El documental Lago de Texcoco: La lucha por la defensa de la vida, dirigido por la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, nos muestra el impacto ecológico y social que han tenido las construcciones que se han impuesto en la zona, pero también la resistencia de sus habitantes.
Texto: Andrea Sarmiento Pastrana
Foto: Especial, tomada del documental
CIUDAD DE MÉXICO. – El lago de Texcoco es una de las regiones con más valor tanto ambiental como cultural de nuestro país. En el agua, el relieve, la flora, la fauna y en su gente se encuentran siglos de historia sobre lucha y resistencia ante el saqueo; en el pasado, fue la invasión española, ahora, la zona se enfrenta al neoliberalismo y sus megaproyectos, así como a la vida urbana que poco a poco va consumiendo las zonas rurales. A raíz de ello, las comunidades de los alrededores del lago se han levantado en defensa de su espacio, sus derechos y su historia.
Por su ubicación, sus propiedades y diversidad, el lago y sus alrededores han permanecido en la mira de los cargos públicos, pues buscan explotar estos recursos en busca de generar más dinero. Uno de los proyectos que se intentó levantar fue un aeropuerto, propuesto en el sexenio del expresidente Vicente Fox hace más de dos décadas y retomado durante la presidencia de Enrique Peña Nieto.
En torno a esto, se estrenó este mes Lago de Texcoco: La lucha por la defensa de la vida, documental dirigido por la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales que nos muestra el impacto ecológico y social que han tenido las construcciones que se han impuesto en la zona, tales como minas o el aeropuerto que fue cancelado en 2019.
Esta región no solo juega un papel importante en el equilibrio climático de todo el Valle de México, siendo su único regulador hidrológico; también es el hábitat de muchas especies de las cuales 107 son endémicas y es parte de la ruta migratoria de miles de aves. Además, cuenta con un suelo rico en minerales siendo único en el mundo.
Toda esta biodiversidad se está perdiendo y el lago se está secando como consecuencia del cambio climático, así como de la irrupción de las edificaciones que se han implementado sin el permiso de la gente. Por eso, actualmente se busca restaurar el lugar declarándose como zona protegida por el gobierno, con planes para que regresen tanto el agua como las especies.
El Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) se ha mantenido en pie de lucha desde 2001, cuando el expresidente Vicente Fox decretó la aprobación para la construcción de un nuevo aeropuerto, expropiando miles de hectáreas de municipios como Atenco, Texcoco y Chimalhuacán, y a su vez, desplazando a más de cuatro mil familias.
Ante las manifestaciones, el gobierno respondió con violencia. En defensa del aeropuerto han habido desapariciones, desalojos, violaciones a mujeres y matanzas. Desde entonces, los campesinos se han levantado en contra de este intento de despojo.
Levantamos el machete aunque no somos destructivos, pero como seres humanos reaccionamos cuando nos engañan (o intentan engañarnos), menciona una de las mujeres del Frente.
Durante años, lo han dado todo para que no los dejen sin nada, pues su tierra es mucho más que un terreno que puedes comprar a $11.20 por metro cuadrado. El territorio viene con recuerdos, vivencias y enseñanzas que han prevalecido durante los siglos. Ahí la gente nace, crece y muere, se enamora y se enoja, canta y baila.
En lo que en algún momento fue México Tenochtitlan existe una carga cultural que la urbanización está intentando eliminar. Por eso, bajo el lema la tierra no se vende, los habitantes de la zona luchan contra su borrado recordando a sus compañeros que han caído a lo largo de los años.
Por último, mencionan uno de los principales motivos para seguir en la lucha: las futuras generaciones. Anteriormente, los campesinos pelearon por su dignidad y por la de sus hijos. Ahora, esos descendientes continúan la batalla que se les inculcó y esperan que sus sucesores la sigan después.
El FPDT nos habla de preservar la esencia de sus pueblos, por lo tanto, a los niños se les educa para cosechar bajo el respeto y el cariño. Los adultos quieren que los infantes, así como a ellos les tocó, puedan disfrutar de sus tradiciones; que los que vienen sigan sembrando, corriendo y riendo entre sus campos, que permanezca la comida y el negocio, la música y los juegos, pero sobretodo, el amor a la tierra en la que viven, que es el sustento de la resistencia.
Como este proyecto vendrán más, pero el legado de nuestros ancestros que prevalecerá de generación en generación, es el aguante. Este es el que siempre se opondrá ante todo aquel que busque arrebatarnos lo que es nuestro. La memoria es la que nos permitirá aprender del pasado y entender la importancia de revelarse contra los que buscan dejar nuestras raíces en el olvido para su propio beneficio.
La controversia que se ha generado en torno a la cancelación del aeropuerto la podemos ver como un ejemplo de cuando la discusión se desvía del tema principal. Mucha gente defiende al proyecto olvidando que para su construcción hubo violaciones a los derechos humanos de todo tipo. Es un debate que dejó de lado a la flora, la fauna y las poblaciones del lugar; se le dio prioridad al dinero perdido antes que la cultura que se iba a perder. Para quienes no lo viven, es fácil alegar desde su casa en la ciudad lo que creen o no correcto.
Pero hay que recordar que al neoliberalismo no le importa destruir todo a su paso, y que detrás de estos megaproyectos existen poblaciones con una historia a la cual por más que se intente, no se le puede poner precio.
Me gusta escribir lo que pienso y siempre busco formas de cambiar el mundo; siempre analizo y observo mi entorno y no puedo estar en un lugar por mucho tiempo
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