25 septiembre, 2021
La empresa británica Savannah planea establecer en Portugal una mina a cielo abierto de 593 hectáreas para extraer litio. Alega que ahí no vive nadie, no hay nada. Pero no es así…
Texto: Francisco Norega*
Fotos: Isabel Mateos
COVAS do BARROSO, PORTUGAL.- En esta región al norte de Portugal se desarrolla una de las luchas más importantes de nuestra época. La empresa británica Savannah Resources plantea construir una mina de litio de 593 hectáreas a cielo abierto, convirtiéndose en la extracción de litio más grande de Europa. El resolutivo que dictará si se lleva a cabo o no la mina será anunciado el próximo 20 de octubre por la Agencia Portuguesa de Medio Ambiente (APA).
Atacada por las mentiras políticas, la población se moviliza y organiza para resistir contra el megaproyecto. Se llevó a cabo un campamento de información y discusión sobre el tema el pasado mes de agosto. Con generosidad, periodistas y activistas de España, México, Suiza, Francia y Portugal fueron recibidos por los pobladores. En el lugar han podido encontrarse y hablar con la población en resistencia, compartiendo sus luchas y rebeldías. Desde el 2018, los que resisten en las regiones y los territorios de Portugal se han indignado y levantado en contra de los diferentes proyectos de explotación de minas de litio y otros minerales o metales.
Las empresas han utilizado medios de comunicación locales y nacionales para controlar el discurso sobre la actividad minera y el uso del litio en las llamadas energías verdes, presentándoles de manera sistemática como solución sostenible. Algunos de esos artículos se venden como «reportajes», ocultando en realidad una peligrosa desinformación que sirve solo a las empresas.
El pasado 28 de agosto se publicó una larga entrevista en uno de los periódicos más grandes del país: Diário de Notícias. Republicado en el suplemento Dinheiro Vivo, la entrevista aparece en la portada de las dos gacetas. La entrevista de David Archer –patrón de la Savannah Resources– fue realizada por Joana Petiz, directora editorial del DV y subdirectora del DN. Es publicidad gratuita, sin mirada crítica, pero con tono paternalista e insultante, ridiculizando a los habitantes de Barroso que defienden sus territorios y sus vidas desde hace años.
Savannah Resources es la empresa que tiene la intención de aperturar la mina de litio de 593 hectáreas a cielo abierto en Covas do Barroso.
Ante el silencio de los medios de mayor difusión en Portugal sobre la lucha y resistencia de Covas do Barroso, hemos decidido someter esa entrevista a una verificación rigurosa de los hechos.
En su editorial, Petiz califica a Barroso como «una región cada vez más desprovista de personas y de capacidad para subsistir o diversificar sus medios de renta». Lo que ella clasifica como una «región moribunda» es en realidad clasificada por la FAO como Patrimonio Agrícola Mundial desde 2018 «con base en la forma tradicional de trabajar la tierra, de cuidar el ganado y la ayuda mutua de sus habitantes». Es la única región de Portugal con esta clasificación y una de las siete que existen en Europa. Gran parte de la región también forma parte de la Reserva de la Biosfera Transfronteriza Gerês-Xurés, creada en 2009.
En esta región, la “capacidad de subsistencia” y los “medios de renta” proceden en gran parte de la actividad agrícola y ganadera, especialmente de la raza Barrosã. Se trata de una raza bovina que ya estuvo en peligro de extinción, precisamente durante los periodos de mayor actividad minera en la región (mayoritariamente tungsteno extraído en galería hasta la década de los 80), y su carne es, según muchos, la mejor de Portugal.
La mayoría de los pueblos todavía tienen tierras comunales, los “baldíos”, que se siguen gestionando colectivamente. En muchas partes de Barroso también se conservan otras prácticas ancestrales de gestión colectiva del agua y otros recursos. En los pueblos que nos encontramos en la montaña, también podemos encontrar una dinámica vida asociativa y cultural.
Si bien es cierto que se trata de una región con una población envejecida y que ha ido perdiendo población en las últimas décadas, como de hecho casi todo el interior del territorio portugués, esta es cualquier cosa menos una región moribunda «desprovista de gente y de capacidad de subsistencia».
En la entrevista, David Archer asegura que la mina generará “unos 200 empleos directos y 600 indirectos”, cifras ya conocidas desde el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) presentado por la empresa y seguramente basadas en las serias previsiones de un reconocido especialista. Archer va más allá y sugiere que «en estos 200 directos estamos hablando de familias, por lo que el impacto de las personas que se benefician puede ser tres veces mayor».
Cualquiera que haya estado en Barroso y haya tratado de conocer a las poblaciones y su forma de vida, puede comprender fácilmente lo que representa una enorme cantidad de minas a cielo abierto para una región que prospera con la agricultura y el pastoreo.
Las explosiones, el polvo, el desvío de cursos de agua para uso de las explotaciones mineras y la contaminación de otros ríos son incompatibles con este estilo de vida. Más aún cuando hablamos de minas que estarán a tan solo 40 metros de las casas más cercanas, en el caso de la mina de Borralha, o a 200 metros, en el caso de la mina proyectada para Covas do Barroso.
En estos estudios y previsiones, se contabilizan puestos de trabajo procedentes no se sabe bien de dónde, pero no se cuentan las personas cuya subsistencia se ve amenazada por estos proyectos. Si todos los proyectos mineros para la región de Barroso siguieran adelante, ¿cuántos cientos de agricultores, pastores, ganaderos y apicultores, y sus familias, por supuesto, tendrían que abandonar el modo de vida que siempre han conocido?
Volviendo a los 200 puestos de trabajo… Si nos preguntamos cuáles son esos puestos de trabajo, y quiénes se beneficiarán de ellos, encontramos la respuesta en esta misma entrevista. David Archer dice que «se tratan de empleos especializados como enfermeros, geólogos, científicos ambientales, contables, técnicos informáticos, o sea, carreras de valor y con salarios por encima del promedio de la región». En otras palabras, ciertamente no esos cientos de familias que viven de la agricultura y la ganadería, sino gente del exterior.
Pero seguro que necesitarán mucha mano de obra no especializada para proyectos de estas dimensiones, ¿no? Archer aclara: «Estamos (…) en colaboración con numerosas empresas portuguesas (…) para desarrollar una mina inteligente, que se controla de forma remota con una serie de sensores de monitoreo ambiental, que provean información en tiempo real por aplicación, etc.»
Es decir, procesos automatizados, donde gran parte del trabajo es realizado o asistido por máquinas. Estas promesas de trabajo se utilizan para intentar comprar a la población local, pero ni siquiera son para ellos. Para ver en qué se convierten las promesas, basta mirar hacia la mina Lousas, en la vecina parroquia de Couto de Dornelas, de donde Felmica extrae cuarzo y feldespato desde 2008. Los puestos de trabajo no alcanzan… una docena.
En la entrevista, Archer afirma: “este proyecto (…) traerá demanda de viviendas, [tiene el potencial de] catalizar la reubicación de servicios públicos – escuelas, servicios de salud, oficina de correos, etc. La mina será parte de la solución para revitalizar esta región y revertir la desertificación y traerá mercado para los productos agrícolas, fomentará esas producciones y también otras actividades”.
Pero, finalmente, ¿cómo se puede revitalizar e invertir la desertificación de una región haciéndole agujeros? ¿Quién quiere vivir junto a enormes cráteres, junto a explosiones diarias de 720 kilos –en el caso de Mina da Borralha–, ver desde la ventana de su casa escombreras de casi 200 metros de altura, como planean hacer en Covas do Barroso?
Después de todo, ¿cómo se crea un mercado para los productos agrícolas y se fomentan estas producciones y actividades en una zona llena de minas? ¿Quién querrá comer carne de vacas que viven en medio de polvo, suelo y agua contaminados? ¿Quién logrará siquiera ser pastor o criar ganado en estas condiciones? ¿O apicultor? ¿O agricultor?
Las preguntas de Petiz conducen la entrevista de manera cómoda para el CEO, evitando cuestiones difíciles y críticas. Incluso compartió información sobre los fantásticos programas de Savannah con la comunidad: “Savannah Lithium también ha establecido fondos de compensación de 600 mil euros/año para trabajar junto con la comunidad y en programas de buena vecindad. ¿Cómo se va a materializar? «
A lo que Archer responde: «Podrían ser escuelas profesionales, acciones de promoción de negocios locales, formación, podría ser la compra de ambulancias». Porque, a sus ojos, las y los Barrosões son un montón de campesinos que se dejan comprar por cualquier cosa. Pero no es así.
Cuestionado acerca de la decisión final de la APA sobre el Estudio de Impacto Ambiental de la Mina de Savannah, Archer dice que “hemos presentado una propuesta responsable para el desarrollo sostenible” y que “no esperamos la desaprobación. Creemos que estamos haciendo un desarrollo responsable para avanzar en beneficio de todos los portugueses porque esto (…) es un activo que beneficia a todo el país ”. Afirma que existen una serie de mecanismos que garantizan «la mitigación progresiva de los efectos durante el período de explotación y al final de la vida de la mina» e incluso sugiere que, cuando la mina sea desmantelada, «el pozo se transformará en un lago para recreación o eventualmente en instalaciones que permitan la explotación de energías renovables ‘.
Tanto de una pieza como de otra, Savannah es presentada siempre como una empresa responsable y sostenible. Al leer esta entrevista, encontramos un maravilloso proyecto que beneficiará a “todo el país” y “todos los portugueses”. Todos menos los Barrosões.
Se realizaron 170 participaciones en el período de consulta pública del EIA, por parte de asociaciones ambientalistas y movimientos locales y por la Municipalidad de Boticas, con opiniones de muchos otros expertos sobre cómo el proyecto contamina el territorio y el agua y pone en riesgo a especies protegidas y a las poblaciones de la región. Pero para Petiz esto parece ser sólo un pequeño detalle, tanto que solo lo menciona, de pasada, al final de la entrevista de 4 páginas.
Asociado a esto viene la construcción de la imagen de una Savannah que quiere actuar en favor del bien común, defender nuestro planeta del cambio climático, y no buscar ganancias a cualquier costo. El empresario australiano “con particular experiencia en la minería de oro” nos cuenta:
“El desarrollo de la industria del litio nos ha aportado nuevas esperanzas de actuar verdaderamente a favor de la transformación contra el cambio climático. Y la movilidad eléctrica permitirá una increíble mejora de la vida en Europa, en nuestras ciudades, en la calidad del aire, con un impacto positivo en todos los ámbitos, reduciendo las emisiones de CO2. Y el litio es la materia prima que hace posible ese cambio. No se pueden fabricar estas baterías sin litio «.
Podríamos deconstruir este discurso explicando en detalle que los coches de litio no son sostenibles porque las baterías tienen una vida útil corta (entre 4 y 10 años), que puede ser aún más corta si la batería está expuesta a climas cálidos; que hay varias dificultades y obstáculos para su reciclaje; que el precio de estos autos es muy alto, siendo solo accesible para una pequeña élite; que la «transición energética» y la «movilidad eléctrica» siguen basándose en la lógica del coche individual, siendo nada más que una transformación tecnológica que beneficia a los mismos de siempre, y no un cambio de paradigma, como sería la creación y el refuerzo de las redes de transporte colectivo y la recuperación de tecnologías como los tranvías, que existen desde hace más de un siglo y no necesitan baterías para funcionar.
Pero más importante que esto es verificar esta afirmación de David Archer de que «el litio es la materia prima que hace posible este cambio» y que «estas baterías no se pueden fabricar sin litio». ¿Es así?
China recientemente fue noticia en varios periódicos nacionales e internacionales por estar buscando una «alternativa viable» al litio debido a su «escasez y su precio y demanda crecientes». El desarrollo de baterías de sodio ya está en marcha.
Según la empresa china CATL, “las baterías de iones de sodio proporcionan recargas de hasta el 80% de su capacidad en tan solo 15 minutos y prometen una alta densidad energética y una buena estabilidad térmica en diversos escenarios. Este último aspecto es especialmente importante y una ventaja sobre el litio, que pierde rendimiento cuando hace demasiado calor o demasiado frío ».
El primer lote de baterías de sodio a gran escala está programado para 2023, adelantándose a la fecha prevista por Archer para que la mina Savannah esté plenamente operativa, 2024.
Pero hay más alternativas. El episodio 30 del programa Biosfera de RTP2 trata de las baterías ecológicas, alternativas al litio. Hablan con investigadores de diversas universidades que explican los distintos tipos de baterías que ya han desarrollado: baterías de flujo, baterías de vanadio, baterías que combinan sal y sosa cáustica, entre otras.
Se tratan de baterías no inflamables ni tóxicas, o que son más duraderas y utilizan materiales de fácil reutilización y reciclaje, o todo al mismo tiempo. Más eficientes y menos perjudiciales para el medio ambiente que cualquier batería de litio disponible en la actualidad.
Maria Helena Braga, investigadora y profesora de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Oporto, ha desarrollado una batería que utiliza sal y sosa cáustica para almacenar energía y, al mismo tiempo, autocargarse. Esta batería combina capacitancia negativa y resistencia negativa en la misma celda, lo que le permite autocargarse sin perder energía. La investigadora advierte, aún así, que esta “no es una máquina perpetua de suministro de energía”. Sin embargo, María Helena todavía tiene en casa la primera batería que produjo, y la utiliza como suministro continuo de electricidad desde el verano de 2015. Es decir, aunque no sea una fuente con un tiempo infinito, “su autocarga ya ha durado 5 años», explica la periodista.
Pero si disponemos las tecnologías necesarias para producir teléfonos móviles, ordenadores y coches con baterías más sostenibles y duraderas, ¿por qué estas no se introducen en el mercado?
Maria Helena Braga lo explica:
“Lo que he aprendido en los últimos años (…) es que esto no depende de la ciencia, depende mucho más de la industria. La industria tiene que venir, tiene que pagar, tiene que tener el equipo, tiene que construir una fábrica… (…) Lo que pasa es que las industrias han invertido mucho en el ion de litio. (…) Otro punto que pongo ahí: las empresas de baterías tienen que vender baterías, si duran mucho tiempo sin tener que ser reemplazadas, la industria pierde. Nosotros ganamos como consumidores, gana la naturaleza, pero la industria… »
Otro argumento con el que David Archer defiende su mía es que “Es mejor producir según las leyes europeas del medioambiente, mucho más duras y serias en Europa, y en un contexto político de liderazgo por la sostenibilidad (…) que ir, por ejemplo, a la República Democrática del Congo «.
Joana Petiz, que entrevistó a David Archer, refuerza la idea en su editorial: “una operación minera limitada por estrictas reglamentaciones europeas siempre tendrá todas las ventajas sobre un proyecto desarrollado en una región del planeta donde el dinero habla más que cualquier precaución – ambiental, de desarrollo económico e incluso derechos humanos”.
Un tono de desprecio arrogante, paternalista y colonialista hacia otras regiones del planeta. Como si en Europa el dinero no hablara más fuerte que cualquier precaución medioambiental y que los derechos humanos. Como si en Europa no hubiera también catástrofes medioambientales como consecuencia de la negligencia de empresas y gobiernos. Como si en 2010 no hubiera habido un desastre de lodos tóxicos en Hungría. Como si en Almaraz, a orillas del río Tajo, no hubiera una central nuclear cuyo cierre se pospone repetidamente a pesar de los frecuentes accidentes.
Como si hace tres o cuatro años, en Portugal, no se hablara de la prospección de gas de esquisto y de la extracción de petróleo en las costas de Alentejo y Algarve. Como si una gran parte de Andalucía, y ahora también del Alentejo, no estuviese entregada a producciones agrícolas intensivas que chupan el agua ya tan escasa en estas regiones, y emplea a personas migrantes en condiciones que no respetan los derechos humanos más básicos.
Como si los ayuntamientos no cometieran delitos ambientales, violando las leyes y reglamentos ambientales para determinadas intervenciones, con la connivencia de la propia Agencia Portuguesa de Medio Ambiente (APA), que supuestamente debe hacer cumplir estas leyes – como sucedió con la destrucción y el terraplenamiento, hecho por el Ayuntamiento de Coimbra, de la franja ribereña del río Mondego entre Rebolim y Portela, destruyendo galerías ribereñas que son ecosistemas protegidos. Como si la APA no aprobara proyectos que incluso los tribunales reprueban, como es el caso del aeropuerto de Montijo, cuya Declaración de Impacto Ambiental emitida por la APA fue arrasada por un juez del Tribunal Administrativo de Almada por “ignorar de forma evidente y manifiesta los impactos ambientales, tanto en la fase de construcción como en la de explotación, sobre zonas sensibles legalmente protegidas, de importancia nacional, comunitaria e internacional ».
Como si aquí tan cerca, en Touro, Galicia, en una mina de cobre que fue desactivada en los años 80, no continuasen a ocurrir drenajes ácidos que siguen contaminando el agua de la zona.
Lo más ofensivo de todo son los insultos contra quienes luchan contra la destrucción de alrededor del 10% de nuestro territorio por la minería de litio a cielo abierto, planeada por el gobierno en complot con la Comisión Europea y las empresas mineras, e otro tanto del territorio por la extracción de otros minerales.
Petiz nos llama “supuestos ecologistas” en “guerras huecas y egoístas” – “Marchas contra palas eólicas que matan pajaritos, protestas contra represas que estropean el ecosistema, levantamientos populares que arrasan con paneles solares que calientan el aire”. «El pueblo se manifiesta a favor de las energías limpias, pero se opone ferozmente a todos los medios que las hacen posibles».
El pueblo no está en contra de las energías limpias. El pueblo está en contra de destruir los territorios, las formas de vida de las poblaciones y las generaciones futuras, con el pretexto de una energía supuestamente “limpia” que no lo es. Sin consultar ni siquiera informar a la población local. Todo para que, en este caso, una pequeña élite urbana pueda desplazarse de un lugar a otro sin cargo de conciencia, sin preguntarse qué pasa con las regiones de donde proviene la materia prima, ni qué va a pasar con las baterías de litio al final de su vida útil.
En la entrevista, Petiz pregunta en un momento dado: «Siendo el litio esencial para la transición energética defendida por estas organizaciones, ¿ve usted esta oposición a la extracción del litio aquí como una cuestión de «no en mi patio trasero»? Archer responde: «No me parece correcto que los consumidores quieran electricidad verde, pero no quieran involucrarse en la materia prima necesaria para alimentarla».
David Archer desestima los movimientos y manifestaciones recientes diciendo que «gran parte de lo que son estos movimientos y muchos manifestantes vienen de Francia y otros países, forman parte de un grupo antidesarrollo que protesta contra todo tipo de proyectos».
Si miramos el Campamento en Defensa de Barroso, en Covas, vemos que participó gente de todo Barroso y de todo el país -de ciudades y otros pueblos y localidades con movimientos antimineros- de varios partes de la Península Ibérica, de Suiza, de México y, sí, también de Francia. Estuvieron presentes porque muchos también están enfrentando megaproyectos en sus regiones y están interesados en conocer lo que sucede en otros lugares y apoyar las otras luchas. Porque saben que estos problemas no son sólo problemas en su patio trasero, sino problemas comunes a toda la humanidad, en todas las partes del mundo.
En Barroso hay una creciente movilización y resistencia a los distintos proyectos mineros de la región, especialmente fuerte este mes de agosto. Ambientalistas, periodistas y muchas otras personas han visto el pueblo y la región con sus propios ojos, han conocido a su gente y su lucha, así como otras luchas vecinas también presentes, y las han llevado a sus pueblos y ciudades, a sus propias luchas.
Antes, durante y después del campamento, mientras los medios convencionales portugueses permanecían más o menos callados sobre esta iniciativa, se publicaron reportajes en el Estado español, México [1 y 2], Turquía, Alemania [1, 2, 3 y 4], Francia, País Vasco, Mozambique e Indonesia. En el pasado, la televisión francesa ARTE e incluso Euronews ya habían publicado reportajes en profundidad sobre el tema.
Estas dos piezas y las portadas de DN y Dinheiro Vivo son una maniobra necesaria para que el sistema afronte la creciente movilización en Barroso. Una maniobra desprovista de ética periodística para intentar controlar la narrativa del litio y de la minería, ensalzando lo espectacular y verde que será, todo en nombre de la “transición energética”, la “movilidad verde” y un mundo más sostenible, nunca en nombre del interés y beneficio de un puñado de particulares.
La verdad es que les asusta la unidad y determinación del pueblo Barrosão en la defensa de su territorio.
Tratan a Barrosão como una región moribunda que necesita ser salvada por los señores iluminados de las ciudades desarrolladas. Escondido detrás de los hermosos discursos está el deseo de destruir un paraíso en la Tierra en nombre de la codicia de media docena de inversores y directores ejecutivos. Y, en algún otro lugar subdesarrollado o moribundo que nadie conoce, nace también un cementerio de baterías “verdes” llenas de sustancias tóxicas y contaminantes, que nadie sabe cómo reciclar.
La mayoría de los argumentos que utilizamos aquí se pueden encontrar fácilmente en una búsqueda rápida. Petiz dice que «no es seria ni responsable la actitud de quienes se comportan así» [que contestan el litio]. Lo que no es serio es su labor como supuesta periodista. Petiz trata a los Barrosões como idiotas, pero es ella la que pasa por ignorante.
Este trabajo fue publicado originalmente en http://guilhotina.info Lo reproducimos con autorización del autor.
Adaptación y traducción al castellano por Carlos Soledad y Agatha Floriano
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