La resistencia al despliegue violento del capitalismo después de la caída del Muro de Berlín ya no es suficiente. Ante la crisis de las democracias liberales y el avance inexplorable de las derechas neocoloniales, es necesario crear los estados de ánimos para la creatividad política y salir a disputar los discursos del capital
Texto: Daniela Pastrana
Fotos: Duilio Rodríguez
CIUDAD DE MÉXICO.- Vivimos un tiempo de poca imaginación política. No es solo una carencia de las izquierdas, sino el efecto de una época muy larga, en la que el despliegue violento del capitalismo -tras la caída del Muro de Berlín- significó un combate de esa imaginación política y los espacios para pensar otros mundos posibles quedaron reducidos a experiencias locales, pequeñas, que ha sido diques al avance de la contrarrevolución. Pero hoy, resistir ya no es suficiente.
El párrafo anterior es el resumen, parafraseado, de una conversación inacabada con Diana Fuentes, filósofa marxista que marca la ruta de salida para discutir qué hacemos con la crisis de las democracias liberales.
«Estamos, en el horizonte sociopolítico de México, en el momento de decir que ya no basta resistir, y mucho menos resistir aislados. Que es necesario empezar a dotar de contenido ese futuro deseable, en el que en el centro este la libertad y la posibilidad de imaginar ese mundo que nos gustaría habitar», dice.
Habla de la democracia liberal y sus tensiones. De los derechos liberales (libertad de expresión, de asociación y de manifestación), que son producto luchas sociales, pero que habitan la contradicción capitalista. Y esa misma contradicción está en los proyectos progresistas de América latina, que tienen que lidiar con las mediaciones que implica esa contradicción, pero también con las correlaciones de fuerzas que le permitan abrir espacios para las masas que le apoyaron.
«La democracia sólo existe si hay igualdad social», insiste la filósofa.
En ese sentido, la tarea ahora de una sociedad politizada es dotar de contenidos los proyectos progresistas. Disputar ahí el discurso y la orientación.
«A mí sí me queda corta la 4T, no tengo duda (…) pero sino nos gusta, hay que disputar el discurso. Y tenemos una memoria histórica potentísima. La izquierda mexicana creó un montón de cosas, basta voltear y mirar su legado político, sus debates y hasta sus fracturas».
El restaurante TierrAdentro de la Colonia Juárez se convierte este lunes 29 en un espacio para discutir sobre las democracias liberales, el lawfare, los golpes blandos, las contradicciones de los proyectos progresistas y los problemas de las izquierdas para ser gobierno.
Pero también es un espacio para hablar de los estados de ánimo que se pueden construir para pensar otro orden de las cosas. Porque si la política no solo es la política electoral, si lo político es otra cosa, esa otra cosa se puede construir. Para eso es necesario crear otro estado de ánimo.
Pero no es una ruta fácil ni suave, advierte la editora Gabriela Arévalo, quien recuerda que toda revolución implica violencia, aunque no sea física. Porque las revoluciones, así sean de las conciencias, implican un cambio radical.
Sin embargo, aclara que «el mejor momento para empezar a hacerlo es en el que te acompañan las mayorías».
La primera tertuliana de este 2024 convoca al quinteto de mujeres que cada lunes nos reunimos a conversar sobre la política en el programa de La Mesa Roja, que se transmite por el canal de youtube de Pie de Página. En esta ocasión, se nos suma Alina Duarte, periodista militante y cómplice en la idea de crear espacios de discusión crítica de la realidad, con quien cada semana comparto el análisis de las noticias del mundo, desde la mirada de los movimientos emancipadores, en Maiz y Mate, programa que transmitimos conjuntamente con De Raíz.
El episodio parte de una pregunta: ¿qué transformación queremos y para qué?
La charla se prolonga, como siempre que nos reunimos, entre risas y bromas. El pensamiento de la marxista polaca Rosa Luxemburg aparece en varios momentos, como hilo conductor de la discusión sobre el presente y futuro del movimiento popular que llevó al gobierno a Andrés Manuel López Obrador.
«Yo veo un cierre del sexenio de López Obrador, que esta intentando capitalizar ese refrendo popular hacia un giro a la izquierda, al menos como narrativa y legado. Es una herencia política importante que tiene que ver con esa fuerza politizante que ha tenido. Pero hoy mas que nunca, en esto de disputar la narrativa y los horizontes deseables, tenemos que exigir principismo en donde no lo ha habido y no lo ha habido en temas importantes», reflexiona la socióloga y filósofa feminista Teresa Rodríguez de la Vega.
«Tenemos que ser ese pulmón que, desde fuera, sin estar comprometidos con los movimientos del cálculo político, tenemos que ponerle el horizonte político hacia la izquierda a Morena», insiste.
La abogada y experta en literatura, Ingrid Urgelles pone en la mesa los temas incómodos, al hablar de la experiencia de Chile, un país que no ha podido librarse del pinochetismo y que, después de la revuelta social de 2019, apostó por la democracia liberal y perdió la potencia política que tenía el movimiento social.
«El país es de ellos – dice, en referencia al pinochetismo renovado de Chile que se apresta a recuperar el gobierno-. Todo tipo de movimiento social popular se extinguió y murió».
La derecha, insiste, tiene el dinero y el control mediático. Eso le permite tener la creatividad para desarrollar sus utopías.
«Contra la propaganda de la derecha no se puede (…) Cuando tienes un poder tan fuerte al otro lado, en realidad no estás en igualdad de condiciones, en realidad no estás votando libremente porque te están instalando una narrativa y te la están filtrando por todos la lados de tu vida».
En esa misma línea, Alina Duarte alerta de los riesgo de la burocratización de los movimientos sociales. Habla de los golpes que se han dado en las democracias de América latina y del papel fundamental de los medios en la desmovilización de la gente.
En contraparte, dice, están los medios, como Pie de Página o De Raíz, que trabajan de la mano con las audiencias en tres funciones: formación, organización y movilización.
«Es una disputa con esos contenidos. Tenemos que definir qué rol queremos jugar en estos procesos».
Consulta completa la Tertuliana sobre qué transformación y para qué, de #LaMesaRoja y #MaízYMate en este link
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