Este domingo zarpa la Global Sumud Flotilla rumbo a Gaza, con medicamentos y alimentos para la población de Gaza. Se trata de 50 embarcaciones y representantes de 44 países, entre ellos México. Pie de Página platicó con una de los seis connacionales que participa, sobre sus motivaciones sus ideas, y lo inédito de esta iniciativa
Texto: Lydiette Carrión
Foto: Global Sumud Flotilla
Es la víspera del viaje, en Barcelona. Al día siguiente, domingo, cientos de personas provenientes de 44 países, historias y perspectivas se embarcarán con el fin de llegar a Gaza y romper el cerco que ha impedido la entrada de alimentos, medicina y ayuda humanitaria a la franja de Gaza. Esta iniciativa es inédita en la historia del activismo por la paz y los derechos humanos, frente a lo que diversos expertos consideran ha sido un genocidio transmitido en vivo y directo por medio de redes sociales, y con la inacción de la inmensa mayoría de los Estados. Quienes han protestado en Europa y países de primer mundo han sido además acusados de ser terroristas. ¿Quién decide exponer su seguridad, por llevar medicamentos y alimentos a Gaza? En Pie de Página platicamos con una de las seis personas mexicanas que fueron seleccionadas.
Su nombre es Sol González Eguía, psicóloga social y clínica. Tiene una maestría en Estudios de Paz y Mediación de conflictos. Ella insiste en que la noticia es la población de Gaza, la cual está sometida a una hambruna reconocida incluso por la ONU, el bombardeo indiscriminado de su población por parte del estado de Israel, lo que, según organizaciones internacionales, ha implicado que el 87 por ciento de las víctimas mortales sean civiles, según las propias cifras de Israel. Es la guerra con la mayor cantidad de niños amputados, asesinados y huérfanos. El conflicto moderno con el mayor número de periodistas y médicos asesinados. Sin embargo, en México, en algunos sectores se cuestionan por qué ir. Para qué ir, si México tiene su propia carga de problemas. Es por eso que se le pregunta a Sol qué la llevó a, literalmente, “embarcarse”.
–¿Cuál ha sido tu trayectoria antes de Gaza?
–Soy psicóloga social, clínica, y tengo una maestría en estudios de paz y mediación de conflictos, en Bradford, Reino Unido.
Sol estudió psicología en la Universidad Iberoamericana. Ahí relató la forma en la que conoció diversas iniciativas y recibió invitaciones para trabajar en campos de refugiados. En 1993, cuando tenía alrededor de 20 años y todavía era estudiante, viajó a la frontera sur de México para conocer y ayudar en los campos de refugiados donde personas guatemaltecas llegaban, tratando de salvar la vida; ya que en aquel entonces, muchos pueblos indígenas y campesinos guatemaltecos fueron arrasados y exterminados en un genocidio cometido por el gobierno militar, que en ese entonces buscaba acabar con los diversos movimientos armados de izquierda.
“Fue una etapa que me marcó absolutamente la vida. Ya no hubo vuelta atrás».
«En el momento en que pisé el primer campamento de refugiados… de hecho llegué casi por accidente. En la Ibero (Universidad Iberoamericana) estaban convocando para ir a la sierra Tarahumara… pero entre tanta confusión me depositaron en un campo de refugiados guatemaltecos. Empecé a escuchar las historias de la gente. Historias muy impactantes, dolorosas. Pero lo que más me impactaba era el sueño por la vida. El sueño de volver a Guatemala, de reconstruir la vida… En la primera página de mi bitácora, escribí algo así como: ‘este es mi lugar, de aquí soy’. No me sentía fuera de lugar, sabía que todo tenía sentido en ese lugar. Todo lo que estaba pasando ahí me parecía tan relevante, tan vivo, tan digno, que sólo ser testigo de ese proceso me pareció tan profundo…”.
Fue así que Sol dejó la escuela por un par de años, hasta que los propios jesuitas la «corrieron» de los campamentos, y le dijeron que debía regresar a terminar la universidad. “Yo regresé en el 95, pero no quería dejar el lugar”.
Después de titularse como psicóloga social por la Ibero, Sol, movida por el mismo compromiso que halló en los campos de refugiados, viajó a Europa a hacer un posgrado en estudios de paz. “Conocer Europa te da otra perspectiva, sobre el racismo, el clasismo, las ideas coloniales. Era muy fuerte conocer la forma de pensamiento europeo, tan desprendida del pensamiento del sur global.
“Estuve trabajando en Sri Lanka, en Bosnia, la posguerra con toda su crudeza. Donde puedes ver las consecuencias que tiene la guerra. El manejo del trauma. En Bosnia (pude ver) la crítica que hacían ellos (los europeos) hacia (la población sobreviviente). Aunque Bosnia es Europa y es blanca, pues es también musulmana, y yo podía ver cómo Europa imponía ideas muy occidentales, coloniales, de ‘vamos a promover la paz y el perdón’, que son imposiciones, sin respetar sus tiempos, sus ideas, sin dar tiempo de sanar.
“Luego, dirigí un proyecto en la sierra mazateca… por 13 años, hasta la pandemia. Nos tocó antes del narcotráfico y cuando entró el narcotráfico en la zona. Fuimos testigos de la pobreza extrema que se vive en el zona… hasta que llegó la pandemia y ahí entramos en procesos de mirar la salud mental desde el internacionalismo, el cuestionar cómo hacer accesible la salud mental… estaba yo en eso cuando pasó lo de Gaza.”
Desde la maestría en Londres, Sol conocía la situación palestina. Allá tuvo amigos y compañeros tanto palestinos como israelíes y conocía sobre el conflicto. “Hay una absoluta conciencia de que este pueblo ha resistido 70 años de colonialismo, que les han arrebatado todo de maneras muy impunes. Pero cuando pasa lo del 7 de octubre sabíamos que venía muy fuerte. Era muy obvio que… desde el día uno sabía que la retaliación iba a ser desproporcionada. Porque suele ser así.”
Es decir, Sol previó que los bombardeos a la población (se debe insistir en que el bombardeo indiscriminado es contrario a los estándares internacionales) ni la violencia de la respuesta israelí.
“A mi en lo personal no me sorprendió la respuesta (de Israel)”. Pero “me sorprende el nivel de impunidad con el que se están moviendo. Me sorprende la poca respuesta de los países. Eso sí ha sido muy sorpresivo para mí. La violencia del estado sionista no, pero el silencio colectivo de los países que tendrían la posibilidad de hacer algo, sí”.
Así pasaron los meses, como muchas personas más, alrededor del mundo, sin poder ni siquiera digerir lo que todos veíamos por redes sociales. “Cuando me entero de la marcha a Gaza que sale de Egipto (el pasado 15 de junio) me entero muy tarde. Yo sentía ya esa frustración, esta indignación, este asco por la respuesta que no estaba sucediendo en el mundo. Sentía que no podía quedarme solo mirando.”
“Cuando vi lo que pasó en Egipto me imaginé que iba a haber nuevas iniciativas, en cuanto vi la nueva propuesta –la de la actual flotilla–, llené mi formato y hablé con mi familia”.
Hubo más de 200 aplicaciones en México.
“De esas más de 200 personas eligieron a seis. Somos seis compañeras y compañeros».
Dolores Pérez, es politóloga, es especialista; Carlos Pérez que es un documentalista que ha hecho trabajos bien interesantes. Esta Ernesto Ledesma que es de Rompeviento; también Arlin Medrano, periodista y activista, que también es algo importante que se buscó, que fuera gente que tuviera impacto y en ese sentido, y también Karen Castillo, activista con mucho trabajo de base. Y finalmente yo, que no tengo ese trabajo de impacto tan grande, tan hacia afuera, pero tengo experiencia en zonas de conflicto de guerra y posguerra.
Y bueno, tengo que decirte que hay mucha gente que respalda. Por ejemplo, Patricia Luévano, la coordinadora,
Es la víspera del viaje. Todas y todos de la delegación mexicana se encuentran en Barcelona. Pero la flotilla saldrá de varios puertos: Túnez, Grecia, etcétera.
“El grupo de mexicanos y mexicanas estamos todas, todos en un solo departamento, estamos las ocho personas. Nos conocimos al llegar, pero logramos acercarnos rápidamente. Compartir este tema en común y tener un objetivo claro, el objetivo se trata de Palestina, del pueblo palestino, de romper el asedio y abrir un corredor humanitario, eso es lo que nos sostiene. Creo que eso ha acelerado mucho el proceso de cohesión grupal. Tenemos el objetivo muy claro: “no se trata de nosotros, se trata de lo que se le está haciendo al pueblo plaestino, se trata de abrir y sostener un corredor”.
“Es una misión sin precedentes… alrededor de 50 barcos, 44 nacionalidades. Es importante resaltar que es una operación humanitaria no violenta, que se apega al derecho internacional, nos movemos por aguas internacionales y nuestra carga es medicamento y alimento. No hay armas ni intentos de invadir a nadie. Se han revisado cuestiones legales, de seguridad de autocuidado, entrenamiento intensivo”.
Finalmente, un aspecto muy potente es que las delegaciones latinoamericanas han podido reconocerse y nombrarse como latinoamericanas. “Esos vínculos,esas ganas de mostrarnos como un bloque, con ideas, con estrategias, y en conjunto, también es muy positivo.” En otras palabras, en esta primera oposición y activismo mundial contra el genocidio, los pueblos del Sur global se presentan y a partir de ahora lo harán, como iguales, frente a las potencias.
Porque es además, explica, en los pueblos que hemos sufrido un genocidio y la opresión, donde resuena aún más lo que todos vemos que ocurre en Gaza:
“Judith bautista que es una mujer mixe dice que en México hay un genocidio silencioso lento, a todos nuestros pueblos nos atraviesa el racismo como un elemento muy potente de abuso y de explotación. Son temas que compartimos. No estamos tan lejos de Gaza, de lo que podríamos pensar”.
Y muchas personas que conocen de cerca la violencia han experimentado esto que podemos llamar deja vu. “Tengo una exalumna que es guatemalteca, entendía profundamente y le dolía tanto, desde su propia experiencia de refugio, casi que no podía aceptar la situación porque es demasiado personal”.
–¿Algo más que te gustaría decir?
–Me gustaría decir que independientemente del resultado de esta iniciativa que hay muchos escenarios posibles, lo que sí se habló y tenemos en mente es que aquí no acaba la cosa. Si se abre el corredor humanitario hay que mantenerlo abierto y va a requerir de muchas instituciones para reparar lo que ahí se ha dañado. Pero vamos a insistir porque es Palestina, pero es también el Congo, pero es Sudán, y estamos en Latinoamérica viviendo el asedio de Estados Unidos. Y Estados Unidos tiene una gran responsabilidad en este genocidio y de muchos.
No se acaba aquí.
“Finalmente, para quienes están en tierra tienen un papel clave en este proceso, en términos de sostener la discusión, difundir la información, los medios, ustedes tienen un trabajo fundamental para la protección del pueblo palestino… No se compren el discurso de que no hay nada que hacer, no se lo compren”.
Si quieren/pueden donar y apoyar la delegación mexicana, puedes hacerlo aquí.
Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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