¿Cómo hacemos periodismo ético de paz, crítico de la violencia machista, homófoba y racista, seguro, asumiendo nuestra posición política y que a veces es necesario desplomarse, parar o desplazarse, siempre pensando en nuestro derecho al silencio, a la duda, a la salud mental para tener potencia y que dé para vivir y dormir en nuestra cama?
Texto: Carlos Manuel Juárez y Kau Sirenio Pioquinto
Fotos: Daliri Oropeza
CIUDAD DE MÉXICO.- Cuando en febrero de 2018, Erick Monterrosa, compañero de Artículo 19, me envió la convocatoria del programa de acogida temporal de la Taula per Mexic, lo primero que sentí fueron varios miedos: a dejar sola a mi familia, a mi pareja, a las familias víctimas de la violencia, a enfrentarme a experiencias distintas, a tener tiempo de pensar lo que significa hacer periodismo.
Viajé con mis miedos el 6 de marzo de 2018 y llegué en plena víspera de la marcha del 8M. En la estancia de seis meses en Barcelona aprendí de la colectividad, de la importancia de las redes. ¿Por qué hacen esto para nosotres?, me pregunté.
Han pasado 4 años y los recuerdos de la estadía en Barcelona ha sido un aprendizaje progresivo. Hace un año me di cuenta de que el primer mes estuve deprimido y apanicado. No salía mucho y el ruido de las llantas de las maletas de los turistas en el Born me despertaba durante la madrugada.
Agradezco la paciencia de Arturo Landeros, Eunice Elenes, Sergi y todes en la Taula. A Patricia, mi terapeuta del Centro Exil, quien en la última sesión me dijo, palabras más o menos: “¡Tienes que dejar el periodismo. ¿No te das cuenta que te van a matar?”
Esa afirmación me provocó una reafirmación: “quiero ser periodista”, le dije.
Y bueno, aquí estoy reafirmando mi decisión y asumiendo lo que conlleva ser periodista en Tamaulipas.
En estas dos jornadas de diálogos me han rebotado en la cabeza frases e ideas de los, las y les compañeres.
“Como nunca antes sentía que ninguna palabra era definitiva”. (Daniela Rea).
“Las mujeres periodistas encabezamos la lucha. La emergencia que tenemos es estar vivas”. (Lucía Lagunes).
“Nombrar lo que se siente. Politizar las emociones. Estrategia para ir minando al periodismo. No todos los periodistas somos iguales. Confrontar las narrativas hegemónicas. Están juego la vida de los y las periodistas”. (Clemencia Correa).
“Negociar consigo mismo, con la familia, con los amigues, con las parejas, con la comunidad, con los poderes legales e ilegales, con los empleadores, con los y las colegas para evitar el aislamiento, la precariedad, la depresión, la muerte”. (Jessica Arellano).
“No saber de dónde viene la bala o el ataque. A los gobiernos no les interesa garantizar la libertad de expresión”. (Pedro Cárdenas).
¿Cómo sumarnos, con respeto y empatía, a la lucha de las mujeres, indígenas o afros o de bajos recursos económicos, periodistas, madres? (Sofía Parra y la compañera amuzga Marcela).
“¿Cómo nos organizarnos mejor, desde las diferencias y coincidencias, para trabajar hacia delante, superar la denuncia, y disminuir nuestra vulnerabilidad?” (Daniela Pastrana).
“¿Cómo enfrentamos el desprecio de la sociedad ante las elevaciones o cuestionamientos a las personas o los grupos de poder?” (Óscar Martínez).
“La competencia nos carcome, nos ha hecho pensar que unos valen más que otros. Hemos hecho conciencia a un costo muy alto, de pérdida de compañeras, compañeros, de desplazamiento, de perder todo menos la vida”. (Patricia Mayorga).
“Intuir si lo que estoy haciendo, de alguna manera, va ayudar a la comprensión del hecho o me estoy exponiendo gratuitamente”. (Laura Castellanos).
“Construcciones colectivas. Reportear lo que es posible”. (Marcela Turati).
“Saber que la memoria cuenta”. (Cindy Morales).
“Los conflictos manifiestan la fiebre. Es necesario cubrir más procesos que sucesos y preguntar por la impunidad y el perdón”. (Xavi Giró).
“Si no fuéramos parte del mecanismo ni siquiera seríamos un número”. (Natividad Ambrosio)
“Hago talacha para pagar la terapia”. (Daliri Oropeza).
Agradezco mucho a Wara Revollo y Laura Espinosa por el taller psicosocial. Fue un espacio seguro y abierto para escuchar y hablar de los límites y posibilidades de cada una, une y uno. Agradezco también a cada uno, una y une de mis compas de programa.
Interpelar es una de las palabras en castellano que me llamó la atención en el lenguaje-catalán-de Barcelona. Según la RAE, tiene dos definiciones: preguntar e implorar. Vaya que ambas nos son conocidas.
Hoy, aquí, permítanme interpelarlos:
¿Cómo hacemos periodismo ético de paz, crítico de la violencia machista, homófoba y racista, seguro, asumiendo nuestra posición política y que a veces es necesario desplomarse, parar o desplazarse, siempre pensando en nuestro derecho al silencio, a la duda, a la salud mental para tener potencia y que dé para vivir y dormir en nuestra cama?
Por esta pregunta y muchas más, es necesario estar acuerpades y seguir andando.
El segundo y último día del Foro Internacional de Periodismo y Construcción de Paz en México, estuvo marcado por la noticia del asesinato de dos sacerdotes jesuitas en la sierra Tarahumara.
«Estoy preocupada porque la Tarahumara es un infierno. ¿Cómo no vamos a estar bloqueados cuando la gente que están en la Tarahumara está bloqueada?”, cuestionó Patricia Mayorga, coordinadora del área de Libertad de Expresión de la Red de Periodistas de a Pie y cofundadora de Raíchali, un medio que fue concebido para las comunidades de la sierra Tarahumara.
Precisamente por sus coberturas en esa región, Mayorga vivió en el exilio varios años tras el asesinato de Miroslava Breach. “Desde hace un año hay una escalada de desplazamiento forzado en la Sierra Tarahumara. Hay una delgada línea entre lo social, lo político y lo criminal. Hay una estructura política de todos los partidos que han permitido que los narcotraficantes lleguen a las alcaldía y diputaciones”, explicó.
El periodista salvadoreño Óscar Martínez, jefe de redacción de El Faro, habló de la compleja relación del periodismo con las audiencias en contextos de alta polarización, y cuando parece que tener información profunda y revelarla no tiene el mismo sentido para la población.
Solo tengo dudas. Vivimos unos tiempos bien confusos para todos (…) Es muy confuso siquiera entender en qué carriles estás discursando. Estamos muy confundidos los periodistas, y el problema de que estemos confundidos, en entornos como los que han descrito aquí y en entornos del autoritarismo centroamericano, es un lio. Pero así es. Quien no quiera problemas, dedíquese a otras cosas”.
Marcela Turati, cofundadora de la Red de Periodistas de a Pie y de Quinto Elemento lab, explicó la ruta que ha seguido para pasar del periodismo de esperanza al periodismo de “lo posible”, que no invisibilice los problemas pero que ayude a presentar soluciones.
Cindy Morales editora general de Colombia +20, una página de El Espectador dedicada a la paz, habló de la importancia de la memoria. «Pensar en construir la paz tiene que empezar desde cómo contamos la historia de conflicto
Por su parte, el maestro de la Universidad de Cataluña, Xavier Giró, planteó la necesidad de que el periodismo que pase a la ofensiva, reconociendo que los periodistas son sujetos políticos que buscan incidir en la realidad, y que se necesitamos una estrategia para lograrlo.
El Periodismo hacia la paz es un periodismo hacia la sociedad civil y no un periodismo de élite, porque las élites cambian de acuerdo con sus intereses. Si el conflicto es asimétrico, desequilibrado, es porque hay desigualdades hay abuso de poder. Pero si hay violencia, no se discute el problema, se discute la persona. Entonces, necesitamos detener la violencia y hacer un pacto por la vida”.
Sin embargo, también aclaró que es el camino más difícil:
El periodismo de paz siempre va a contracorriente del conflicto. Tenemos que reeducarnos”.
Aquí se pueden seguir algunas de las mesas
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