París será, a partir de este viernes 26 de julio y durante algunas semanas una ciudad hipercotnrolada con vallas y control policíaco que segregarán a sus propios habitantes
Texto: Iván Cadin
Foto: Olympia de Maismont / AFP
PARÍ, FRANCIA.- “Una verdadera fiesta popular”. Así definen tanto organizadores de los Juegos Olímpicos París 2024 como las autoridades francesas la próxima edición de la internacional competencia deportiva que este viernes se inaugura en la capital francesa. El presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, calificó al certamen como “un punto de inflexión en la historia: más sostenibles, más urbanos, más inclusivos, con paridad de género, Juegos completamente abiertos”.
Sin embargo, la realidad dista bastante de eso. París será, a partir de este viernes 26 de julio y durante algunas semanas hasta inicios de septiembre, una ciudad hipercontrolada, con extensas vallas, mucho control policíaco y donde el habitante común no será propiamente su activo participante durante los próximos días.
A principios de julio se instalaron alrededor de 44 mil vallas en la ciudad, particularmente en las cercanías al trazo del río Sena por París y alrededores, pues esta zona de la capital francesa ha sido delimitada bajo el rango de tres colores: gris rojo y azul, siendo la zona gris la más restrictiva y la azul, la menos. Para acceder a estas zonas, donde se desarrollarán actividades alusivas a los Juegos Olímpicos, se deberá tramitar con días de antelación un permiso digital que administra el gobierno francés llamado Pass Jeux (Pase Juegos), el cual cuenta con un código QR que, al ser escaneado por una autoridad en los retenes establecidos, mostrará si uno está calificado para transitar por determinada zona.
Cada código QR es por evento, unitario y personal, es decir, no se podrá utilizar varias veces ni por otras personas y lo deberá solicitar toda persona mayor de 13 años. Para la zona roja el QR sólo se exigirá a las personas que se transporten en vehículo motorizado, mientras que en la zona gris se exigirá el Pass Jeux para toda persona, vaya a pie, en bicicleta o en vehículo motorizado. La zona azul no requiere pase pero sí la presentación de algún justificativo para moverse por el sitio. Estas zonas cambiarán al ritmo de los eventos, y se activarán dos horas antes del inicio de los mismos y se anularán una hora después.
Estas restricciones a la movilidad han generado diversas protestas tanto de los vecinos y comerciantes de las zonas afectadas, pues restringen su movilidad y afectan su economía, así como de turistas, pues muchos han llegado a la ciudad precisamente para asistir al evento olímpico y no sabían del trámite de este pase.
Así, pues, la llamada “fiesta popular” está empezando con la presencia del cadenero en la puerta de la celebración, situación que nos remite a aquellas fiestas o clubes exclusivos donde se colocaba un letrero con las siglas NRDA, “nos reservamos el derecho de admisión”. Para obtener este pase hay que llenar un formulario en un sitio en línea de la Prefectura de París, proporcionando una identificación en línea y adjuntando documentos requeridos que acrediten la necesidad del paso por determinado sitio. La prefectura dará su respuesta en unos días.
El prefecto de policía de París, Laurent Núñez, llamó en abril pasado a estas rutas delimitadas «perímetro antiterrorista». Fue ahí donde anunció la creación del pase, donde todo solicitante sería sometido «sistemáticamente» a un control de seguridad de antecedentes, conocidos en Francia como una «investigación administrativa».
La zona de exclusión y sobrevigilancia que arranca en París para las Olimpiadas se explica, a decir de las autoridades, por el contexto actual local y del mundo, y como medida de prevención ante eventos terroristas. Las protestas actuales en Francia, la circunstancia en Ucrania y Medio Oriente, los atentados terroristas tanto en París en 2015 como en certámenes olímpicos previos (los atentados de las ediciones de 1972 y 1996) son algunos de los ejemplos que han dado los encargados de la seguridad en Francia.
“Estamos preocupados por las amenazas de terrorismo”, dijo Núñez ante medios semanas antes de la inauguración. “Especialmente terrorismo islámico, pero también las amenazas de menor intensidad de grupos radicales ambientalistas, extremistas de izquierda y pro-Palestina”. Para el jefe de la policía parisina, las Olimpiadas son un reto. “Desde el final de la segunda Guerra Mundial nunca se había registrado una movilización militar en territorio francés”.
Es por ello que los Juegos Olímpicos de París 2024 no sólo llevarán a hablar de deporte y medallas sino también están generando una discusión, que ya comenzó, sobre la mezcla heterogénea de las diversas medidas de seguridad implementadas y el eventual peligro que, a decir de varios analistas, se mantengan terminados los juegos pero ahora convertidos en leyes especiales que restrinjan más libertades.
Francia promulgó en mayo del año pasado una Ley de Juegos Olímpicos donde se legaliza el uso de videovigilancia impulsada por Inteligencia Artificial (IA), dando luz verde a la experimentación con videovigilancia inteligente hasta el 31 de marzo del próximo año. Sin embargo, en diciembre pasado el Parlamento Europeo abordó el tema de la videovigilancia con IA, situación que podría extender esta medida a toda Europa.
El ministro del Interior, Gérald Darmanin, comentó hace unos meses que los Juegos Olímpicos son “el mayor desafío logístico y de seguridad que jamás hayamos tenido que organizar”. Comúnmente, el desfile de atletas participantes que abre las Olimpiadas se realizaba al interior de un estadio. Francia decidió, sin precedentes, hacer desfilar en el exterior a los miles de deportistas de cerca de 200 delegaciones: en más de 90 barcos a lo largo de un tramo de seis kilómetros del río Sena, desde el Puente de Austerlitz hasta el Puente de Iéna, ante una multitud de 320 mil personas. Todo un reto de logística y seguridad.
Además de la IA, para estos Juegos se desplegarán al menos 35 mil oficiales cada día. Para este viernes de apertura, se movilizarán hasta 45 mil elementos, a los que se sumarán unos 18 mil militares. Igualmente, trabajarán 22 mil elementos de seguridad privada. Asimismo, habrá 35 botes de seguridad en el río para acompañar a las 94 embarcaciones en donde se transportará a los deportistas. A lo largo de la ruta también se instalarán varios francotiradores y tres fuerzas tácticas de la policía francesa, en una cooperación inédita. En la ciudad habrá, en total, cuatro mil 400 nuevas cámaras de seguridad. Tanto las fuerzas de seguridad como los soldados se alojarán en un gran campamento militar, construido especialmente para la ocasión.
En Francia, diversos grupos de muy diversa postura ante la realización de los Juegos Olímpicos, han advertido que las disposiciones de seguridad por IA para controlar el evento se conviertan en un pretexto para configurar a futuro el espacio público de acuerdo a los valores securitarios del actual gobierno del presidente Emmanuel Macron, quien se ha definido por un uso excesivo y, en muchas ocasiones, brutal de la policía ante protestas sociales, y que al final sea este tipo de manifestaciones sean el objetivo y así acelerar una política de vigilancia generalizada.
Grupos de derechos humanos (entre ellos Amnistía Internacional, el Foro Cívico Europeo, Human Rights Watch) criticaron la referida ley de Juegos Olímpicos, pues significa “un precedente preocupante”, destacando la “vigilancia injustificada y desproporcionada en espacios públicos, en detrimento de los derechos y libertades fundamentales”, constituyendo una ley que “viola el derecho a la privacidad, el derecho al anonimato en las calles”.
Para Natsuko Sasaki, del colectivo Saccage 2024 (Saqueo 2024), el tema de la seguridad le alarma: “Esperamos ver un endurecimiento de la opresión policial. Francia no es el primer país que acoge los Juegos Olímpicos en el siglo XXI y hemos aprendido mucho de los juegos del pasado”, dice la activista de origen japonés en entrevista con Pie de Página.
Grupos de activistas como Soulèvements de la Terre (Sublevación de la Tierra), Extinction Rebellion (Extinción Rebelión), PEPS (Por una Ecología Popular y Social), el propio Saccage 2024, entre otros, están bajo la lupa del Ministerio del Interior. Su titular, Darmanin, cuando a inicios de año tocó el tema de la seguridad en los Juegos Olímpicos, subrayó que un riesgo de “perturbación” podría emanar de «ambientalistas de ultraizquierda» y citó a estos grupos. Darmanin también señaló que, en un determinado momento, entre las personas que se inscribieron para ser voluntarios o portadores de la antorcha olímpica se encontraban activistas medioambientales que fueron “descubiertos” tras activar las llamadas investigaciones administrativas.
Uno de los grupos activistas referido, el PEPS, emitió hace meses un comunicado donde protestaba contra los Juegos Olímpicos, pues “se ponen miles de millones (de dinero) sobre la mesa mientras no hay inversiones para los más pobres. Estamos organizando una fiesta para los ricos del mundo y excluyendo a las clases trabajadoras».
Saccage 2024 es otro grupo, quienes frontalmente rechazan la realización misma de los Juegos Olímpicos en su forma actual, totalmente capitalizada, gentrificada y de derroche. El presupuesto para París 2024 se estima en más de 5 mil millones de dólares (Tokio 2020 finalmente costó 13 mil 600 millones de dólares, de los más caros hasta la fecha).
“¡Estamos luchando para que los Juegos Olímpicos desaparezcan!”, comenta Natsuko. “No buscamos en absoluto el consenso. Si se hubieran cancelado los Juegos Olímpicos de París, habría sido un gran placer para nosotros pero, bueno, al mismo tiempo somos realistas y en Francia nunca hubo incertidumbre para su realización. No olvidemos que los Juegos Olímpicos de Tokio 2020/1 estuvieron mucho más amenazados por el Covid, pero los Juegos finalmente se celebraron, a pesar de la oposición masiva de la población.”
Para ella, desde el lanzamiento en 2015 de la candidatura de París como sede, el movimiento antiolímpico francés no fue muy expresivo. Mientras que en ediciones anteriores surgieron movimientos de protesta minoritarios pero fuertes y visibles como en Londres y Tokio, o contra la candidatura de ciudades como Boston, Estados Unidos, y Hamburgo, Alemania, las acciones francesas contra la postulación de ser sede fueron siempre minoritarias. «Es muy diferente de lo que hemos visto en otros lugares, donde la movilización nunca ha sido masiva, pero ha habido colectivos muy numerosos y muy eficaces», afirmó Sasaki, quien vivió en primera persona los Juegos de Tokio.
En cuanto a seguridad, para estos juegos Natsuko Sasaki espera “ver la movilización del ejército francés y la ayuda de algunos países extranjeros, en particular Estados Unidos, quienes organizan la próxima edición después de París (en la ciudad de Los Angeles). No me sorprendería en absoluto ver la llegada (a París) de la NSA, la CIA, el FBI y el LAPD (fuerzas y servicios de seguridad e inteligencia estadounidenses).”
La idea de la activista se sustenta en un anuncio hecho por Darmanin hace meses: para complementar las fuerzas de seguridad francesas, invitó a policías y gendarmes de todo el mundo a “venir a ayudarnos” durante los Juegos, “ya sea para proteger a sus equipos, ya sea para prestarnos perros antidrogas, antibombas o antiarmas, o bien para discutir con sus colegas”. Mil 750 agentes de cuarenta países respondieron a este llamado. Los agentes extranjeros estarán, “en su mayoría”, armados. México, por cierto, envió a ocho elementos de la Guardia Nacional, quienes estarán en Francia hasta el 9 de septiembre, fecha en que concluyen los Juegos Paraolímpicos.
A la par del tema policiaco y de seguridad, la gentrificación y la “limpieza” de París ha sido otro de los elementos de esta peculiar “fiesta popular” deportiva.
Para albergar a turistas (con precios de hospedaje que se encuentran por las nubes, en una ciudad que de por sí es cara en el tema de alojamiento) se expulsó a más de 2 mil estudiantes de sus casas de residencia en París. Su alojamiento en Crous, una organización que gestiona las residencias estudiantiles, estará a disposición momentáneamente de las fuerzas de seguridad. A cambio, se les dio a los estudiantes 100 euros y dos boletos para alguna competencia, un regalo de consuelo que para muchos fue insignificante.
También se expulsó a gente en situación de calle de la ciudad. Para “embellecer” París, la gente que duerme en la calle o en casas de campaña, vagabundos o migrantes sin domicilio fijo en busca de asilo, han sido sacados de París y llevados a sitios en otras regiones de Francia. Refugios o casas de alojo social donde habitualmente pueden encontrar descanso en París, se han convertido hoy en hoteles para turistas.
Estos detalles de “limpieza” de fachada se acompañan de los signos de gentrificación que trae bajo el brazo la infraestructura creada para estos juegos, en específico la Villa Olímpica, el Centro de Medios y otros inmuebles.
Cécile Gintrac pertenece al comité del Grupo de Vigilancia Juegos Olímpicos 2024 de Seine Saint-Denis. Es otro grupo activista que si bien no hubiera deseado que París fuera sede olímpica, tiene una visión estratégica distinta a Saccage 2024. Confirmada la participación de París como sede, Cécile y otras personas se dedicaron a vigilar el desarrollo del proceso inmobiliario de las nuevas instalaciones que requiere una nominación olímpica, desarrollos inmobiliarios que, como ha pasado, suelen relegar a los habitantes originales de escasos recursos.
Seine Saint-Denis, a un costado del río Sena y justo al lado de París, está considerado como el municipio más pobre de toda Francia. Es un distrito multicultural de donde surgió uno de los deportistas franceses más famosos en la actualidad, el futbolista Kylian Mbappé. En este sitio se construyó la Villa Olímpica, que se transformará en viviendas y oficinas cuando los 10 mil 500 deportistas olímpicos y los cuatro mil 400 paralímpicos terminen de competir. También el barrio es la sede que alberga a los medios del mundo y al centro acuático para las pruebas de clavados, waterpolo y natación artística, el único escenario construido para los Juegos pues las demás instalaciones ya existían o serán temporales. Tendrá, también, la piscina olímpica.
No obstante, para Gintrac, en plática con este medio, existe un doble discurso: “Desde la fase de candidatura, el Comité Organizador de los Juegos Olímpicos (COJO), la Sociedad de Ejecución de las Obras Olímpicas (SOLIDEO, por sus siglas en francés) y, sobre todo, los representantes electos locales se basaron exclusivamente en una comunicación positiva: ‘excelencia medioambiental’, ‘acelerador de transformación’, ‘inclusión’”, pero todo ha tenido sus asegunes.
“En el expediente de la candidatura estaba previsto 40% de vivienda social en la Villa Olímpica. Esta tasa ha pasado a 25% desde 2020. Y de nuevo, en este 25% hay que contar las residencias de estudiantes y quizás la propiedad de viviendas sociales. (…) Además, los precios de salida para la compra (7 mil euros por m2) son inimaginables para los habitantes de la zona. Es decir, la mayoría de los nuevos habitantes no serán del distrito.”
Señala que no se tuvo en cuenta la opinión de vecinos y colectivos para la construcción de los nuevos edificios. También nos habló de presuntos casos de corrupción: “Aumentaron (durante la fase de construcción) las sospechas de favoritismo y conflictos de intereses. Algunos medios revelaron que algunas audiencias involucraron a varios directivos del comité organizador de los Juegos Olímpicos y a directivos de empresas que obtuvieron varios contratos públicos. ¿Múltiples conflictos de intereses en juego?”, se pregunta. “La Fiscalía Nacional de Finanzas llevó dos investigaciones preliminares ‘por apropiación ilegal de intereses, malversación de fondos públicos y favoritismo’ contra varios directivos del comité organizador y directivos de empresas que obtuvieron una quincena de contratos.”
Para la activista, a pesar de las renovaciones, la recuperación anunciada para Seine-Saint-Denis no tendrá lugar, pues las nuevas infraestructuras siguen siendo insuficientes. “Seine-Saint-Denis sigue siendo la zona menos equipada de Francia en términos de infraestructuras deportivas, con una media de 16.2 instalaciones por cada 10 mil habitantes, frente al 25 en Ile-de-France y el 49.6 a nivel nacional. El acceso al centro acuático aún está por determinar: ¿serán suficientes las plazas escolares adquiridas por el ayuntamiento? ¿La piscina seguirá siendo accesible al público como una piscina convencional?”
Natsuko comparte la desconfianza de Gintrac: “Como todos los proyectos olímpicos (Londres, Río de Janeiro, Tokio), el ‘legado’ no es para gente que ya vive allí, jamás. Los representantes electos de izquierda, en particular del Partido Comunista Francés (PCF), dijeron que no querían Juegos Olímpicos para dos semanas de deporte sino para transformar Seine-Saint-Denis. Repiten lo que dijo el alcalde de Londres, Ken Livingston, del Partido Laborista, en relación con Londres 2012, sin especificar para quién quieren transformar Seine-Saint-Denis.”
“Para construir la villa olímpica, SOLIDEO expulsó a los habitantes que vivían allí desde hace décadas, en particular a los trabajadores inmigrantes.” Cerca de mil 500 personas fueron sacadas de sus hogares, reacomodándolos en viviendas que no cubrían sus necesidades.
Prosigue: “El centro de medios, la villa para los medios de comunicación, planteó otro tipo de problemas: para construir ese ‘barrio ecológico’ que bordea un lugar Natura 2000 (una red de áreas de conservación de la biodiversidad en la Unión Europea), un parque departamental fue privatizado y pavimentado.”
Este encarecimiento inmobiliario de la zona se une a un fenómeno similar que vive París desde hace años, y que ha generado un éxodo de habitantes hacia los suburbios o hacia otras regiones.
Para Cécile Gintrac, “los controles serán numerosos y podrían provocar brutalidad policiaca. (…) Está claro que el clima social no está sano en Francia y los Juegos Olímpicos podrían ser blanco de los movimientos sociales, pues es sin duda un interesante medio de presión. En lo local, estaremos atentos y comunicaremos cualquier disfunción.”
El presidente francés ha llamado a una “tregua” política en lo que duran los Juegos Olímpicos y Paraolímpicos, para después retomar la disputa por el cargo de primer ministro, puesto que le pelea la alianza de izquierdas del Nuevo Frente Popular, un pendiente en la agenda al que se le agregan otros, escondidos pero latentes (como las protestas por la reforma de pensiones).
Para Natsuko Sasaki, los Juegos Olímpicos no son más que la “operación olímpica clásica: la privatización de bienes públicos, y la nacionalización de las deudas.”
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