Kika Edgar es una vedette con pleno dominio del escenario. Se nota que hay un entrenamiento escénico riguroso. Hay sintonía y naturalidad entre la historia del personaje con el manejo del cuerpo y la voz pulida de su intérprete
Por Évolet Aceves / X: @EvoletAceves
Los movimientos corporales con que Kika Edgar acompaña cada segundo de su interpretación hacen de esta obra un goce sensorial desde el primer momento en que sale a escena, montada sobre la barra derecha del Kit Kat Club. Además de sus movimientos, sus gesticulaciones son enteramente acordes a la personalidad del personaje protagónico, Sally Bowles, una flapper apasionada y temperamental, ingenua y seductora, que lidia con problemas económicos y personales de la mano del alcohol, mas su sueño es continuar cantando pese a que sus aspiraciones se limiten a cantar en un centro nocturno en decadencia: el Kit Kat Club.
Nacida en Tampico, Tamaulipas, Kika Edgar se ha apropiado por completo de su personaje. Su actuación es apabullante, posee un nivel interpretativo de excelencia, detrás de este musical hay horas pulidas de ensayo (tuvo un mes de preparación). Se nota que hay un entrenamiento escénico riguroso. Hay sintonía y naturalidad entre la historia del personaje con el manejo del cuerpo y la voz pulida de su intérprete. Kika Edgar es una vedette con pleno dominio del escenario.
Tras haber concluido la educación básica en su tierra natal, llegó a la Ciudad de México en su adolescencia, fue en la capital en donde estudió canto y actuación en el Centro de Educación Artística (CEA) de Televisa, especializándose como bailarina de ballet.
Desde 1999 comenzó a aparecer en la pantalla chica, y fue a raíz de su participación en un concurso de canto en Televisa (2006), cuando emprendió formalmente su carrera como cantante. Kika (2007) fue el título de su primer álbum —pop-rock— que por sus numerosas ventas la hicieron acreedora al disco de oro. Posteriormente, en su discografía aparecen covers de boleros, baladas y música pop con tintes de jazz y danzón. También cuenta entre sus discos con el álbum Broadway (2011), con pistas de teatro musical, en el cual aparece “Cabaret”,
¿Qué haces tan sola en tu habitación?,
ya empezó la función.
La vida es un cabaret,
¡entra al cabaret!
Deja el tejido, ya no hay que barrer,
rompe la tradición.
La vida es un cabaret,
¡entra al cabaret!
Es la década de los veinte, específicamente 1929. Entre los asientos del Teatro de los Insurgentes hay distribuidas pequeñas lámparas doradas que alumbran un teléfono rojo de cuerda que se puede descolgar, y a través del cual, si se acerca al oído, se puede escuchar la música —swing y jazz— que también resuena en las bocinas del teatro antes de que empiece la función.
Toda la escenografía ha sido perfectamente planeada para ambientar y trasladarnos al Berlín de la posguerra en el Kit Kat Club, uno de esos cabarets de antaño que, fuera de este teatro, ya no existen. Los asientos de la orquesta fueron removidos para colocar pequeñas mesas negras y redondas, acompañadas cada mesa de un par de pequeñas sillas. En los dos costados del escenario hay dos barras que fungen tanto como barras antes de la función, como parte del escenario durante la misma. Temporalmente estamos en medio de la crisis económica mundial en la República de Weimar, periodo entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, cuando el Partido Nazi cobraba más fuerza.
El musical consta de dos historias intercaladas: el primero es el Kit Kat Club, en donde la cantante inglesa Sally Bowles (Kika Edgar) y el escritor estadounidense Cliff Bradshaw (Nacho Tahhan) salen en escena junto al MC o Maestro de Ceremonias (Majo Pérez) y el resto de bailarines que forman parte del staff del Kit Kat; en la otra historia, aparecen la arrendataria alemana Fräulein Schneider (Anahí Allué), que renta habitaciones a las bailarinas del Kit Kat en su pensión, y su vecino enamorado, Herr Schultz (Alberto Lomnitz), un viudo judío dueño de una frutería, que no renuncia a los ánimos de contraer nupcias con Fräulein Schneider.
En esta obra donde los actores son a la vez tramoyistas se reflejan las dificultades políticas y sociales entreveradas con las historias de los personajes. El vestuario también es espectacular: botines de la época, abrigos de pieles y batas emplumadas, medias de seda y ligueros.
Cabaret fue montado primero en Boston, Massachussetts en 1966. A México no tardó mucho en llegar (1980), entonces Sally Bowles fue interpretada por Laura Zapata; 24 años después fue interpretada por Itatí Cantoral (2004) y, como sustituta de Cantoral, fue la primera vez que Kika también la interpretó, año en que incursionó en el teatro musical. Nuevamente transcurrieron dos décadas para que se volviera a montar en México: en 2024 Sally Bowles fue interpretada por Ilse Salas, Cassandra Sánchez e Itatí Cantoral; y desde diciembre de 2024 hasta el 28 de febrero de 2025, la mezzosoprano Kika Edgar arrobó a su público con esta obra a la cual regresó con 20 años más de experiencia y talento inigualable.
Caminando, acostada, bailando, o con los pies fijos en el suelo, su voz continúa siendo inalterable, impecable. Sin duda, Kika Edgar destaca por la potencia infatigable de su voz, que sale de un cuerpo en apariencia frágil, mas en ella hay, por un lado, sostén y firmeza; por el otro, suavidad melódica. Nadie como Kika transmite ese paroxismo vocal a través de su interpretación. Quienes la vemos, nos la creemos.
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Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y entrevistas a personajes del mundo cultural. Además de escritora, es psicóloga, periodista cultural y fotógrafa. Estudió en México y Polonia. Autora de Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), forma parte de la antología Monstrua (UNAM, 2022). Desde 2022 escribe su columna Jardín de Espejos en Pie de Página. Ha colaborado en revistas, semanarios y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, El Cultural (La Razón), Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales. Trabajó en Capgemini, Amazon y Microsoft. Actualmente estudia un posgrado en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos), donde radica. Esteta y transfeminista.
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