13 junio, 2024
La fuente de infección pudo haber sido la anestesia que se les aplicó antes de la intervención quirúrgica, esto de acuerdo con los médicos que atendieron a pacientes hospitalizadas en León
Texto: Yajaira Gasca Ramírez / Pop Lab
Ilustración: Juan José L. Plascencia
GUANAJUATO.- Tres mujeres de distintas edades fueron contagiadas de meningitis en el Hospital General de Guanajuato, aparentemente por una contaminación durante la aplicación de anestesia raquídea. Dos de ellas murieron y una más permanece hospitalizada en el Hospital de León.
Sin embargo, la Secretaría de Salud ha ocultado la información sobre estos casos. El coordinador de Comunicación Social de la SSG sostuvo que la reserva se debe a que hay una investigación en curso; la Jurisdicción Sanitaria 1 sostuvo que el tema no es de su competencia y COFEPRIS dijo no tener información al respecto.
Familiares de dos de las víctimas aseguraron que ambas ingresaron al hospital por su propio pie sin complicaciones graves; una de ellas fue intervenida para el retiro de un mioma benigno en la matriz, mientras que la otra fue sometida a una cesárea. De acuerdo con el acta de defunción, la tercera víctima sufría cáncer cervicouterino.
Médicos del Hospital de León informaron a las pacientes que fueron trasladadas a este lugar que la fuente de contaminación pudo haber sido la anestesia vía epidural o raquídea. Según el Protocolo de atención de los casos de infección fúngica del sistema nervioso central asociados a bloqueo neuroaxial de la Secretaría de Salud, publicado en 2022, “la mayoría de los casos reportados de meningitis aparecen en mujeres, ya sea en situaciones postoperatorias o en condiciones obstétricas donde hubo exposición a algún agente”.
Este protocolo surgió a raíz de los contagios que se registraron en el estado de Durango en noviembre de 2022. Según medios nacionales, 41 personas, en su mayoría mujeres, murieron y se reportaron al menos 80 personas contagiadas. El año pasado, también se registró un brote similar en dos clínicas de Matamoros, Tamaulipas.
El boletín epidemiológico del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica señala que en 2023, en Guanajuato, se reportaron 16 contagios de meningitis tuberculosa (11 mujeres y 5 hombres) y dos casos de meningitis meningocócica (un hombre y una mujer).
En 2022, el número acumulado de casos de meningitis tuberculosa fue de 22, mientras que no se reportaron pacientes con meningitis meningocócica. La diferencia entre ambos padecimientos radica en que, en el primer caso, el contagio surge en los pulmones y se disemina al cerebro, mientras que en el segundo, la infección puede ser causada por bacterias, hongos o parásitos, y se transmite de persona a persona o por medio de algún medicamento.
La hermana de Lucía (nombre ficticio) puede confirmar que ella llegó por su propio pie al Hospital General de Guanajuato el 3 de mayo a las 4:30 de la tarde, para ser intervenida al día siguiente, 4 de mayo, y retirarle un mioma en la matriz. Una biopsia realizada previamente, en una clínica particular, confirmó que era un tumor benigno.
El día previo a la operación transcurrió normalmente; pudo comer, estuvo acompañada en momentos por su hija y en otros por su hermana. Durmió tranquila y llegó el día de la cirugía.
Fue ingresada para la operación alrededor de las 12:30 y salió a las 17 horas. Su hija de 21 años estuvo acompañándola en su proceso postoperatorio durante un rato, y luego llegó su hermana, a quien Lucía le comentó que tenía mucho dolor de cabeza y mareo. Sus familiares aseguran que también presentó temblores y sudor frío constante.
El domingo, un día después de la operación, continuó con el dolor de cabeza, comió poco. Su hermana notó un color amarillento en su piel y en sus ojos, los cuales mantenía cerrados porque le molestaba la luz. Ella notificó al personal médico sobre el dolor de cabeza y las enfermeras sólo le ofrecieron algodones con alcohol para calmar el dolor.
También le sugirieron que le diera su apoyo para que tomara un baño y tal vez con esto su incomodidad mejoraría, pero esto no fue posible. Cuando la hermana de Lucía intentó apoyarla para levantarse de la cama, ella no pudo sostenerse en pie. Ese mismo día, vomitó sangre y no reconocía a sus familiares; los médicos ordenaron hacer estudios de glucosa y presión arterial.
La situación de Lucía siguió empeorando y ese día en la madrugada, un médico informó a su familia que tenía que ser trasladada al Hospital del León, pues no tenían el equipo necesario para atenderla con su estado de salud.
“Al parecer se contaminó”, le dijo un médico a la hermana de Lucía. Sin embargo, no le explicó de qué tipo de bacteria o virus se había contaminado, tampoco informó sobre la fuente de la contaminación ni su gravedad. En el camino a León, en la ambulancia, ella se dio cuenta del crítico estado de salud de su hermana.
En el Hospital de León, el médico que la recibió reclamó el estado de salud en el que fue enviada la paciente. La colocaron en el área de aislados, y su hermana pudo ver que en ese sitio ella estaba desorientada.
En este hospital pasó de terapia intermedia a intensiva porque su estado de salud fue empeorando. Dejó de reconocer por completo a sus familiares, tenía las manos moradas, mirada perdida, y llegó el momento en que tuvo que ser intubada. Se le practicaron estudios y fue en esta clínica donde le informaron a su familia sobre su diagnóstico: meningitis.
Uno de los médicos que atendía a Lucía le comentó que la posible fuente de contaminación pudo haber sido la anestesia epidural o raquídea que se le administró para el procedimiento quirúrgico, unos días antes.
Lucía duró seis días en agonía, entre dolores intensos y sin poder reconocer a sus seres queridos. Sufrió un infarto y después una hemorragia subaracnoidea, además de meningitis aguda bacteriana, según su acta de defunción.
Cristina coincidió con Lucía en el hospital el 4 de mayo; eran vecinas. La joven madre de 25 años llegó a la clínica para una revisión previa al parto de su tercer hijo; su fecha para la cesárea estaba programada hasta tres semanas después, pero el personal médico decidió anticipar su intervención.
Supuestamente, la mujer tenía la presión alta y esto podía generarle complicaciones. Su madre, Irene, aseguró que el 30 de abril le habían realizado estudios y no presentaba preeclampsia; sus niveles de glucosa estaban estables y tampoco tenía anemia. Su estado de salud era favorable.
“Mi hija llegó sana; el embarazo lo pasó bien, ni la presión alta, ni nada. Tenía 37 semanas de embarazo; le faltaban tres semanas. Su parto normal era el 19 de mayo; ese día iba a que le dijeran de los donadores de sangre y prueba piloto para donación de sangre. Le hicieron estudios el 30 de abril, le entregaron los resultados y todo salió bien”, recordó Irene.
La mujer embarazada fue hospitalizada y a partir de ese momento, su madre Irene perdió contacto con ella. El personal médico del Hospital General de Guanajuato le solicitó vendas. El bebé nació pero no le avisaron, y fue hasta las 4 de la mañana que tuvo información de Cristina.
Fue un médico quien se presentó y le explicó que su hija se encontraba en mal estado de salud. Le pidieron que algún familiar debía recoger al recién nacido, ya que su hija sería trasladada al Hospital del León.
Lo único que le informaron fue que estaba delicada, que después de la cesárea, la presión le bajó y tuvo una hemorragia, pero Irene asegura que el semblante del médico era de preocupación. Percibió que no le hablaba con la verdad, y cuando ella vio a su hija Cristina confirmó que era así, pues ella estaba ida; “tenía la mirada perdida”.
En el traslado a León, a Cristina le dio una convulsión y tuvo varias hemorragias, lo que le provocó una anemia, pero su problema de salud más grave fue el contagio de meningitis, que de acuerdo con médicos del Hospital de León, surgió en la aplicación de la anestesia durante la cesárea.
“Me dijeron que fue por el manejo de la anestesia o que el medicamento o el instrumental estaba contaminado del virus, porque cuando eso pasa se va directamente del torrente al cerebro y a la médula espinal”, señaló.
En el Hospital de León le hicieron estudios y fue ingresada a terapia intensiva por la gravedad de su situación. Con el tratamiento recobró el conocimiento, pero no recordaba nada; no podía hablar y tenía problemas para mover su mano y su pie derecho. Hasta después de una semana recordó a su madre.
“Le pusieron la terapia; empezó a caminar, terapia con pesas, ejercicio con bicicleta y de lenguaje, pero empezó a decir que le dolía mucho la cabeza. Le dijeron que a lo mejor necesitaba sus lentes, pero el dolor se intensificó. Le empezaron a hacer estudios y en la tomografía se veía la alteración, como un quiste”, explicó.
En una resonancia resultó que la joven tenía una acumulación de pus entre los dos hemisferios de su cerebro, “con los antibióticos se le hizo una bola de pus; era el desecho del virus que no se pudo desintegrar y se formó esa masa en el cerebro, que era una bomba de tiempo porque se podía infectar completamente el cerebro”.
La joven fue intervenida y se recupera; ya han pasado 11 días desde la operación, pero aún queda esperar para que el personal médico pueda determinar si está fuera de peligro y si no tendrá secuelas graves. Está consciente, puede hablar, come por sí sola, pero tiene algunos movimientos limitados. Sigue recibiendo antibióticos contra la meningitis para evitar riesgos.
La madre de la joven contempla denunciar la negligencia, pues ella y su hija perdieron el trabajo, pero además asegura que fue testigo de que otras mujeres fueron infectadas y murieron; “no quiero que le pase a nadie más”.
El artículo 113 de la Ley de Salud del Estado contempla actividades de vigilancia epidemiológica, de prevención y control de infecciones meningocócicas, como el caso de meningitis.
Ana Esperanza habría sido la primera paciente contagiada y fallecida por la contaminación en el Hospital General. Familiares de las dos pacientes atendidas por la misma causa en León sostienen que la mujer entró en shock 24 horas después de ser intervenida por un problema en la matriz.
De hecho, las tres mujeres convivieron durante la hospitalización, pero Ana Esperanza fue quien se agravó más rápidamente y perdió la vida la tarde del 5 de mayo. Su acta de defunción establece que la mujer, quien estaba a punto de cumplir 50 años, murió debido a un choque séptico, sepsis y cáncer cérvico uterino.
La sepsis es una afección que se produce cuando el sistema inmunitario del cuerpo responde de manera extrema a una infección, lesionando sus propios tejidos y órganos. En el acta, no se estableció el tipo de infección que afectó a la mujer; sin embargo, familiares de otras pacientes que estuvieron en la clínica cuando ella estaba internada aseguran que el personal médico señaló que se había “contaminado”.
“Cuando estaba ahí mi hija, la otra señora entró en shock y al doctor le dijeron, ‘ésta ya empezó igual que la otra’, o sea, con los mismos síntomas”, señaló la madre de una de las pacientes contagiadas.
Sobre los tres casos, la Secretaría de Salud se negó a dar una postura. El coordinador de Comunicación Social de la SSG, Mario de Alba de la Tejera, dijo que el Instituto de Salud Pública (ISAPEG) no daría declaraciones porque existía una investigación en curso.
Sin embargo, al ser cuestionado sobre las instancias que están investigando el caso, no informó cuáles o quiénes eran. Sobre el mismo caso, se buscó la postura del director de la Jurisdicción Sanitaria I, Juan Carlos González Araiza.
El médico explicó que los casos registrados en el hospital son reportados directamente al área de epidemiología estatal. De esta manera, el responsable de esta notificación es el director del hospital, José Juan Torres Hernández. Se solicitó una entrevista con él a través de Comunicación Social, pero la respuesta fue la negativa a la postura debido a la supuesta investigación en proceso.
La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) dijo que hasta el momento no hay información sobre el tema, ya que los asuntos de este tipo primero se notifica al área de Epidemiología.
Una fuente de Salud, informó extraoficialmente que el tema se está investigando en el área de Salud Pública a cargo de Pablo Sánchez Gastelum.
Este trabajo fue publicado en POPLAB que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Puedes consultar aquí la publicación original
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