En su visita a México, la narradora y ensayista Rebeca Solnit explora en esta entrevista el papel de luchas de esperanza en un contexto abrumador de violencias, extractivismo y despojo de las vidas. Los periodistas, afirma, deben contar las historias de la gente que no ha sido escuchada
Texto: Daniela Pastrana y Daniela Rea
Fotos: María Ruiz
Rebecca Solnit, escritora y ensayista, publicó hace 15 años el libro Esperanza en la oscuridad. La historia jamás contada del poder de la gente. En esa reunión de ensayos Solnit convoca a mirar aquellas luchas cotidianas, invisibles, que se tejen desde la imaginación y la dignidad para hacer frente al poder. Convoca a tener esperanza.
En su ensayo advierte la esperanza no entendida como el esperar que las cosas mejoren por sí mismas, tampoco como la narrativa del “que todo va bien”, sino que sitúa a la esperanza “en la premisa de que no sabemos qué va a pasar y de que en la vastedad de la incertidumbre hay espacio para actuar… es la convicción de que lo que hacemos importa”.
Solnit está en México para asistir a la Feria Internacional del Libro de Oaxaca, donde dará una conferencia magistral este sábado 18 de octubre. En una breve charla con Pie de Página, exploró el papel de esas luchas de esperanza en un contexto abrumador de violencias, extractivismo y despojo de las vidas.
-¿Cómo ves el impacto del capitalismo en la vida de las mujeres, en los territorios?
-El capitalismo ha hecho a las mujeres más propias, más decentes, ha destruido esta fantasía del crecimiento. Hablando de las mujeres, es increíble que es una atmósfera de que se están acabando los recursos, todo. El capitalismo tiene una cosa de romper el mundo.
-¿Qué papel juegan las batallas de las minorías que vemos a lo largo del mundo en este panorama?
-Hay muchos movimientos de estos que no son pequeños y pueden ser los más grandes del mundo, movimientos de derechos humanos, globales, que tienen años, contra los regímenes. Usualmente empiezan pequeños, pero están articulados de millones de personas pensando y se hacen muy grandes. Creo que, de hecho, son usualmente mucho más numerosos que los poderes oficiales del mundo, son una sociedad civil con un foco en específico.
-A veces parece que faltaría una articulación entre ellos…
-Creo que no siempre, uno de ellos es ver cómo está articulado, conectado, cómo integramos el sentido del valor de cada individuo en los movimientos de civilidad de los derechos de civilidad, justicia social, la justicia económica, del clima. Creo que otra cosa importante del capitalismo es que es un mundo alineado dentro de otros fragmentos alineados y si ves el mundo como en un sentido exclusivamente intrincado de sentidos dependientes, no puedes destruir a una célula y eliminarla con la misma libertad. La libertad no tiene ninguna forma de contabilizarse.
–¿Se puede enfrentar esta concentración tan grande de empresas trasnacionales?
-En sistemas diseñados para dar poder a las corporaciones y quitarle poder a la gente de a pie. Estamos comenzando a ver, por ejemplo, campañas para que paren de extraer fósiles. Están entendiendo que esto es más que un problema económico, es más moral y es un factor en sus decisiones, así que es un gran cambio positivo. He visto en los últimos años, han venido movimientos y la voluntad de la gente determina a los políticos y ahora los políticos intentan tener una credibilidad con estos movimientos, grassroots, raíces de hierbas. Usualmente los problemas son una forma de contar el problema, de transmitirlo y no tenemos que dejar que nos digan una historia de lo poco poderosos que somos, necesitamos conocer historias de qué tan poderosos somos, las historias de las victorias y las transformaciones que tenemos.
–¿Qué papel tendríamos aquí los periodistas, en esta narrativa?
Cuestionar las historias existentes, contar las historias que no han sido contadas de la gente que no ha sido escuchada, encontrar lo que revela, revelar lo que ha sido escondido. Encontrar los patrones que conectan a las cosas que están usualmente separadas, tener, ayudar a la gente ordinaria, tener la posibilidad de entender qué sucede en el mundo, cómo se refleja en ellos y cómo les puede afectar.
-¿Qué papel puede tener el feminismo o la organización de mujeres en estas batallas?
-Otra forma de contar una historia de estos grandes asuntos es la descentralización del poder de los políticos, de los padres, de los poderosos. Creo que puedes ver la descentralización como una forma ideal para el feminismo, aunque el feminismo no esté en el centro, la descentralización para distribuir el poder, la horizontalidad.
-En países como México, ¿cómo podemos mantener la esperanza, creer?
-Siento que no conozco lo suficiente para decirle a México qué pensar, sobre qué pensar y por qué. Está el movimiento de Oaxaca del 2006 (APPO), están los zapatistas, los movimientos ambientales, la lucha por la despenalización del aborto… hay recordatorios de que las cosas pueden tener un diferente camino, ésas son las cosas en las que me fijo y me producen la admiración.
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