Viajando encontré un sitio que me invitó a quedarme, como si me estuviera esperando este país me llamó en un momento peculiar. Argentina será mi casa por un par de años, desde aquí les contaré los avatares de la “gran capital del sur”
¿Y fue por este río de sueñera y de barro
que las proas vinieron a fundarme la patria?
Irían a los tumbos los barquitos pintados
entre los camalotes de la corriente zaina
Jorge Luis Borges
Arribo a Buenos Aires en una ventolina política, Milei el “anarcocapitalista” cumple cien días en un gobierno que se conduce en medio de un crisis económica de antología. En las calles se vive en condiciones propicias para un levantamiento. El dinero no alcanza y más de la mitad de la población vive en la pobreza.
En este extraño acontecer llegan millones de mariposas desde Uruguay, una migración sin precedente. Sobre los parques y calles, entre los automóviles y en las casas una bandada de mariposas anaranjadas con ojuelos en las alas aletean ¿extraviadas?. Los periódicos intentan resolver “¿Por qué Buenos Aires se llenó de mariposas?
Últimamente no hay explicación que valga, los cafetines y bares de la ciudad viven fondeados en la nostalgia. Me encanta este país de melancólicos.
Dedico esta Cartohistoria a contarles que viviré un par de años en Buenos Aires. Hace algunas semanas fui notificado que la Universidad de Buenos Aires me aceptó para estudiar una maestría en Estudios Latinoamericanos. Desde aquí estudiaré la región, pero también les contaré el pulso del país.
Salí de México en medio de una una grave sequía. Cuando partí de Morelia con rumbo a la Ciudad de México, para tomar el vuelo, pasé a un costado de Cuitzeo. Este gigantesco lago considerado alguna vez como el segundo más importante del país estaba convertido en un desierto, una planicie interminable de polvo y tierra. El paisaje de devastación lo completaron un par de incendios en la lejanía de las montañas boscosas.
Cuando arribo a Ciudad de México me encuentro que hay colonias enteras que apenas y reciben agua.
Pero apenas llego a Buenos Aires y el paisaje no puede ser más contrastante, la ciudad está inundada por las lluvias atípicas. El cronograma de vuelos es un desastre. Los trabajadores se rehusan a “laburar” en medio de un chaparrón.
Cuando camino por la encharcada ciudad me encuentro centros de acopio dedicados a las personas que perdieron muebles y casas por las inundaciones. El agua no para y se vuelve impredecible. Un día amanece soleado y por la tarde una furiosa tormenta anega calles. En algunas colonias hay peces saliendo de las alcantarillas.
Mañanas de mariposas y tardes de enjambres de mosquitos. Una epidemia de dengue desborda los hospitales. Por donde se mire el mundo parece un sitio muy raro.
Pero la política mueve todos los mundos. Milei está empecinado en desbaratar las funciones del Estado para reducir el gasto público y con la idea de fundar su proyecto “liberatrio”. Las ayudas sociales se acabaron, hay recortes en todas las áreas del gobierno, se suspendió la obra pública y hay una intentona por privatizar las empresas del Estado.
Asisto a una manifestación en contra el gobierno de Milei, sindicatos y agrupaciones sociales convocaron a este encuentro. Ya ni siquiera denuncian el desempleo, aseguran que tienen hambre.
Milei se esfuerza en borrar a la izquierda en su país o, como él le dice, “la casta”. Argentina ha empezado a entretejer una nueva relación con Estados Unidos, donde se presumen lazos aún más fuertes. Se distancia de sus grandes socios comerciales Brasil y China, mientras rompe, prácticamente, relaciones con Venezuela.
La motosierra de Milei ha recortado el gasto a los servicios de salud – en medio de la pandemia de dengue-, la educación pública también encontró un recorte presupuestario. El nuevo gobierno quiere privatizar la educación, no es ningún secreto.
La facultad a la que asistiré a clases peligra por la falta de recursos. Los docentes hacen un esfuerzo por mantenerse a flote hasta final de mes. Los estudiantes estamos en ascuas y todavía no empieza el curso. Aun con la gratuidad de la educación asistir a clases es una dificultad. Entro a la maestría en medio de un panorama de incertidumbre.
Pienso que estudiar en este panorama es un acto de rebeldía o de terquedad ciega.
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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