2 septiembre, 2019
En un austero informe de gobierno y frente a los hombres más ricos del país, Andrés Manuel López Obrador aseguró que ya es “un hecho la separación del poder económico del poder político”. La austeridad republicana se dejó sentir en Palacio Nacional. En las calles, sus opositores alcanzaron una escasa asistencia
Texto: Ignacio De Alba, Daniela Pastrana y Andro Aguilar
Fotos: María Ruiz y Daniel Lobato
En Palacio Nacional, el presidente reunió a los empresarios más poderosos del país para que escucharan un resumen de lo que cada mañana le dice al pueblo. En las calles, el movimiento antiamlo que había mostrado fuerza hace unos meses, se desdibujaba en una protesta que apenas sumó a un millar de personas.
La austeridad republicana llegó al informe de gobierno, que oficialmente fue el primero pero para el gobierno mexicano fue el tercero, pues de acuerdo con la lógica presidencial, ya hubo dos informes antes: el de los primeros 100 días de gobierno y el del 1 de julio, cuando se cumplió un año del triunfo electoral.
Auxiliado de un templete y un atril, el presidente López Obrador leyó los pormenores de sus primeros 9 meses de gobierno.
Como había adelantado en las semanas anteriores, aceptó que “no son buenos los resultados en cuanto a la diminución de la incidencia delictiva en el país”, un problema que constituye el “principal desafío” de la cuarta transformación. Pero ni eso le hizo mella. “Soy un hombre de desafíos”, dijo, y “estoy seguro que vamos a lograr pacificar a México. Eso es un compromiso”.
Aseguró que es “un hecho la separación del poder económico del poder político” pidió dejar atrás la hipocresía neoliberal. Al Estado “le corresponde atemperar las desigualdades sociales. No es posible seguir omitiendo la justicia social de las obligaciones de gobierno. No es jugar limpio utilizar al Estado para defender intereses particulares y procurar desvanecerlo cuando se trata del beneficio de las mayorías. No es ético ni lícito defender la facultad del Estado para rescatar instituciones financieras en quiebra y considerarlo una carga cuando se trata de promover el bienestar de los más pobres”, dijo el presidente.
Frente a él estaban hombres y mujeres que se han beneficiado del esquema cuestinado: los empresarios Carlos Slim, Emilio Azcárraga, Germán Larrea, Alfredo Harp Helú y María Aramburuzabala; además de Carlos Salazar, del Consejo Coordinador Empresarial, y Antonio del Valle, del Consejo Mexicano de Negocios; Francisco Cervantes Díaz, presidente de la Confederación de Cámaras Industriales; y José Manuel López Campos, presidente de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo.
A ellos parecía dirigirse una buena parte del mensaje que iba de la censura al neoliberalismo a la reivindicación de las políticas actuales en materia económica. “El progreso sin justicia es inviable y está destinado al fracaso”, dijo el mandatario, antes de hablar de la cancelación de la consolidación de impuestos a grandes contribuyentes (de nuevo, los que tenía enfrente. “Ni huachicol abajo, ni huachicol arriba”, aseveró, entre aplausos.
Luego, enlisto una larga lista de acciones de su gobierno para ahorrar dinero (con ellas hemos ahorrado 145 mil millones de pesos, según dijo). López Obrador dijo que si pudiera resumir el objetivo de su gobierno en una frase sería: “acabar con la corrupción y la impunidad”.
Si bien los invitados no fueron muy diferentes a los que tuvo el expresidente
Enrique Peña Nieto en su último informe de gobierno, el resumen de actividades de López Obrador fue radicalmente diferente; en esta ocasión no hubo regalos para la prensa, como libreta o pluma, folletería, mucho menos refrigerio. No faltó el militar que en pleno informe se sacó del saco una galletita para aguantar el hambre.
Si Peña necesitó asistencia de teleprompter para explicar los avances de su gobierno, López Obrador se auxilió de un puñado de hojas de papel donde estaba escrito su discurso. Peña se hizo acompañar de efectos con pantallas y luces, como si fuera un reality show, mientras que López Obrador dio su mensaje como si estuviera en quiosco de pueblo.
La austeridad republicana a los periodistas. Una vez llegados los invitados, en el área asignada a la prensa hubo la rebatinga de asientos, se tuvo que pedir a los organizadores que prestaran sillas y luego apretujarse para escuchar el informe.
Los aplausos no faltaron. En una ocasión el propio presidente pidió un aplauso para los mexicanos que mandan remesas del extranjero, “nuestros héroes vivientes”. En los últimos seis meses, dijo, los connacionales mandaron más de 16 mil millones de dólares a sus familias.
El informe de 90 minutos no omitió ningún tema, pero tampoco dio información que no hubiera dado ya en sus conferencias. SI acaso, reconoció rezagos en la distribución de medicamentos y basificación del médicos. Lo más relevante pareció ser el mensaje político, con una mención a los opositores de su gobierno, de quienes dijo “están moralmente derrotados”.
“Lo digo con respeto, no quiero que se entienda como prepotencia o burla”, advirtió,
Los asistentes aguantaron el sol que recorría el Patio de Honor, entre los invitados estuvieron todos los secretarios de estado, los presidentes del Senado, Martí Batres, y de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, quien, al final del informe, dijo que el presidente delineó con claridad que “ser empresario, no es ser necesariamente conservador”.
Por la tarde, el Congreso de la Unión recibió el informe de gobierno para su análisis. Porfirio Muñoz Ledo, cerró la cesión, en la que los diputados correaron “Es un honor estar con Obrador”, con un “es un delirio estar con Porfirio”
La diputada priista Beatriz Paredes, pidió al presidente ser congruente con lo prometido en la campaña y, en un discurso aplaudido en redes sociales, dijo que hay que buscar soluciones dl siglo XXI a problemas del siglo XXI”.
Pero la oposición lució desdibujada este 1 de septiembre. En la marcha convocada en contra de sus primeros nueve meses de gobierno, se vio a muy pocos políticos, entre ellos el experredista Fernando Belaunzarán y el excandidato presidencial por Nueva Alianza en 2012, Gabriel Quadri. Ambos avanzaron sosteniendo una manta larga con la leyenda “¡No al autoritarismo!”.
El exdiputado por el PRD dijo que los caprichos del tabasqueño tienen a México en una crisis. Criticó que el gobierno mexicano haya cedido a la presión de Donald Trump en el ámbito migratorio a cambio de no imponer aranceles a los productos mexicanos.
“Andrés Manuel es ahora la mascota de Donald Trump en su relección, porque anda diciendo en todos los mítines que los demócratas no saben tratar a los migrantes pero México sí. Eso es humillante, es desastroso”.
Belaunzarán reconoció, sin embargo, la fragilidad de una oposición real para las decisiones presidenciales.
-¿Un año después de la elección, cree que esto ya se puede llamar oposición? -se le pregunta.
“Esa es la tarea, articularnos como oposición porque todavía la oposición está pasmada. Empezamos a hacerlo y es un proceso. Lo importante es que la oposición sea efectiva en 2021, ahí es el punto de definición. Esto se tiene que ver como un trayecto hacia allá. Estamos pensando en las elecciones intermedias y este es un proceso que estamos construyendo y lo queremos construir con muchos en la pluralidad”.
A unos metros de distancia, sosteniendo la misma manta, Gabriel Quadri dice que buscan catalizar un movimiento de oposición.
Ambos forman parte del proyecto bautizado Futuro 21, que busca incidir en las elecciones intermedias y arrebatarle al partido del presidente lugares en el Congreso.
“Ir sembrando y promoviendo ideas sobre el peligro del populismo, sobre la posibilidad de contenerlo y revertirlo, la necesidad de salvar a México de este experimento populista que siempre termina muy mal, de manera trágica”, dice Quadro, que no puede terminar.
“No nos perjudiques a los demás tú haz tu campaña política donde debes no con la gente”, le grita un hombre robusto y de pelo cano.
“Oye, pues si le preguntan, mano”, lo defiende otro.
“Son partidos políticos, agrega un tercero”.
“No son partidos políticos”.
“¡Todos somos pueblo!, ¡todos somos pueblo!”, comienzan a corear algunos para bajar la confrontación.
Quadri, mientras, guarda silencio unos segundos.
“Es una oposición que está en proceso de construcción puedes ver aquí gente es muy diversas es muy plural y lo que se trata es de ir construyendo el espacio de la oposición y además las capacidades para articular la organizarla en una fuerza eficaz y funcional”.
En las calles, en la marcha en contra de sus primero nueve meses de gobierno, los manifestantes apenas buscan aglutinar a una oposición distinta, al menos en apariencia, a los partidos en el Congreso.
La Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México desplegó a mil elementos para resguardar a los asistentes al Informe de Gobierno presidencial y las movilización en su contra.
También informó que los manifestantes a la protesta en contra de López Obrador, llamada «Marcha por el respeto al Estado de derecho”, rebasaron apenas con 100 personas al número de los policías desplegados.
Es la sexta ocasión que se organiza una marcha contra López Obrador desde que ganó la Presidencia. La de este domingo se vio muy reducida respecto a su anterior convocatoria, del 30 de junio pasado, en la que los organizadores calcularon una asistencia de entre 70 mil y 80 mil personas.
Esta vez hubo nueve organizaciones convocantes. Aunque unas sean apenas de un puñado de integrantes, como reconocería Alejandra Morán, dirigente de Chalecos México, la principal convocante.
Durante la manifestación, predominaron algunas consignas: “¡López, mentiroso!!” “¡Traidor!”, “¡Santa Lucía no, Texcoco sí”, “¡No es por presumir, ya volvimos a salir!”, “¡Fuera López!”, “AMLO, ojete, el pueblo no es juguete”.
También, hubo algunas indicaciones que se fueron pasando de voz en voz, desde la vanguardia.
Una, que si alzan el puño lo hagan con el brazo derecho. Con la izquierda, jamás.
Antes de llegar a la Glorieta a Colón, ya cerca del final de la manifestación, un hombre advierte no caer en provocaciones ante un grupo que se encuentra en la Plaza de la República.
Los supuestos provocadores son personas con discapacidad que participan en un recorrido por 11 estados de la República a bordo de motocicletas adaptadas. Este domingo, bailaron música tropical con un grupo de músicos ciegos.
Por fortuna para todos, no hubo provocación.
Al finalizar la manifestación, los organizadores leyeron un posicionamiento en el que denuncian el debilitamiento de las instituciones y el deterioro del sector salud.
Volverán a salir, advierten, el próximo 1 de diciembre, cuando López Obrador cumpla un año en la Presidencia.
Y esa, advierte Alejandra Morán, dirigente de ChalecosMx, deberá ser una “megamarcha”.
Dos mujeres de 70 y 75 años de edad, vestidas de blanco como la mayoría de los manifestantes, destacan que hicieron el recorrido completo de la marcha desde el Ángel de la Independencia hasta la Plaza de la República, y que no es la primera vez que lo hacen.
Ninguna quiere dar su nombre. Dicen que llevan una larga amistad de años.
La más alta, un poco encorvada, destaca que el pueblo mexicano es capaz de construir un mejor país.
“Se lo digo porque mi marido trabajó mucho hizo muchas presas, carreteras… Y tuvo gente bienintencionada”.
Su amiga, con una vicerà y gafas oscuras, dice que a pesar del cansancio que pueda representar la caminata, no deja pasar la oportunidad de expresar su descontento.
“Desde que yo era joven, y soy mexicana, siempre fue un desmadre López Obrador. Él quiere que todos estemos iguales, pero abajo. Eso es comunismo, porque él fue un gran comunista y sigue siéndolo”.
La otra mujer agrega:“Él es el fifí, porque está viviendo en el Palacio (Nacional). A sus hijos se les ve en España en los mejores hoteles, se les ve comprando en Gucci…”
“Es un mentiroso. Siempre fue un mentiroso, embustero, comunista…”, la interrumpe la otra mujer.
-Es un zorro. Quiere convertir a México al comunismo…”, agrega la primera.
Antes de retirarse a escuchar a los oradores del mitin frente al Monumento a la Revolución, la mujer de gafas explica por qué se refiere al mandatario sólo por su primer apellido, López, como suelen hacerlo otros personajes como Vicente Fox.
“López es más común y corriente, él se puso López Obrador quién sabe por qué. Es cualquier tabasqueño que quemó pozos de petróleo cuando era joven. ¡Era un terrorista! ¡Era un terrorista! Y sigue siendo lo mismo sólo que aprendió mucho. Es mañoso, es taimado, embustero, engañoso… una persona que aparenta lo que no es… Es una persona… no quiero decir más…”.
A punto de llegar al final de la marcha otra mujer comparte con su teléfono una selfie. Desconfía de dar entrevista, teme que se distorsione su testimonio. Una acompañante graba en video la entrevista para respaldar sus dichos.
Explica que la manifestación en la que participa se diferencia de otras porque sus asistentes no requieren regalos, ni tortas ni refrescos, que van por convicción.
La mujer alta, con gafas oscuras y sombrero, dice que ha marchado en todas las convocatorias contra el gobierno de López Obrador.
Sus principales motivos son las decisiones que han afectado a la niñez y a las mujeres, dice. Habla del desabasto en medicamentos y del cierre de guarderías.
Prefiere no dar su nombre. Si lo hace, argumenta, puede afectar a su empresa. Pero antes de continuar su camino rumbo al Monumento a la Revolución, se arrepiente. Pide que se le identifique de una forma: “Póngame ‘Pueblo’, que soy el pueblo”.
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