Los integrantes de la familia Moreno fueron sorprendidos por el desgajamiento de un cerro a las orillas del río Sedeño de Xalapa, Veracruz. Seis de los ocho integrantes murieron sepultados tras el paso del huracán Grace
Texto y fotos: Miguel Ángel León Carmona
XALAPA, VERACRUZ.- En una casa de lámina construida en las faldas de un cerro dormían ocho integrantes de la familia Moreno. Cuatro hermanos compartían una litera: Axel, Kevin, Christopher y Jair, de 8, 7, 5 y 4 años. En la cama de al lado descansaban sus padres: Adán abrazaba a Alexa de 3, e Isabel daba pecho a Marifer, su hija recién nacida.
El huracán Grace que impactó Veracruz como categoría 3 se manifestó de madrugada en la casa de los Moreno con lluvias, truenos y una corriente agitada en el río Sedeño. Su casa se ubica en la colonia 21 de marzo, en Xalapa, en una zona de asentamiento irregular que ninguna autoridad desalojó.
Pero una lluvia torrencial no hace mella a quien ha vivido durante años debajo de techos de lámina: las conversaciones se interrumpen, las gotas te salpican la cara o los pies y el agua se filtra por la puerta y los zapatos se humedecen. Así pasó la noche la familia Moreno: “No se veía tan feo”, explican sus vecinos.
A las siete de la mañana Adán Moreno, el padre, se levantó de su cama para salir a trabajar recolectando fierro viejo en la capital. Se montó un pantalón de mezclilla, una sudadera azul y se prepararía un café para terminar de abrir los ojos. En ese momento un ruido distinto a los de toda la madrugada lo inquietó: no era lluvia esta vez, sino un golpe sobre el techo.
“Salí a ver y vi que estaba cayendo un poco de tierra en la lámina. Me regresé para avisarles que se salieran todos, ya todos estaban despiertos, pero se vino todo el cerro”, dice el padre de 29 años a quien le ofrecen un cigarrillo mientras narra, pero las manos aún le tiemblan.
El ruido de la avalancha de tierra y los gritos de Adán despertó a los vecinos. Su padre y su primo salieron con picos y palas para ayudarlo. Todo estaba cubierto de lodo.
“Comenzamos a gritarles a todos, pero solo contestó mi Alex”, recuerda el padre, a quien una viga metálica le golpeó la cara cuando todo se vino abajo.
La búsqueda debajo de la tierra comenzó cerca de una pared donde se ubicaban la litera. Allí se escucharon gritos de Axel, el menor de siete años.
“Primero vimos su pierna y la jalamos. Estaba asustado, estaba llorando, pero se lo llevaron rápido al hospital. Los doctores me dicen que está bien”.
Los trabajos siguieron y la desgracia se desenterraba. Debajo de Alex estaba su hermano Cristopher, de cinco años. Lo sacaron del fondo, pero él ya no lloraba. Después Adán vio los restos de su esposa, Isabel Caballero, de 27 años. En ese momento la búsqueda se interrumpió por un ataque de llanto.
“Nos llevamos a mi primo abajo para tranquilizarlo. Ya no quisimos que siguiera viendo así a mis demás sobrinos. Solo pudimos rescatar a uno”, cuenta un hombre que aún tiene lodo en el cuello y detrás de las orejas.
Los seis integrantes de la familia Moreno se suman a otras dos personas que fallecieron por los efectos de Grace: un hombre en Poza Rica, a quien se le vino abajo un domo donde se resguardaba de la tormenta, y otra niña en Xalapa, de siete años. Ella también murió sepultada por un alud de tierra en su casa. Este ocurrió en la misma colonia 21 de marzo, a unos 800 metros de la casa de la familia Moreno, en la zona inhabitable que nadie desalojó.
Adán Moreno tiene la mirada perdida. Llora cada que piensa en la pérdida de su familia, pero en las entrevistas a medios no solo habla de su duelo. Piensa y dice, “No solo fue uno son seis. Son seis cajas y seis cachos de terreno para enterarlos. No tenemos dinero”, dice.
Adán y su familia habitaban una zona de alto riesgo. Viviendas de madera y lámina se construyen encimadas sobre cerros y a orilla del río Sedeño. Por aquí la señal telefónica es escasa y pocos tienen internet.
Los exhortos de autoridades municipales y estatales para acudir a albergues en caso de emergencia no se ven por redes sociales o televisión. Si hubo jornadas de perifoneo, no todos escucharon las recomendaciones porque salieron a trabajar, confiesa el padre y esposo de las víctimas.
En tanto, vecinos en situaciones económicas similares a la familia Moreno se acercan para apoyar a Adán, quien se mudará con su hijo Axel a casa de unos tíos. Algunas personas lo saludan de mano y le entregan billetes enrollados de 100 y 50 pesos; otros preparan café y compran canastas con pan. Muchos más ofrecen futuras oraciones y el consuelo del descanso eterno.
*Esta nota fue realizada por E-CONSULTA VERACRUZ. Aquí puedes consultar la publicación original.
Periodista en Veracruz
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