Andrés Manuel López Obrador ha sido uno de los actores clave en la construcción de la democracia mexicana. Pero el 2018 sólo fue un cierre de varios ciclos históricos. En entrevista, el periodista Ernesto Núñez habla del libro que escribió en coautoría con el titular del INE y desglosa los retos de una democracia que sigue evolucionando
Texto y fotos: José Ignacio De Alba
CIUDAD DE MÉXICO.- En la elección presidencial de 2018, el titular del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova, tenía preparado un discurso por si los resultados en las urnas eran cerrados y no se podía dar a conocer un ganador. La idea era prevenir lo que 12 años antes había provocado una grave crisis política, cuando el entonces titular del organismo electoral, Luis Carlos Ugalde, no pudo dar una explicación clara sobre la competida elección entre Andrés Manuel López Obrador y Felipe Calderón.
El discurso con el que Córdova buscaba calmar las aguas decía esto:
“Como puede observarse, de acuerdo con la estimación del conteo rápido, los rangos de votación obtenidos por los dos candidatos más votados se sobreponen, razón por la cual no puede confirmarse con base en este ejercicio una tendencia de votación clara y estadísticamente indubitable a favor de alguno de ellos […] Estos son momentos muy delicados de la vida democrática del país, en los que se requiere una gran responsabilidad de los actores políticos y de la ciudadanía en general”.
Pero no fue necesario. Aquel 1 de julio, Andrés Manuel López Obrador arrasó en las elecciones con más participación en la historia de México. Antes de que cerraran las casillas la elección ya estaba definida. La diferencia entre el primero y el segundo lugar era demasiado amplia: López Obrador obtuvo el 53.19 por ciento de los votos, contra el 22.27 por ciento del panista Ricardo Anaya, su más cercano competidor.
El testimonio inédito de Lorenzo Córdova en aquella jornada histórica se puede leer en el libro La Democracia no se construyó en un día (Grijalbo, 2021) que el consejero presidente del INE escribió con el periodista Ernesto Núñez. Aunque en realidad, advierte el libro en su introducción, “no es una obra en coautoría, sino dos libros en uno”.
Un libro de ensayos escritos por el funcionario y otro de crónicas escritas por el periodista. Dos miradas distintas de un momento histórico.
El próximo 1 de agosto, el presidente López Obrador volverá a probar su popularidad con la consulta ciudadana promovida por su partido para “esclarecer las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos”, según la definición que la Suprema Corte de Justicia hizo de lo que popularmente se entiende como un “juicio a expresidentes”.
El INE, por su parte, someterá a prueba su capacidad organizativa, dos meses después del proceso electoral más grande de la historia (por el número de cargos en competencia), y que abiertamente confrontó al presidente del país con el organismo electoral.
A unos días de que el sistema electoral mexicano estrene el mecanismo de Consulta Popular (una herramienta promovida por el propio López Obrador desde hace más de dos décadas), Ernesto Núñez conversa con Pie de Página sobre su libro, la historia política del país y los retos que aún tenemos enfrente.
—Mucho del libro gira en torno al 2018, ¿qué significa ese año para la construcción de la democracia?
—Ese año cerró un ciclo de 50 años. Si tomas en cuenta el movimiento estudiantil del 68, ese fue el año en que los jóvenes y la gente en este país dijo ya basta al régimen autoritario, que además es asesino, dictatorial y brutal. También se cierra un ciclo de 40 años, si vemos en la reforma política del 77, un poco el despertar del régimen, cuando (Jesús) Reyes Heroles convence a (José) López Portillo de hacer una Reforma Política y sacar al partido comunista de la clandestinidad. Fue cuando se abrieron las puertas a los plurinominales, a las fuerzas políticas minoritarias. Y también se cierra un ciclo de 30 años, si ves en el 88 el momento en el que la oposición empieza realmente a crecer; Cuauhtémoc Cárdenas le mete un susto al PRI y comienza un pluralismo más claro.
Ernesto Núñez es un periodista especializado en temas políticos y en la cobertura electoral. Trabajó 28 años en el diario Reforma, y ahora es asesor en el Instituto Nacional Electoral y columnista en Pie de Página y Aristegui Noticias. Acepta que el libro que escribió con el presidente del INE “no es inocente”. Pero también reclama que desde los sectores lopezobradoristas se ha desconocido la historia previa a la llegada de López Obrador a la presidencia, “como si ese día hubiera nacido la democracia”.
Incluso, dice, “se pone al INE como a uno más de los derrotados, cuando el INE fue un actor central que permitió que hubiera esa elección”.
La Democracia no se construyó en un día coloca al 2018 como el cierre de varios ciclos históricos.
Desde la mirada del periodista, que siguió de cerca ese año la campaña electoral de López Obrador, el triunfo de su movimiento fue posible no solo por el gran arrastre del político, sino porque “no había condiciones, y hasta la fecha sigo sosteniendo que no hay condiciones, para hacer un fraude electoral como los que había antes”.
Del mismo modo, dice, hay que reconocer que “López Obrador se mete en las elecciones, pero lo hace de forma abierta en la mañanera, no es alguien que esté maniobrando con los programas sociales y cosas así, como sí lo hicieron Calderón, Peña y Fox. Lo que tenemos no es obra del INE ni de Lorenzo, si no de nosotros como sociedad”.
En diciembre de 2012, en el segundo día de presidencia de Enrique Peña Nieto, se firmó en el Alcázar del Castillo de Chapultepec el “Pacto por México”, una serie de acuerdos entre cuatro las principales fuerzas políticas de entonces: el Partido de la Revolución Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM).
Bajo el Pacto, recuerda Ernesto Núñez, “el gobierno de Peña Nieto logró que el congreso aprobara leyes que beneficiaron a su partido. También los otros partidos lograron, cada uno, sacar leyes que les interesaban. Entre ellas, una Reforma Electoral que buscó atajar los saldos negativos de las elecciones del 2012, cuando hubo una intervención clara de los gobernadores en los comicios, además, donde se señaló al PRI por la utilización de tarjetas Monex para comprar votos y se acusó que las grandes televisoras maniobraron a favor de la candidatura de Peña Nieto”.
—El INE es producto del pacto por México, ¿crees que justamente por eso hay una animadversión por parte de AMLO al Instituto Nacional Electoral?
— El Pacto por México es la génesis del INE, si tú quieres una génesis incómoda para varios, empezando por los propios consejeros del INE. Pero más allá del Pacto por México, Andrés Manuel López Obrador ha tenido desconfianza a las autoridades electorales desde que inició su carrera como político.
Núñez recuerda que en 1995 López Obrador acusó a Roberto Madrazo de hacerle fraude en Tabasco. “Fue una elección completamente inequitativa. Andrés Manuel presentó suficientes pruebas de ello, las trajo al Zócalo en cajas. Sin embargo, las autoridades electorales decidieron no anular esa elección”, relata.
En 2006, también ocurrió “una especie de conspiración encabezada por el presidente de la República, llamado Vicente Fox” para eliminar a López Obrador de la carrera por la presidencia. La prueba más clara de esto había sido el fallido intento de desafuero de López Obrador en 2004, cuando era jefe de gobierno de la Ciudad de México. Pero para las elecciones de 2006, dice el periodista, maniobraron gobernadores, empresarios y la iglesia católica.
En 2012 “no hubo fraude a la antigua, lo que hubo fue una defraudación de la voluntad popular, en el sentido de que hubo una serie de intereses que conspiraron para frenar a López Obrador”.
Ahora, dice, es evidente que hay una animadversión del presidente a las autoridades electorales, y “el hecho de que el INE y los consejeros salieran del Pacto por México también es un elemento más”.
Desde su perspectiva, sin embargo, las elecciones presidenciales de 2018 y las elecciones intermedias de junio pasado debieron darle al presidente su voto de confianza al Instituto.
“Hay elementos suficientes para darse cuenta que el INE lo mismo te hace ganar a 11 candidatos de Morena, que te hace ganar a 8 de la oposición de la Ciudad de México. Este INE te garantiza que va a ganar el que tiene más votos”, insiste.
Para Núñez, López Obrador es uno de los principales actores de la evolución de la democracia en México. Desde las protestas en Tabasco a la ocupación de Paseo de la Reforma en 2006, con cada protesta por un fraude fue obligando al sistema a perfeccionarse.
“A cada uno de estos movimientos correspondió a una reforma que perfeccionó al sistema. Por eso insistimos en que la democracia no se construyó en un día, tiene que ver con esta construcción de reformas”, explica. “Y la reforma de 2014, sin ser perfecta, sí puso al sistema electoral en condiciones de arbitrar una elección donde las probabilidades de que haya un fraude son mínimas”.
Esa reforma de 2014, insiste, logró que el sistema electoral acumulara “lo mejor surgido de las reformas anteriores”: un sistema de monetización robusto después del caso Monex, un modelo de comunicación muy regido después de la elección del 2006, un sistema de resolución de las quejas de los partidos mucho más aceitado después de lo que pasó en 2006 y en los años anteriores. Es lo que permitió que, a las elecciones de 2018, el INE llegara “casi perfecto”.
—La democracia no se construyó en un día, pero tampoco la construyó el INE…
—Claro, a ver yo creo que ha habido una madurez política de la ciudadanía; de los medios, de la academia y se ha creado un contexto de exigencia para las instituciones como el INE. Pero el INE no puede hacer lo que quiera, hay una exigencia de los propios actores políticos, pero también de la sociedad. De qué estaríamos hablando ahorita si el INE se viera como otras instituciones que están absolutamente sometidas al poder presidencial, instituciones que se supone son autónomas. Te pongo el ejemplo de la Comisión Nacional de Derechos Humanos: ¿qué ha hecho la CNDH en todos estos años? ¡Desaparecer! ¿Querríamos un INE así? ¡Claro que no! Los primeros en reclamarlo serían los ciudadanos.
Para el periodista, es sano que el Instituto Electoral sea “adversario” del partido en el poder. Eso permite independencia y contrapesos reales. Y es mucho mejor que lo que había en 2014, cuando el partido mayoritario era el PRI y llevaba mano en la elección de consejeros. Entonces, “el presidente tenía que ser avalado por todos”, dice.
“Esa es una regla no escrita que funciona desde José Woldenberg, Jaqueline Peschard, Lujambio, los grandes santones del IFE del 96, cuando se ciudadanizó por primera vez el órgano electoral. No te creas que llegaron químicamente puros. También fueron parte de un acuerdo cupular, como los ciudadanos antes de ellos también fueron parte de un acuerdo cupular. Sí. Porque así se construyen las instituciones en una democracia participativa”.
El INE se inauguró en 2014, pero en apenas en un año tuvo que organizar elecciones en varias regiones del país, en algunos casos como Guerrero el ambiente estaba crispado después de la desaparición de 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa. El 2015 era un torbellino político. Algunos escándalos de corrupción del gobierno de Enrique Peña Nieto ya habían salido a la luz, como el caso de la “Casa Blanca”. Además, la Reforma Educativa encontró oposición en varios lugares del país, incluso en algunos estados hubo un intento de suspender el proceso electoral.
Pocos días antes de la elección intermedia de 2015 se filtró a distintos medios de comunicación una conversación privada entre el presidente del INE, Lorenzo Córdova, y Edmundo Ríos, secretario ejecutivo del instituto. En la llamada, Córdova hace referencia a una reunión con representantes indígenas, hace comentarios racistas y se burla de ellos. La publicación del audio provocó un sismo en el recién inaugurado Instituto Nacional Electoral.
Sobre ese tema, relatado en el libro, Núñez reconoce que la llamada “sí contiene estos comentarios fuera de tono e inapropiados”. Sin embargo, los audios “forman parte de un acto ilegal, que es el espionaje, la intervención de las comunicaciones privadas de un funcionario público”.
Un elemento importante que Córdova narra en el libro es que en ese momento se habían aplicado multas muy fuertes al Partido Verde, un partido muy ligado a las televisoras. Tanto, que los periodistas hablaban de una telebancada.
“En política no hay casualidades”, dice Núñez. “Había una intención clara de desacreditar al árbitro electoral en ese momento utilizando una herramienta ilegal que es el espionaje telefónico”. Pero eso nunca se investigó. Y la denuncia ante la PGR (hoy Fiscalía General de la República) “ahí sigue archivada.”
La historia sirve para analizar el momento actual. Y el papel del INE en las pasadas elecciones, que fue muy cuestionado por el presidente y su partido.
“Es mucho más fácil desprestigiar al órgano electoral que admitir que no puedes controlar a tu partido”, dice Núñez.
“Creo que también hay una estrategia: ‘culpo al INE de mis errores’. incluso para Mario Delgado, que es un personaje que no es muy popular en la base de Morena, resulta muy cómodo culpar al INE. Eso le sale gratis”.
—¿El presidente López Obrador ha minado la confianza que tiene la gente hacia el INE?
—Hasta el momento no lo ha logrado. Antes de la elección, según la encuesta de INEGI, la de cultura cívica, es una encuesta nacional, en la pregunta “¿Qué tanta confianza tiene usted en el INE?”, el 65 por ciento dice “le tengo confianza o mucha confianza”. Después de dos años de golpeteo desde la mañanera, después de las elecciones del 6 de junio, según una encuesta de El Financiero esa confianza subió hasta el 70 por ciento. Entonces creo que no se ha logrado.
—¿La gente tiene cada vez más confianza en el INE?
Cuando conoces el sistema electoral ya de fondo, te das cuenta de que el sistema electoral no es el INE, es la ciudadanía. Las elecciones no las hace Lorenzo Córdova, ni el INE, las hace la ciudadanía. El INE es el gran organizador, el gran convocante. Yo creo que la ciudadanía cree más en sí misma.
—¿Qué opinas sobre la consulta popular? ¿Ayuda?
—Creo que es un ejercicio en el que vale la pena en que se participe y que tendrá, sobre todo, un carácter simbólico. No tendrá utilidad en términos legales. Pero sin duda pues sí reflejará que en este país hay un anhelo de justicia. Hay una cosa importante, estamos acostumbrados a la democracia representativa, es decir elegimos a alguien que tome decisiones por nosotros, pero estamos poco acostumbrados a que nuestra opinión se refleje directamente en una decisión pública. Y hay un problema de cómo dejó la Corte la pregunta, es que es muy ambigua, nadie entiende qué repercusión va a tener eso, si eso se va a traducir en un juicio a expresidentes. Se ve complicado. Pero sin duda como tema de participación ciudadana es un buen ejercicio y creo que sí hay que participar.
En todo caso, dice el periodista, este es “como un gran ensayo” de lo que puede ser una importante herramienta de participación ciudadana.
“Ya ha habido consultas con leyes, pero a nivel estatal. No como las consultas patito de inicio de sexenio. Es la primera vez que hay una consulta legal, con estos parámetros. Ahora la reforma al artículo 35 establece que todos los años se puede hacer una consulta popular. En una lógica de una democracia que evoluciona y que se va desarrollando a base de ensayo y error yo diría que la consulta popular es un paso importante más hacia el perfeccionamiento de la democracia”.
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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