Este español logró en la Nueva España una devoción extraña, se le venera por santo y se le odia por despótico. Antes de su forzada salida de América, Palafox donó sus libros para convertirla en biblioteca pública.
@ignaciodealba
Ninguna persona en la Nueva España logró concentrar tanto poder, Juan de Palafox y Mendoza fue arzobispo y virrey al mismo tiempo. La ley de dios y de los hombres en un hombre. Si uno lo busca a partir de textos quedará extraviado, se le refiere con calidad de santo, y eso es un problema.
No se le conoce pecado, oprobio o duda. Palafox y Mendoza nació en el año 1600, se sabe que su madre lo mandó ahogar a un río, pero lo rescató la familia de Pedro y María de Navarro. La madre, con el cargo de conciencia, se hizo monja. Hay quien encuentra en este momento la primera cualidad de santo.
Obtuvo educación en el seminario de Zaragoza, luego se dedicó a estudiar jurisprudencia en las Universidades de Alcalá y Salamanca. Sus estudios combinaron con fuerza la idea de que la iglesia y el Estado debían gobernar juntos, el primero en dominio del segundo. Además, muy a la vanguardia de su tiempo, creía que las sociedades debían participar en las decisiones políticas.
Palafox era un culto religioso, rápido ascendió en el poder. Primero como representante en las cortes de Aragón y como fiscal del Consejo de Guerra y del Supremo de Indias en Madrid. Fue capellán de la emperatriz María y limosnero del rey Felipe IV. En 1639 fue consagrado obispo. Un año después se le encomienda como cabeza de la segunda diócesis más importante de la Nueva España, Puebla.
Después de tres meses de viaje Palafox y Mendoza llegó a la Nueva España, pero su trabajo no estaba dedicado exclusivamente a tareas de evangelización. Las autoridades eclesiásticas mandaron a un político, necesitaba desahogar las denuncias contra distintas órdenes religiosas. Poner orden en el clero secular y fomentar obras, como la Catedral de Puebla.
Como obispo vigiló al poder político y denunció al virrey Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla, Duque de Escalona y Marqués de Villena. Quien conspiraba a favor de rebeldes portugueses en la guerra entre España y Portugal. Felipe IV ordenó que se depusiera al virrey y que Palafox Y Mendoza lo reemplazara en el cargo.
Palafox y Mendoza gobernó por dos años como virrey, expidió reglamentos para prohibir los bailes licenciosos y las ropas inmodestas. También organizó milicias para defender el reino e hizo preceptos para el funcionamiento de la Audiencia, lo que provocó muchas animadversiones. Palafox y Mendoza también participó en el juicio de Guillén de Lampart, a quien condenaron a la hoguera.
En 1642 Palafox y Mendoza fue sustituido como virrey por García Sarmiento de Sotomayor, conde de Salvatierra. El obispo regresó de lleno a sus funciones en Puebla donde hizo varias aportaciones educativas. Entre ellas convertir a Puebla en el centro musical de la Nueva España. Pero la obra más representativa fue la donación de su biblioteca personal en 1646 a los colegios tridentinos, pero que se estableció podía ser utilizada por cualquiera que supiera leer.
La riquísima biblioteca personal contaba con cerca de cinco mil volúmenes, decir que estaba al alcance de la población poblana es mas o menos una mentira. En ese entonces el analfabetismo alcanzaba a casi la totalidad de la población, la lectura era un recurso en manos de clérigos y las clases más poderosas. Por poner un ejemplo, el primer censo que se levantó en México fue en 1895 (más de doscientos después de que se hiciera la donación) cuando el 82 por ciento de la población era analfabeta.
Aún así la biblioteca supuso una maravilla, porque al ser una librería para seminaristas, permitía una gran diversidad de campos de conocimiento y no solo cuestiones religiosas.
En 1773 se construyó el edificio barroco que conocemos hoy, con sus pisos de ayacahuite, ocote y cedro. El acervo fue creciendo gracias a donaciones de otros religiosos, también con la incorporación de las bibliotecas de colegios jesuitas. Hay joyas del siglo XV, folletería y pliegos sueltos, así como de manuscritos de mucha importancia para la historia de México. Hoy más que biblioteca es museo, aunque parece templo.
La biblioteca fue declarada como Monumento Histórico Nacional en 1981, y en el 2005, su variedad y riqueza bibliográfica le mereció el título de Memoria del Mundo por la UNESCO. Increíble que en los avatares de la historia de México la biblioteca no fuera destruida.
Juan de Palafox y Mendoza sostuvo un conflicto religioso con la Compañía de Jesús mientras fue obispo. El debate sobre la jurisdicción eclesiástica provocó que Palafox y Mendoza fuera enviado de regreso a España, en 1649, donde se encargaría del obispado de Osma hasta su muerte.
Benedicto XVI beatificó a Juan de Palafox y Mendoza por la curación del párroco de Fuentemolinos, don Lucas Fernández de Pinedo, ocurrida el 29 de noviembre de 1766.
“Juan de Palafox y Mendoza, joven hechura del conde-duque de Olivares, pactista convencido, leal servidor de la Corona, justiciero incombustible, prolífico escritor, polémico obispo de Puebla de los Ángeles, tenaz visitador general de Nueva España, virrey por menos tiempo del que hubiera querido y,en última instancia, víctima de su carácter y de las circunstancias”, sintetizó casi con gracia Cayetana Álvarez de Toledo.
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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