15 noviembre, 2023
13 tripulantes de embarcaciones siguen desaparecidos después del paso del huracán Otis. De a poco se levanta la ciudad, con miras a la activación turística. A pesar de la llegada de electrodomésticos, hay colonias que aun no tienen electricidad
Texto: Margena de la O, Jesús Guerrero / Amapola Periodismo
Fotografía: Oscar Guerrero
ACAPULCO, GUERRERO. – Cerca de las 12 de la noche del 25 de octubre, cuando el huracán Otis alzaba olas a grandes alturas, el pescador Ulises Castillo Hernández, El Ceviche, no midió las consecuencias y se tiró al mar para amarrar los cabos de su embarcación que estaba lejos del muelle El Paseo del Pescador.
El Ceviche no quería que su cayuco, al que bautizó como Valeria Abigail se lo tragara el mar, porque era el único patrimonio y sustento económico de su familia.
El Jerry, un amigo de Ulises, lo apoyó tirándole las luces desde su camioneta. El Jerry vio cuando Ulises se tiró al mar y se perdió entre las olas. Desde entonces no aparece.
Familiares de tripulantes de embarcaciones desaparecidos cuentan que al amigo de Ulises Castillo le dio mucho miedo y se alejó del lugar y dejó abandonada su camioneta para ponerse a salvo de los vientos y el agua que ya inundaba la avenida Miguel Alemán, cerca de la playa Tlacopanocha.
Desde el 25 de octubre, la señora Yazmín Hurtado Alarcón y Valeria Castillo Hurtado, esposa e hija de Ulises Castillo se plantan al pie de un árbol en la rotonda de Los Hombres Ilustres, cerca del muelle del Paseo del Pescador en espera que las autoridades les den noticias de que ya hallaron a su familiar.
Yazmín y su hija Valeria llegan desde las ocho de la mañana a este lugar al igual que familiares de otros tripulantes de yates y lanchas que llevan 21 días desaparecidos.
Yazmín de vez en cuando se para y camina hacia el muelle y fija su mirada en algún punto del mar donde ella supone que su esposo y la embarcación se perdieron entre las olas.
Sobre los troncos de los pocos árboles que quedaron en pie cerca del muelle están pegados carteles con las fotografías y los nombres de algunos de los tripulantes de embarcaciones que siguen desaparecidos.
Yazmín Hurtado se sienta en una piedra recargada de un árbol donde está pegada el cartel con la foto de su esposo Ulises.
“No todavía no aparece y estamos a la espera de que nos den información”.
Valeria Castillo, hija de Ulises, acusa al gobierno de no informar la verdad de la tragedia que ocurrió durante la entrada de Otis en Acapulco.
“Si el gobierno está diciendo que hay más de 600 embarcaciones y que la mayoría fueron destruidas y entonces dónde están los tripulantes?, pregunta Valeria.
De acuerdo con el compromiso que suscriben los tripulantes con el dueño de las embarcaciones, éstos deben de cuidarlas en todo momento aun cuando se registren tormentas o huracanes y si no lo hacen pueden ser demandados judicialmente.
Eso lo establece un documento que, según los familiares de las víctimas, firman con los propietarios de las embarcaciones.
Los familiares de capitanes y marineros realizaron una nueva protesta el pasado domingo afuera de las instalaciones de la Zona Naval para exigir a las autoridades que busquen a sus familiares desaparecidos.
“Aquí en esta zona murieron muchos tripulantes solo hay que ver como quedaron las embarcaciones que quedaron encalladas en varios lugares como en el Club de Yates o en La Marina”, dijo Valeria Castillo, hija de Ulises.
Alfonso Arguello Benítez quien tres de sus familiares que la noche del 25 de octubre estaban en el yate Rose Mary siguen desaparecidos contó que hay testigos que se dieron cuenta que el miércoles 26 al menos diez cadáveres salieron a flote en el mar cerca del muelle del Paseo del Pescador.
“Obvio que en estos momentos ya no van aparecer los cuerpos flotando porque ya reventaron y se encuentran en el fondo del mar pero la Marina no los busca”, denunció Alfonso Arguello.
Los familiares desaparecidos que tiene Alfonso Arguello es su suegra, María Delgado Valdovinos, así como el hijo y nieto de ella, Luis Sebastián Herrera Delgado, de nueve años y Luis Alberto López Sarabia, de dos años.
La señora, su hijo y nieto acompañaron ese día a su esposo el capitán del yate Rose Mary, Inocente Herrera, el único que logró sobrevivir esa noche del 25 de octubre.
“Mi suegra acompañaba a su esposo en el yate porque le ayudaba y pues la verdad creo que no se esperaba fuera así de fuerte el huracán”, menciona Alfonso Arguello.
Dice que Sebastián Herrera, el pequeño de nueve años y nieto de su suegra María Delgado, le gusta mucho andar en el mar porque su sueño es ser capitán de una embarcación como su padre.
Alfonso Argüello criticó a las autoridades de los gobiernos federal y estatal el no haber obligado a los dueños de las más de 600 embarcaciones (yates y lanchas) que sus trabajadores no acudieran a al mar para cuidarlas.
“El gobierno ya sabía cómo venía de fuerte el huracán Otis y no tomó medidas preventivas para evitar muchas muertes en el mar y tierra aquí en Acapulco”, criticó Alfonso Argüello.
Desde el paso del Otis, los dueños de los yates y lanchas no se han acercado con los familiares de sus trabajadores que no aparecen.
“En el caso del dueño del yate Rose Mary no nos apoya en nada y la búsqueda la están haciendo buzos privados a quienes se les está pagando”, dijo Alfonso Argüello.
Menciona que un familiar que trabajaba en el yate Orca ya fue hallado muerto.
En el tronco de otra palmera de la Rotonda de los Hombres Ilustres está pegado una cartulina con la fotografía de Gustavo Hurtado Carranza, de 39 años, que estaba en una embarcación llamada Bacchus. La última vez que se le vio fue en la playa Icacos, la noche del 25 de octubre, el día del huracán.
Otro grupo de familiares de tripulantes de embarcaciones desaparecidos se instala frente a la playa Tlacopanocha.
En la página de Facebook del Club de Yates se pide la colaboración de las autoridades y la ciudadanía para la localización de 13 tripulantes de embarcaciones desaparecidos durante el huracán Otis.
A las dos de la tarde, Valeria Castillo y su madre Yazmín Hurtado se paran de su lugar y después de despedirse se dirigen para tomar el autobús que las llevara a su casa en la colonia La Laja. Hoy, otra vez, no tuvieron noticias.
Acapulco salía este 2023 de un atolladero después de dos años de receso en el turismo por la pandemia de la Covid-19, sumado a la merma por la inseguridad que desde hace años pega en el puerto, pero el huracán Otis, con todos los daños, dejó a los empresarios, comerciantes y prestadores de servicio en un lugar nunca antes experimentado.
El huracán puso el piso parejo para todos. En la misma condición de pérdida –no en las mismas proporciones ni en el mismo contexto– están los empresarios de la costera Miguel Alemán que los prestadores de servicio de Caleta y Caletilla, las playas más populares del puerto que vive del turismo y alimenta en gran porcentaje al estado con los ingresos que genera.
La comparación puede seguir con los negocios más modestos.
Desde el 24 de octubre se aprecia la destrucción en Acapulco. Hay zonas que antes fueron atracciones turísticas y que ahora es complicado hasta reconocer, como ocurre con el Parque Papagayo, una de los proyectos recreativos y turísticos más conocidos del puerto, donde no quedó juego infantil, pista, cancha, y uno que otro árbol de pie. La Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semaren) indicó que Otis derrumbó el 80 por ciento del arbolado.
Esto también ocurre, por ejemplo, en la costera Miguel Alemán, que congrega la zona dorada del puerto, donde las fachadas de los hoteles, los bares, tiendas departamentales, mercados, restaurantes, establecimientos de ropa y demás artículos y alimentos están destruidos.
En la zona conocida como la Condesa, llena de establecimientos de comida y bares, se encuentra destruido, casi, en su totalidad. Ahora es difícil encontrar la ubicación donde se encontraba el afamado bar Barba Roja.
En ese mismo perímetro había otros empresarios que rentaban algunos espacios y supervisaban qué podían hacer o rescatar.
Los administradores del bar Mangos compartieron que hace seis meses remodelaron el local. Pero en unas horas perdieron todo. Y efectivamente, el techo está en el suelo. De hecho cuesta reconocer el espacio que ocupaba el lobal. Lo peor, explicó uno de los administradores, es que el apoyo que ofrece el gobierno federal no les alcanzaría ni para pagar la nómina.
Cecilia Rodríguez Escalona, quien estaba en la Condesa, también en la supervisión de daños, dijo que en todos los años que llevan al frente de los negocios –fundados por su padre en la zona–nunca vieron algo así, porque todos lo perdieron todo, desde los trabajadores, administradores, arrendatarios y, como ellos, dueños de los espacios.
“Nos dolido demasiado esto, porque, para empezar, es la primera vez en la vida que nos sucede algo así y, segundo, porque estamos en vísperas de diciembre y todos teníamos muchísimas esperanzas de estar mejor que nunca. Acapulco se estaba levantando y todos estaban invirtiendo en sus negocios y, éste sí, es un golpe muy duro, porque perdimos todo»
añadió en entrevista
Ella, hace unos días, relató que veía complicado, por el nivel de destrucción, que volvieran a prestar servicios turísticos para la temporada de diciembre, pero ahora la postura que se difunde de la mayoría de los gremios que dependen del turismo es la reactivación inmediata.
Desde hace días circulan en redes sociales ciertos movimientos en los que convocan a las personas dentro y fuera del país a que sus próximas vacaciones sean en Acapulco, como una manera de incentivar la ayuda al sector turístico.
El titular de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil, Roberto Arroyo Matus, reportó después del huracán que hubo daños en las fachadas en un 80 y 85 por ciento de los hoteles. “Es un completo desastre”, comentó horas después de la manifestación natural.
Esto ya ha tenido repercusiones. El Hotel Dreams Acapulco Resorts & Spa, ubicado en la playa Icacos, informó a las agencias de viaje que se mantendrá cerrado por tres años, es decir, hasta diciembre de 2026, “debido a las afectaciones causadas por el paso del huracán Otis por las costas de Guerrero”.
El gobierno federal contabilizó la rehabilitación de 373 hoteles, de acuerdo con e comunicado oficial del plan de reconstrucción de Acapulco.
La Asociación de Bares, Discotecas y Restaurantes de Acapulco informó que de los 300 negocios agremiados, todos reportan pérdidas totales.
“100 de pérdidas; en tres horas 40 minutos (tiempo que duró el huracán) la vida nocturna de Acapulco cambió”
comentó la presidenta de la asociación, Sofía del Ángel Mata Corona.
Aun así, informó, 11 ya prestan servicio, entre ellos La Patrona, restaurante Oleaje, Tarascos Condesa, una parte de Barba Roja (sólo en comida), porque su gremio tiene un plan de reactivación de la vida nocturna del puerto pronta y con recursos propios.
Como parte del plan, expuso, para diciembre al menos 50 establecimientos, porque confían en que recibirán turistas en Acapulco. Colaboradores de los establecimientos, dijo, trabajan todos los días durante las 24 horas para levantarlos y abrir en los próximos días; uno de estos casos es Terraza Palladium.
La reactivación económica de Acapulco urge a todos los que dependen del turismo. Rosa Bravo Muñoz, una vendedora de artesanías de la playa Papagayo, está en la misma postura de reactivar en diciembre. “Lo que queremos también es que los turistas vengan, aunque sea para medio levantar un poco Acapulco”, mencionó.
Pero tiene claro que la destrucción del puerto no es un asunto de pronta compostura. “Esto va para la largo. No vamos a tener blanca Navidad, pero lo que queremos es activarnos en diciembre”, agregó Rosa Bravo.
Con ella coinciden otros trabajadores de negocios de la playa, como Aquileo Nava Solís, quien es empleado del restaurante Los Anafres, ubicado en el tramo de Las Hamacas.
“Esperemos que sí haya recuperación de la economía aquí en Acapulco, va a ser muy difícil, pero hay que tener esperanza”
El comentario de Rosa Bravo sobre la Navidad puso en duda el pronóstico del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien dijo que “no habrá amarga Navidad” para las familias acapulqueñas, al parecer en referencia a la ayuda institucional que planeó su gobierno.
Pero lo cierto es que el plan de recuperación y reconstrucción para Acapulco no satisfizo a todos los empresarios locales. El gobierno federal informó que invertirán para todo 61 mil 313 millones de pesos.
Unos de los 20 puntos anunciados de este plan es un apoyo de 45,000 pesos para locales comerciales afectados. A esta cantidad se refería el administrador de Mangos cuando dijo que no le alcanzaría ni para la nómina.
Hay otros puntos del plan que podría beneficiar a los empresarios y comerciantes, como los créditos a la palabra de Financiera para el Bienestar; la “exención” de impuestos (IVA e ISR) al SAT y del servicio de luz de octubre 2023 a febrero 2024”; el “apoyo por parte de la SHCP (Secretaría de Hacienda y Crédito Público) en el pago de la mitad de los intereses de créditos de la banca comercial a 373 hoteles de Acapulco”.
Algunos insistieron en que no hay apoyo real para el nivel de la devastación. “Se está burlando del puerto que más le dio”, comentó Mata Corona por teléfono, al exponer que López Obrador tiene en Acapulco la mayoría de las simpatías y que no correspondió a ellas.
Familias de la colonia La Poza afectadas por el huracán Otis recibieron enseres domésticos de parte del gobierno federal pero algunos artículos como el refrigerador, la licuadora y el ventilador no podrán utilizarlos a la brevedad porque en sus casas siguen sin suministro de luz eléctrica.
«No tenemos luz, agua y comida. Hay un comedor, pero mucha gente ni va», dice María Nogueda, vecina de La Poza, quien hizo fila para recibir sus enseres domésticos.
Las familias de La Poza, colonia ubicada por el aeropuerto internacional Benito Juárez, en Acapulco, empezaron a llegar a la calle El Pino, desde las siete de la mañana, para recibir su refrigerador, estufa, colchón, licuadora, ventilador y vajilla, parte de los apoyos que entrega desde hace una semana el gobierno federal a los afectados por Otis.
Con el papelito del censo en la mano que les entregó un servidor de la nación de la Secretaría del Bienestar las mujeres se formaron en la fila y como muchas de ellas se percataron de que la espera sería larga se llevaron un banquito o una silla para descansar mientras llegaba su turno. Varios camiones del Ejército llegaron con la carga de los enseres domésticos.
«A ver hoy solamente vamos a entregar los paquetes (enseres domésticos) a los de la colonia La Poza y a los rezagados y los demás que estén aquí se les avisará el día les tocará su turno», le gritó a la gente un militar que iba acompañado por varios servidores de la nación.
En la estrecha calle había una fila de unas 300 personas y a las 11 de la mañana los militares dijeron que solamente entregarían 40 paquetes.
Mujeres de las colonias Las Delicias, Alfredo B. Buenfil y de la comunidad de Barra Vieja llegaron desde las siete de la mañana para recibir sus enseres domésticos, pero se fueron con las manos vacías después de esperar tres horas bajo el sol.
«Oiga, no es justo. Yo aquí traigo mi censo y me citaron para hoy», le dice una señora de la colonia Las Delicias a una mujer del grupo de los servidores de la nación.
Casi a las 12 del día termina la entrega de 40 paquetes de electrodomésticos a los afectados por Otis de la colonia La Poza donde viven tres mil familias, según María Nogueda.
A los que sí se les entregó su refrigerador, estufa, licuadora, colchón y vajilla tuvieron que alquilar un diablito o una camioneta para llevarlos a su casa.
El alquiler de un diablito para llevar el refrigerador y la estufa era de cien pesos.
Algunos hombres que acompañaron a su esposa o a su mamá para recoger el paquete de artículos electrodomésticos cargaron en hombros el colchón, refrigerador o estufa.
Aunque otras familias afectadas alquilaron una camioneta para que les llevaran su mobiliario.
«Allá en mi colonia de Arroyo Seco nos fue muy mal aunque apenas hace tres días nos llegó la luz, pero seguimos con muchas carencias como el agua»
dijo el joven
María Nogueda llegó desde las siete de la mañana y trajo su silla en espera de que la nombraran para que recogiera el apoyo.
La gente calculó que los cinco artículos tienen un costo de alrededor de 12 mil pesos.
«Seguro esos refris y estufas el gobierno las compró en Elektra o Aurrerá porque los dueños de esas empresas son amigos del presidente Andrés Manuel López Obrador», dijo uno de los afectados por el huracán Otis.
María Nogueda se ríe cuando se acuerda que por el momento no podrá utilizar el refrigerador y la licuadora que le dio el gobierno porque en la colonia La Poza, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) no ha reconectado el suministro de energía eléctrica.
Aunque el gobierno de López Obrador y la gobernadora Evelyn Salgado Pineda han dicho que en Acapulco ya casi está al cien por ciento con la reconexión de luz eléctrica, hay zonas incluso del centro de este puerto que se quejan de que en sus domicilios les llega el servicio un momento, pero luego se va.
La colonia La Poza es una demarcación que antes de que se fundara la exclusiva zona Diamante (durante el gobierno de Carlos Salinas, hace más de 30 años) estaba constituida por grandes extensiones de huertas y sembradíos de cultivos básicos como maíz y frijol.
«Antes de que el gobierno fundara zona Diamante esto eran solo huertas y manglares pero todo esto se devastó y por eso cada vez que hay una lluvia medio fuerte se inunda todo», dijo uno de los habitantes de La Poza.
Doña María Nogueda dice que ella vivió lo del huracán Paulina, la tormenta tropical Manuel y el huracán Ingrid y que las consecuencias no fueron tan devastadoras como Otis.
«Yo sentía que me moría», recuerda María la noche del martes 24 de octubre, cuando los vientos y la lluvia arreciaba en todo Acapulco.
De acuerdo con la versión que dio un mando militar, los paquetes de enseres domésticos ya se están repartiendo en distintas colonias y fraccionamientos de esta zona de Acapulco.
A 20 días del paso del huracán Otis, en esta zona de Acapulco, se nota el movimiento de trabajadores de la CFE y ambulancias médicas de la Secretaría de Salud.
Sin embargo, en cada cuadra aún hay postes, árboles o espectaculares tirados, así como basura acumulada en banquetas y calles.
«Aquí ya llegó la luz, pero cada rato se va», cuenta un vecino de la colonia Luis Donaldo Colosio en cuya entrada hay un gran charco de aguas de drenaje.
Esta nota fue publicada originalmente en AMAPOLA, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes ver la publicación original.
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