22 junio, 2025
La Ciudad de México se hunde hasta 50 cm al año, agravando inundaciones. Dean Chahim, experto en gestión del agua, revela cómo políticas fallidas y desigualdad urbana profundizan la crisis. Las soluciones actuales, como más tuberías, son insuficientes. ¿Hay esperanza ante un colapso anunciado?
Texto: Laura Buconi
Foto: Cuartoscuro
CIUDAD DE MÉXICO. – La Ciudad de México enfrenta cada año inundaciones recurrentes que paralizan colonias, dañan viviendas y exponen a miles a riesgos sanitarios.
Aunque autoridades suelen atribuir el problema al cambio climático, el ingeniero y antropólogo Dean Chahim, experto en gestión del agua, advierte que el verdadero origen es otro: el hundimiento acelerado del suelo y la falta de planeación urbana. En entrevista, el investigador de la Universidad de Stanford desmonta los mitos sobre las causas de las inundaciones y señala las políticas fallidas que agravan el desastre.
Chahim, autor del estudio Gobernar más allá de la capacidad, revela cómo el sistema de drenaje de la capital prioriza salvar el centro a costa de anegar la periferia pobre, donde las inundaciones se han normalizado como un «sufrimiento perpetuo». Además, critica que las soluciones gubernamentales —como construir más tuberías— sean insostenibles ante un hundimiento que podría alcanzar 20 metros en 150 años en algunas zonas.
Más allá de las lluvias extremas, la crisis hídrica en la CDMX es un problema de desigualdad y cortoplacismo. Mientras no se frene la urbanización descontrolada y se redistribuyan los riesgos, las inundaciones seguirán castigando a los más vulnerables. La pregunta no es si la ciudad se hunde, sino quién pagará el costo.
–¿Las lluvias irregulares y muy intensas de esta temporada son causadas por el cambio climático?
–Es fácil para un gobierno local o municipal echarle la culpa a un problema global, como el cambio climático. Y esto quita de lado que la mayor parte del problema es cuestión de políticas e infraestructuras, diseños urbanos y decisiones locales que están bajo su control.
“No digo que el cambio climático no importe, claro que sí; hace que las lluvias sean más intensas y un poco más impredecibles, pero no es el factor principal. Recordemos que, por ejemplo, en 1951, la Ciudad de México se inundó y gran parte del centro quedó bajo el agua durante semanas».
En su estudio Gobernar más allá de la capacidad: ingeniería, banalidad y la calibración del desastre en la Ciudad de México (2022), Dean Chahim reporta:
“Estas inundaciones (de 1951) causaron una importante crisis política en la ciudad para el partido gobernante, que cada vez era más impopular entre las clases medias y las élites urbanas (Chahim, 2021a). Hoy, esas inundaciones en el centro de la Ciudad de México son inimaginables.
“Al contrario, como un mosaico, se extienden de manera irregular y desproporcionada por las regiones más pobres de la periferia urbana, rara vez de manera simultánea en un mismo lugar. Ahora, las inundaciones se han vuelto tan rutinarias que las protestas son raras, a pesar de que obligan a los residentes de la periferia a pasar horas en el tráfico paralizado, los exponen al riesgo de infección al atravesar a pie aguas nocivas y hacen necesario eliminar el inconfundible olor a aguas residuales de la ropa y de las calles.
“Para muchos residentes, las inundaciones individuales se han convertido en ‘cuasieventos’ indistintos (Povinelli, 2011: 13) o ‘episodios’ banales (Berlant, 2011: 101) de la vida cotidiana. Son simplemente otra forma del sufrimiento perpetuo que debe vivirse en una ciudad cuyos habitantes ya luchan contra la pobreza generalizada y la inseguridad.”
–Entonces, ¿a qué se deben las inundaciones tan frecuentes?
–La Ciudad se está hundiendo de manera irremediable. Es el resultado de un fenómeno geológico llamado hundimiento, que suele ocurrir cuando se extrae demasiada agua del subsuelo y la tierra que hay encima empieza a compactarse.
Partes de la Ciudad de México se están hundiendo hasta 50 cm al año. En el próximo siglo y medio, calcula un estudio de Wired, algunas zonas podrían descender hasta casi 20 metros.
“Sheinbaum promete un nuevo colector que va a durar, como mucho, 15 años, hasta que el agua, debido al hundimiento y a las alcantarillas vacías, empiece a fluir al revés, y estemos otra vez en la misma”, advierte Chahim.
“No digo que no haya que construir colectores, pero, por lo menos, hay que tener también una visión de largo plazo, para establecer a qué vamos a dedicar realmente los recursos necesarios, comprometiéndonos a una planeación, como ya la están efectuando en otras ciudades que tienen la misma problemática, como Venecia, en Italia. ¿Por qué siguen autorizando desarrollos urbanos, fraccionamientos nuevos, centros comerciales, etcétera, en vez de hacer realmente proyectos para el agua?”.
En su estudio, Chamin reitera que «durante la temporada de lluvias el sistema de drenaje se llena de manera rutinaria hasta el borde. Para evitar inundaciones catastróficas en el centro de la ciudad, más próspero, los ingenieros recurren a la estrategia de inducir un anegamiento generalizado de baja intensidad en la periferia urbana pobre. Esta práctica operativa es casi desconocida fuera de la burocracia de la ingeniería; sin embargo, moldea en profundidad los ritmos de la vida diaria en la ciudad».
Sobre esto, señala:
“Urge diseñar un plan de vivienda accesible. El vínculo entre planeación urbana y planeación hídrica ha fallado muchísimo en la Ciudad, y no se ha querido ver porque los intereses de los inmobiliarios han ido por encima de todo. Han estado tapando ríos en las zonas ricas, y los pobres se han asentado en las zonas que se están hundiendo».
“Ahora, el problema principal no es cómo podemos hacer que las lluvias sean más estables o no tan fuertes, sino cómo vamos a ubicar a las personas, porque la Ciudad se va a hundir».
–¿Qué podemos hacer para amortiguar las inundaciones y otros efectos del hundimiento?
–No hay una acción local que pueda detener el hundimiento, pero sí se pueden tomar acciones para amortiguar los efectos en la población. Por ejemplo, podríamos dedicar más espacio al agua para que los tubos no se sobrecarguen. La solución del gobierno siempre es poner más tubos para drenaje, pero si los tubos no funcionan porque se están hundiendo, es mejor que tengamos más espacio para amortiguar. Nunca va a haber tubos suficientes para lluvias fuertes como las que hubo hace 2 semanas en México».
“Tenemos que admitirlo: nuestro sistema siempre va a ser inadecuado. No hay forma de construir tubos suficientes para todo eso. Hasta ahora, lo que ha pasado es que inundamos varias colonias cuando necesitamos más espacio.
“Convertimos a colonias del Oriente, Ermita, Zaragoza, Iztapalapa, Chalco —colonias marginadas— en vasos reguladores temporales. Eso es lo que hacen. Una segunda opción es construir nuevos vasos reguladores, hacer espacios para el agua, que podría implicar también la reubicación voluntaria de población de las colonias más afectadas por las inundaciones.
“Una tercera opción sería distribuir las aguas de una forma más equitativa. Es decir, inundar un poco todas las alcaldías. Se trataría de 10 cm máximo, a nivel de la banqueta. No afectaría a nadie, pero sí nos vamos a mojar los pies. Podríamos hacerlo como sacrificio colectivo, solidario: todos somos mexicanos, vivimos aquí, entonces todos tenemos que sacrificarnos un poco porque es nuestra ciudad».
–¿Dejar basura en las calles, que puede tapar las coladeras, puede provocar inundaciones?
–La basura tampoco tiene que ver con que se tapen las coladeras. En casos excepcionales, si se cae un tronco, se llega a tapar una presa o un pozo. Pero cuando hay una lluvia fuerte, el sistema de recolección se llena al máximo de su capacidad, y esa es la causa de las inundaciones. Otra vez, parece que el Gobierno está buscando responsabilizar a los ciudadanos, diciendo que la causa de la inundación es la basura presente en las calles.”
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