3 septiembre, 2021
Este es un recuento de testimonios históricos sobre la fundación de la colonia Pedregal de Santo Domingo en la Ciudad de México hace 50 años. Un homenaje a la búsqueda de una vida digna en las ciudades
Texto: Abel López Rosas
Fotografías: Juan Pérez / IG @jpfotogra y Archivo del Centro de Artes y Oficios de la «Escuelita Emiliano Zapata”.
Corrido Santo Domingo se los voy a recordar
quince mil paracaidistas caímos al pedregal.
Un domingo en la mañana no faltó quién avisara
vamos a apartar terreno antes de que no dejen nada.
Con láminas y polines todos hacían sus chocitas
y sin miedo a las culebras cargaban a sus criaturitas.
Fragmento del corrido de Santo Domingo
Autor e intérprete: Grupo Chuy y Chon
CIUDAD DE MÉXICO.- Corría el primer día del mes de septiembre de 1971 cuando miles de familias (cerca de 15 mil personas), provenientes de diferentes estados del país y de la periferia de la ciudad de México, tomaron una amplia extensión de terrenos deshabitados en los pedregales de la hoy alcaldía Coyoacán.
Ese mismo día llegaron y sobre piedras comenzaron a hacer faenas para levantar un lugar donde habitar. Personas humildes que salieron de Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Guanajuato, Hidalgo, en busca del desarrollo prometido.
Ese mismo día el presidente Luis Echeverría daba su primer informe de gobierno. Para la sociedad mexicana Echeverría representa la brutal represión contra opositores, su nombre estará siempre bajo la sombra de las masacres del 2 de octubre de 1968 y del 10 de junio de 1971.
Eran los tiempos del periodo conocido como la guerra sucia, guiada por una política de terrorismo de Estado. El gobierno mexicano utilizó a grupos contrainsurgentes y paramilitares, como la Brigada Blanca, para llevar a cabo desapariciones forzadas, asesinatos y el encarcelamiento de cientos de activistas, estudiantes y campesinos de varios estados del país.
Esto misma historia marcó a lo que se enfrentaban quienes tomaron los pedregales de Coyoacán.
Los pobladores que tomaron los Pedregales eran de origen humilde. Salieron de sus pueblos porque nunca llegó el desarrollo económico que prometieron los gobiernos posrevolucionarios y sus políticas económicas o sociales, bajo el supuesto “desarrollo estabilizador”. Entonces se hablaba del sustento del “milagro mexicano”. Las familias llegaron a los Pedregales en busca de trabajo, de una vida digna.
“Venimos de todos lados, venimos de Guerrero, de Michoacán, de Oaxaca, de Guanajuato, de Hidalgo, de todas partes. Allá en el campo la vida es muy dura, nuestra cosecha es de temporal o bien, trabajamos para el patrón o los intermediarios, como jornaleros o medieros, los intermediarios y patrones se hacen ricos a nuestras costillas, con nuestras cosechas, con nuestros frutos, productos y artesanías”, asegura Fernando Díaz Enciso en el libro Las mil y un historias del Pedregal de Santo Domingo.
Hacer de esa amplia zona pedregosa un lugar digno para vivir fue posible gracias a la organización de faenas de trabajo en las que participaban mujeres, hombres, niños, abuelas por igual. Las personas fundadoras de los Pedregales recuerdan las largas jornadas de trabajo picando piedra durante horas.
“Cuando llegamos a esta colonia no había ningún servicio. Este era un pedregal vació, construimos nuestras casas con materiales que podíamos conseguir como madera, cartón y la misma piedra. Sólo podíamos entrar a nuestros lotes por pequeños caminitos que fuimos abriendo nosotros mismos con nuestras manos y herramientas”, atestigua Pedro Cruz Sánchez.
Hace algunos años el profesor Fernando Enciso recogió cientos de testimonios y fotografías, y los publicó en este libro. De ahí el siguiente testimonio :
María de los Ángeles Castillo es una activista social muy reconocida por sus largos años de lucha y por su participación en la fundación de los Pedregales. Doña Fili, así se se le conoce más.
Esta mujer ha participado desde siempre en la lucha social; ha acompañado a los movimientos sociales en sus marchas, durante sus mítines y en sus asambleas. Su vida se entremezcla con la vida misma de los Pedregales y con la trayectoria de esas muchas luchas. Algunas de sus experiencias están plasmadas en escritos. Doña Fili narra los inicios de la colonia Pedregal de Santo Domingo:
“Siglos antes explotó el volcán Xitle. Su lava dejó cuevas y enormes piedras. Imaginemos un silencio, que poco a poco se fue rompiendo con los murmullos de la flora y fauna que embellecía el lugar. Años después se fue poblando: las casitas eran de piedra sobre piedra, como si nacieran de las mismas piedras. No tenían mezcla, era como llegar a un lugar muy especial, bonito, diferente a todo. La tierra prometida, aquí el pedregal prometido”, i.
Doña Fili
De acuerdo con el testimonio de los fundadores el nombre de la colonia se debe a que “los pobladores de los Reyes encontraron documentos históricos que prueban la propiedad de estas tierras a favor del pueblo de los Reyes, los encontraron en un santo de madera, que fue Santo Domingo de los Reyes y en cuyo agradecimiento fundaron la iglesia de Santo Domingo de los Reyes” y nombraron así a la colonia.
Doña Fili describe la importancia de las mujeres en la fundación de la colonia y narra también el arduo trabajo de los hombres:
“Mujer de los pedregales, mujer fuerte que careciendo de todo supiste luchar. Aquí nacieron tus hijos y con amor los abrazaste, pero, ¿Cuántas cosas abrazaste?, atravesando el pedregal, todo lo que a tus hijos podías llevar, cuando regresabas de trabajar, también abrazaste ilusiones y la idea de luchar para un techo lograr”.
La activista de más de 80 años describe a “hombres de los pedregales, que caminando hicieron brecha. En la noche la luna te acompañaba cuando regresabas de trabajar; así fuiste construyendo la colonia y la historia de los pedregales. Los domingos partías piedras para hacer calles, construir casas, templos y escuelas, Eso nadie lo va a negar el sol es testigo, sus rayos vieron tus manos sangrar, manos trabajadoras, manos generosas, que también saben acariciar”.
La solidaridad de los jóvenes estudiantes de la UNAM fue fundamental en el proceso de construir un lugar para habitar. Al enterarse de la invasión, organizaron brigadas de apoyo para los pobladores. Entre estos grupos universitarios destacan aquéllos que participaron, por un corto pero inolvidable período de tiempo, en el Autogobierno (formado por profesores, estudiantes y trabajadores) de la Facultad de Arquitectura de la UNAM.
Este grupo se dedicó a la crucial labor de medir lotes y trazar calles. Doña Fili también los recuerda en sus textos:
“Cada piedra, cada calle, cada tabique tiene una historia, como la tienen los compañeros y compañeras estudiantes, que trabajaron con nosotros padeciendo hambre, frío y agresiones por parte de las autoridades. De ellos y ellas aprendimos a defender nuestros derechos a la vivienda, el derecho a la educación, el derecho a la expresión… Por eso en Santo Domingo existe una enorme gratitud hacia los estudiantes de la Universidad”.
La solidaridad de los estudiantes permitió que surgiera el proyecto de la Escuela de Artes y Oficios “Emiliano Zapata”, conocida por los pobladores como “la Escuelita”. Este proyecto fue impulsado por los colonos y la iniciativa estudiantil llamada “Estudiantes para el pueblo”.
La Escuelita se mantiene hasta la fecha como un espacio de formación cultural para niños y niñas. En su librería se pueden apreciar las extraordinarias pinturas realizadas por Daniel Manrique en las que ha quedado plasmada la historia de la colonia.
La solidaridad y el trabajo de todos no estuvieron exentos de represión. La intención del gobierno de desalojar a los “invasores” fue permanente así que, por ejemplo, provocaba incendios para intimidar a los pobladores y hacer que se fueran.
Otra de las tretas para expulsar a los colonos fue la que llevó a cabo el regente Alfonso Corona del Rosal, quien supuestamente envío policías para cuidar a los colonos, pero en realidad era para impedir que introdujeran enseres domésticos o cualquier material para construir.
Doña Fili recuerda como colonos se las ingeniaron para burlar a la policía:
«Por las noches pasábamos nuestras ollas y cazuelas envueltas en cobijas de algodón cargándolas con nuestros rebozos. Para pasar palos y láminas había que dar mordida a los policías, ellos recorrían el lugar, esperábamos a que se fueran a comer o en el cambio de relevo, ahí aprovechábamos para clavar las láminas rápido”.
Asimismo, los diferentes gobiernos en turno, por medio de instituciones como Indeco Fideurbe y Codeur, intentaron, en varias ocasiones, obligar a los colonos a firmar contratos de compraventa y a cobrar impuestos retroactivos cuando fueron los habitantes quienes hicieron las calles y escarbaron las cepas de agua.
El trabajo colectivo y la solidaridad con la que se construyó la colonia ha definido, en muchos sentidos, el carácter especial de sus habitantes, quienes han participado también en movimientos y luchas sociales a lo largo de 50 años. Muchos colonos han sido parte de organizaciones y movimientos sociales como el del Movimiento Urbano Popular durante en las décadas de 1970 y 1980.
Otros colonos participaron en la conformación de Comunidades Eclesiales de Base, iniciativa de la teología de la liberación; también participaron en las protestas contra del fraude electoral de 1988; en 1994 fueron parte de las movilizaciones en apoyo al alzamiento indígena del EZLN en Chiapas.
También hubo personas que apoyaron la lucha de los campesinos sobrevivientes de las masacres de Aguas Blancas, Guerrero, y de Acteal, Chiapas; o apoyaron la huelga estudiantil del CGH en 1999. En años recientes, han acompañado la lucha de las madres y padres de los 43 normalistas de la normal de Ayotzinapa, desaparecidos de manera forzada el 26 de septiembre de 2014, y la exigencia de justicia para luchadores sociales, defensores del territorio y periodistas asesinados en años recientes como Rocío Mesino, Ranferi Hernández, Berta Cáceres, Samir Flores, Javier Valdez y Miroslava Breach.
“Toda esa lucha, trabajo y sacrificios, nos enseñó a defendernos, a no dejarnos de cualquier persona que se crea más que nosotros, pero sobre todo a luchar y no dejarnos, no ser acarreados, como dicen, por personas que nos digan lo que tenemos que hacer ¡no! Nosotros luchamos y nos valemos por sí mismos”, asegura María de Jesús Granado en el libro Las mil y un historias del Pedregal de Santo Domingo.
En la actualidad, los pobladores de Santo Domingo se siguen organizando para luchar por sus derechos, su espíritu de lucha sigue vigente. La amenaza de hoy es la política de desalojo silencioso que nació con el neoliberalismo bajo la llamada gentrificación: un proceso de “rehabilitación” urbanística en colonias denominadas “zonas deprimidas” o “deterioradas”.
Esta “rehabilitación” significa el desplazamiento paulatino de los vecinos empobrecidos del barrio y su sustitución por otros de nivel social y económico más alto.
La gentrificación también ha significado aumento del costo de los servicios públicos (como la luz y el predial), colocación arbitraria, por las empresas de gas natural, de medidores; apertura a grandes empresas inmobiliarias para la construcción de torres departamentales que exceden el número de pisos permitidos en la zona, y el desabasto y racionamiento del agua, por mencionar lo más relevante.
La respuesta del pueblo de Santo Domingo y de las diferentes colonias que abarcan los Pedregales, como Ajusco, Santa Úrsula y la Ruíz Cortines ha sido la organización para lograr el reconocimiento, como derecho humano, del servicio eléctrico y por la justicia ambiental en el predio de Aztecas 215.
La Asamblea General de los Pueblos, Barrios y Colonias de los Pedregales de Coyoacán denunció el ecocidio que cometió en este lugar la empresa Quiero Casa (propiedad de los hermanos Shabot Cherem) que construyó con la venia de la administración de Miguel Ángel Mancera.
Tres torres de 377 departamentos en total y 683 cajones de estacionamiento en construcción tiraron millones de litros de agua, que se podrían potabilizar, al drenaje desde el año 2016 sin que, hasta la fecha, hayan sido sancionados por el daño irreparable que han ocasionado en la zona.
El origen de esta agua es el acuífero somero que yace en el subsuelo del predio. Por otro lado el Comité en Defensa del Agua de Santo Domingo lucha por el suministro de agua en la red, que cotidianamente escasea en la colonia. Si antes la demanda era tierra para vivir, hoy es ¡El agua es vida y la vida se defiende!
La historia de la colonia Santo Domingo condensa 50 años de organización y lucha colectiva, lo que hace más vigente que nunca la lucha por una vida digna para los pobladores de la ciudad de México porque, como plasmó Doña Fili en una de sus frase más bellas:
“Porque entre piedras sembramos la esperanza ya nadie nos la podrá arrancar”.
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