Francisco Zarco: “la libertad de expresión no se pide, se ejerce”

18 febrero, 2022

Gracias a Francisco Zarco la Revolución de Ayutla triunfó en la Capital, también gracias a él los debates sobre la constitución liberal de 1857 llegaron al pueblo. Este grafómano está consagrado como uno de los pilares de la libertad de expresión en México

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Francisco Zarco se dedicó por primera vez al periodismo en 1851, cuando tenía 21 años.  Desde entonces el hombre deambuló entre la redacción y la cárcel. Sus primeras publicaciones se hicieron en El Demócrata y en el siempre hito liberal El Siglo Diez y Nueve. 

Desde las primeras publicaciones del periódico Zarco se pronunció en contra de las candidaturas a la presidencia por parte de militares, el escritor abogaba por la necesidad de un candidato civil. Incluso, acusó a Mariano Arista, candidato conservador, de no haber hecho nada en la invasión estadounidense de 1846. 

Zarco fue encarcelado y desde ahí anunció que El Demócrata tenía “mil dificultades” para seguir la publicación, prometió regresar y agradeció a los lectores por el apoyo. El Demócrata no volvió a circular. 

Durante la presidencia de Mariano Arista Zarco fue elegido como diputado suplente por el estado de Yucatán. Pero en 1852 llegó a la redacción de El Siglo Diez y Nueve, una de las imprentas más aguerridas contra el conservadurismo.  

En el periódico publicó supuesta correspondencia entre Arista y los estadounidenses. De nuevo se intenta la censura, pero esta en esta ocasión Zarco es procesado en la Cámara de Diputados, gracias a su cargo, y es absuelto. 

Ese mismo año Zarco decide fundar un periódico propio para cuidar la seguridad de El Siglo Diez y Nueve, propiedad de su amigo Ignacio Cumplido. Desde su nueva publicación, llamada Las Cosquillas: “periódico retozón, impolítico y de bajas costumbres. Redactado por los últimos literarios del mundo bajo la protección de nadie”. Zarco apenas pudo resistir las embestidas personales de Arista por un mes, su periódico tuvo que cerrar y él huir. 

Zarco decía que “La Unión americana estará siempre dispuesta a exigir más de lo que se haya pactado y nunca cumplirá lo que se haya comprometido a hacer”. Era un nacionalista, pero como él decía un “liberal puro”. 

La redacción del periódico El Siglo Diez y Nueve se encontraba en la calle Artículo 123, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. 

Arista renunció a la presidencia en enero de 1853. Arista, caso extraño de la democracia mexicana, no logró acabar con diversos conflictos y agotó las arcas públicas para sofocarlos. Zarco vuelve a El Siglo Diez y Nueve. 

Desde las primeras horas del gobierno de Antonio López de Santa Anna se intenta amordazar a la prensa con la “Ley Lares” de imprenta, la cual llama “abusos de imprenta» a las publicaciones “subversivas” e “inmorales”. Se persigue periodistas y se cierran imprentas. 

El Siglo Diez y Nueve recibió multas e intimidaciones por parte del gobierno. Por mera sobrevivencia el medio opta por no publicar sobre política, así se justificó: “desde hoy abandonamos todas las cuestiones políticas y administrativas, y no las tocaremos ni en abstracto. No creemos necesario explicar esta conducta, pues nuestros lectores pueden muy bien comprender las razones que a seguirla nos obligan”. 

Por medio del Plan de Ayutla los liberales lograron echar del poder al dictador Santa Anna. La revolución iniciada en Guerrero fue secundada por los periódicos liberales de la capital del país. El propio Zarco se dedicó a distribuir panfletos y a leer bajo las farolas de la Ciudad de México los pronunciamientos revolucionarios. En la Alameda se logró reunir una manifestación, gracias a los panfletos de Zarco. 

El nuevo gobierno convocó a un nuevo congreso que congregó a los más granado del bando liberal, Zarco de 27 años fue elegido como representante de su natal Durango. Pero como político no se limitó a cumplir con tareas legislativas, Zarco también ejerció como cronista de todo el proceso. El periodista Miguel Ángel Granados Chapa aseguró: “su constancia permitió reunir, por acumulación, el testimonio más cabal y elocuente del parlamentarismo mexicano”. 

Desde el Siglo Diez y Nueve se azuzó al gobierno de Ignacio Comonfort, que era liberal moderado. El enojo presidencial provocó que El Siglo Diez y Nueve tuviera que suspender su publicación un par de semanas. 

Cuando por fin se aprobó la Constitución liberal de 1857, de la cual Zarco se convirtió en uno de sus más ávidos creadores, oradores y cronistas. Se contempló un amplio marco de derechos que velaron por la libertad de expresión, “la manifestación de las ideas no puede ser objeto de ninguna inquisición judicial”. 

Zarco dijo en una de sus diatribas: “deseo defender la libertad de la prensa como la más preciosa de las garantías del ciudadano y sin la que son mentira cualesquiera otras libertades y derechos”. 

La Constitución aportó un amplio repertorio de derechos civiles. Zarco escribió “la igualdad será de hoy en más la gran ley de la república; no habrá más mérito que el de las virtudes”. El documento era tan moderno que el bando conservador, apoyado por la iglesia católica lograron diseñar un golpe de Estado. Liberales y conservadores quedaron enfrascados en la guerra. Zarco no dejó de publicar y anduvo a salto de mata. De hecho, fundó El Boletín Clandestino y fue encarcelado por servir de enlace, en la Ciudad de México, con el gobierno itinerante de Benito Juárez. El Hombre fue encarcelado varios meses en San Juan de Ulúa.

Cuando acaba la guerra Zarco gana su libertad, de los sótanos húmedos de Ulúa sale enfermo y más encorvado, a pesar de solo tener 31 años. Las afecciones en los pulmones lo irían menguando hasta morir por problemas pulmonares a los 40 años. 

El periodista vivó toda su vida con modestia, incluso murió en relativa pobreza. Zarco fue velado en la imprenta de El Siglo Diez y Nueve, donde también vivió. Después los restos del periodista fueron llevados al Panteón de San Fernando. 

Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).