A unas horas de que comience la COP26, Pie de Página conversó con David Satterthwaite, uno de los científicos más destacados en el cambio climático. El investigador esboza un escenario complicado para el mundo, sobre todo porque deja en el olvido a las comunidades más vulnerables.
Texto: Arturo Contreras Camero y José Ignacio De Alba
Foto: José Ignacio de Alba
GLASGOW, ESCOCIA.- Apenas el mundo atestiguó cómo los eventos climáticos golpeaban con más frecuencia, la Organización de las Naciones Unidas instrumentó un órgano científico para diagnosticar la crisis climática. Desde entonces el británico David Satterthwaite ha colaborado y publicado trabajos en algunas de las universidades más prestigiosas del mundo.
Su trabajo se ha concentrado en África, Asia y Latinoamérica, principalmente en las condiciones de vida de las poblaciones más pobres. Forma parte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) creado por la ONU en 1988 para facilitar evaluaciones integrales de los conocimientos científicos, técnicos y socioeconómicos sobre el cambio climático. Sus estudios sobre el tema le valieron ser reconocido, junto con otros científicos, con el Premio Nobel de la Paz en 2007.
En aquel momento se destacó que el IPCC había creado un consenso informado cada vez más amplio sobre la conexión entre las actividades humanas y el calentamiento global. También se advirtió: «El calentamiento global no solo tiene consecuencias negativas para la seguridad humana, sino que también puede alimentar la violencia y los conflictos dentro y entre los estados».
En una breve videollamada con Pie de Página, Satterthwaite, quien actualmente es investigador del Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo (IIED por sus siglas en inglés) y profesor del University College London explica que aún cuando se formó la Conferencia de las Partes en 1995 la gente era demasiado pesimista o muy entusiasta sobre lo que podría lograr una conferencia protagonizada por casi 200 países.
La convención, dice, “es necesaria”, pero aún así “es difícil imaginarse un marco de trabajo alternativo que nos pudiera llevar a donde necesitamos (para prevenir el cambio climático)”.
—¿Qué expectativas tienes para la Cop26?
—Me preocupa que los gobiernos (de países industrializados) estén usando los inventarios de emisiones basados en producción más que los inventarios basados en el consumo, porque ahí salen mejor librados.
Desde hace décadas la vara con que se mide la contaminación de los países se ha estimado a través de la producción. Pero Satterhwaite explica que este tipo de medición es engañosa. Por ejemplo, en los últimos años China se ha convertido en la “fábrica del mundo”, lo que ha provocado que sus emisiones se multipliquen; mientras que los países que compran los insumos hechos en el gigante asiático las han reducido.
Por eso, Satterthwaite piensa que que la medición debe trasladarse también a los consumidores. Pero también sabe que esta discusión es muy difícil de retomar políticamente, pues en una medición así, las emisiones de Europa y Estados Unidos probablemente se duplicarían si se contemplaran los bienes que se adquieren.
Pone el ejemplo de la comunidad de Beddington, en Reino Unido, que implementó sistemas de construcción de casas e infraestructura con materiales reciclados para reducir su huella ecológica. La gente de este barrio, también conocido como BedZeD (Beddington Zero Energy Development) trabaja desde sus casas, usa el transporte público, la bicicleta y fuentes de energía verde; esto les significó importantes ahorros en sus cuentas de electricidad y gas. Sus balances de emisiones estaban planeados muy cuidadosamente.
Sin embargo, una investigación más profunda reveló lo que hacían los habitantes de BedZED con esos ahorros. Los resultados fueron muy reveladores. Los usaban para tomar vacaciones en España. “¡Y viajaban en avión! (una de las formas más contaminantes de transporte). Esto, de alguna manera, resume las contradicciones en este mundo”.
Varios científicos coinciden con él e impulsan la idea de que las formas de medir la contaminación sean más completas, e incluyan el consumo.
— ¿Qué se debería hacer para también tomar en cuenta el consumo en las mediciones de contaminación?
— Debemos tener una aproximación desde ambos frentes. Cada uno provee diferentes reflexiones sobre cómo atender el cambio climático y las emisiones de gases.
Desde que se formó el IPCC Satterthwaite hizo hincapié en que la mitigación de las emisiones no era suficiente. A la par, se debían integrar acciones para que las comunidades afectadas por los efectos del cambio climático tuvieran una mayor resiliencia, en especial comunidades de países en desarrollo.
Precisamente esa es una agenda que promovió Satterthwaite desde que se integró a este grupo, en 1997
«Cuando entré, estaba maravillado por estar ahí. Desde entonces mencionamos la importancia que tenían las autoridades municipales y locales en términos de adaptación, pero era un tema que se hacía de lado. Así que alcé la mano y le pregunté a mis colegas: ¿Cuántos de ustedes conocen los presupuestos municipales de ciudades pequeñas en los países de menores ingresos? El silencio fue absoluto».
A pesar de que el equipo del IPCC está integrado por algunos de los mejores científicos en el tema, ninguno de ellos tenía mucha idea de lo que sucedía en otras partes del mundo. Fue entonces cuando Satterthwaite se volcó a dar voz a pequeñas organizaciones urbanas, comunitarias y movimientos sociales. Así inició un camino que aportó otras formas de conocimiento provenientes de las comunidades organizadas.
A partir de 2004 empezamos a publicar artículos sobre cambio climático y adaptación en nuestra revista científica Environment and Urbanization (Medio ambiente y urbanización). Estos artículos reunían muchas experiencias y pudimos publicar esas historias y sus datos en el informe final del IPCC de ese año«.
Con ello, dice, lograron integrar la agenda de viviendas dignas, con una buena planeación territorial, con la del desarrollo y la adaptación a los cambios climáticos.
Muchas veces la gente me pregunta qué deberíamos hacer, y muchas veces no sé decirles qué deberían hacer. Creo que deberían fijarse en dónde tienen cierta ventaja, cierta palanca y empujar en ese sentido continuamente. No soy bueno en el cabildeo, yo no tengo muchas expectativas sobre esta COP, solo espero que hayamos hecho una buena contribución a través del IPCC y prefiero ceñirme a eso.
A pesar del importante papel que juega en el sistema contra el Calentamiento Global de la ONU, David Satterthwaite es cuidadoso cuando habla de sus expectativas para la COP de este año. Después de todo, como dice, él es un experto científico y no es especialista en los asuntos de cabildeo político.
— Las COP nacen cuando el mundo estaba más integrado, con el paso del tiempo hay una fragmentación más fuerte, lo vemos con el Brexit o con la llegada de gobiernos de derecha que suelen ser muy aislacionistas. ¿No es un problema al enfrentar coordinadamente el problema del cambio climático?
— Ante eso el deber de mantener la esperanza es aún mayor. Porque, es muy difícil irse a la cama con esperanza, sobre todo cuando uno quiere que ante los peligros que produce el cambio climático aparezcan políticos con compromisos reales para atenderlo.
— En países como México las discusiones sobre el cambio climático no parecen estar tan extendidas entre la población. En cambio, en Londres hemos encontrado anuncios y mucha concientización sobre el tema ¿Qué opinas al respecto?
— Una cosa que me parece interesante es que cuando los políticos ponen metas a futuro, saben que eventualmente llegará el momento de hacer una evaluación, de cuadrar las cuentas, pero ya no será su gestión. Creo que es importante ser conscientes de cómo hacemos para alcanzar las metas comunes en cada región.
— ¿Cuál debería ser el papel de México en estos temas?
— Si alguien habla de ciudades, como la Ciudad de México, inmediatamente adquiere atención, porque es una de las ciudades más grandes y sobre las que hay un fuerte debate. No sé qué tan efectivo sea ahora, pero la Ciudad de México ha implementado acciones muy exitosas respecto al cambio climático. Recuerdo haber leído un par de escritos al respecto que dejaban ver acciones muy progresivas.
— ¿Cuáles son tus miedos y esperanzas sobre la crisis climática?
— Tengo muchos miedos y muchas preocupaciones. A veces me siento con mi nieto de tres años y me pregunto cómo será el mundo cuando él tenga 20, 60 o 70 años como yo. Hemos visto constantemente durante estos últimos 20 años el reconocimiento de que podemos resolver estos problemas. Pero los gobiernos no se han tomado en serio las medidas necesarias para lograrlo. Supongo que me siento muy pesimista, sin embargo mi mentora, Barbara Ward, quién fundó el IIED, en el que trabajo, cuando le hacían esta pregunta, respondía que es nuestro deber tener esperanza. Y creo que eso resume muy bien cómo me siento.
En esta conferencia se puede revisar con mayor profundidad el trabajo y las propuestas sobre adaptación y desarrollo urbano hechas por Satterthwaite:
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