Al combinarse la inflación preexistente con la interrupción de la producción y distribución de alimentos inducida por la guerra, se exacerban la inseguridad alimentaria y el riesgo de hambrunas, ya impulsadas por las sequías.
Texto: Corresponsal IPS noticias
La crisis mundial del costo de la vida, intensificada por la guerra en Ucrania, ha empujado a la pobreza en solo tres meses a 71 millones de personas en países en desarrollo, expuso en un informe divulgado este jueves 7 el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud).
Esta crisis del costo de vida está empujando a millones de personas a la pobreza e incluso al hambre a una velocidad vertiginosa, con lo que la amenaza de más disturbios sociales crece cada día”.
dijo Achim Steiner, administrador del Pnud
El impacto de esta crisis en la pobreza es notablemente más rápido que el de la pandemia covid-19, desatada a comienzos de 2020, según el informe del Pnud.
Más de dos tercios del aumento de 167 por ciento del gas natural durante el período de 12 meses que finalizó el 31 de mayo de 2022 se registró desde el inicio de la guerra el 24 de febrero de este año.
En petróleo crudo y sus dos principales productos refinados, gasolina y gasóleo para calefacción, el lapso posterior a la invasión representa entre la mitad y 60 por ciento de los aumentos anuales de precios, casi 40 por ciento del aumento anual del trigo y entre 60 y 75 por ciento de los aumentos anuales de precios del aceite de semilla de maíz y girasol.
“Este aumento de precios sin precedentes significa que, para muchas personas en todo el mundo, los alimentos que podían permitirse ayer, hoy ya no están al alcance” resumió Steiner.
El análisis, sobre 159 países, mostró que los efectos más devastadores e inmediatos del aumento en los precios de los productos básicos se sienten en los Balcanes, la región del mar Caspio y en África subsahariana.
Los países que se enfrentan a los impactos más difíciles de la crisis en todas las líneas de pobreza son Armenia y Uzbekistán en Asia central; Burkina Faso, Ghana, Kenia, Ruanda y Sudán en África subsahariana; Haití en América Latina; y Pakistán y Sri Lanka en el sur de Asia.
En Etiopía, Malí, Nigeria, Sierra Leona, Tanzania y Yemen, los impactos podrían ser particularmente severos en las líneas de pobreza más bajas, mientras que en Albania, Kirguistán, Moldavia, Mongolia y Tayikistán podrían ser todavía más severos.
El Pnud proyecta que, de los 71 millones de personas empujadas a la pobreza, 51 millones pueden caer en la línea de pobreza extrema, que el Banco Mundial fija en quienes subsisten con un ingreso inferior a 1,90 dólares por día, y 20 millones bajo un umbral de pobreza relativa, de 3,20 dólares diarios como ingreso.
Al combinarse la inflación preexistente con la interrupción de la producción y distribución de alimentos inducida por la guerra, se exacerban la inseguridad alimentaria y el riesgo de hambrunas, ya impulsadas por las sequías.
Se estima que 49 millones de personas en 46 países viven en condiciones cercanas a la hambruna, de las cuales 750 mil en riesgo inmediato de inanición, y de ellas alrededor de 75 por ciento en Etiopía y Yemen.
El informe recuerda que el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta una tasa de inflación en 2022 de casi seis por ciento en economías avanzadas, el más alto en cuatro décadas, y cerca de nueve por ciento en países en desarrollo y economías emergentes, la más alta desde la recesión de 2008-2009.
A medida que aumentan las tasas de interés, en respuesta a la altísima inflación, existe el riesgo de que se desencadene más pobreza inducida por la recesión, lo que exacerbará aún más la crisis, acelerando y profundizando la pobreza en todo el mundo, advierte el reporte.
Los países en desarrollo, que se enfrentan a reservas fiscales ya agotadas y a altos niveles de deuda soberana, así como a un aumento de las tasas de interés en los mercados financieros mundiales, “tienen por delante desafíos que no pueden resolverse sin la ayuda urgente de la comunidad mundial”, sostiene el Pnud.
Steiner insistió en que “esfuerzos internacionales pueden salvar vidas y medios de subsistencia, incluyendo medidas decisivas de alivio de la deuda; manteniendo abiertas las cadenas de suministro internacionales; y garantizando que algunas de las comunidades más marginadas del mundo puedan acceder a alimentos y energía”.
*Este texto fue publicado originalmente en IPS Noticias. Aquí puedes revisar el original.
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