De la destrucción que ha dejado la mina Carrizalillo, en Guerrero, Colín Cruz hizo una obra de arte.
Texto y fotos: Marlén Castro
CUERNAVACA, MORELOS.- Donde la gente común ve devastación, el artista plástico Jaime Colín Cruz (CDMX, 1979) ve arte.
Al fondo del ondulado relieve montañoso, sobre la carretera México-Acapulco, un agujero gigantesco rompe el paisaje de vegetación semidesértica. Es el yacimiento de oro, plata y zinc Los Filos-El Bermejal después de quince años de operación. Se ubica en Carrizalillo, municipio de Eduardo Neri, en la zona Centro del estado de Guerrero, al sur de México.
De esa destrucción, Colín Cruz hizo una obra de arte.
“Me empezaron a interesar los huecos que dejan las mineras en la tierra. En general, trabajo la explotación de los recursos”, dice Colín en Estudio 310, el laboratorio artístico que comparte con el pintor Gabriel Díaz Garcilazo.
El número 310 que tiene su estudio es el número del departamento de un edificio antiquísimo en el centro de Cuernavaca. Ahí Colín Cruz tiene pinturas, dibujos, diversos objetos intervenidos y piezas tridimensionales creadas a partir de las imágenes satelitales de varias minas del país.
El artista plástico no está solo en su apreciación estética. En 1961, jóvenes argentinos presentaron una exposición bajo el título “Arte Destructivo”, un ensayo experimental que podría definirse como la cara opuesta de la creación.
Es un lunes de un fin de semana largo. Colín acepta mostrar su obra. Soy una reportera guerrerense que cubre desde 2007 los efectos de la minería a cielo abierto en el paisaje, en la salud y en el tejido social de las comunidades. Cuando escuché de Colín y su obra acerca de las minas quise conocer sus motivaciones para tener esta temática como propuesta artística.
En estos 15 años de cubrir el tema de minería, en Carrizalillo vi dos cerros de mil 200 metros sobre el nivel del mar convertirse en un agujero con esa misma profundidad, a la par que algunos habitantes morían de tumores cancerígenos y les nacían hijos e hijas con malformaciones, mientras otros pobladores se mataban entre ellos, al tomar partido por alguno de los dos grupos del crimen organizado que llegaron a disputar el territorio.
Dice Colín que su obra es ajena a motivaciones sociales y aunque ese es un tema controvertido no quiere hacer arte político de denuncia.
“Como artista me interesa señalar esa problemática desde otro lugar, más allá de un activismo político y social”.
De esta industria extractivista impacta la devastación del paisaje. En 2011, integrantes de la Red Mexicana de Afectados por la Minería (Rema) llevaron a Carrizalillo a comuneros de la Montaña alta de Guerrero a ver cómo quedaban las montañas con la extracción de oro. Inversionistas canadienses querían abrir una mina en esa región.
Algunos comuneros lloraron cuando vieron ese hueco enorme y profundo.
“¿Cómo pueden aceptar esto a cambio de dinero?”, les reclamaron a los ejidatarios de Carrizalillo.
Miguel Mijangos, de la Rema, recuerda que este reclamo de la gente de la montaña caló hondo entre los habitantes de Carrizalillo. Anduvieron tristes y sintieron remordimientos.
Como dice el pintor y ensayista Félix López de Silva, la destrucción provoca un cúmulo de sentimientos y significados sobre el espectador que una obra concebida para “ser bella” no abarca.
La creación artística que conocemos de occidente, agrega López de Silva en el ensayo Estética y creación en torno a la destrucción, se basa en la representación de la belleza. Pero “esta estética preciosista está alejada de la expresión del arte para el arte”.
Colín llegó a las imágenes satelitales sobre las oquedades que deja la minería por su interés en todo lo que tenga que ver con la sobreexplotación de la tierra.
Esta preocupación la tuvo desde niño. En Santa Fe, en la Ciudad de México, vivió al lado de una mina arenera, en donde su padre era trabajador.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUM) establece que la extracción de arena y grava representa el mayor volumen de materiales sólidos a nivel mundial arrancados a la tierra. Es una causa directa de la erosión e impacta la vida silvestre.
“Me impacta cómo vamos agotando los recursos naturales”, explica.
En 2018, Colín, quien estudió la Licenciatura en Artes Visuales en el Centro Morelense de las Artes (2002-2006) y luego hizo la maestría en Artes Visuales en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) aplicó para una beca del Sistema Nacional de Creadores, y la ganó.
Desde el 2018 al 2021, cuenta, se dedicó a reproducir en diversos materiales las imágenes de satélite sobre las minas. En 2019 montó la exposición titulada A cielo abierto en la Galería Victoria y en el Centro Morelense de las Artes en donde propuso vistas panorámicas de la superficie terrestre para hacer visible la destrucción que ha causado la sociedad humana a la tierra.
La mina Los Filos-El Bermejal, de Guerrero, es una pieza importarte en esta exposición. Colín explica por qué:
“[La mina Los Filos-El Bermejal] es una de las más grandes y destructivas, y también es una de las reservas de oro más importantes del país y les ha traído muchos problemas a los pueblos cercanos”.
Jaime Colín.
De Guerrero, Colín representó en una obra hecha con hoja de oro y hoja de plata el llamado cinturón de oro que corre por la Sierra Madre del Sur.
En el año 2019 también montó la exposición Bauxita en el Museo de Arte Carrillo Gil, en Ciudad de México. En Los Jardines de México, en 2016, montó la exposición Paisaje reconstruido.
Colín insiste en que no le interesa que en su obra vaya por delante una problemática social y sostiene que aunque tenga la temática sobre uno de los problemas más grandes del siglo, no se involucra en los problemas políticos derivados de la apertura de las minas.
Y sin embargo, a pesar suyo, pronunciarse sobre la devastación es ya una posición política.
Su propuesta de ver arte en la devastación encaja en la noción de Gustav Metzger, el artista alemán precursor de los movimientos medioambientales y antinucleares, inventor del concepto arte auto-destructivo, una propuesta estética sobre expresiones de arte público en sociedades industriales.
El arte auto destructivo de Metzger denuncia procesos de deterioro y es lo que hace Colín con su serie de obras A cielo abierto.
En el centro de Cuernavaca, en Estudio 310, Colín tiene su obra, quien quiera conocerla puede hacer una cita a su cuenta personal de Instagram @jaisme_colin, y listo.
Es originaria del estado de Guerrero, en donde ha sido reportera durante 26 años, cubre principalmente temas de derechos humanos relacionados con los efectos sociales, ambientales y de salud en las comunidades, a causa de los proyectos extractivistas. Actualmente es coordinadora general del medio digital Amapola. Periodismo transgresor.
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