11 octubre, 2020
Las personas que desaparecen en Tamaulipas corren el riesgo de no ser buscados por nadie. Pocas familias se aventuran a viajar al estado fronterizo más peligroso del país para seguir las diligencias. Este es el relato del largo y peligroso viaje de cuatro mujeres, dos de ellas aún niñas, en la búsqueda de sus seres queridos
Texto y fotos: José Ignacio De Alba
CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- Este viaje se postergó casi un año. Desde que inició el año, Maricruz Córdova y Aurora Hernández querían viajar a Tamaulipas para buscar pistas de Ignacio y Benjamín, sus compañeros, desaparecidos en Nuevo Laredo en diciembre de 2019.
Pero a las dos mujeres primero les costó tiempo tomar valor para viajar a un sitio desconocido. Luego, llegó la pandemia de covid-19. que detuvo el trabajo de las autoridades locales y dejó en el limbo las búsquedas de personas.
Sólo ahora, y con la orientación de un colectivo de familiares de desaparecidos, lograron viajar al estado en búsqueda de sus seres queridos: Maricruz de su novio, Ignacio Márquez, con quien estaba a punto de casarse. Y Aurora de su esposo y padre de sus dos hijas: Benjamín Mendoza.
Benjamín era el conductor de un autobús que fue contratado para llevar a un grupo de migrantes de Tapachula, Chiapas, a la frontera norte. Ignacio era su asistente. Los dos fueron desaparecidos al llegar a Nuevo Laredo.
Ahora, las dos mujeres y las hijas de Aurora y Benjamín, de 12 y 14 años, iniciaron el viaje más largo de sus vidas para acudir por primera vez a la Fiscalía General de Justicia de Tamaulipas a preguntar por sus desaparecidos.
Tamaulipas es un estado quebrantado por la lucha entre cárteles, que se han convertido en los señores de las carreteras. Desde el 2009, la entidad quedó convulsa por la secesión entre el Cartel del Golfo y los Zetas. Más de diez años después la región está lejos de recuperarse, las carreteras siguen controladas por grupos criminales que prosperan con el paso de mercancías y personas indocumentadas a Estados Unidos.
Es también el estado que tiene el mayor registro de personas desaparecidos en México. Hasta el día de hoy existen más de 77 mil personas desaparecidas en el país, y sólo en Tamaulipas se concentran 11 mil 207 casos, según la Secretaría de Gobernación.
En un informe publicado en 2018 por la organización México Evalúa, Tamaulipas es la entidad del país con más impunidad: de 100 casos 99.9 no son resueltos en la entidad.
Pero muchos de los casos no son denunciados por los familiares por el riesgo que significa viajar a la región.
El viaje de Aurora y sus hijas inició en Tlaxcala, donde viven. Ahí tomaron un camión para reunirse con Maricruz en Poza Rica, Veracruz.
«Nunca he ido a un lugar tan lejos», confesó Aurora, nerviosa, al encontrarse con Maricruz.
Viajaron de noche, porque las dos mujeres tenían que terminar sus jornadas de trabajo antes de iniciar el largo viaje. Aurora cosió parte de los 150 vestidos que tiene encargados antes de partir, mientras que Maricurz trabajó como ruletera hasta las 10 de la noche, minutos antes de subir al autobús rumbo a Ciudad Victoria.
Las mujeres abordaron un camión de pasajeros no muy distinto al que conducían sus parejas cuando desaparecieron. El vehículo semivacío partió hacia el norte de Veracruz para adentrarse en Tamaulipas. El objetivo era llegar a la capital del estado, donde las autoridades ministeriales las habían citado para entrevistarlas y tomar pruebas de ADN a las dos niñas, para cotejar los perfiles genéticos con los cuerpos encontrados en la localidad.
El autobús de Poza Rica hasta Ciudad Victoria recorrió caminos solitarios, el trayecto duró casi 10 horas. Muy pocos vehículos circulan esas carreteras, y menos de madrugada. Son trayectos en los que mucha gente ha desaparecido, a veces a plena luz del día. Y los camiones de pasajeros son el blanco común de las organizaciones criminales. Es un estado que se recorre sin garantías.
Aurora y Maricruz lo saben. O al menos, lo perciben en las luces de la noche, las repentinas paradas del camión, el frío. La noche se pasó casi en vigilia. Las cuatro mujeres durmieron sin abandonarse.
Aurora, Maricruz y las dos niñas llegaron por la mañana a la central de camiones de Ciudad Victoria. Cada una pagó cinco pesos para entrar a los baños, ahí echaron agua en la cara, se lavaron el pelo y se pusieron un perfume para llegar arregladas a la fiscalía. Querían estar a las 10 de la mañana, la hora de la cita en la Fiscalía de personas no localizadas.
Antes de llegar a la cita encontraron una papelería donde imprimieron fotografías y documentos que pudieran servir en la búsqueda.
“Es que no tuve tiempo de hacerlo antes, porque trabajo todo el día”, dijo Maricruz. Justo antes de llegar a la fiscalía, a las mujeres les surgió una duda sobre las niñas: “¿No importa que no estén desayunadas para que les tomen las pruebas?”. Aunque importara, no había tiempo.
En la fiscalía, las mujeres fueron entrevistadas durante toda la tarde. Las niñas, en cambio, se acompañaron en los pasillos de las oficinas gubernamentales. Como era lunes, las chicas por algún momento dudaron si deberían tomar sus clases en línea, pero con las dificultades del lugar prefirieron no hacerlo. Mejor esperar, matar las horas jugando en el celular o comer galletas.
Cuando Maricruz y Aurora llegaron a la fiscalía, se encontraron que dentro de las instalaciones había decenas de fotografía de personas desaparecidas. Caminando entre los pasillos, las cuatro mujeres examinaron las fichas de personas que llevan años perdidas.
Asombradas, comentaron casos que les llamaron la atención. Algunos de fotografías de niños o adolescentes que fueron desaparecidos no muy lejos de ahí.
Aurora se detuvo frente a un póster que recomienda a familiares de personas no localizadas: «Si tu familiar está desaparecido NO esperes 72 horas para denunciar. ¡No te dejes engañar las primeras 24 horas son vitales para la búsqueda!».
«Ojalá este letrero estuviera en las calles y no dentro del edificio donde nadie lo puede ver», dijo con enfado, tras recordar que a ella, en Tlaxcala, la hicieron esperar varios días antes de poner la denuncia.
Personal de la fiscalía le dio de comer, a cada una de las cuatro mujeres, cinco tacos sudados y un refresco. Horas más tarde, a las niñas les pincharon un dedo para obtener el ADN de su sangre.
Tuvieron que atravesar uno de los estados más peligrosos del país para que a cada una le extrajeran unas cuantas gotas de sangre, un procedimiento sencillo que se podría hacer en prácticamente cualquier sitio. Pero ninguna autoridad pensó en ellas, para superar la burocracia gubernamental a veces hay que arriesgarse.
La otra opción era que tomaran las pruebas a las niñas en Tlaxcala y que las autoridades se coordinaran para recibir el ADN en Tamaulipas, pero advirtieron que eso “será muy tardado”.
En la búsqueda no hay tiempo que perder, así que ellas prefirieron acortar los pasos.
Maricruz,quien estaba a punto de casarse con Ignacio cuando éste desapareció, lamentó de que la familia de su novio no pudiera viajar hasta Tamaulipas para que les tomaran muestras de ADN.
“Ya están grandes los señores (los padres de Ignacio), además están enfermos” explicó la mujer, que hoy se dedica a buscarlo y trata de ayudar a la familia del joven a presionar en las investigaciones.
La sorpresa positiva es que sí hay una carpeta de investigación. De acuerdo con los testimonios acumulados en la carpeta, Benjamín e Ignacio conducían un camión de pasajeros hasta la frontera tamaulipeca, cuando cinco camionetas con gente armada detuvieron el camión de pasajeros en un retén, en Nuevo Laredo.
En un principio, según uno de los sobrevivientes que pudieron entrevistar las autoridades, el chofer y su copiloto pensaron que se trataba de un retén militar por el tipo de armas y los uniformes. Pero luego de intercambiar palabras los pasajeros se dieron cuenta que era un grupo delictivo.
Del camión se llevaron a Benjamín, Ignacio y Olga Luna, la agente de viajes que contrató los servicios de transporte. Los 46 pasajeros, de origen africano, quedaron varados junto con el camión hasta que llegaron las autoridades. Según las investigaciones, todos los pasajeros del camión tenían permiso del Instituto Nacional de Migración para transitar por el país. Los migrantes fueron trasladados a un albergue.
Del posible paradero de Benjamín, Ignacio y Olga no hay más datos, aunque llama la atención que el delito consignado sea desaparición forzada.
Después de estar en la fiscalía durante toda la tarde la cuatro mujeres volvieron a la central de camiones para volver a Tlaxcala y esperar una nueva cita o información de los resultados. El trabajo y la precariedad económica las obligaban a volver de inmediato, pues al día siguiente tendrían que cumplir con sus obligaciones.
Pero antes de partir de vuelta a otro largo y peligroso recorrido, las mujeres aprovecharon para pegar carteles con las fotos de Benjamín e Ignacio en las puertas de la estación de camiones.
También pegaron carteles con las fotografías de otros desaparecidos.
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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