Generación Z, carne de cañón de la derecha mexicana

16 noviembre, 2025

Ciudad de México, 15 de noviembre de 2025. Personas que participaron en la llamada Marcha de la Generación Z se enfrentan a policías capitalinos frente a Palacio Nacional. Foto: Iván Stephens /Cuartoscuros

Se anunció como un levantamiento juvenil, pero la gran mayoría de los asistentes a la movilización de este 15 de noviembre era mucho mayor y los pocos jóvenes presentes fueron usados como carne de cañón por una derecha que los empujó con tácticas de choque coordinadas desde redes sociales

Texto: Camilo Ocampo, Patricio Pérez

Fotos: Iván Stephens / Cuartoscuro, Isabel Briseño, Camilo Ocampo y Patricio Pérez e / Pie de Página

El 15 de noviembre de 2025 podría quedar como la fecha en que la derecha mexicana intentó tomar el Palacio Nacional. Lo hizo bajo la fachada de una rebelión juvenil que, en realidad, sirvió para apuntalar la narrativa de una supuesta dictadura encabezada por el gobierno que encabeza Claudia Sheinbaum y el partido gobernante, Morena.

Aunque la convocatoria se presentó como un levantamiento encabezado por jóvenes, la multitud que partió del Ángel de la Independencia estaba conformada mayoritariamente por personas ajenas a la Generación Z (jóvenes de entre 13 y 28 años, según la categorización). Su presencia, aunque ruidosa, era muy pequeña.

Los contingentes avanzaron sin estructura ni cohesión, salvo unos cuantos encabezados por políticos que caminaron sin sus colores partidistas: el exsenador Emilio Álvarez Icaza y el perredista Guadalupe Acosta Naranjo. A ellos se sumaron influencers como el youtuber Carlos Bello (SoyMirrey), uno de los principales impulsores de la marcha y Yulay, un joven que promueve el pensamiento militarista en sus seguidores.. 

Entre imágenes de la Virgen de Guadalupe y carteles contra el gobierno, los pocos jóvenes —sobre todo hombres— transmitían la sensación de estar listos para actuar directamente. Eran representando a una generación marcada por la guerra contra el narcotráfico y un futuro incierto, decidida a expresar su furia en las calles.

“Somos apartidistas”

Luis, de 17 años, era uno de ellos. Usa máscara antigas, coderas y casco. Afirma no pertenecer a ninguna organización y se declara apartidista. En entrevista con Pie de Página, sin mostrar el rostro, admitió que lo moviliza “la rabia por todo lo que ocurre en el país”. Su objetivo, dijo, es claro: tomar la sede del Poder Ejecutivo. Cerca de él marchaban otros jóvenes con la misma intención, coordinados por un hombre de mayor edad que llevaba tatuados un Cristo crucificado y un león.

Otro de los jóvenes, llamado Brandon, de 20 años , aseguró que no se identifica con ideologías de izquierda o derecha, y lo solo lo mueven las ganas de derrocar al primer gobierno del que tiene pleno uso de razón. Aunque recuerda un poco que en los sexenios anteriores su familia tampoco la pasaba tan bien.

A unos pasos, otro joven avanzaba con una pancarta que decía: “Viva la libertad, carajo”, la frase que popularizó Milei. Rechazó dar entrevistas, pero recorrió la ruta rumbo al Zócalo gritando: “Fue un error estar con Obrador, ¡narcoestado!”.

Otros jóvenes entrevistados por este medio, dijeron rechazar a los gobiernos anteriores, a los que incluso consideran parte del problema y dejaron una puerta abierta para personajes que se mueven entre la política no convencional e incluso disruptiva.

Durante la marcha hubo expresiones alarmantes dentro de los contingentes: banderas y playeras  con simbología nazi, carteles que pedían la intervención de Estados Unidos e isultos misóginos contra la presidenta.

La manifestación avanzó de forma pacífica. Desde dos días antes, las páginas que la promovieron, junto con medios como TV Azteca y La Derecha Diario, habían difundido instrucciones precisas: evitar saqueos, no hacer pintas, no llevar banderas de Palestina y obedecer a la policía.

Pero también , desde grupos en Discord,  —la plataforma que se volvió símbolo de organización— administrados por personajes anónimos, se difundieron instrucciones para entrar por la Puerta Mariana del palacio Nacional, junto con las herramientas que les podrían servir. 

El Zócalo: campo de batalla

La marcha avanzó tranquila por Reforma, pero unas cuadras antes de llegar al corazón de la Ciudad de México, en la calle 5 de Mayo, la atmósfera cambió. Un hombre canoso tomó un megáfono y repitió una orden que fue escalando entre la multitud: “Vamos a abrir la puerta, gente. Hay que apoyar”.

Cuando las personas -17 mil según cálculos oficiales- que participaron en la marcha llegaron al Zócalo, comenzaron las acciones contra Palacio Nacional. El grupo de jóvenes, ya preparado, ató cuerdas a las vallas y tiró de ellas hasta derribarlas. A partir de ese momento comenzó el enfrentamiento con la policía, que en un primer momento intentó hacer un escudo humano de protección del inmueble.

Después, las piedras volaban en ambas direcciones. Los manifestantes las lanzaban y los policías las devolvían. Los cohetones caían por todas partes.  Entre quienes se enfrentaban con la policía, algunos presumían en voz alta trabajar para grupos del crimen organizado que operan en la Ciudad de México. 

Botes marcados como riot control, cargados con humo irritante, estallaban en el suelo y quemaban la piel y los ojos. Un policía fue atrapado por los manifestantes, que llamaban a lincharlo mientras lo golpeaban en el suelo.

Entre los manifestantes, un porro, (como se le conoce a los grupos de choque estudiantiles), identificado por su playera como miembro del Conalep 12, del grupo Los Drakos, también se estaba tratando de ingresar al edificio su consigna es la misma que los demás

Cuando la policía logró replegar a los manifestantes hacia las calles laterales, el choque se recrudeció. Los uniformados rompieron protocolos: uno de ellos golpeaba con la bandola de una correa de perro a quien pasaba a su alcance. Los detenidos eran sometidos con golpes.

Ese abuso policial sirvió para que los medios tradicionales —en especial TV Azteca— construyeran una narrativa de represión contra las ideas conservadoras que se oponen a la 4T. Los titulares aparecieron al instante: “Agresión y desalojo en el Zócalo durante marcha de la Generación Z”, “Represión contra manifestantes”.

La derecha se radicaliza

Los grupos que salieron a protestar se dicen apartidistas, pero no apolíticos. Su discurso es confuso. A pesar de la presencia evidente de militantes del PAN, los jóvenes —protagonistas del movimiento— insisten en que no se identifican con ningún partido.

Aseguran no definirse entre izquierda o derecha y afirman que su propósito es disminuir la violencia y las desapariciones. Sin embargo, su discurso es una réplica del que difunden figuras de la derecha radical como Ricardo Salinas o influencers como Leo y Nacho: mensajes que se presentan como voces perseguidas, censuradas, defensoras de una libertad bajo asedio.

Bajo esa narrativa, los jóvenes intentaron ingresar a Palacio Nacional. Para entonces, los políticos y los influencers ya habían desaparecido. Sólo quedó una generación confundida en medio de la alternancia política.

¿Guarimbas en México?

La manifestación de este 15 de noviembre marca un punto de inflexión en el gobierno de la Cuarta Transformación, como se llama al movimiento político que inició Andrés Manuel López Obrador y que en 2024, de la mano de Sheinbaum, obtuvo la mayor votación presidencial de la historia de México.

Las acciones de este sábado recuerdan a lo ocurrido en Venezuela entre 2014 y 2017, cuando sectores radicales de la oposición impulsaron, desde redes sociales, acciones coordinadas para bloquear calles, levantar barricadas, incendiar mobiliario urbano y provocar choques con fuerzas de seguridad. A diferencia de una protesta convencional, las guarimbas buscaban generar caos, tensar el orden público y presionar políticamente al gobierno. Su recuerdo sigue vivo: la oposición radical las reivindica como “resistencia”, mientras que el chavismo las denuncia como una estrategia insurreccional para desestabilizar al país.

En México, además de enfrentar problemas como la falta de vivienda, malas condiciones laborales, desapariciones y violencia, los jóvenes ahora deben lidiar con una derecha que busca instrumentalizar la rabia que ella misma alimentó y que hoy pretende ocultar la mano.

Neonazi durante la marcha. Tomada de redes sociales

Cien policías heridos y una veintena de personas detenidas

Por la tarde, el secretario de Seguridad Ciudadana de la capital, Pablo Vázquez Camacho, defendió la actuación policial durante la manifestación, asegurando que sus agentes realizaron tareas de contención y nunca represión. Condenó los actos violentos atribuidos a “grupos organizados” que, según él, alteraron la movilización y agradeció la valentía de sus compañeros policías.

Informó que 100 policías resultaron lesionados en los enfrentamientos, 40 tuvieron que ser trasladados a diferentes hospitales para ser valorados atendidos por heridas de distinta gravedad y 4 tienen lesiones graves, aunque su vida no corre peligro. El secretario informó que se detuvo a 20 personas que fueron presentadas ante el Ministerio Público para deslindar responsabilidades, además de la remisión de 20 más por faltas administrativas.

Aseguró también que su institución actuó conforme a los protocolos, reafirmando el compromiso del gobierno capitalino con el derecho a la manifestación y la libertad de expresión. 

Nunca me ha gustado que las historias felices se acaben por eso las preservo con mi cámara, y las historias dolorosas las registro para buscarles una respuesta.

Camilo Ocampo