El feminicidio de la joven Karla sacudió la que es considerada la mejor isla turística de México y Centroamérica. Familiares de Karla exigen justicia y algunas jóvenes crearon la colectiva Mujeres Holbox, para luchar contra el acoso, la violencia sexual y el maltrato que padecen
Texto y fotos: Katia Rejón
QUINTANA ROO.- Karla M. F. era de Progreso, Yucatán, pero vivía en la isla de Holbox desde hace 11 años. Trabajaba como taxista en uno de los destinos turísticos más importantes de la región, un “paraíso” ubicado entre el Mar Caribe y el Golfo de México. El viernes 26 de marzo por la noche, la joven fue a Punta Ciricote a dar un servicio de transporte y no volvió. La encontraron al día siguiente en el mar, con huellas de violencia en el rostro. Es el primer feminicidio registrado en la isla.
“Hoy tiene nueve días y parece que fue ayer”, dice su hermana Yolanda C. F. en entrevista. Habla de Karla sonriendo: se veían todos los días en la calle y se sentaban a tomar café hasta la madrugada. En el cuello lleva el dije con el que encontraron el cuerpo de su hermana, una de las pocas pertenencias que lograron recuperar.
Karla tenía 29 años y era madre de un niño de 13, a quien le dejó el celular la última noche que la vieron con vida. “Era una mujer excepcional. Se desvivía por su hijo: era su vida mi muchacho. Me dejó un vacío muy grande y un hijo que crecer”, agrega Yolanda.
Ese viernes, Karla les dijo a su hermana, a su novio y a una amiga que iría a hablar con Roger C. A., vinculado formalmente por el feminicidio, a Punta Ciricote. Al día siguiente, el patrón de la chica fue a casa de Yolanda para avisarle que Karla no aparecía. La familia y los amigos de la joven salieron a buscarla. Las horas que estuvo desaparecida ninguna autoridad les ayudó.
Primero encontraron su brasier en el muelle. Su carrito de golf, que en la isla funciona como taxi en la isla, dentro del agua. Cuando familiares y amigos llegaron a ese sitio, los policías ya estaban sacando el carro del mar y Carlos, la pareja de Karla, fue a dar la vuelta al muelle para ver si la encontraba pero no vio nada.“Regresamos y revisé el celular de mi hermana que tenía mi sobrino. Vi que su última llamada era en la madrugada, con Roger, su asesino. Le pregunté a mi sobrino y me dijo que sí llamó, que le contestó y le dijo que mamá estaba trabajando”, relata Yolanda.
El sábado vieron a Roger y le preguntaron por la última llamada que registraba el celular. Se contradijo, pero hasta ese momento Yolanda no había sacado conclusiones. Un rato después, al mediodía, su hermana menor le llamó por teléfono para decirle que habían encontrado el cuerpo de Karla a 500 metros de donde hallaron su taxi.
“Me dijo en seco: Está muerta, te paso a Carlos porque no puedo hablar. Y Carlos me dijo: Nos la mataron. En ese momento no supe ni qué sentir y solo dije: No, la gorda no. Si la gorda no se mete con nadie”, recuerda.
Roger C.A. llegó a la isla antes de la pandemia, en el 2019. Al mes de conocer a Karla iniciaron una relación intermitente, con violencia verbal y emocional de parte de él. Le prohibía maquillarse y constantemente le dejaba marcas en el cuello “para que supieran que tenía dueño”.
Las mismas marcas con las que encontraron su cuerpo.
Yolanda recuerda que hacían todo juntos: iban a las noches de bioluminiscencia, cuando la orilla del mar se llena de luces azules; hacían entregas y servicios juntos. Y Punta Ciricote era su lugar: Karla siempre iba ahí con Roger.
“A veces estaba contenta, aquí, chismeando, y le hablaba ese hombre y veías cómo cambiaba su cara. Una vez llegó con los antebrazos rojos porque Roger la jaloneó, y le dije: ‘Gorda, no vayas a dejar que escale’. Otra día, empezaron a pelear, discutieron y Karla no se dejó de los golpes”.
Yolanda, hermana de Karla.
Su relación solo duró cinco o seis meses y, cuando inició la pandemia, conoció a Carlos. Decidieron vivir juntos y el 15 de marzo, la última vez que Karla habló con Roger antes de su feminicidio, el agresor fue borracho a su casa a reclamarle a gritos porque había iniciado una nueva relación.
Los policías detuvieron a Roger mientras intentaba salir de la isla en una lancha, el domingo 28 de marzo. “Se estaba escapando, y lo agarraron los judiciales”, asegura Yolanda.
Ella no quiso estar en la primera audiencia virtual porque no quería ver a Roger, ni a través de una pantalla. Al día siguiente, Lilia Canché, la primera abogada que tuvo de oficio, le comunicó que el acusado tenía abogado particular.
“Chingue su madre, dije, yo no tengo más que a la de gobierno. Lo van a sacar, va a salir. Pero la abogada me dijo que no, que son dos años de proceso que va a estar encerrado. Lo que tenemos que hacer es llenar la carpeta de investigación para que no tenga cómo defenderse”, explica.
Roger ha querido cambiar su declaración cuatro veces. La última vez intentó decir que no conocía a Karla. “Me dio tanto coraje que publiqué en Facebook una foto de ellos abrazados”, dice Yolanda.
Gracias al apoyo y la difusión que ha tenido el caso, una abogada especialista en atención a víctimas contactó a Yolanda. María Teresa Paredes Hernández forma parte del despacho Estrategia Legal e Integral AC Internacional y representa a la familia de la víctima. En entrevista, explica que Roger está en prisión preventiva oficiosa y que el paso siguiente es desahogar todas las pruebas. De acuerdo con el Código Penal de Quintana Roo, el acusado podría pasar de 25 a 50 años en prisión.
El estado de Quintana Roo cerró el 2020 con 15 feminicidios, de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. El feminicidio de Karla es el primero de Holbox, un destino turístico que recientemente obtuvo el World Travel Awards como la mejor isla en México y Centroamérica. El suceso llamó la atención de medios internacionales y nacionales que publicaron información imprecisa sobre la víctima.
“Muchos reportajes amarillistas dijeron que mi hermana tenía las manos amarradas, que no tenía pechos, que fue abusada sexualmente, que la encontraron turistas. No es verdad. (…) No es cierto que había condones, ni cervezas, ni nada cerca del carrito”, lamenta Yolanda.
Karla no tenía alcohol ni drogas en la prueba toxicológica como también publicaron algunos medios. Aclara que las huellas de violencia estaban, sobre todo, en el rostro y la causa muerte, según la autopsia, es asfixia por sumersión politraumatizada, es decir, por ahogamiento.
Carlos y Yolanda la sacaron del mar porque pasaron 45 minutos y las autoridades no llegaron. No había patrullas y al final, solo llegaron dos policías. Estuvo ahí desde las 12 del día hasta las 7 de la noche que se llevaron el cuerpo.
El Gobierno del Estado de Quintana Roo se hizo cargo de los gastos funerarios; el sindicato de su trabajo, vecinos, familia y amigos también acudieron a apoyar. El Instituto Quintanarroense de la Mujer de Kantunilkin, la localidad más cercana a Holbox, acudió para hacer un estudio socioeconómico y ofrecerle terapia psicológica al menor. Sin embargo, el alcalde de Holbox, Idelfonso Cetina Alcocer, les negó la ayuda argumentando que “no se metía en esas cosas”.
A Karla la enterraron al lunes siguiente. “Ha sido una semana dura. Fui a arreglar su casa con Carlos, lavamos su ropa y tenía dos playeras del trabajo con su olor. La agarro, la huelo y se me llenan los pulmones”, dice.
A una semana del feminicidio de Karla, la plaza de Holbox está llena de turistas por las vacaciones de Semana Santa. En la plaza principal hay un altar con decenas de velas y una foto de Karla sonriendo, posando como si tuviera alas. La concha acústica está tapizada con carteles que piden justicia por el feminicidio y una cruz con la frase: Ni una más.
E. C. y otras jóvenes de la isla convocaron a la manifestación pacífica el 30 de marzo: “Desafortunadamente, tuvo que pasar el asesinato de Karla para que la gente reaccionara. Al menos en ese momento, porque ya pasó más de una semana y ya se les olvidó”, dice E. en entrevista.
Como Yolanda, la joven que pide el anonimato, recuerda a Karla como una mujer divertida, amable con todas las personas. “Se siente bien feo ya no verla en su taxi, porque era de las que tenías que ver diario. No la perdías: siempre andaba en su carro con diferentes peinados, con sus audífonos. Sentimos su ausencia”, dice.
A partir del feminicidio de Karla, varias mujeres de la isla decidieron crear la colectiva Mujeres Holbox. Están resueltas a crear un movimiento feminista en la isla porque “detrás de Karla, hay otras mujeres que han sufrido acoso, violencia sexual y maltrato”.
Con la colectiva buscan generar una seguridad que no sienten por parte de las autoridades. “Cuando vas a hacer tu denuncia no te resuelven nada. Los policías acosan a compañeras, no hay institución que nos dé ese respaldo”, agrega.
En los carteles de la manifestación, hay reclamos por la falta de patrullaje en la zona. En un cartel se lee: “Señor Comandante de la Quinta región, mande más elementos a Holbox que hagan recorridos y que tomen en cuenta todas las colonias. Exigimos nuestro derecho a vivir seguras”.
Holbox tiene una población de mil 131 personas (2019) y de acuerdo con la Secretaría de Turismo de Quintana Roo (Sedetur), se estima que durante la Semana Santa del 2021 tuvieron una afluencia de 12 mil 420 turistas. Sin embargo, tanto en las calles como en las playas es evidente la falta de patrullas y policías, incluso en zonas donde hay aglomeración.
“No patrullan. Cuando terminamos la marcha pacífica, del lado del mercado encontraron a una muchacha tirada en el monte, llorando y con el pelo todo revuelto. El alcalde no quería que se sepa esto porque ya estaba cerca Semana Santa”, dice Yolanda.
Yolanda y E. informan que hay una persona que recoge firmas para que llegue la Guardia Nacional, aunque E. no está segura si más policías sea algo mejor. Agrega que ha recibido amenazas en redes sociales a raíz de que comenzó a hablar de la violencia de género en Holbox. “No sé si haya sido alguien que quiere llamar mi atención o una amenaza seria, pero no me voy a callar más por mí y por mi familia”.
“Mi pensamiento está en la desesperación que sintió, en las ganas de huir. Me atormenta pensar en qué pasó por su mente. Quisiera retroceder el tiempo y que no fuera, o llamarla y que viniera a tomar café”.
Yolanda, hermana de Karla.
Lo único que pide es que se haga justicia y que aparezcan las cosas de su hermana: el asiento de su taxi, su ropa y su cartera.
Dice que, aunque quedaron cosas inconclusas, la relación que tuvo con su hermana era tan cercana que está en paz porque la disfrutó todo el tiempo que estuvo con ella. Ahora, su preocupación principal es su sobrino. Yolanda tiene tres hijos pequeños, pero dice que no dejará solo al hijo de Karla. Aunque está más tranquila, hay días que se quiebra y tiene miedo de que su sobrino salga: “Quiero meterlo a una cajita de cristal, pero no puedo”.
Hay un audio con la voz de su hermana que repite a cada tanto, para sentirla cerca. “Ella me decía Tiburón. A veces, a la una de la mañana se paraba en esa ventana y me decía: ‘¡Tiburón, vamos a tomar café!’. Era más que mi hermana, era mi amiga, mi hombro fuerte”.
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