28 abril, 2020
El golpe económico a las trabajadoras sexuales de La Merced, por la emergencia sanitaria, se les triplicó: les cerraron los hoteles, la clientela se les desplomó y, además, por carecer de la documentación requerida, no todas pueden recibir los apoyos gubernamentales
Texto: Arturo Contreras Camero
Fotos: Lucía Flores y Arturo Contreras Camero
CIUDAD DE MÉXICO.-“¡No va a ser posible entregar todas las despensas que teníamos pensadas porque el gobierno no cumplió y no mandó las despensas que prometieron”, grita en plena calle Arlene Palestina. Frente a ella, cientos de mujeres, todas trabajadoras sexuales, se forman para recibir una bolsa con aceite, frijoles, lentejas y sal. La fila da vuelta a la cuadra.
En el último mes las medidas de sana distancia hicieron que se cerraran los hoteles, donde muchas de ellas no sólo trabajaban, sino también dormían. El trabajo escasea y el poco que hay no tienen dónde realizarlo. “Muchas se duermen en las calles, aquí en la parte de atrás de La Merced. Están en situación de calle y al gobierno le vale madres”, asegura Arlene, abogada de Brigada Callejera, una organización que cuida a trabajadoras sexuales en varios estados del país.
Desde la aparición del coronavirus en México, los problemas para las trabajadoras sexuales sólo han ido empeorando. “Ha sido muy complicado», asegura Melissa Flores Martínez. Su voz es dulce, suave y gruesa. Esta mujer de 51 años, trans y trabajadora sexual, lo dice en corto: “La epidemia nos pega más en el bolsillo que en la salud”.
“No nos dejan trabajar libremente en la calle, por eso del #QuédateEnCasa. Los hoteles están cerrados y no tenemos ni dónde dormir, se nos está haciendo muy difícil y nosotras tenemos que generar”. Melissa no deja de sonreír, pero mientras habla, se lleva el dorso de la mano a la frente, como con pesar. “Más que miedo, me da ansiedad. Yo, aparte de esto, vendo comida preparada, y de eso saco, pero si no…”, dice y echa la cabeza para atrás.
El 26 de marzo pasado, ante la contingencia que se avecinaba, una comitiva de la Brigada Callejera se reunió con representantes del gobierno de la Ciudad de México para desarrollar un plan de atención para estas mujeres vulnerables. Un mes después, cuando debía llegar la segunda entrega, los apoyos no llegaron.
En esa reunión, explica Arlene Palestina, el gobierno se había comprometido a cuatro puntos: entregar una tarjeta con 6 mil pesos de apoyo para tres meses (depósitos de 2 mil pesos); otorgar una despensa durante esos meses y ayudar a buscar un lugar para algunas de las trabajadoras que no tienen dónde quedarse.
“La intención era que todo bien, sin bronca”, dice la abogada sobre las negociaciones y el trabajo que han llevado desde la Brigada con el gobierno. “Hasta ahora habíamos ido trabajando bien, habíamos avanzado en lo de la credencialización del trabajo sexual”, comenta sobre trabajos previos junto con el gobierno.
<blockquote class=»twitter-tweet»><p lang=»es» dir=»ltr»>Brigada Callejera logró que la Secretaria de Gobierno local, respaldará con despensas, acceso a medicamento y pequeños apoyos de única ocasión a 300 trabajadoras sexuales cis y trans que son de la 3a edad, tienen enfermedades crónicas o se encuentran en dificultades extremas. <a href=»https://t.co/3RIBX3R5iY»>pic.twitter.com/3RIBX3R5iY</a></p>— Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer Elisa Mtz AC (@brigadaelisa) <a href=»https://twitter.com/brigadaelisa/status/1242292338447323137?ref_src=twsrc%5Etfw»>March 24, 2020</a></blockquote> <script async src=»https://platform.twitter.com/widgets.js» charset=»utf-8″></script>
Las alertas de la Brigada Callejera se levantaron el día el gobierno repartió las tarjetas. El pasado 4 de abril el gobierno citó a las trabajadoras en seis puntos de la ciudad para entregar las tarjetas junto con otras 750 despensas. Se apuntaron más de 3 mil 800 personas y las tarjetas no alcanzaron.
“Tan solo aquí había filas con 800 personas. Y los de gobierno que vinieron solo llegaban con 150 tarjetas. Después tenían que regresar por otras más y tardaban horas para traerlas. Mientras la gente estaba ahí, en el sol, formadas, esperándolos”, cuenta sobre ese día Arlene.
«La pobreza está cabrona con las trabajadoras sexuales. Muchas no tienen acta. No tienen Curp», dice. Para esta entrega de tarjetas la Brigada hizo un respaldo con los nombres de las trabajadoras que conocen y necesitan un apoyo. Pero muchas no los recibieron porque no reunían los papeles y los requisitos. «No entendieron el problema de fondo, se fueron con la documentación, sin filtrar».
Este lunes 27 de abril, la Brigada Callejera convocó a las trabajadoras sexuales de La Merced para repartir una segunda tanda de las despensas. No llegaron las que había prometido el gobierno. Al respecto, personal de la Secretaría de Gobierno de la ciudad aseguró que el acuerdo sólo abarcaba un mes y que se entregaron, tanto despensas como tarjeta, en marzo pasado.
Afuera de la oficina de la Brigada Callejera, a dos cuadras del mercado de La Merced, dos voluntarias de la organización, también trabajadoras sexuales, pasan entre las mujeres formadas diciendo: “¡Es hasta la 200, las que no tienen número no van a alcanzar! Es lo que tenemos. Chicas, las que ya no tienen número, por favor, retirémonos porque ya no alcanzamos a darles.
“Híjole, pus a ver si llegan mañana, ojalá”, dice una de las mujeres formadas. Usa un pants viejo y sucio, así como una holgada y haraposa camiseta de tirantes. “El mes pasado que dieron, yo vine pero no recogí. Llevo formada desde las 5, a ver si me toca. Sí me dieron tarjeta la vez pasada, pero no nos llegaron los fondos, contadas son a las que les llegaron”.
La respuesta de las autoridades capitalinas sorprende a los miembros de la Brigada Callejera. “No era así, pero ahora hay como una falta de compromiso y de respeto por parte de ellos”, dice la abogada Arlene. Por ejemplo, para dar atención a las mujeres que se quedaron sin un lugar para dormir el gobierno de la ciudad habilitó un deportivo como albergue en la delegación Cuauhtémoc. La demanda fue tanta que sólo duró cuatro días abierto. “Después de eso, ya estaban en pláticas para lo del albergue y lo han pospuesto, como que ya no saben qué hacer”
Al inicio de la jornada nacional de sana distancia, que determinó el cierre de los hoteles, el gobierno habilitó cinco hoteles para que las trabajadoras siguieran con sus labores, pero afuera de los hoteles siempre había una patrulla de policía que hostigaba a los clientes, acusan las mujeres.
“Actualmente, hay unos pocos hoteles que van abriendo y ahí hay algunos espacios. Otras se organizaron para que las que tienen casas las presten, y ahí. Muchas lo están haciendo en la calle, porque la demanda sí bajó, pero continúa, es el escándalo de que están cogiendo por todos lados”, cuenta Arlene.
En el 115 de la calle de Corregidora, donde está la oficina de la Brigada Callejera, las mujeres no dejan de hacer fila para ver si alcanzan una despensa. En un intento por organizarlas, Arlene grita mientras camina entre las filas, como si las pastoreara:
“No queremos ambulantes, o familiares, por favor, sólo trabajadoras sexuales. Yo las reconozco y sé quiénes son. Pidan que se retiren a las que son ambulantes, porque no van a alcanzar las despensas para todas. Mejor, a conciencia me retiro”, dice con voz sonora.
A su paso, las mujeres gritan e intentan mantener sus filas organizadas. Intentan guardar la distancia recomendada con bromas de por medio. Todas se ríen.
“Esto es histórico”, les dice Arlene. “Se quejaban de ustedes, de que no se saben poner de acuerdo. Ésa es la historia de la que el gobierno se agarra para decir que las putas no se saben organizar, que se lo toman todo personal ¡Hay que aprender a escucharnos y a organizarnos!”, grita.
“¡Con orden, que se vea! ¡Que les caiga el 20! No quiero escuchar de ‘ay que me gritó’ o ‘me empujó’. No quiero a nadie dándose besitos ni abrazándose, estamos en fase 3. Los vendedores (ambulantes) llevan años organizados y con muchos apoyos del gobierno, hay que empezar nosotras”.
Esa mañana la brigada logró entregar 300 despensas, 150 de ellas a mujeres de la tercera edad o madres solteras.
Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.
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