6 julio, 2023
En entrevista, el sociólogo francouruguayo Denis Merklen analiza lo que se juega en Francia luego de las revueltas contra la violencia policial que sacudieron a ese país europeo, el cual tiene un peligroso corrimiento hacia la derecha
Texto: Iván Cadin
Foto: Charly Triballeau / AFP
PARÍS, FRANCIA. – A más de una semana de la muerte del joven francés Nahel Merzouk a causa de un disparo a quemarropa hecho por un elemento de la policía francesa durante un control vehícular, las revueltas que este hecho originó durante noches consecutivas por prácticamente las doce regiones del país han ido gradualmente a la baja desde el fin de semana pasado. A diferencia de los cientos de arrestos que se registraron por jornada la semana pasada, sólo veinte detenciones hubo la última noche del miércoles al jueves.
Mientras una exigencia de “poner orden” a cualquier costo, una reivindicación acrítica del “coraje” de la policía y un discurso de odio racista ha recorrido Francia en sus sectores conservadores, otras voces de la sociedad francesa, por el contrario, animan a discutir con seriedad sobre lo que está en juego en este país en el actual y crucial momento.
Para tener un aporte sobre esta discusión, Pie de Página charló con el sociólogo investigador francouruguayo Denis Merklen, actual director del Instituto de Altos Estudios de América Latina de la Nouvelle Sorbonne de París.
–¿Cuál es su valoración sobre los marcos bajo los que Francia observa los hechos actuales de violencia, tanto la muerte en las circunstancias ya conocidas de Nahel, como las revueltas recientes, con el agregado del contexto reciente en Francia, que apenas viene saliendo de las manifestaciones por la reforma de pensiones y con una presidencia de Emmanuel Macron muy debilitada en su figura?
–Hay un gobierno debilitado, pero diría principalmente que para entender la naturaleza de la pregunta es que se trata de un gobierno percibido como un gobierno que no escucha a su pueblo. Y esto es clave, porque ese fue el sentimiento con el que se quedó la gente en 2018 con los Chalecos Amarillos y luego con la reforma de las jubilaciones. Entonces, es un componente muy importante para entender la forma de la protesta, porque el hecho de que haya sido violenta y que haya tomado la forma de una insurrección tiene, sin duda, que ver con el hecho de “este es un gobierno que no nos va a escuchar”, ¿no?
“Otro cambio muy importante es la actitud de la policía dentro del esquema político de la sociedad francesa, con un uso de la violencia muy fuerte en todo tipo de circunstancias: en la represión de las manifestaciones, pero también en la represión del crimen. Es una policía que va siendo cada vez más autorizada a grados más importantes de violencia.”
Desde 2017, año en que se aprobó la llamada Ley Cazeneuve (que da más atribuciones a la policía en el uso de armas letales), en Francia se ha disparado la muerte de personas a manos de la policía en controles vehiculares. El año pasado ocurrieron 13 casos fatales de personas que perdieron la vida en estas circunstancias. En ocho de esos casos existe hoy una acusación sobre el policía que disparó, y en algunas de ellas la acusación es por «violencia voluntaria que ha causado la muerte sin intención de darla».
Con la de Nahel, suman ahora tres imputaciones sobre la policía por “homicidio culposo”. Los otros dos expedientes similares próximos son el caso de un policía que mató a un conductor al sur de Francia el pasado 14 de junio, y el del policía que mató a dos personas sobre el Pont-Neuf de París en abril de 2022. Sobre estos comportamientos, el investigador ahonda en la entrevista:
“Hay un salto en los hechos que es muy importante, muy relevante. Y una de las principales pulseadas que hay en este momento en la sociedad francesa es si eso, el hecho de que la policía mate a alguien, es algo aceptable o no. Allí se está jugando un elemento muy importante de la democracia francesa en este momento”.
Denis Merklen.
Merklen, también profesor en la universidad de Sorbonne Nouvelle en París, indica las diferencias que ve entre las revueltas de los suburbios de 2005 y las que actualmente se viven en la nación francesa:
–La principal diferencia está en la situación del gobierno. En 2005 Nicolás Sarkozy era entonces ministro del Interior. Poco tiempo después escaló a Primer ministro, y en 2007 ganó las elecciones presidenciales. Es en ese momento donde él inicia su campaña electoral: las revueltas del 2005 tuvieron en los discursos de Nicolás Sarkozy, que era ministro del Interior, o sea, el jefe de la policía, un componente muy importante porque atizó el conflicto, le dio aire, oxígeno y combustible, y la razón era un cálculo electoral.
“Sarkozy tenía en ese momento un doble adversario: por un lado, la ultraderecha del Frente Nacional y por otro lado una izquierda todavía fuerte y en condiciones de pelear. (…) Entonces, sus declaraciones y las protestas violentas de los jóvenes tuvieron el efecto que exactamente él esperaba, que fue un corrimiento del electorado hacia la derecha, donde él quedaba como aquel que hacía frente a esa situación y al que no le temblaba la mano. Sus declaraciones fueron todas de provocación hacia esos jóvenes que, aunque pueden ser numerosos y muy espectaculares, sus acciones son minoritarias entre la sociedad francesa, muy minoritarias».
“Hoy la situación del gobierno de Macron es muy distinta. No hay elecciones a la vista. La izquierda está muy debilitada. Los dos grandes partidos tradicionales de la izquierda francesa (el Partido Comunista y el Partido Socialista) han prácticamente desaparecido o se han reducido a partidos muy menores. La Francia Insumisa de (Jean-Luc) Mélenchon parece contenida en un nicho electoral importante, pero que no constituye una amenaza para el gobierno y, en cambio, sí tiene la amenaza poderosísima y muy presente del antiguo Frente Nacional (hoy Agrupación Nacional), el partido de Marine Le Pen, la hija de Jean-Marie Le Pen (…)”.
“Es decir, la izquierda no capitaliza los resultados de la protesta social: no se traduce en un caudal electoral de izquierda, y los partidos de izquierda no logran conducir la protesta social. Y otro elemento de diferencia es un importantísimo cambio en el comportamiento de la policía, al que ya hacíamos referencia».
Denis Merklen
«Las imágenes de los jóvenes protestando han dado la vuelta al mundo y son muy espectaculares, pero no es esto lo único importante que ocurre. Acaba de ocurrir algo de una importancia política mayor, pero que no tiene ninguna imagen y, por tanto, no va a salir en televisión ni en Snapchat, ni Instagram, ni TikTok, ni Twitter: el hecho de que la policía emitió a través de sus dos sindicatos mayoritarios, un comunicado donde califica a los jóvenes de ‘salvajes’ y dice que, aún contra el gobierno, la policía va a entrar en guerra contra esa parte de la población. Esto es prácticamente una declaración insurreccional. Entonces este es un elemento de la mayor importancia desde el punto de vista político”.
Para el estudioso, especialista en sociología política de las clases populares, la sociedad francesa actual, en su gran mayoría, no reivindica la protesta violenta:
-Es muy difícil que puedan ser legítimas. (Existe una) preeminencia de la imagen sobre el texto en los medios de comunicación. Y eso está siendo muy agravado por las redes sociales. El problema es que la gente cree que lo que está viendo es lo que está ocurriendo, y no es así; la gente no ve lo que ocurre: la gente ve imágenes sobre lo que ocurre sin que tenga ningún control sobre las imágenes que está recibiendo. No sabe quién lo filmó, en qué circunstancia, por qué, cómo. No conoce nada del pasado ni del futuro de lo que está viendo y no conoce todos los otros aspectos de la realidad que no están presentes en una imagen.
“Si usted pasa durante cinco días viendo un montón de gente prendiendo fuego a edificios públicos, autos y demás, bueno, es poco probable que obtenga adhesión frente a eso, salvo si el gobierno que tiene es una dictadura, un tirano o una cosa así, pero este no es el caso. Es un gobierno autoritario, conservador y reaccionario, pero no es un dictador totalitario, digamos. Entonces, es muy difícil que se pueda producir una adhesión masiva hacia la acción de los jóvenes. No logran despertar una corriente de simpatía en ciertas capas de la población, pero en otras es el sentido contrario”.
– Se piensa que en los suburbios franceses la población es solamente de ascendencia árabe o negra y que no existe, por ejemplo, una Francia blanca pobre que también tiene un profundo malestar.
– No, no son todos negros y árabes, aunque sí, por razones que es largo de explicar, hay una proporción importante de muchachos de origen africano del norte y del sur del Sahara. Pero efectivamente, en las clases populares francesas la inmensa mayoría no son ni negros ni árabes: son herederos de la clase obrera que sufren los estragos de la desindustrialización.
-La respuesta del gobierno a la situación ha sido desplegar policías, llamar a los padres a tener cuidado en la educación de sus hijos, en señalar la nocividad de videojuegos y de redes como Snapchat y hace apenas unas horas Macron retomó una frase que había dicho en semanas previas, de que gente busca “descivilizar” Francia… Esta manera de ver las cosas, que gente debe vigilar su educación porque hay ánimos de gente incivilizada, ¿no es precisamente el discurso de Marine Le Pen?
-Sí se le parece mucho al discurso de Marine Le Pen, sólo que el discurso de Le Pen es más represivo aún, pero sí, claro. Y Marine Le Pen atribuye esto a una cuestión étnico-nacional. Macron no lo hace. Él no estigmatiza a la población musulmana, árabe, negra, etc. Sí estigmatiza a los jóvenes de ciertos sectores sociales por “salvajes”. Utilizó esa palabra, de una falta de civismo, de una pérdida de civismo y demás. A las protestas pacíficas de los sindicatos que movilizaron millones de personas durante varios meses, el gobierno le hizo oídos sordos. Bueno, luego los jóvenes tienen el sentimiento de que no son escuchados y se lanzan a una protesta de otro tipo. Entonces, en este momento la acusación de que hay una pérdida de civilización o de civismo es un poco paradójica, ¿no?
-Profesor, hace rato usted comentó que a raíz de estos eventos uno pensaría que la izquierda saldría fortalecida, pues evidenciaría lo que es un conflicto entre una élite y un pueblo que, sea del origen que sea pero es francés, cada vez ve más mermado su día a día. Pero no pasa esto, sino que se impone un supuesto conflicto étnico. Para usted, ¿dónde cree radica esta falta de perspectiva para ver realmente el problema? ¿Es una derechización de Francia, una falta de discurso de la izquierda?
-La izquierda está en una situación de mucha dificultad para poner sus puntos de vista, y hay, efectivamente, una derechización muy, muy grande de la sociedad francesa. El hecho, como un ejemplo, de que la policía se haya desplazado hacia formas represivas y que eso sea aceptado por la población es una muestra. Y los factores que han incidido en ellos son muchos, pero sí hay un corrimiento de la población francesa hacia la ultraderecha y hacia la derecha en general, que es fatal para la izquierda. Las opiniones de tipo liberal son muy fuertes (pero) la voz más fuerte es la de la ultraderecha.
En total y desde el inicio de las revueltas, más de 3 mil 600 personas han sido detenidas en los disturbios (la gran mayoría, jóvenes cuya edad media es de 17 años) y de ese porcentaje casi 380 encarceladas; más de mil inmuebles y cinco mil vehículos incendiados y 45 mil policías desplegados por las calles (entre ellos, unidades especiales destinadas a la lucha contra el terrorismo). De igual forma, desde los primeros momentos de los disturbios, la familia de Nahel ha llamado a la calma, a la par que continúa en la exigencia de justicia para el joven. El agente acusado de la muerte del chico sigue bajo custodia, y un juez de Versalles rechazó este jueves su petición de libertad a la espera de que finalice la investigación de los hechos.
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