¿Qué significa buscar? ¿Qué significa, para las familias que tienen a un amor desaparecido? Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León, en colaboración con la Universidad Iberoamericana, publicaron el informe Un sentido de vida en el que comparten los aprendizajes de siete años de búsqueda.
Texto: Daniela Rea
Fotos: Mónica González y Ximena Natera
“Después de la desaparición de Roy buscar ha sido mi vida, queriendo compaginarlo con la vida: Richi mi otro hijo, mi mamá, la casa, el trabajo, todo lo demás que es la vida. Pero la búsqueda se volvió algo muy importante, una piedra angular. En mis compañeras han sido distintos procesos. Para unas, buscar es exigir justicia judicial. Para otras, es compartir fotos de desaparecidos de todos lados, Para otras más, ir a escuelas para llamar la atención… Cada quien llevamos un proceso diferente, pero lo que nos reúne es el mismo objetivo”, dice Leticia Hidalgo, madre de Roy, desaparecido el 11 de enero de 2011.
Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León (FundeNL) nació en 2012. E inició con las acciones de búsqueda en campo en el año 2015, porque “sabíamos que la autoridad no lo estaba haciendo. Porque la búsqueda la hacen desde un escritorio con oficios. Siempre exigimos que usaran sus manos, sus ojos, sus piernas. Las autoridades buscan perpetradores, no a los desaparecidos”. Desde entonces y hasta mediados del 2019 han realizado nueve búsquedas de fosas clandestinas en el estado.
“Para nosotras decidir salir a buscar al campo fue mucho poder del amor, de esto que nos arrancaron y que no sabemos dónde está. Y fue la valentía. El ejemplo nos lo pusieron los padres de los estudiantes de Ayotzinapa; los que dijeron ‘vámonos al monte’, al campo, donde se los pudieron haber llevado. Y acá era evidente que se estaban encontrando fosas en NL, y por eso dijimos: ‘salgamos al monte’. Decidirlo es una ambigüedad, es un contrasentido, es un sinsentido… ¿Por qué salimos a buscar? En 2015 nos convencimos que si bien podíamos encontrar a los nuestros ahí (sin vida), nos iban a regresar un poco de vida a nosotros. Estamos buscando vida, aunque no sea un corazón latente”, dice Leticia.
La primera búsqueda fue el 31 de octubre de 2015 en la carretera Saltillo–Monterrey. Esta búsqueda se inició por la averiguación previa de la desaparición de Brenda Damaris González y la hicieron acompañadas por el Grupo Vida, de Coahuila, que les compartió un taller sobre el trabajo de Campo. En el informe, FundeNL detalla que no se localizaron restos de personas pero sí mochilas, ropa, collares, licencias, montículos de piedras amontonadas y manchas de sangre, como un “monumento mortuorio”.
“Queríamos encontrar las partes del cuerpo que faltaron de Brenda Damaris, que no se la entregaron completa a su familia”.
El 19 de diciembre de ese mismo año salieron de nuevo a campo, al cerro de La Ermita, en Santa Catarina, Nuevo León. Iban guiados por la averiguación previa de la desaparición de Carlos Alberto Fernández Delgado, además de que tesitmonios llegados a las familias les indicaban que criminales llevaban a esa zona a personas para ser asesinadas. No encontraron restos humanos; pero sí, colillas de cigarro, botellas, ropa, velas, huesos de animal.
El 2 de abril de 2016 las familias de FundeNL salieron por tercera vez, a los alrededores del kilómetro 15 de la carretera Monterrey-Juárez. Igual que en los casos anteriores, llegaron por una investigación judicial: ahora sobre la desaparición de Kristian Karim Flores Huerta. Hallaron llantas y basura, ropa. También ubicaron un pozo donde el binomio canino indicó “positivo” sobre posibles indicios de restos de personas. Pero a la fecha, se denuncia en el informe, no hay registro de que peritos hayan acudido a revisarlo.
Cuatro meses después, 12 de agosto de 2016, FundeNL salió de nuevo, esta vez a la zona industrial del municipio de Escobedo, por la averiguación previa de la desaparición de Juan Luis Lagunilla García. La declaración de una persona detenida indicaba que en la zona conocida como «El Monte» se cometían asesinatos. Localizaron partes de autos abandonados, restos óseos y cabello, pero al momento de publicar el informe la autoridad aún no decía si pertenecían a personas o no.
En diciembre de ese año salieron por quinta ocasión, al Cerro de las Mitras, Monterrey. Ahí los llevó el caso de Irving Javier Mendoza de Alejandro. A diferencia de otras búsquedas, aquí utilizaron un dron para inspeccionar la zona. Se encontraron manchas de sangre, credenciales, escombros, un contenedor donde el binomio canino dio “positivo”, pero según revisión del Instituto de Criminalística y Servicios Periciales de NL no se recuperaron restos.
Las primeras cinco búsquedas las realizaron por expedientes, a diferencia de otros estados donde las búsquedas se dan por pistas de testigos anónimos.
“Desde que nos organizamos, nosotras mismas revisamos nuestros expedientes. Nos enseñamos a pedir diligencias, y nos guiamos por el sentido común. Y revisando ahí, cuando pedimos que declaren a fulano de tal que es sospechoso, y es cuando decimos ‘este y este grupo se los llevaba a tal lugar’”. En la gran mayoría de sus expedientes hay análisis de contexto, y “vemos quien trabajó delincuencialmente en las zonas de donde se llevaron a nuestros hijos, vamos jalando un hilo para ver dónde probablemente pueden estar”.
A diferencia de otros estados, en Nuevo León la sociedad poco ha aportado con información anónima para encontrarlos, o al menos así ha sido en los primeros años de búsqueda.
“Nos hemos tratado de ayudar de la sociedad, pero nos dicen cosas muy generales, ‘vayan a las grutas’ que son muy grandes y cuando insistimos en un punto más preciso ya no encontramos a la gente o no nos responden. Tienen miedo”, explica Leticia.
En mayo de 2018, FundeNL realizó una búsqueda en una quinta abandonada en Salinas Victoria. Esta fue la sexta búsqueda pero la primera que no se realizó por expedientes judiciales, sino en apoyo a la familia de Carlos Anselmo Garza Sánchez, desaparecido. FundeNL usó su intuición y su experiencia para buscar partiendo de cero: con testimonios de la familia, con fotos aéreas de google y luego con tres binomios caninos.
Así fue como dieron con el lugar y el cuerpo de Carlos:
“La familia de Carlos nos contacta porque se lo llevan de su fiesta de cumpleaños y a los cinco días la familia nos pidió apoyo para protestar y dijimos no, estamos a tiempo, vamos a buscarlo.
“Decidimos buscar en el pueblito de donde se lo llevaron, porque la familia vio quién se los llevó, que eran vecinos del lugar y por eso pensamos que estarían cerca, nosotros lo estábamos buscando vivo.
“Tomamos fotos aéreas de google del pueblo, proyectamos las fotos en una pared a la familia y con el arqueólogo buscamos en zonas similares a donde ya se han encontrado personas: fincas abandonadas o una pequeña construcción sin techo -no sabemos por qué no tienen techo- un arroyo, seco o de temporal -en una de las averiguaciones decían que ahí arrojan los restos-, y mínimo un árbol frondoso, eso es lo que buscábamos en las fotos aéreas”. Es decir, retomaron la experiencia de otras búsquedas, de otros hallazgos y usaron esa información para determinar lo que buscaban en las fotos aéreas. Con ayuda de un arqueólogo voluntario pudieron leer las fotos aéreas.
“Además se las proyectamos a la familia para que nos dijera donde era probable que se lo hayan llevado. Encontramos dos posibles sitios. Ya que fuimos al terreno una compañera ve algo que llama la atención y nos llama con el silbato y ahí estaban los restos”.
Para FundeNL fue importante que la familia estuviera en la búsqueda porque se encuentra un cinto y el primo de Carlos identifica al cinto “se lo presté para que lo usara en la fiesta”. Las familias dan pistas, los especialistas dan certeza. Por eso FundeNL creó su grupo de antropología con cuatro peritos independientes que acompañarán cada investigación de las familias.
“En la zona se localizó un sitio de ejecución aparentemente activo. Se observaron casquillos de bala percutidos y sin percutir, láminas con orificios de bala, bolsas de cal”, dice el informe. Los restos fueron recuperados y analizados y se confirmó la identificación de Carlos Anselmo Garza y otras dos personas que se encontraban desaparecidas, y que ya fueron identificadas.
A las familias de FundeNL se les dijo que se encontraron los restos de tres hombres, pero por transparencia la Fiscalía General del Estado informó que de ese lugar se recuperaron restos de 10 personas del sexo masculino. “A las familias nos dan la información incompleta o a cuentagotas”, reclama Leticia Hidalgo.
En junio de 2018 se realizó la séptima búsqueda cerca de un río seco en Cadereyta. Esta fue la primera búsqueda que hicieron gracias a información proporcionada por personas anónimas que habían encontrado esposas y placas. El lugar fue analizado con imágenes aéreas de google. No hubo hallazgos por la maleza del lugar.
A finales del año pasado, diciembre de 2018, buscaron en otra finca en El Carmen. Ese lugar se analizó con imágenes aéreas y un dron. Se encontró un pozo que debe ser revisado por la Fiscalía.
La última búsqueda, en marzo del 2019, fue en el Río Santa Catarina, municipio de Juárez, por la averiguación previa de Nancy Vara Alvarado, en la que se hablaba de un pozo donde habrían arrojado restos de personas. En el lugar se encontraron tres pozos que aún no han sido revisados.
Los desaparecidos en NL
En Nuevo León, según datos del Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el Combate a la Delincuencia (CENAPI) recabados en el informe, se han reportado 4 mil 572 personas desaparecidas entre 2006 y 2018, la mitad de ellas fueron desaparecidas en Monterrey, Guadalupe y Apodaca.
Del total de los desaparecidos una tercera parte son mujeres y dos terceras partes son hombres. En general se puede establecer que la mayoría de los hombres desaparecidos son mayores de 30 años, mientras que la mayoría de las mujeres desaparecidas son menores de 24 años.
FundeNL también destaca que casi la mitad de los desaparecidos eran empleados particulares, estudiantes y trabajadoras del hogar.
FundeNL registra que de las personas desaparecidas el 63 por ciento sigue sin aparecer y el 32 por ciento ya apareció. Esto es, faltan 2 mil 902 personas. De las halladas: mil 490 fueron encontradas con vida y 180, sin vida.
Al igual que en Tamaulipas y Coahuila, en Nuevo León los restos humanos que se han encontrado son fragmentos óseos calcinados en tambos y colocados en pocitos: pequeños huecos en la tierra, de unos 30 centímetros de profundidad.
FundeNL preguntó a la Fiscalía y ésta le informó que en la entidad se han recuperado 699 mil 481 fragmentos de 2009 a enero de 2018. La mayoría en las afueras –ranchos, brechas– de la zona metropolitana de Monterrey.
Entre 2010 y 2017, de las fosas se han recuperado 248 perfiles genéticos, la mayoría pertenecientes a hombres de entre 20 y 29 años de edad.
Las familias pudieron determinar algunos patrones de trabajo por parte del Instituto de Criminalística y Servicios Periciales. Según información obtenida por transparencia, el banco genético del estado tenía 8 mil 213 perfiles de familiares de desaparecidos y de restos recuperados. De 2010 a 2018 se habían obtenido 248 perfiles de restos exhumados de fosas clandestinas.
“Se pudo establecer que el Instituto tarda en promedio 241 días para identificar a una persona, después de haberse exhumado los restos; además el promedio de notificación a las familias es de 469 días desde que se exhumó el sitio”.
Actualmente hay mil 681 cuerpos, 111 osamentas y 299 fragmentos depositados en 44 fosas comunes del estado, que no han sido identificados.
Buscar, desde la autoridad, es sugerir que el desaparecido “andaba en algo”. Es decir que esperen porque seguro va a volver, es resistirse a abrir una carpeta de investigación, es llenar esa carpeta de investigación con oficios y oficios y oficios, es esperar a que la familia llegue con nuevas pistas para acumular.
Buscar, desde las familias, es una acción que tiene relación con lo individual y colectivo, con las autoridades, con los perpetradores, con las familias y amigos, con el activismo y con una misma.
Esta es, de manera general, la ruta de búsqueda que han seguido las familias en FundeNL:
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Reportera. Autora del libro “Nadie les pidió perdón”; y coautora del libro La Tropa. Por qué mata un soldado”. Dirigió el documental “No sucumbió la eternidad”. Escribe sobre el impacto social de la violencia y los cuidados. Quería ser marinera.
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