Por el cambio climático hay una crisis de abastecimiento de agua en la costa oeste de Estados Unidos, que en unos meses afectará a México. Es tiempo de tomar previsiones, hasta por razones políticas
Twitter: @anajarnajar
Se acerca un nuevo conflicto en la relación de México con Estados Unidos.
No es por el TMEC. Tampoco se debe al tráfico de drogas, ni la crisis migratoria que este 2022 alcanzará una cifra histórica.
El tema de esta nueva controversia es el agua de los cauces que comparten ambos países.
Hace casi dos años, en septiembre de 2020, se presentó una diferencia diplomática por la negativa del gobierno de Chihuahua de entregar la cuota de agua a que están obligados por un acuerdo binacional, firmado en 1944.
El argumento fue que la presa La Boquilla, que abastece al norte de la entidad, no tenía reservas suficientes para garantizar la producción agrícola de la región.
El conflicto se resolvió después que México cedió a Estados Unidos parte de las reservas de otras presas de la frontera común.
La situación puede repetirse, pero en la región de Baja California y Sonora.
Hace unos meses el gobierno del presidente Joe Biden advirtió a la población de Nevada, Arizona y California que deben empezar un duro proceso de racionamiento ante la cercanía de una crisis en el abasto de agua.
La causa es que el Lago Mead del que dependen 25 millones de personas de esos estados, así como otros dos en México, se encuentra en el nivel más bajo de su historia.
Se trata de una de las reservas más grandes de Estados Unidos, formada tras la construcción de la presa Hoover, pero que desde hace varios años se encuentra en crisis por la caída en el caudal del Río Colorado, su principal afluente.
Los bosques y montañas que abastecen el caudal con el deshielo anual dejaron de hacerlo debido al cambio climático.
Por eso la advertencia de la Casa Blanca que anunció una serie de duros cortes en el suministro para evitar que el Lago Mead alcance el punto conocido como “piscina muerta”:
Un nivel tan bajo que impida la producción de energía eléctrica en la cortina de la presa Hoover.
Y, lo más grave para México, el bajo volumen impediría distribuir agua cauce debajo de la presa lo que afectaría directamente a los usuarios de Baja California y parte de Sonora.
Un escenario previsible ante la resistencia de los usuarios de la región para acatar la instrucción del gobierno de Biden.
De hecho, hace dos meses que existen negociaciones entre las autoridades federales y de esos estados para lograr un acuerdo.
Hasta ahora no ha sido posible básicamente por tres razones: las autoridades de Nevada y Arizona alegan que la Casa Blanca no tiene por qué darles órdenes.
También hay resistencia de políticos locales, especialmente del Partido Republicano, quienes aprovechan la crisis para conseguir respaldo ante la próxima elección legislativa de noviembre.
Y se mezcla también una queja añeja de grupos conservadores y supremacistas, convencidos de que el agua del Río Colorado es estadounidense y no tienen por qué compartirla con los mexicanos.
El conflicto debería resolverse a finales de este año, aunque por la escasa popularidad de Joe Biden y la crisis política que enfrenta el resultado tal vez no sea el mejor para México.
Las repercusiones empezarán a sentirse en los primeros meses del próximo año, y se agudizarán en la temporada de verano, cuando arrecia el calor en la región.
El mensaje de la Casa Blanca y la controversia política de estos meses deberían encender las alertas en México, y tomar desde ahora las previsiones necesarias para evitar que la crisis estalle.
La primera responsabilidad es de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), que debe vigilar el cumplimiento del Tratado de Distribución de las Aguas Internacionales.
Es el acuerdo entre México y Estados Unidos para compartir el uso de los cauces comunes, especialmente de los ríos Bravo y Colorado.
Pero el siguiente nivel corresponde a los gobiernos de Baja California y Sonora, que deberían contar ya con un plan de emergencia ante la próxima reducción en el nivel de la cuenca del Colorado.
Son medidas que no se toman en unas cuantas semanas, y que en algunos casos requieren de cambios en la estructura de distribución y uso del agua.
En Estados Unidos empezaron hace tiempo. A los usuarios de California se les pidió conservar agua en sus casas para evitar restricciones obligatorias.
También se recomienda limitar el riego de jardines y tomar duchas más cortas. El abastecimiento en ciudades como Los Angeles tiene, desde ahora, un recorte de 35 por ciento en el caudal.
Es buen tiempo de tomar previsiones, no sólo por razones de salud sino, en casos como Mexicali donde la temperatura en verano supera los 50 grados centígrados, de elemental sobrevivencia.
Pero si estas razones no son suficientes hay otra, quizá más atractiva para políticos y funcionarios.
La crisis por el agua del Río Colorado se espera a mediados de 2023, meses antes del inicio formal de la contienda por la Presidencia de la República.
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Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
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