23 julio, 2024
Hay elementos para no creer la versión del huésped de Palacio Nacional, en toda la historia la sección segunda de la Sedena vigiló a los normalistas, tan es así que uno de los normalistas desaparecido era elemento en activo del Ejército mexicano
Por Kau Sirenio / @kausirenio
La sección segunda de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) es un aparato contrainsurgencia diseñado para espiar a movimientos sociales, estudiantiles, académicos y religiosos; desde ese espacio a siguió a la guerrilla rurales y urbanas en la época de la guerra sucia.
Esto nos revela la reciente información que proporcionó la familia del excombatiente de Fuerza Armada Revolucionaria (FAR), Carlo Cortes; no es el único caso que se sabe, sino en todos los movimientos armados de los 70 ocurrió lo mismo, casi todos los comandantes guerrilleros fueron abatidos por elementos del Ejército mexicano.
En una platica con un miliciano del Ejército Popular de Liberación Unido de América (EPLUA), brazo armado del Partido Popular Unido de América (PPUA) que fundó Florencio Medrano (el güero Medrano) después de que el Ejército mexicano lo acorraló en la Colonia Proletaria Rubén Jaramillo.
La conversación con el miliciano ocurrió en el estado de Arkansas, Estados Unidos hace 6 años; en ese encuentro pudimos platicar de cómo el Ejército mexicano infiltró al incipiente grupo armado que empezaba a organizarse en la sierra de Oaxaca.
“Después de que no llegó el güero supimos que se fue a la sierra, solo supe que partió hacia el Valle Nacional; nosotros seguimos hacia al rancho la Primavera para recibir adiestramiento y círculo de estudios, los compas que nos daban cursos, nos dijeron lo que había pasado con el comandante en jefe”.
En la platica el exmiliciano contó que había tres entrenadores “un doctor, un filósofo (Ulises) y un exsoldado”; nadie se dio se cuenta que el filosofo era espía del Ejército mexicano, se enteraron cuando iban a detener al güero.
“La detención estaba planeado, un compañero que era muy amigo del Güero, fue quien nos presentó con Florencio; recomendaba a Ramón designar trabajos, y hacer labor conciencia con las comunidades” narra.
La mirada del exguerrilleros está puesta hacia la ventana donde entraba un rayo tenue del sol que iluminaba su rostro: “Lo andaban siguiendo, llegaron a la comunidad, luego detuvieron a una compañera; el pueblo estaba rodeado de soldados y nosotros nos vestimos de campesinos decidimos para llevar nuestro burro a traer la leña, pasamos frente a ellos hasta que los perdimos vista”.
Mientras habla absorbe su cigarro luego suelta una bocanada de humo de tabaco y retoma la charla: “Pedimos un aventón para llegar a la carretera hacia Oaxaca, el compañero que iba conmigo tenía muchos libros, tuvo que esconderlos para no ser descubiertos; no hubo combate, sólo nos estaban entrenando cuando pasó esto”.
–¿Cómo los reclutaron para la guerrilla del güero? –quiero saber.
–Por medio de un compañero que reclutaba a estudiantes universitarios y normalistas, el compañero nos preguntó si sabíamos de Lucio y Genaro, pero no del güero.
Agrega: “Sabía que Genaro se había ido a la sierra; el Güero no tenía ejército apenas estaba creando organizando Partido Popular Unido de América (PPUA), mientras planeábamos los entrenamientos logramos imprimir un periódico que llamamos El Comunero, los repartíamos donde había mucha explotación de madera, para concienciar a los ejidatarios”.
–¿Usted estudió en la escuela de madera forestal? –lanzo otra pregunta.
–La escuela era un bachillerato, el director le daba preferencia a los hijos de comuneros de la sierra, era un apoyo porque en ese entonces no había beca seguir con los estudios.
“La escuela tenían un plantío de pinos que trajeron de Nicaragua –añade–, para ganarnos la beca teníamos que limpiar los pinos o limpiar las oficinas de los ingenieros de la fábrica, sus casas y nos pagaban un dinerito que nos servía para comprar nuestros útiles escolares”.
Cada que suelta el humo de cigarro en espiral suelta otra parte de su pasado, de cómo conoció la lucha clandestina: “Teníamos compañeros que hablaban mal de cacique que teníamos en el pueblo, pero ellos no estaban en el pueblo, vivían en el DF; el caciques se llamaba Apolinar, él tenía muchas tierras, el 70 por ciento de la tierra eran de él”
–¿Cuántas veces platicó con el güero? –insisto.
–Una vez. Lo vivimos en la casa de Ramón –recuerda.
Cuando el Ejército entra a la comunidad, él se va a Oaxaca, meses después regresó a su pueblo a ver como estaba su familia; sus compañeros que no alcanzaron salir fueron torturados por los militares.
–¿Cómo ve usted la lucha social después de 30 años? –insisto.
–La intervención del gobierno en las comunidades para meter miedo hizo que muchas organizaciones fueran reprimidas y desaparecidos, si me hubiera quedado en México quien sabe en dónde estaría –confía.
“Hay un cambio, no es tanto por la lucha social pacífica, hay antecedentes de luchas que son importantes como los movimientos de Lucio, Genaro, Marcos y los indígenas de Chiapas, resistencias que despiertan; nosotros, cuando íbamos a la ciudad de Oaxaca nos decían indios, pero a partir de la guerrillas en los años 70 cambiaron su lenguaje.
–¿Cuántos años tenía usted en ese entonces?
–Como 20 años, pero sabíamos de la lucha de clases, crecimos en el pueblo con huaraches, sin ropa, éramos chamacos; en el pueblo había una organización de mujeres y nos daban el desayuno: chocolate y pan era bonito –dice con nostalgia.
La conversación no terminó ahí, nos reunimos en otras ocasiones para hablar de Ramón –el Tianguis–, de la infiltración del Ejército a su movimiento lo analizamos con varias tazas de café y lo que concluimos es que todos los movimiento armados fueron espiados por los militares.
Así las cosas, en esta semana el presidente Andrés Manuel López Obrador ha dicho en una carta a las madres y padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos por el Estado mexicano el 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, que los militares no participaron en ese Operativo contrainsurgente en contra los estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa.
Lo cierto es que hay elementos para no creer la versión del huésped de Palacio Nacional, en toda la historia la sección segunda de la Sedena vigiló a los normalistas, tan es así que uno de los normalistas desaparecido era elemento en activo del Ejército mexicano.
A a dos meses de que se cumplan los 10 años de la desaparición forzada de los normalistas de Ayotzinapa, la pregunta sigue siendo la misma ¿Dónde están?.
Periodista ñuu savi originario de la Costa Chica de Guerrero. Fue reportero del periódico El Sur de Acapulco y La Jornada Guerrero, locutor de programa bilingüe Tatyi Savi (voz de la lluvia) en Radio y Televisión de Guerrero y Radio Universidad Autónoma de Guerrero XEUAG en lengua tu’un savi. Actualmente es reportero del semanario Trinchera.
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