En Sonora, ciudadanos reclaman sus espacios verdes

12 agosto, 2022

Foto: Eva Calderón


La mañana del 24 de diciembre del año 2021 encontró a los vecinos de Sacramento Residencial cerrando las principales calles de su colonia. El motivo: una empresa privada quería construir en la única área verde. Con maquinaria pesada, tumbó árboles y empezó excavaciones para desplantar una obra. Este es solo un ejemplo de las resistencias de Hermosillo (Tercera de cuatro partes)

Texto: Ismael Ángel Meza Ortega

Fotos: Erika del Carmen Llaguno Durón

HERMOSILLO, SONORA.- El crecimiento de muchas ciudades a partir de los años setenta, pero sobre todo los últimos 20 años ha tenido dos características: una planeación que da prioridad al uso del automóvil, y la progresiva pérdida de áreas verdes, o potencialmente verdes, en aras de centros comerciales o habitacionales.

En Hermosillo, por ejemplo, se perdió el Parque Villa de Seris hace 14 años, con el pretexto de un museo cuyo funcionamiento sigue en polémica aún en estos días. Esas dificultades contrastan con la bonanza del centro comercial que se erigió a un costado: solamente el enorme estacionamiento construido sobre la muerte de cientos de árboles produce buenos dividendos.

En otras ciudades, las menos, el desarrollo ha sido acompañado de una estrategia que incluye los corredores verdes como parte integral de un proyecto a largo plazo, además de respetar zonas cuyos rasgos naturales proveerán beneficios al centro urbano.

En la capital de Sonora se ha caminado una ruta en sentido inverso a ello, pero esto ha generado una respuesta ciudadana para la defensa, rescate y reclamo de espacios verdes públicos como no se había visto antes.

Sacramento Residencial, “no queremos la pura esquinita”

La mañana del 24 de diciembre del año 2021 encontró a los vecinos de Sacramento Residencial cerrando las principales calles de su colonia. El motivo: una empresa privada había llegado a la que consideran su área verde. Con maquinaria pesada, tumbó árboles y empezó excavaciones para desplantar una obra. 

Sacramento fue construida a mediados de los años ochenta por Dinámica del Pacífico S.A. de C.V. en un terreno cuya área vendible fue 60 hectáreas. Eso le obligaba, según la ley de aquél tiempo, a donar cerca de 7,200 metros cuadrados para equipamiento y áreas verdes.

“Aquí a la vuelta está un kinder, son tres mil metros que donó la empresa, eso significa que faltarían 4 mil metros, y resulta que es exactamente lo que tiene este predio”, asegura Alejandro Valenzuela, maestro universitario, periodista, y uno de los primeros en adquirir casa en Sacramento.

 “Además, no hay ninguna otra área libre en la colonia, es ésta, sólo que la vendieron”, añade.

Detrás del maestro Alejandro Valenzuela la construcción en el predio que defienden en la colonia Sacramento.

Se trata del predio ubicado en Calle Uno, entre avenidas 7 y 8, que los colonos han cuidado y reforestado desde hace años. De acuerdo a su versión, la empresa donó el terreno al Municipio al entregar el fraccionamiento, pero inmediatamente se lo compró de nuevo, por 15 millones de pesos en 1987.

Esos 15 millones, dicen, equivaldrían realmente a 15 mil pesos de hoy, con la quita de 3 ceros a la moneda que se dio poco después. “15 mil pesos que suenan a mordida, a cochupo, a transa, a corrupción”, dice Valenzuela.

“El municipio actual está atado de manos porque sí hay títulos de propiedad, nosotros tenemos que hacer valer ante un juez que esos títulos son ilegales”, agrega.

Carmen Amaya también es vecina y comenta: “Todo es una simulación, pues a las dos semanas el gobierno del Temo Balderrama, presidente municipal de entonces, le vendió de nuevo el terreno a los dueños de Dinámica, que son las familias Aguilar, Noriega y Astiazarán”.

“Fue el municipio el que infringió la Ley, se burlaron nuestras garantías, la autoridad no puede reconocer como legal algo que de origen fue ilegal. Hemos dado la lucha política y ahora estamos dando la lucha jurídica”, asegura.

En el año 2014 se prendieron sus alarmas cuando la franquicia de un supermercado llegó haciendo un estudio de mercado con la intención de levantar una sucursal. Se organizaron entonces en una Asociación Civil para defender el área.

Ahora todo indica que la empresa ha fraccionado y vendido algunos lotes, pues en noviembre del año pasado empezó la construcción de bardas y cercos delimitadores.

“Andaba un amigo con una pistola, diciendo que iba a matar a quien se metiera”, relata Alejandro Valenzuela.

“En noviembre (del 2021), cuando empezaron a construir, pedimos que nos presentaran los permisos. Ahí vimos que había irregularidades porque los permisos se habían solicitado a nombre de uno de los dueños de la inmobiliaria, pero éste había fallecido en septiembre. Esto nos dio pie para investigar y nos dimos cuenta que no había títulos de propiedad”, cuenta Amaya.

“Pero de repente aparecieron los títulos, otra vez actos simulados, seguramente son prestanombres o no sé”, agrega.

El maestro señala hacia una barda y comenta: “Esos que construyeron ahí aseguran haber comprado, pero el permiso está a nombre de Benjamin Aguilar Noriega. Tienen títulos de propiedad, muy bien reglamentados, legales, tal así que en este momento estaríamos pisando un área privada, pero esos títulos están fincados en la corrupción”.

Después de múltiples reuniones con el gobierno municipal sin resultados palpables, los vecinos de Sacramento continúan en la lucha.

“Tener un área verde en la colonia y un pulmón en la ciudad son nuestros derechos, y nos los quieren conculcar”, enfatiza Valenzuela. “Así como se apropiaron de este, no a balazos, no con sicarios, sino con notarios, con funcionarios y firmas, así debe haber un montón de predios en Hermosillo apropiados por particulares que tienen el tiempo, el dinero y las relaciones”.

“Hay un embate contra las áreas verdes en Hermosillo, es una tendencia, a pesar de ser absolutamente necesarias, En nuestro caso, no dar la lucha es decirle a los poderosos ‘hagan lo que quieran, al cabo que los ciudadanos estamos aquí para que nos tomen el pelo, y no pasa nada’, pero no es así”, concluye Carmen Amaya.

División en el terreno de la colonia Sacramento.

El Cerro Johnson o Parque Central: “No sabíamos de lo que éramos capaces”

Apenas iniciaba la entrevista, Fabián Urías Velázquez interrumpe abruptamente y se lanza por un galón de 40 litros de agua, con el que sube la pendiente del cerro a intentar apagar un incendio forestal. En un momento se le suman otros vecinos y empiezan a trabajar el “cortafuego”.

Es finales de marzo y la temporada de incendios está abierta: las lluvias llegan hasta junio. El fuego, espontáneo o inducido, ha hecho estragos en años recientes en el Cerro Johnson, o Parque Central, única Área Natural Protegida (ANP) con que cuenta Hermosillo.

Fabián, Jesús Humberto Estrada y René Meléndez son tres de un grupo de vecinos comprometidos del fraccionamiento Los Ángeles, que desde el 2014 han cuidado y preservado el lugar. Erradicar el zacate buffel y la generación de brechas cortafuego son algunas de sus actividades. Libera Radio tuvo oportunidad de platicar con ellos justo a la mitad del terreno.

“Tenemos que respetar los cerros, son importantísimos porque filtran el agua, para nosotros que vivimos en el desierto, si le damos en la torre a los cerros nos damos un balazo en el pie nosotros mismos”, dice Urías.

También actúan como barreras contra desastres naturales, son protectores de la calidad del suelo y hogar de infinidad de especies de flora y fauna que son determinantes para el equilibrio ecológico, abunda Urías.

En su afán conservacionista, hicieron dos abrevaderos con llantas viejas de tractor para que los animales lleguen a tomar agua. En uno de ellos colocaron una cámara trampa con la que han captado gatos montés, venado cola blanca, zorros, zorrillos y gavilanes. También saben de la existencia de víbora de cascabel, halcón cernícalo, búho de campanario, tecolote y hasta monstruo de gila.

Cerro Johnson.


Jesús cuenta que grupos y familias venían a acampar desde el año dos mil, cuando incluso había palapas y asadores. “Estamos en buen momento de aprovechar el área, pero las autoridades deben definir cuánto espacio tenemos para hacer algo útil para la comunidad”, expresa.

Se refiere a que en el Decreto de Área Natural Protegida, publicado en enero del 2009 en el Boletín Oficial del Estado, se contemplan claramente 29.6 hectáreas, pero de un tiempo a la fecha se ha manejado la cantidad de 22 hectáreas. 

“Espérate, dónde quedaron las otras 7 hectáreas”, se pregunta Urías.

Está previsto en el Decreto y contemplado también en la Ley de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano, que las ANP deben contar con un Plan Integral de Manejo, en el que colaboren, además de las autoridades responsables, académicos y organizaciones civiles y vecinales. 

Con ello en mente, Fabián y sus compañeros formaron un Comité Vecinal, con el fin de participar en la elaboración del Plan de manejo. En el 2021 presentaron un escrito al Ayuntamiento para que se delimite de nuevo el ANP.

“Hemos asistido a reuniones convocadas por el Instituto Municipal de Ecología, CIDUE, y otros grupos ambientalistas. Pero se niegan a medir, a pesar de que lo hemos pedido por escrito en dos ocasiones. Los responsables no son de esta administración, pero hay intereses ahí”, dice Urías.

“Actualmente hay una gran presión por desarrollar, por ocupar esas áreas” habría de confirmar, en entrevista aparte, el arquitecto José Eufemio Carrillo Atondo, director del Instituto Municipal de Planeación (IMPLAN) de la administración actual.

Para muestra, este año se cercó un área en el lado suroriente del Cerro, se desmontó el cerro acabando con cientos de plantas y se empezó a construir lo que posiblemente sea un hospital privado, violentando lo estipulado en el Programa de Desarrollo Urbano vigente desde el 2014, que establece que no se debe urbanizar en pendientes mayores a 30 grados.

“Sin embargo se hace, ahí tienes a Cárdeno Residencial, al otro lado del cerro, que no hubo quien les pusiera el alto”, dice Urías, “y no es el único, es la punta del iceberg, se está volviendo moda construir fraccionamientos arriba de los cerros”.

De izquierda a derecha René Meléndez, Fabían Urías Velázquez y Jesús Humberto Estrada, defensores del Cerro Johnson.


En redes sociales, cualquiera puede encontrar la publicidad para adquirir terrenos en laderas de cerros, que se presentan como “las mejores opciones de inversión”.

Los integrantes del Comité y vecinos involucrados viven con la alerta constante de una nueva intromisión de maquinaria, porque a pesar de las denuncias públicas y el ruido mediático, después solo queda ver cómo continúan el desmonte y la destrucción de otra porción natural.

“Aunque no sean parte de la ANP deben resguardarse, pues para poder cumplir con la conservación del ecosistema, no deben urbanizarse los lugares aledaños. En ocasiones llegan compañías constructoras queriendo depredar ciertas áreas… es falta de conocimiento”, afirma Urías.

El trabajo comunitario ha estrechado los lazos de amistad entre los vecinos. 

“He descubierto que son personas muy valiosas, no sabíamos de lo que éramos capaces juntos. Nadie nos paga, por iniciativa propia estamos transformando para bien este lugar, y si no hay apoyo de otro tipo, el mejor apoyo de las autoridades es la protección, que no se destruya con fraccionamientos, con casas”, confiesa Urías.

Fabián y sus compañeros buscan que se involucren las familias, y los niños, que participen en la reforestación, que entiendan que el entorno natural hay que protegerlo y auxiliarlo.

“Tenemos que empezar a vivir unidos con la naturaleza, pues somos seres naturales, y no debemos despegarnos de ella. Los invitamos, es algo fuera de serie”, dice Jesús Estrada.

Al Cerro Johnson se puede llegar por camión urbano, la ruta 3 llega por la Calle Hermosa y la parada está a 3 metros de la ANP. 

“Ni el Parque Ecológico tiene esa facilidad”, agrega Urías.

Cerro Jonhson.

“¡Queremos Parque!” en la Jesús García: “en 50 años no nos han hecho justicia”

Los gatos de Lourdes Moreno miran curiosos mientras el camarógrafo acomoda el tripié y la cámara para la entrevista. De tres saltos cruzan la calle y se entretienen persiguiendo algún bicho entre los mezquites plantados, justo en el predio que los vecinos reclaman que sea un parque. 

Es un solar ubicado entre Luis Orci y Rafael Angel Corella, al costado poniente del Bulevar Morelos, en la Colonia Jesús García. Está a unos metros de un importante complejo hospitalario del ISSSTE y también de uno de los puentes a desnivel de la ciudad. 

Esta colonia construida en los sesentas, donde viven más de 7,400 personas, no tiene un espacio verde propio, ni un parque, ni canchas deportivas, nada.

“El puente en lugar de unir, separa, estamos separados por los tránsitos”, dice Lourdes, quien tiene años exigiendo un espacio público. “Queremos un área verde-deportiva-peatonal. Cada 5 minutos pasan camiones por la Juárez, por el bulevar Morelos, por el Periférico, aquí intersectan de 8 a 10 rutas del transporte urbano”.

Tiene razón, sin contar con que las principales vías están llenas de comercios en todo el sector, además del privilegio del automóvil: las 4 gasolineras en solo 6 cuadras dan cuenta de ello.

Terreno en la colonia Jesús García que los vecinos reclaman como parque desde hace décadas.

“Un espacio peatonal resolvería el problema de por dónde caminar a la gente que transborda ruta, ahora no se puede porque no hay banquetas. Los pacientes del hospital y sus familiares, personas en silla de ruedas, con muletas, tiene que rodear desde que cercaron”, dice.

El sol de la tarde ilumina la estructura del puente que simula ser colgante, mientras Lourdes argumenta que el arbolado reduciría la contaminación por el ruido, incluso que ayudaría en la gestión del agua de lluvia, pues del volumen que corre por el Morelos, buena parte pudiera filtrarse con una adecuada infraestructura verde.

“Cuando en los ochentas quitaron el ‘bordo’ y se amplió el bulevar Morelos, quedó este baldío. Las generaciones anteriores tuvieron la esperanza de que el gobierno volteara a ver nuestra necesidad y que se hubiera reservado para área verde. Muchos de aquellos ya murieron”, cuenta Lourdes.

“Como siempre ha estado baldío, estuvimos al pendiente y haciendo esa petición de palabra”, añade.

Moreno y un grupo de vecinos formaron la organización “¡Queremos Parque!”, y han estado en la lucha formal desde el 2014, con la exigencia de que el municipio declare el terreno como de utilidad pública y lo embargue para la ciudadanía. “Nos involucramos sin querer, pero alguien lo tiene que hacer”, dice.

“De las colonias de más de 50 años, es la única que no le han hecho justicia. Todas tienen su espacio verde o deportivo. Ahora toda la inversión está en el sur poniente, el Camino del Seri, Altozano, etc. Al mentado EcoParque hasta carretera le hicieron, mientras que aquí no tenemos parque a más de un kilómetro”, comenta.

Por más de cinco décadas el gobierno municipal se encargó de cuidar el solar. Promotora Comercial Centro S. A. de C.V., la empresa propietaria, lo dejó abandonado, fueron Servicios Públicos Municipales quienes limpiaban y retiraban la basura.

Lourdes Moreno cuenta la historia: “El terreno ahorita tiene muchos dueños. Con el argumento de adeudos de predial, el 22 de agosto del 2018 el Municipio se lo embargó a Comercial Centro, para vendérselo, tres días después, a Desarrolladora y Comercializadora Cruwer, S.A de C.V. La empresa lo solicitó en compra cuando se dio cuenta que lo habían embargado y que había terminado la audiencia de remate. Ese mismo año cercaron por primera vez”.

De acuerdo a sus indagaciones, Cruwer revendió el predio a la empresa Integra Suma, que fue quien llegó en abril del 2021 metiendo máquina y destrozando decenas de árboles que los vecinos habían plantado, dejando sólo los mezquites, después de un enfrentamiento verbal en el que intervino la Coordinación de Infraestructura y Desarrollo Urbano, CIDUE.

Lourdes Moreno, promotora de la exigencia de la generación de un parque en la colonia Jesús García. Miembro del grupo “¡Queremos Parque!”.


Pero en Comercial Centro no se quedaron contentos con el embargo, así que interpusieron un recurso jurídico para recuperar su propiedad.

“Comercial Centro son terratenientes, que busquen cuántos terrenos tienen en Hermosillo, esto sería como quitarle el pelo a un gato”, dice Lourdes Moreno.

“Está muy enredado el asunto pero el gobierno tiene una varita mágica y puede hacer que el terreno sea de utilidad pública”, asegura Moreno, “Nunca nos han dicho que van a pelear por el terreno, solo responden que está en litigio, pero, ¿qué no tenemos derechos? Deberían de venir a dónde estamos ahora, ver los árboles, cambiarían de parecer”.

“Tal vez estén pensando en hacer un edificio, pero no vamos a permitir el progreso vertical ni la infraestructura gris. Tiene que haber infraestructura verde”, añade.

Participación ciudadana y soluciones

En varios puntos de la ciudad la gente ha tomado la iniciativa de plantar árboles, cuidarlos y hacerlos crecer. El Parque Gómez Morín en la colonia del mismo nombre, y el Parque Urbi Villa del Prado son algunos ejemplos. El empeño que han mostrado las familias para hacer crecer el verde contra todos los obstáculos, incluso sus mismos vecinos, es de admirarse.

También en los últimos años han surgido muchas organizaciones ciudadanas de corte ambientalista, integrado en su mayoría por jóvenes que ponen su grano de arena en la limpieza, reforestación y cuidado de los espacios públicos.

Para este reportaje, Libera Radio platicó con algunos de los pioneros en la defensa de las áreas verdes de la ciudad, los ahora integrantes del colectivo Ciudadanía Activa.

Francisco Salcido fue uno de los defensores del Parque Villa de Seris en 2008. Vivió en carne propia la represión cuando el poder en turno, en aquel tiempo de apellido Bours, decidió que era necesario destruir un parque para hacer un museo.

Desde antes ya participaba en diversos frentes en defensa de la gente, lucha que se volvió ecologista, primero en Desierto Verde y ahora en Ciudadanía Activa.

Para romper con la inercia de gobiernos que simulan interesarse por la conservación de las áreas verdes, Salcido propone la creación de un verdadero Consejo Ciudadano formado por los colectivos más representativos, y que tenga injerencia en las políticas públicas sobre el tema. 

Francisco Salcido haciendo labor de limpieza en el Parque Recreativo La Sauceda
Imagen: Maria Dolores Sanchez Acosta.

“La ciudadanía debe participar en las decisiones, por eso proponemos que se nos convoque a nivel de formación o modificación de las leyes. Hay cambios que se pueden hacer, por ejemplo, en la cuestión de los fraccionadores, porque ahora se aprovechan de las lagunas de la ley, pero esas lagunas tienen que ser cubiertas con participación ciudadana”, expresa.

“Nosotros no confiamos en automático en ninguna persona en el poder, más bien hacemos nuestro trabajo pero exigimos. Yo invito a todos los ciudadanos a integrarse a una organización de la Sociedad Civil, cada quien tiene la responsabilidad de asumir el crecimiento de su entorno, de actuar y de exigir”, dice Salcido, “ahí está la Ley de participación ciudadana, hay que hacer que se aplique”.

“Yo siento que la conciencia ambientalista en Hermosillo llegó para quedarse”, comenta por su parte Isabel Dorado Auz, también de Ciudadanía Activa, “lastimosamente los gobiernos no están a la altura de los ciudadanos”. 

Para el maestro universitario, a quien la defensa de áreas verdes le ha costado arrestos y golpizas de la policía, opina que cuando la gente toma conciencia y los problemas en sus manos, el éxito está asegurado.

A pesar de leyes y reglamentos, de la existencia de varias dependencias y direcciones, en los hechos la responsabilidad de superar el rezago de cubierta vegetal se diluye entre los actores gubernamentales.

“Nos parece necesaria la creación de una Unidad Especial de Reforestación o algo así, no para crear más burocracia, sino para que coordine de forma eficiente los esfuerzos que se están dando en Parques y Jardines, el IME, la Agencia Municipal de Energía y Cambio Climático, etc.”, propone Dorado Auz.

“Y lo más importante es que se destine presupuesto constante para los proyectos, no solo de inversión inicial, sino para el mantenimiento continuo”.

Parque Villa del Rey, uno de los pocos con suficientes árboles al norte de la ciudad. El “Comité vecinal de protección al parque” se hace cargo de la limpieza y de la seguridad.


En la próxima y última entrega se verá que existe no solo la posibilidad de rescatar un espacio público codiciado por las empresas, sino que también se pueden hacer mini bosques urbanos que impacten directamente en una mejor calidad de vida de los hermosillenses.

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