Una nota periodística vuelve a poner el ojo en el normalista Julio César Mondragón, asesinado la noche en la que desaparecieron a los 43 normalistas de Ayotzinapa. Lo acusan de ser un agente del Cisen infiltrado en la normal, una afirmación ante la que Julio César no puede defenderse, pero que su familia y amigos rechazan
Hace unos días, el periódico Eje Central publicó un reportaje titulado Ayotzinapa, la historia oculta. En este, el reportero José A. Rivera develó un vínculo importante entre la desaparición forzada y ejecución extrajudicial del dirigente popular Arturo Hernández Cardona (en 2013) y la desaparición forzada de los 43 estudiantes. Este vínculo sería la guerrilla. De acuerdo con la información del portal, días antes del 26 de septiembre de 2014, un “comando” guerrillero habría intentado asesinar al presidente municipal, José Luis Abarca. Pero este comando habría sido descubierto y luego desaparecido.
Sería en este contexto que se da la desaparición de los 43 estudiantes y el asesinato de estudiantes y personas civiles, advierte la nota. Es decir, la información sugeriría que Abarca habría visto la continuación de este atentado en la incursión de los normalistas aquella noche.
Pero entre toda la información del texto, casi al final, el reportaje asegura que Julio César Mondragón Fontes fue torturado y asesinado con saña particular porque sus captores “se enteraron de que era agente del Cisen asignado a Ayotzinapa”.
El pasado 17 de abril, la familia de Julio César Mondragón Fontes y el colectivo “Los ojos y el rostro de Julio” emitieron un comunicado en el que condenaron esta información y la calificaron de revictimizante. Además señalaron otros aspectos que han estado circulando en años recientes entre diversos colectivos: El primero, que no es la primera vez que se criminaliza a Julio César. Por ejemplo, en otra ocasión lo acusaron de pertenecer al crimen organizado, al grupo de Los Rojos.
Por otra parte, acusa el colectivo, la familia ha sido dejada de lado en los avances, en los informes internacionales y en las mesas con autoridades tanto estatales como federales.
Esta acusación no carece de sustento. Por ejemplo, en muchas ocasiones las instancias internacionales no fueron contactadas con los familiares de Julio César; en otras, las autoridades han alegado que no hablan con los familiares porque éstos no cuentan con abogados.
¿Qué hacer con una acusación como ésta?
Julio César está muerto. Fue torturado y asesinado. No tiene oportunidad de defenderse. No podremos ver su vida en 20 años y decidir si era verdadero o no lo que dijeron de él.
Aquí va lo que he recabado a lo largo de estos años
La anécdota que personas que lo conocieron cuentan de Julio César Mondragón es la siguiente: cuando estudiaba en Tenería, en una ocasión boteaban en la carretera, y pasó una camioneta muy lujosa. Dentro iba un hombre de sombrero que les preguntó para qué botaban. Cuando supo que era para los normalistas, les dio un billete de mil pesos.
Julio César lo recibió, lo metió al bote y al final de la jornada entregó todo. Sin embargo, más tarde, cuando se hacían cuentas, el billete de mil pesos no apareció.
Entonces, en una asamblea estudiantil, Mondragón denunció el robo públicamente. Dicen que dijo:
–A mí también me daban ganas de quedarme el billete, pero pensé: ‘no; este dinero es para el movimiento’.
Dentro de la lógica de los normalistas rurales, no se permite que los estudiantes de nuevo ingreso cuestionen a los más grandes. Pero Julio César decidió que sí. Era de alzar la voz por lo que creía era justo; y él creía en la organización social y política. Así que se fue a Tiripetío, pero ahí tuvo otro confrontamiento político; así que finalmente, Julio César llegó a la normal rural de Ayotzinapa.
Julio César tenía un compromiso profundo con el cambio social. Cuando llegó a Ayotzinapa –él quería estudiar en Ayotzinapa, por lo que representaba políticamente– rápidamente hizo vínculos con muchas organizaciones políticas en diversas partes del estado; así que con los dos meses que llevaba de estudiante en Ayotzinapa ya tenía peso dentro de su organización. Y también ello le generó enemistades políticas.
Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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