Este lugar idílico y paradisíaco para muchos se ha construido y desarrollado a partir de una serie de prácticas urbanísticas depredatorias del medio natural. Manglares, humedales y pantanos (“Everglades”) fueron arrasados por la imposición de un modelo de urbanización que empezó a finales de la década de los cincuenta en la península de Florida
Por Rogelio López*
Pasadas las 17 hrs del 7 de octubre, al meteorólogo puertoriqueño John Morales se le quebró la voz cuando describía para la audiencia de un canal de televisión de la Unión Americana el momento exacto en que el huracán Milton se convertía en un poderoso huracán categoría 5, el máximo número en escala en la Saffir Simpson:
“Esto es horrible”, dijo y enmudeció unos segundos.
Tras reponerse ofrecería disculpas y explicaría que su reacción se debió tanto al violento cambio en el comportamiento del huracán como a los efectos devastadores que puede tener un huracán de esa magnitud, y remató explicando que estos cambios eran un efecto ocasionado por el calentamiento global. Esta imagen se ha hecho viral y ha sido retomada por múltiples medios de comunicación.
Al mismo tiempo que pasaba esto, se jugaban en las ciudades de Cleveland (Ohio) y en Nueva York dos partidos de los playoffs de las grandes ligas (MLB), al otro día, martes 8 de octubre, mientras Milton avanzaba hacia la península de la Florida, se realizaban dos juegos más. Uno podía cambiar de canal de televisión del juego de béisbol al noticiario donde se mostraban escenas de los embotellamientos en los freeways en Florida con personas que buscaban salir de la zona donde impactaría el huracán, estas escenas se mezclaban con imágenes de los malls con anaqueles vacíos, las gasolineras con letreros de cerrados porque el combustible se había agotado y las cápsulas de los meteorólogos de la televisión mostrando la trayectoria de un huracán descomunal. Algunos republicanos culpan a Biden del huracán afirmando que este lo mandó para minar el apoyo de un estado que simpatiza con el partido repúblicano. Por si esto fuera poco, el 9 de octubre en Medio Oriente, el ministro de defensa de Israel,Yoav Gallant, anunciaba sus intenciones de atacar Irán como represalia a los bombardeos hechos por la nación persa el 1 de octubre. El panorama no es nada alentador.
Para el caso de México, aunque Milton afectó parcialmente la península de Yucatán y dejó algunas afectaciones, de ninguna manera se compara con lo que en Florida enfrenta.
La península de Florida, es hoy el tercer estado más poblado de los Estados Unidos, y es famosa por varias razones: playas, parques de diversiones, desarrollos habitacionales, grandes hoteles, equipos de fútbol americano. Todo esto la ha convertido en uno de los destinos favoritos de los estadounidenses retirados, turistas y migrantes. Es además uno de los centros financieros más importantes de la región. Este auge ha generado también una importante especulación inmobiliaria. No podemos dejar de decir que Florida, y en particular de Miami, es el destino de muchos políticos y exfuncionarios públicos latinoamericanos de negro historial, quienes han elegido este destino como lugar de residencia, recordemos que fue en este estado donde vivía Genaro García Luna, secretario de seguridad pública de Calderón y que espera sentencia en la ciudad de Nueva York por narcotráfico, o también es el lugar donde se puede ver a los juniors (los hijos de políticos, exfuncionarios y empresarios) disfrutando de sus fortunas, como olvidar al hijo de Romero Deschamps, el desaparecido líder sindical de Pemex paseando en su Ferrari en el soleado estado.
Sin embargo, Florida no sólo es eso, también es un territorio de gran importancia para la agricultura de los Estados Unidos, al ser sede de importantes plantaciones de cítricos y otros productos, que como sucede en la mayor parte de los Estados Unidos, estos son mantenidos por la mano de obra migrante. Esta última es clave para el funcionamiento de una de las economías más importantes de los Estados Unidos. Los migrantes son fundamentales como jornaleros, trabajadores de la industria de la construcción y en los servicios turísticos, en Florida existen aproximadamente 5 millones de ellos.
Por otro lado, este lugar idílico y paradisíaco para muchos se ha construido y desarrollado a partir de una serie de prácticas urbanísticas depredatorias del medio natural. Manglares, humedales y pantanos (“Everglades”), fueron arrasados por la imposición de un modelo de urbanización que empezó a finales de la década de los cincuenta en la península, y que se distingue por los desarrollos residenciales cerrados para los jubilados caracterizados por sus amenidades. Dicho modelo, a lo largo de los años se fue complementando con la construcción de hoteles y edificios de departamentos, así como el establecimiento de plantaciones (cítricos, berries y tomates). Al día de hoy Florida, un territorio de 170,312 km2, cuenta con una población de más de 20 millones de habitantes que crece diariamente en razón de 1000 personas que al día llegan al Estado.
Esta configuración territorial, en muchos sentidos se convirtió en el modelo de desarrollo urbano que siguieron muchos de los destinos turísticos con playa, en el mundo, grandes hoteles en la playa, casas y edificios de departamentos para jubilados, además de campos de golf, marinas, centros comerciales, lagos, restaurantes, cines, bares. El caso de Riviera Maya en México, es un buen ejemplo, donde la naturaleza: selva, manglares y humedales, sigue siendo arrasada por los proyectos turísticos, (y que hoy se han camuflado como “ecoturísticos”). Se ha promovido en los medios de comunicación y se ha asentado en el imaginario colectivo como el ideal de unas vacaciones para pasar unos días en estos lugares o si se piensa más en grande tener una segunda residencia en uno de ellos. En el lado oscuro del paraíso, además de la devastación ambiental en la que se sustenta este “desarrollo”, se encuentra la devastación de los pueblos originarios para el caso de México, al ser despojados de sus territorios (por ejemplo Huatulco), y la superexplotación de la mano de obra que construye estos lugares, quienes se van estableciendo en ciudades pérdidas o asentamientos irregulares, los cuales, en muchos casos tardan mucho tiempo en consolidarse como colonias con servicios. Nuevamente, para el caso de México, los ejemplos son inagotables: Acapulco, Los Cabos, Cancún, etcétera.
Para el caso del huracán Milton y su paso por la península de Florida, es la población migrante la que más vulnerable se encuentra frente a los efectos del huracán, pues por miedo a ser detenidos y deportados, sumado a que muchos de ellos no hablan el idioma inglés y que no tienen los medios para trasladarse a otros lugares, hicieron que muchas familias se mantuvieran lugares de alto riesgo durante el evento meteorológico, arriesgando con ello sus vidas.
Volviendo al caso mexicano, hay que sumar que estos desarrollos turísticos se han convertido en centros donde el crimen organizado tiene una de sus fuentes de ingresos más importante. Acapulco, Cancún, Puerto Vallarta, son destinos en los que se han establecido importantes centros y redes de distribución de estupefacientes, lo mismo de la trata de personas con fines de explotación sexual.
Bajo estas condiciones, el turismo como fuente de progreso y bienestar para la población (y el medio ambiente) es relativo. Con la destrucción de los manglares y las lagunas costeras –barreras naturales contra los efectos de las tormentas tropicales y huracanes– estos lugares se encuentran aún más en riesgo frente a la crisis por el calentamiento global y el cambio climático que han traído consigo la multiplicación y la intensificación de la capacidad destructiva de los fenómenos metereológicos, como es el caso de los huracanes. Estos lugares se encuentran en una situación de vulnerabilidad extrema. Las marejadas erosionan el terreno, salinizan los acuíferos y los cuerpos de agua, impactando con ello las fuentes de agua y la biodiversidad.Todos estos lugares están expuestos a desaparecer con la elevación del nivel del mar. Los escenarios que los científicos habían pronosticado se están quedando cortos. Hoy vemos cómo en cuestión de horas se puede acelerar el paso de una tormenta tropical a un huracán de categoría 5 (Ya lo vimos con Otis y su paso por el puerto de Acapulco el año pasado), asimismo vemos cómo estas regiones están en riesgo de sufrir más de un evento de estas características en la misma temporada de ciclones, tomemos en cuenta que hace poco más de 15 días (24-29 de septiembre) esta región de la Unión Americana fue alcanzada por el huracán Helene dejando una estela de destrucción (más de 200 personas muertas) en varios Estados: Florida, Georgia, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Virginia en lo que se considera en uno de los huracanes más mortíferos en los Estados Unidos (por cierto, este evento tuvo poca atención mediática a nivel internacional e incluso en los medios de aquel país).
Hace unas semanas el presidente de Colombia Gustavo Petro en el 79 periodo de las sesiones de la Asamblea de las Naciones Unidas, daba un discurso en el que exponía las causas de la crisis civilizatoria en que nos encontramos. La primera parte de su discurso, escrita por su hija de 15 años, concluye diciendo que: “La codicia estaba matando a la Tierra”. Continúa o mejor dicho inicia su discurso señalando que en un mes se han quemado 11 millones de hectáreas de selva amazónica por el calentamiento global. Dicho esto, inmediatamente habla de lo que decían los científicos respecto a si pasaba esto: “si se quemaba la selva de la Amazonas llegabamos al punto de no retorno climático donde las decisiones humanas para detener el colapso ya serán inocuas, pues bien la selva se está quemando”. Termina su cita con una frase del título del libro de E. Hemingway:
“Las campanas ya doblan por todo el planeta, por ti, por nosotros, por la vida y la humanidad…ha comenzado el fin”.
Su alocución continúa hablando del genocidio en Gaza (ahora extendido a Líbano). Petro es muy claro respecto al origen de esta situación, no le da vueltas y señala directamente a los responsables, las potencias mundiales y sus minorías poderosas, las cuales muestran una adicción por los combustibles fósiles, elemento vital del capitalismo contemporáneo. El discurso del presidente Petro sólo viene a confirmar lo que está sucediendo. En el fondo el meteorólogo que llora, al igual que Petro, sabe que las campanas están doblando por nosotros.
Necesitamos con urgencia tomar medidas, el planeta colapsa, algunos hablan de adaptarnos a las nuevas condiciones, sin embargo, esto no es suficiente pues como se ven las cosas no hay formas de adaptación que resistan dos huracanes en menos de un mes.
*Geógrafo. Doctor en Urbanismo.
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