Ficción privada, la nueva película de Andrés Di Tella, nos enseña la importancia de preservar artículos a los que tal vez en su momento no les damos el valor necesario, o lo hacemos, pero su relevancia cambia con el paso del tiempo
Texto: Andi Sarmiento
Foto: Tomada del Trailer
CIUDAD DE MÉXICO. – El argentino Andrés Di Tella expone su película Ficción privada, en la cual, nos presenta la historia de amor entre sus padres Torcuato y Kamala contada por medio de cartas y fotografías.
Tras la muerte de su madre, el director recibe estas evidencias sobre su romance y luego de que su papá falleciera decide hacer de ello un filme; para esto, contrata a una chica y un chico que son quienes dan voz a las letras y conforme avanza el proyecto estos dos van empatizando e identificándose con los personajes, lo que le da un sentido distinto a la grabación.
Es una narración autobiográfica e introspectiva en la cual Andrés Di Tella externa sus pensamientos reflexiones que surgen durante el luto.
La cinta nos muestra el enorme trasfondo y poder que puede tener una carta, pintura, fotografía, grabación o incluso un mapa; en general, cualquier medio que sea capaz de plasmar y contar una historia.
Para los historiadores estos son objetos de gran valor, pues son las fuentes en las que se basan para reconstruir y comprender el pasado, son el registro de que algo pasó y son los pilares con los que contamos para entender un poco de dónde venimos. Son marcas que independientemente de su antigüedad, reflejan situaciones que ocurrieron y que llevaron al presente a ser lo que es, pruebas de que en aquel momento hubo vida e interacciones.
Es por ese motivo que, al igual que un historiador, el argentino se encarga de recopilar estas evidencias sobre la relación de sus padres; al personificar sus escritos busca, por un lado, que se difundan los pensamientos de quienes ama y por otro, demostrar su paso por la Tierra y de cierta manera darles una nueva forma de vida.
Todo viene con una historia de fondo, pero la versión que sea narrada depende de quién lo haga, porque incluso una narración tradicional viene con cierta subjetividad para entenderse. Así ha sido tanto en la historia mundial como en los relatos personales.
Ficción privada nos plantea una situación interesante a partir de las fotografías. Nos muestra que la misma imagen puede transmitir numerosas sensaciones y diversos entendimientos dependiendo de quien la vea y de la información que tenga. Una persona al observar una imagen de la cual no conoce el contexto tiene la extensa libertad de su imaginación para darle cualquier trasfondo, mientras que alguien que sepa lo que hubo detrás del retrato lo percibe completamente diferente dado que le regresa a memorias ya creadas.
La cinta comienza mostrando fotografías de las cuales desconocemos el contexto al igual que las voces de fondo que le asignan una historia por lo que la imagen les da a entender. Esto hace que los retratos ya no plasmen un hecho del pasado sino que ahora también representan narraciones completamente desiguales a la original.
Igualmente, los textos evocan otra cosa en el director a lo que perciben los actores, uno los lee con gran carga emocional por tratarse de sus difuntos padres, mientras que a los otros les conmueve por el hecho de identificarse y relacionar su hechos de su vida personal con lo que están leyendo. A pesar de partir de un objeto en común, a cada uno le provoca un sentimiento distinto y a su vez, es imposible que no les genere algo.
Esa es la magia de materializar los recuerdos, poder transmitir hechos y emociones incluso a quienes no estuvieron ahí. Además, para quien vivió el momento sirve como una especie de catarsis, pues hacer del recuerdo una creación implica trabajar con ese sentir, reflexionarlo y volver a vivirlo varias veces de maneras distintas.
E involuntariamente se forma una cadena de expresiones artísticas a partir de un único suceso. La relación entre Kamala y Torcuato les llevó a la redacción de las cartas, a raíz de ello Andrés decide convertirlas en cine y sus actores, que también son artistas, transforman la película en pinturas o esculturas, las cuales alguien más podría fácilmente observar y crear algo nuevo a partir de lo que las piezas le puedan llegar a generar. Transformando los dolores y preocupaciones en algo tangible, utilizan el arte como método de sanación y de canalización emocional; el recuerdo es lo que impulsa a la innovación.
Andrés Di Tella además trabaja en su luto planteando reflexiones sobre el amor, la vida y la muerte, sobre el legado que dejaron sus padres y sobre lo que hará con este. Kamala y Torcuato no fueron conscientes de la trascendencia que tendrían sus detalles en vida, principalmente para su hijo. Nunca pensaron que sus escritos podrían llegar a impactar de alguna forma a alguna parte de la sociedad, como podemos serlo nosotros en la sala de cine. Aunque al ver su película y conocer su historia los estamos involucrando en cierta medida a nuestras vidas y viceversa.
Ficción privada nos enseña la importancia de preservar artículos a los que tal vez en su momento no les damos el valor necesario, o lo hacemos pero su relevancia cambia con el paso del tiempo.
Todos los objetos cargan con la esencia de quien los creó o utilizó; conservarlos implica mantener también una parte de lo que esa persona fue en su momento. Trascender algo de su personalidad, sus emociones e ideología. Sostener sus palabras y poder difundirlas es parte de conservar la vida de quien ya no está. Cualquier medio como de expresión como lo pueden ser las cartas son una prueba de su existencia que, al materializarse, va más allá de nuestra memoria.
Esta película se puede ver en la Cineteca Nacional.
Me gusta escribir lo que pienso y siempre busco formas de cambiar el mundo; siempre analizo y observo mi entorno y no puedo estar en un lugar por mucho tiempo
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