Tras diez horas de fila nunca pude votar. No porque se acabaran las papeletas de personas no registradas, sino porque cerraron el consulado. Las autoridades no salieron a explicar. Una patrulla de Houston pasó con el megáfono a informar que “ya no podíamos votar” y que nos fuéramos a casa
Por Lydiette Carrión / X: @lydicar
El consulado de México en Houston y el de Dallas fueron los únicos de Texas que abrieron sus puertas para que mexicanas y mexicanos pudieran votar de forma presencial el pasado 2 de junio. Así que llegaron a este puerto –pocos saben que Houston es un puerto– desde la noche anterior o muy temprano, desde Austin, San Antonio e incluso desde el estado de Louisiana.
Es decir, hubo gente que manejó hasta 4 horas de carretera y autopistas por venir a votar.
Se podía emitir el voto vía digital o por correo, pero algunos me explicaron que no les daba confianza, que preferían así. Así que se registraron por internet y debía presentarse el domingo. También había unas mil 500 papeletas de personas no registradas, algo así como una casilla especial para gente a la que nos agarró la votación fuera de casa. Yo pertenecía a estos últimos casos.
Fue así que desde las 4 o 5 de la mañana ya había gente haciendo filas. Al inicio con sus sillas plegables, ya cuando pegara el sol, sacarían las sombrillas. Había quien trajo carriolas con sus bebés o sus hijos les acompañaban.
El consulado se encuentra en un edificio muy grande, en una esquina. Así que la fila pronto empezó a extenderse, primero a la izquierda, luego dobló a la izquierda y se extendió por largas cuadras. Algunos calculan que se trató de una fila de más de cinco mil personas. No lo sé. Lo que sí sé es que yo me formé a las 10 de la mañana y para entonces la línea era enorme.
Está prohibido ostentar cualquier propaganda de partido. Pero a la gente le gusta expresarse, así que muchos llegaron con playeras color guinda o con playeras rosas. Otros más traían la de la selección mexicana de fútbol. Algunos ondeaban banderas o ponían música ranchera o corridos a todo volumen.
Había una sensación festiva en la fila. Al inicio las personas se comportaban con cierta prudencia para evitar confrontaciones, aunque había uno o dos con la playera de apoyo a AMLO (a pesar de no estar permitido supuestamente), o con un muñequito mini peje. Fuera de ellos, los demás trataban de no meterse en problemas. Yo siempre pienso que, aquí en Texas, eso es muy sabio: la gente puede andar armada y para qué buscarle tres pies al gato. Pero al final se impuso la emoción y la gente echaba porras a sus respectivas candidatas y algunos “abajo” a la candidata contraria.
¡Es un honor…!
¡Vamos por el segundo piso! Coreaban unos. Otros respondían
¡Celebren, es la última vez que votan en democracia!
Unos migrantes: Ya despertamos. Ya Despertamos
Otros más:
¡Xóchitl, Xóchitl!
Al mediodía la temperatura ya rebasaba los 32 grados centígrados, pero es engañoso, ya que la sensación térmica es de 37 aproximadamente. Houston es muy húmedo, estos territorios solían ser una ciénaga y no ha perdido esa vocación. Sumado a la cercanía con el mar, se genera una presión atmosférica y una humedad que asfixian.
Aun así la gente permaneció bajo el sol durante cinco, ocho horas.
El consulado organizó muy poco. No había información. Ningún funcionario salía a explicar nada. Aunque organizaciones de migrantes propusieron que se deberían colocar sanitarios, no hubo nada. Sólo quedaba meterse al “Jack in the Box” o el “Burguer king” y comprar algo para poder pasar al baño. O caminar muchas cuadras para llegar a otra tienda más. Aún así la gente no se fue.
La policía de Houston puso unos conos para evitar atropellamientos por ahí de las dos de la tarde. Más o menos cuando comenzaron a llegar vendedores ambulantes: hispanas con papitas y refrescos, afroamericanas vendiendo congeladas.
Por momentos pasaban autos a favor o en contra de Claudia. A favor o en contra de Xóchitl.
Make Mexico Great again: Xóchitl.
Vamos por el segundo piso.
La gente respondía, aplaudía o gritaba. Mas a pesar de las diferencias, al final la gente platicó entre ella, con gusto, con emoción. Y que nos dieron las 7 de la noche y apenas me acercaba a la entrada, pero no pude votar.
No porque se acabaran las papeletas de personas no registradas, sino porque cerraron el consulado.
Las autoridades no salieron a explicar. Una patrulla de Houston pasó con el megáfono a informar que “ya no podíamos votar” y que nos fuéramos a casa.
La gente se acercó a la entrada y comenzó a gritar. Vivas a AMLO y ¡queremos votar! Las patrullas se acumularon, y sólo entonces algunos funcionarios explicaron que permanecerían abiertos un tiempo más. Mas,la realidad es que todo fue opaco. Luego en la fila corrió el bulo de que si no votaban todas las personas registradas, anularían todos los votos.
No era verdad, pero al final mucha gente se desesperó y fue. Entre ellos yo. Jamás pude obtener información de un funcionario.
Extrañamente, sin embargo, regresé a casa asoleada, insolada, deshidratada pero contenta. Hablé con muchas personas migrantes. Me emocionó su esperanza, su perspectiva, su compromiso por votar y aportar con su voto.
En Houston, Claudia Sheinbaum obtuvo el 51 % de los votos, contra el 49 % que Xóchitl. En California, la cifra de más de 80 % por Claudia.
Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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