Los libros son increíbles herramientas de desarrollo infantil, sobre todo si los adultos entendemos sus infinitas posibilidades. Usarlos más allá de la lectura y jugar con ellos es sencillo y tiene impactos positivos
Por: Irma Laura Uribe Santibáñez * / MUxED
Tener acceso a libros en el hogar desde el nacimiento ha probado tener un impacto clave en el desarrollo de las personas. John Trischitti lo explica muy bien: la lectoescritura (o literacy, en inglés, que me gusta más porque abarca no sólo saber leer y escribir sino también la comprensión) es una habilidad bandera. Esto significa que es la base sobre la que se construyen otras habilidades. No podría estar más de acuerdo. Los libros nos ayudan a desarrollar y a fortalecer las habilidades de decodificación, comprensión, vocabulario, estructura; pero también habilidades verbales, cognitivas e incluso socioemocionales, además de promover la imaginación, la creatividad y la familiaridad, incluso el amor, por la palabra escrita. Y los libros pueden provocar todo esto incluso antes de que podamos leerlos.
De ahí que nuestra misión en ateconqueso sea garantizar el acceso a libros infantiles en los hogares mexicanos. Estamos plenamente convencidas de que tener libros en casa hace la diferencia, porque es un detonante de desarrollo. El mero acceso a los libros en los hogares para que, desde edades tempranas, niñas y niños puedan explorarlos hace una diferencia, pero el factor de mayor impacto es que los adultos actuamos como “puentes” entre las niñas, los niños y los libros; para lograrlo, tenemos que redefinir los libros.
Si preguntamos a una persona adulta qué es un libro y para qué sirve, las respuestas son limitadas: “un libro es para leer”, “un libro es para aprender”, “un libro es algo que hay que cuidar” … respuestas muy serias y aburridas, que no son falsas, pues los libros son indiscutiblemente herramientas de aprendizaje. Pero en la primera infancia son mucho más que eso. El libro, desde la mirada de un niño o una niña, es un objeto, algo que se toca, que se huele, incluso que se chupa o se muerde, que tiene formas y colores diferentes y, por supuesto, un contenedor de historias y de momentos de vínculo y apego.
Para niñas y niños un libro, como casi cualquier cosa, tiene el potencial de ser mucho más que su objeto principal. Así como ante los ojos infantiles una cuchara se convierte en una baqueta, un libro es un bloque para armar, la pared de una casita, un telescopio, un sombrero, … es un mundo de posibilidades. Si sumamos estas posibilidades a las del libro mismo, con sus letras y sus ilustraciones, su lectura compartida y su vocabulario, tenemos magia. En un solo objeto hay un sinfín de oportunidades para fomentar el desarrollo infantil en casa.
De vuelta a los adultos: somos nosotras y nosotros quienes tenemos que entender el libro con todo este potencial para poder convertirnos en los puentes que queremos ser: entre las niñas, los niños y los libros. Es muy sencillo: debemos permitirnos observar el libro con todo su potencial y explotarlo. En ateconqueso cuando entregamos libros sin costo y capacitamos a mamás y papás para que se conviertan en estos puentes, les explicamos que no se trata de tener chamba extra, ni de enseñar a las niñas y los niños a leer y a escribir, sino de fomentar el desarrollo de habilidades con el libro y el juego como medios.
Proponemos “un día – una habilidad”: lunes de observación, martes de escucha, miércoles de conversación, jueves de movimiento y viernes de exploración libre. Suena sencillo y hasta simplista. Sin embargo tiene gran potencial, en principio porque incluso para personas adultas saturadas de tareas resulta divertido y fácil de aplicar. Además, promueve habilidades de pre-lecto escritura, para que hijos e hijas lleguen a la escuela listos para aprender a leer y a escribir lo que eventualmente les lleva a poder aprender más y mejor. Hoy, les comparto esta metodología, esperando sirva de inspiración a familias, escuelas y comunidades. Por favor, siéntanse libres de replicarla.
Permítele ver lo que estás leyendo. Vean juntos la portada, lenta, atentamente, no a tu ritmo, al suyo: ¿qué observan, qué les gusta? Luego vean más portadas sin leer los libros. Compárenlas. Observen letras, ilustraciones, busquen los verdes, los rojos, los azules, jueguen “veo veo”, busquen las “A” y las “O”. O, si ya empiezan a leer, busquen palabras. Abran los libros y busquen estrellas, ahora caras: ¿Qué emociones muestran? ¿Hay árboles o plantas en su libro? salgan al jardín o a la ventana y busquen un árbol afuera. ¿Se parecen? ¿Cuál es más grande? Deja que tomen el libro y el control. Avancen la observación al ritmo infantil. ¿Está viendo el libro de cabeza? No lo corrijas. Deja que suceda.
La observación promueve el desarrollo de la atención, el desarrollo cognitivo, además de fomentar la curiosidad y el interés por los libros.
Encuentra el ritmo en la lectura. Los textos rimados son los mejores para esta actividad. No importa si eres desafinado o si lees poesía como rap. A los niños y niñas les encanta escuchar. Lee lentamente y sobre-pronuncia las palabras, modifica el tono de tu voz, inventa voces. Exagera las emociones: tristeza, alegría, suspenso. Sigue con tu dedo la lectura para que pueda ver dónde vas. Permítele escuchar a su manera: quieto y con su mirada en ti, mientras abraza a su peluche, gatea por el cuarto o arma una torre de bloques. Pon atención a sus reacciones. Comenta sobre lo que sucede en la lectura. Ahora te toca a ti escuchar.
La escucha promueve el desarrollo del lenguaje, la conciencia fonológica, la autorregulación, la atención y el significado.
Habla con él o ella, incluso si todavía no habla. Hazle preguntas, permite que conteste (con sonidos, palabras o sus manos), que anticipe: ¿Qué va a pasar después? ¿Cómo se siente el personaje? ¿Cómo se sentiría en esa situación? ¿Dónde hay algo rojo? Inventen juntos un final o un título alterno. Aun cuando todavía no hablen, las interacciones de habla-escucha son sumamente importantes para promover la conversación en la primera infancia. Puedes empezar estas interacciones con preguntas cerradas (cuya respuesta sea una palabra: sí, no, rojo, azul) y escalar a preguntas abiertas para escuchar sus opiniones.
La conversación promueve el desarrollo de habilidades sociales (tomar turnos, escuchar a los demás), la confianza, las habilidades narrativas, el vocabulario y las habilidades emocionales.
Saca los libros del librero y déjalos en una canasta en la sala. Jueguen a acomodar los libros por colores en diferentes contenedores. Invítale a tomar un libro y llevarlo a donde corresponda: gateando, caminando lentamente, brincando, con los ojos tapados. Construyan un fuerte y lean juntos en él con una linterna. Luego destruyan el fuerte. Armen una biblioteca en la cocina para ver libros mientras está lista la sopa. Lleven los libros al parque. Vean un libro juntos y abrazados. A la hora del baño, deja que explore un libro indestructible. Dale la mano mientras lee, aunque ya sea mayor.
El movimiento y el contacto físico producen dopamina y la dopamina nos hace sentir felices. Si creamos una relación entre la felicidad y los libros, el amor por la lectura llegará por sí mismo.
Mi favorito, porque nos obliga a dar un paso atrás. Se trata de invitar a la niña o niño y dejar que las cosas sucedan: Tal vez dejar un libro en el auto y ver qué pasa; o bajo su almohada; reacomodar su pequeña biblioteca por colores; colgar sus libros en cordones; acomodarlos en círculo en el piso de su cuarto o dejarlos en torres en medio de la sala. Son invitaciones que niñas y niños disfrutan pero los adultos también. Obliga a salir de lo cotidiano, apela a la creatividad, genera expectativa en nosotros y sorpresa en ellos. La única regla es que todo se vale: no hay incorrecto. Pueden o no seguir nuestra invitación. Hacer lo que esperábamos o todo lo contrario.
La exploración libre promueve la creatividad, la imaginación, la resolución de problemas, la resiliencia, la autorregulación, la curiosidad y el desarrollo cognitivo, además de habilidades emocionales y por supuesto, el vínculo.
Las interacciones en las que como adultos estamos plenamente atentos e inmersos son pocas. Convertirnos en puentes no sólo acerca a nuestras hijas e hijos a los libros y a la lectura, también promueve su desarrollo y sobre todo fortalece nuestro vínculo con ellas y ellos. Imaginen qué importantes se sienten cuando su persona favorita en el mundo, su vínculo más cercano, les pone plena atención, les lee, juega con ellas y ellos, les escucha y les responde. Estas experiencias construyen una relación positiva con los libros y lo más importante, promueve su desarrollo y sienta las bases para el aprendizaje a lo largo de sus vidas.
*Irma Laura Uribe Santibáñez es integrante de MUxED. Está convencida de que jugar es la manera natural para aprender. Es internacionalista por la Universidad de las Américas Puebla, Maestra en Economía Política por la Universidad de Toronto y tiene un posgrado en Estrategia para el impacto social de la Universidad de Pensilvania (Penn). Es madre, lectora y autora. Trabajó en políticas públicas de infancias y juventudes desde el PNUD y la Fundación IDEA. Fundó ateconqueso en 2015 desde donde trabaja por el desarrollo infantil.
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