Incongruencia de las ‘Corcholatas’

8 diciembre, 2022

Los precandidatos de Morena, al igual que otros políticos y funcionarios de la 4T, están empeñados en repetir los usos y costumbres del viejo sistema que, dicen, pretenden erradicar

Twitter: @anajarnajar

Joaquín López Dóriga estaba en su elemento. “Tienes un arma secreta” le dijo, zalamero, a Marcelo Ebrard durante su programa en Radio Fórmula.

“Es tu esposa Rosalinda” completó la frase y de inmediato el canciller mordió el anzuelo. “Es muy inteligente” respondió alegre. “Me va a acompañar en la medida que pueda durante la campaña”.

Seducido por el apapacho, el secretario de Relaciones Exteriores se envolvió en la red que le tendió López Dóriga, un auténtico maestro de la lisonja.

Por supuesto, dijo, sería conveniente que los aspirantes de Morena a la candidatura presidencial sostuvieran varios debates.

La propuesta fue retomada por algunos de los medios que cada semana -a veces más seguido- protagonizan el nado sincronizado para difundir mentiras contra el actual gobierno.

El tema de un eventual debate entre los precandidatos del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), a quienes el presidente Andrés Manuel López Obrador definió como corcholatas, se incorporó de inmediato a la conversación de medios y la opinocracia.

Hasta llegó a Palacio Nacional, cuando se abordó la propuesta en una conferencia de prensa matutina.

Días después de la comparecencia de Ebrard en Radio Fórmula otro de los presidenciables, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, reconoció en el mismo programa su disposición a debatir.

En la discusión politiquera por las revelaciones no hubo espacio para detenerse en el origen del tema. 

Pocos cuestionaron por qué el entusiasmo dentro de la 4T ante la provocación de uno de los comunicadores más desprestigiados del país, frecuentemente descalificado por López Obrador.

Menos fueron quienes preguntaron, al menos públicamente, por qué elegir ese espacio radiofónico para soltar una noticia que causaría polémica.

El entusiasmo por la grilla pareció causar amnesia. ¿No es el llamado Teacher uno de los clientes favoritos de la sección Quién es quién en las mentiras de los medios?

¿O ya se olvidaron de los insultos y mentiras que históricamente ha dedicado el comunicador al ahora presidente y sus compañeros?

Lo más grave es que los secretarios del gabinete presidencial no son los únicos en elegir a comunicadores y medios controvertidos para abordar temas polémicos.

El 23 de noviembre la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, confesó a la empresaria Martha Debayle su intención de casarse.

El anuncio provocó una oleada de críticas no sólo por el uso político de un asunto personal, sino por la tribuna elegida por Sheinbaum, la precandidata más cercana al espíritu del obradorismo.

El programa de Debayle es de los más clasistas de los medios de comunicación del país. Su conductora es, además, familiar del dictador Anastasio Somoza Debayle, uno de los personajes más sanguinarios y represores en la historia de América Latina.

¿Casualidad? Difícil de creer en el equipo que asesora a la precandidata y que en los últimos meses mantiene una intensa campaña de promoción en todo el país.

Lo mismo ocurre con el canciller y el secretario de Gobernación, ambos personajes muy experimentados a quienes difícilmente se les puede acusar de ingenuidad política.

El reciente episodio es sólo una muestra de una larga lista. Los precandidatos, como otros funcionarios del Gobierno Federal, son clientes asiduos de los medios tradicionales.

Para los medios independientes es muy difícil conseguir que líderes y funcionarios de la 4T les concedan un espacio en su agenda. Y en el caso de los precandidatos es todavía más complicado. 

Es claro, pues, que los aspirantes a la candidatura presidencial de Morena decidieron apuntalar su promoción con el respaldo de medios corporativos.

Y esto es, por lo menos, una incongruencia. Los espacios y comunicadores con quienes acuden con presteza son los mismos que casi a diario cuestiona el presidente López Obrador.

Se trata de medios que promovieron la guerra sucia contra AMLO, lo mismo durante el proceso de desafuero de 2005 como en las siguientes tres campañas presidenciales.

Evidentemente que los precandidatos, políticos y funcionarios de la 4T tienen todo el derecho de elegir con qué medio y comunicador quieren hablar.

Sin embargo, el asunto va más allá de una decisión mercadológica o de rating. El problema es el mensaje que envían. 

Al concentrarse sólo en los medios tradicionales avalan al viejo sistema que, por lo menos en el discurso, pretenden erradicar del país.

La situación se complica porque, de acuerdo con las encuestas, Morena tiene amplias posibilidades de conservar el gobierno de la República.

Si mantienen la misma estrategia de comunicación difícilmente se podría esperar un cambio real. 

Quien sabe si en el equipo de asesores de los precandidatos contemplan esta posibilidad. Tampoco está claro su balance costo/beneficio de acudir a las costumbres del viejo sistema político.

En su análisis parecen olvidar un pequeño detalle: Andrés Manuel López Obrador es el presidente con el mayor respaldo popular de la historia reciente por, entre otras razones, una palabra:

Congruencia.

Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.