Es increíble que el Colectivo Aquelarre Valles de San Luis Potosí sea uno de los considerados riesgosos en un reporte de la Sedena. La única aparente razón de esta consideración: su participación en la convocatoria a movilizaciones por el día internacional de la mujer
Twitter: @celiawarrior
En su página de Facebook, el Colectivo Aquelarre Valles, de San Luis Potosí, republicó una imagen el 1 de septiembre de 2022. Enmarcada por un fondo violeta, la silueta del mapa de la República Mexicana es acompañada por un mensaje: “Colectivos feministas en México. Ubica a las de tu estado y apóyate en ellas. No estás sola.”
Enseguida, en la publicación enlistan unos 70 grupos a lo largo del país, desde Baja California hasta Quintana Roo, un directorio de colectivos feministas que está “en constante edición”. “Por favor, comparte y agrega a tu o los colectivos de tu estado para que las morritas conecten con feministas de su ciudad y así crear lazos que nos fortalecerán a todas”, escriben.
Otras publicaciones en la página de estas feministas de la huasteca potosina, seguida por unas 6 mil 700 usuarios, van en el mismo tono. Comparten la ficha de búsqueda de una niña de 13 años desaparecida en San Luis Potosí; una imagen de una manifestación en Irán; el meme de una rana con el pañuelo verde, símbolo del aborto libre; un poema sobre la lactancia; otra ficha de búsqueda; la promoción de bolsas con mensajes feministas. Así de variada y abierta es la información en su muro de Facebook, que podría ser el de cualquier otro grupo feminista del directorio de colectivos, en cualquier otro estado.
Lo increíble es que el Colectivo Aquelarre Valles de San Luis Potosí sea uno de los considerados riesgosos en un reporte de la Secretaría de la Defensa Nacional, que ahora conocemos porque forma parte de los miles de documentos filtrados por el grupo hack activista autodenominado Guacamaya a medios de comunicación. La única aparente razón de esta consideración: su participación en la convocatoria a movilizaciones por el día internacional de la mujer.
La novedad que pudiera rescatarse de este reporte de espionaje o “inteligencia” —llámenle como les convenga— no es en sí mismo el seguimiento de la Sedena a grupos de activistas, en específico de mujeres organizadas, sino el señalamiento de perfiles de “dirigentes” y la amplitud de la vigilancia a grupos surgidos de manera orgánica como alternativas de apoyo entre mujeres jóvenes, sin un discurso abiertamente confrontativo.
Desde marzo de 2021, en el informe México: La era de las mujeres. Estigma y violencia contra las mujeres que protestan, la organización Amnistía Internacional advertía “una situación de riesgo particular para las manifestantes feministas, de grupos de mujeres, y mujeres que no pertenecen a colectivas feministas o grupos de mujeres, de ser víctimas de diversas violaciones de derechos humanos”. Esto derivado del análisis de diversos casos en los que cuerpos policiacos reacionaban “con uso innecesario y excesivo de la fuerza” en protestas pacíficas.
Amnistía señaló también un discurso estigmatizante en contra de las manifestantes, que contribuía a la invisibilización de sus demandas y la reiteración de estereotipos de género. “Aquellas mujeres y niñas que toman la decisión de salir a las calles para levantar su voz y exigir justicia […] sufren no solamente el estigma de ser malas mujeres […], sino además se les acusa automáticamente de violentas y provocadoras”, concluye la organización.
Pero más allá del discurso —por sí mismo, violento— el informe rescata las violaciones de los derechos de las manifestantes, como la violencia sexual ejercida por autoridades para “aleccionar o castigar a mujeres que deciden ejercer su derecho de reunión”.
Ahora, con la revelación del fichaje —cual enemigas internas— a mujeres y grupos feministas por parte de la institución a cargo de las fuerzas armadas del país, ¿sobra alguna institución a la que se pueda apelar para la protección de las mujeres? Es pregunta retórica. Nosotras conocemos desde hace tiempo la respuesta.
Periodista
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