11 abril, 2023
Aunque no existen detalles de cuáles han sido los impactos ambientales producidos por Australis Mar, debido a la sobreproducción de salmones, expertos coinciden en que una producción por encima de la norma aumenta los riesgos de que se acabe el oxígeno en el agua.
Texto: Michelle Carrere
Fotos: Mongabay
En Chile, un nuevo escándalo de la industria salmonera acapara la atención de los medios, organizaciones de la sociedad civil y autoridades. Esta vez, la protagonista es la empresa Australis Mar —la quinta más grande del sector en Chile— que se autodenunció ante la Superintendencia de Medio Ambiente por producir 80 mil toneladas de salmones más de lo que tenía autorizado.
Según detalló la empresa en un comunicado, todo comenzó cuando a fines de julio de 2019, el empresario chileno Isidoro Quiroga y entonces dueño mayoritario de Australis Mar vendió la salmonera a la transnacional china Joyvio —que forma parte de Legend Holding, compañía que también es dueña de la gigante tecnológica Lenovo—. Tres años después, cuando el actual gerente general de Australis Mar, Andrés Lyon, asumió el cargo, éste detectó “la existencia de una política sistemática de sobreproducción de salmones ideada y ejecutada por la administración y el controlador anterior”. Según los nuevos dueños de Australis Mar, que aseguran ser víctimas de una estafa, “se trata de actos vigentes al menos desde el año 2016 y que generaron una sobreproducción de más de 80 000 toneladas de salmónidos”.
Joyvio inició un arbitraje internacional en el que solicita a Isidoro Quiroga la devolución de los 921 millones de dólares que pagó por la transacción de la empresa, más 300 millones de dólares por daños y perjuicios. Tras la autodenuncia de la compañía, la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA) inició cinco procedimientos sancionatorios contra Australis Mar debido a la sobreproducción de salmones en ocho de sus centros de cultivo. Todos están ubicados en áreas protegidas de la Patagonia: siete al interior del área marina de la Reserva Forestal Las Guaitecas y uno dentro de la Reserva Nacional Kawésqar.
Por ahora, no existen detalles de cuáles han sido los impactos ambientales producidos por Australis Mar debido a la sobreproducción sostenida en el tiempo. Sin embargo, expertos consultados por Mongabay Latam coinciden en que una producción por encima de la norma aumenta los riesgos de que se generen “condiciones anaeróbicas” en los fondos marinos. Ese es el término técnico para referirse a los lugares del mar donde se acaba el oxígeno en el agua y, por lo tanto, se termina con la vida de un sinnúmero de especies. Los expertos también aseguran que una sobreproducción incrementa el riesgo de que se escapen más salmones al medio natural y que se apliquen mayores cantidades de antibióticos para controlar las enfermedades causadas por el hacinamiento de peces.
En cuanto al primer problema, las condiciones anaeróbicas, investigaciones científicas han demostrado que se trata de uno de los mayores impactos de la salmonicultura. En concreto, la pérdida de oxígeno ocurre cuando bajo las balsas jaulas, donde se crían miles de salmones, se acumulan las heces de los peces y parte del alimento que se les entrega y que no alcanzan a devorar.
Tanto las heces como el alimento son nutrientes, así es que normalmente las bacterias que existen de forma natural en el mar pueden degradar esa materia orgánica y transformarla en fertilizante. En ese proceso de descomposición, las bacterias utilizan oxígeno. El problema ocurre cuando los nutrientes se acumulan de tal manera que sobrepasan la capacidad de las bacterias que ocupan todo el oxígeno, explica Doris Soto, investigadora principal del Centro de Investigación Interdisciplinario para la Acuicultura Sustentable (INCAR). Se forman, entonces, “fondos pútridos, con olor y producción de ácido sulfhídrico y amoniaco, ambos letales”, agrega el biólogo marino y doctor en oceanografía, Tarcisio Antezana.
La generación de fondos anaeróbicos es algo recurrente en la industria salmonera en Chile. De hecho, la Subsecretaría de Pesca ha reconocido condiciones anaeróbicas hasta en el 58 % de los centros de cultivo de salmones en la región de Magallanes. “Si eso ocurre cuando la biomasa producida corresponde a lo legal, es altamente probable que el deterioro de los fondos aumente ante una sobreproducción puesto que al aumentar la densidad de peces, también aumenta la cantidad de alimentos y la cantidad de fecas que caen al fondo”, dice Antezana, quien fue coordinador de la Red de Instituciones Europeas y Latinoamericanas en Ciencias Marinas y, actualmente, tras su jubilación, se desempeña como académico de la Universidad de California (Estados Unidos) y colabora con uno de los centros más antiguos y grandes de investigación en ciencias de la tierra y el océano, el Scripps Institution of Oceanography. “Si usted tiene un alcantarillado para una casa y pone un edificio de 10 pisos y usa el mismo alcantarillado, con toda seguridad va a tener problemas”, ejemplifica el experto.
Daniel Caniullan es líder de la comunidad indígena huilliche Pu Wapi, ubicada en el archipiélago de las Guaitecas, un área protegida en cuyo territorio marino existen 317 concesiones de las cuales 46 son de Australis Mar y siete están involucradas en el caso de sobreproducción que están siendo investigado por la Superintendencia de Medio Ambiente.
Según Caniullan en la zona existen bancos naturales de erizos que se han visto afectados por la actividad salmonera. “Nosotros somos buzos mariscadores, por lo tanto conocemos lo que hay abajo. Hemos visto mucho debilitamiento de los bancos naturales de erizos. Paisajes marinos que eran bellísimos hoy día se están transformando en desiertos marinos donde da tristeza bucear”.
El problema, explican los científicos, es que no existen investigaciones anteriores a la instalación de las salmoneras que hayan descrito esos ecosistemas. Por ello no es posible asegurar que el debilitamiento que describe Caniullan, se deba a las actividades de la industria.
En cuanto a los escapes, Soto sostiene que, “por regla general, mientras más peces hay mayor es el riesgo de que se escapen más individuos”, aunque precisa que no hay pruebas de que eso haya pasado en el caso de Australis Mar. Iván Arismendi, ecólogo acuático y profesor de Oregon State University, explica que en todos los centros de cultivo existen escapes de peces que, al no ser masivos, generalmente no son informados. Se conocen como escapes por goteo y son muy difíciles de cuantificar, asegura. “Pero si hay una sobreproducción, probablemente van a tener mayores escapes hacia el medio ambiente, simplemente por una cosa de probabilidad”, dice el especialista.
Los salmones, al ser carnívoros, pueden depredar sobre la fauna nativa, además de transmitirles enfermedades, explican los expertos. La principal preocupación, sin embargo, radica en la posibilidad de que estas especies de salmónidos se asilvestren, es decir, que se inserten en el medio natural y se conviertan en especies invasoras lo que podría impactar seriamente a los ecosistemas.
Por último, “una mayor densidad de peces normalmente significa mayor uso de antibióticos porque hay más huéspedes para los parásitos”, agrega Soto. Hasta ahora, los impactos asociados al uso de antibióticos se han enfocado en la resistencia bacteriana, un proceso que se produce cuando las bacterias mutan y se vuelven resistentes a los antibióticos utilizados para el tratamiento de las infecciones. Lo anterior es, de hecho, una de las principales preocupaciones de la Organización Mundial de la Salud puesto que “compromete nuestra capacidad para tratar enfermedades infecciosas y pone en peligro muchos avances médicos”.
Para Soto, sin embargo, hay otras preguntas que necesitan respuestas como, por ejemplo, ¿cuál es la capacidad de los ecosistemas para recibir esa cantidad de antibióticos? “Los antibióticos eliminan bacterias o eliminan ciertas capacidades de ellas. Así es que es probable que (el uso de antibióticos) también tenga efectos sobre bacterias que son importantes en los procesos (ecosistémicos), por ejemplo, en el reciclaje del nitrógeno, pero son preguntas que recién se están abriendo”.
“Muchas personas, entre las cuales me cuento, consideran que la salmonicultura debería tener una moratoria, porque estamos infectando los fondos sin tener ni siquiera una estimación del grado de contaminación general en todo el sector”, dice Antezana.
Según explica Soto, la normativa en Chile se basa en indicadores y modelamientos para poder estimar cuánto es lo que se puede producir en un cierto volumen de agua, profundidad y área, sin que cause impactos ambientales. Pero “un centro de cultivo de salmones, una concesión, es un pequeño pedazo de mar dentro de un espacio abierto”, dice Soto y “en realidad nosotros tendríamos que tener una mejor idea de cuál es la capacidad de carga del ecosistema, del cuerpo de agua, del fiordo, y eso es muy difícil de estimar”, agrega.
Para eso, Soto y su equipo han propuesto la posibilidad de empezar a usar marcadores para ubicar el destino de los nutrientes y un sistema de semáforos para la producción de salmón basado en indicadores de los ecosistemas. “No es fácil de establecer, pero estamos trabajando en eso, ver cómo podemos ir desarrollando indicadores que nos permitan estimar si los ecosistemas están mostrando alguna señal de preocupación”, asegura.
A Antezana, además, le preocupa que “hay problema de institucionalidad”. Según explica, la Subsecretaría de Pesca que pertenece al Ministerio de Economía está orientada a la producción. Por lo tanto, “el Ministerio de Medio Ambiente debería ser el ministerio controlador”, dice Antezana, “pero ellos carecen de todo para poder realmente fiscalizar y hacer las investigaciones que correspondan para asegurar un criterio precautorio y un criterio ecosistémico”.
Liesbeth van der Meer, Directora Ejecutiva de Oceana en Chile, es enfática al precisar que el problema de la sobreproducción no sólo atañe a Australis Mar. “Desde enero de 2023, hay abiertos 21 procesos sancionatorios por sobreproducción, con al menos siete empresas. Esto indica que hay una práctica sistemática del sector, de todas las salmoneras, y lamentablemente solo nos damos cuenta al final del ciclo productivo. Sernapesca no puede ir a contar todos los peces en una jaula, solo cuando estos salmones se cosechan es posible detectar esta situación”, explica.
Además, aunque Van der Meer asegura que se ven cambios hacia una fiscalización más estricta en este sector, “lamentablemente una resolución y sanción efectiva toma mucho tiempo, lo que permite estrategias para evitar estas mismas sanciones. Si hay sobreproducción, como la misma empresa indica en la autodenuncia de este caso, creo que es porque identificaron una mayor fiscalización y se anticiparon”.
En un comunicado, Isidoro Quiroga expresó que “no tiene sentido decir que recién después de cuatro años ‘descubrieron’ cuánto producía cada centro de engorda de salmones. Todo el detalle de la producción de Australis Mar, presente y pasado, estuvo a la vista de los compradores y de sus asesores especializados”. Además, asegura que “los ciclos productivos se preparan con años de anticipación, así que los compradores sabían perfectamente no solo todo lo que Australis había hecho, sino todo lo que planeaba hacer”.
Según precisó la SMA a este medio, la empresa tendrá ahora que reportar si presentará descargos o un programa de cumplimiento mediante el cual pueda reivindicar cada una de las infracciones cometidas.
Para Van der Meer, tiene que haber un cambio más radical. “No basta con seguir denunciando a las salmoneras. El foco que tenemos que poner es a que la autoridad pueda cumplir sus funciones y que las sanciones sean altas y se cumplan”.
Este trabajo se publicó inicialmente en MONGABAY. Aquí puedes leer la publicación original.
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