Elena Poniatowska, un ventanal abierto a otros mundos

24 agosto, 2023

En días pasados la visité en su casa, le dije que sus libros me abrieron los ojos; por eso aquí hago un recuento de su obra, enfatizando en sus libros poco conocidos. Aunque jamás se hable de ello, Elena no sólo es cronista, entrevistadora y novelista, también cuentista —tiene tres libros de cuentos aquí mencionados— y hasta poeta. Posiblemente la faceta literaria menos conocida de Elena Poniatowska, mas no por eso menos importante: la poesía en verso

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Dos días antes de que se diera la noticia de que Elena Poniatowska recibiría el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en Español, tuve la enorme fortuna de visitarla en su casa, en Chimalistac, frente a la iglesia de San Sebastián, entre calles empedradas y casas coloniales que bastante impresión me dieron de haberme introducido, de un momento a otro, a la época novohispana.

Pero no entraré en detalles de la prolífica charla que sostuvimos aquella tarde, pronto transcribiré esa entrevista que amablemente accedió a darme. Hablaré, mejor, de lo oportuno que es darle este galardón a Elena Poniatowska. Y me centraré en resaltar el valor de su obra periodística y literaria, porque, si de algo puedo jactarme, es de haber leído la gran mayoría de sus libros, pero con una obra tan extensa y una carrera tan prolífica en las letras como la que ha llevado Elena, es natural que parte de su obra desafortunadamente sea hoy inconseguible; muchos de sus libros no han vuelto a ser editados, sobre todo aquellos publicados por la Secretaría de Cultura. Afortunadamente no son la mayoría. Gran parte de su obra se encuentra en la colección que lleva su nombre, recientemente publicada en Seix Barral (Planeta).

Comencé a leerla mientras estudiaba en la preparatoria, no por requisito de mis clases, sino por interés en los temas que aborda en su vasta obra literaria. Si no mal recuerdo, el primer libro que leí de ella fue Tinísima (Era, 1992; Seix Barral, 2021), poco después seguí con Las mil y una… (la herida de Paulina) (Plaza & Janés, 2000), Gaby Brimmer (Grijalbo, 1979), después, en los posteriores diez años, me pierdo en el orden de los libros que leí de su autoría, pero sí tengo la certeza de que sus últimos tres libros que he leído son El amante polaco I (Seix Barral, 2019), El amante polaco II (Seix Barral, 2021) y, hasta hace unos días, leía Tlapalería (Era, 2001; Seix Barral 2023), uno de sus tres libros de cuentos, porque, sí, aunque jamás se hable de ello, Elena no sólo es cronista, entrevistadora y novelista, también cuentista y hasta poeta, y no lo digo en sentido figurado.

Sus libros de cuentos son, además del arriba mencionado, Llorar en la sopa: Cuentos (Fondo de Cultura Económica y Universidad de Alcalá de Henares, 2014) que publicó tras ganar el Premio Cervantes en 2013, y Hojas de papel volando (Era, 2014), muy buenos cuentos, por cierto, que retratan la realidad de las calles del México popular, pero también sus desgracias y los deseos de sus habitantes; por el lado de la poesía está Rondas de la niña mala (Era, 2008; Seix Barral 2023), posiblemente la faceta literaria menos conocida de Elena Poniatowska, mas no por eso menos importante: la poesía en verso. Aquí un fragmento de su poema “Esquinadas”:

Dos niñas iguales
pelean a la mitad del mundo.

Puta, grita mi hermana.
Putota, putísima, respondo.
Nos puteamos en la esquina
a mochilazos.

Qué puta eres, le digo.
Más puta que tú no hay.
¡Putaaaaaaaaaaaaaaaa!

Ahora todos lo saben,
oyeron seguro, hasta
Obrero Mundial, Gabriel Mancera,
Insurgentes, Medellín,
el puente de La Morena.

Calzones de resorte,
tobilleras blancas,
delantales de mascota,
trenzas tejidas
terminadas en puta,
¡kikirikí, no quiero flojos aquí!

-No anden parándose en las puertas,
parecen putas.
La voz de Victorina es aguda.

-¿Por qué se quedan en la calle?
Sólo las putas.

-Putitas, es lo que son.

-Tan chiquitas y ya andan puteando […]

Sin duda alguna sus libros me han marcado, y quien la ha leído sabe a lo que me refiero. El viernes pasado que la visité en su casa, le dije que sus libros me abrieron los ojos. Y no miento. A Elena Poniatowska le debo mi interés en la literatura, en la fotografía, en las demás bellas artes, en la historia de México del siglo XX, en el periodismo cultural, en las entrevistas, y así podría seguir enumerando asuntos que hoy en día me mantienen con los ojos abiertos. Por eso, para mí, Elena es un ventanal abierto a otros mundos, abierto hacia el universo de los ventanales abiertos, en donde coexisten cielos, buganvilias, perros que responden al nombre de Amarillo, como en Hasta no verte Jesus mío (Era, 1969; Seix Barral, 2023), pero también artistas plásticos, escritores, activistas, ferrocarrileros, estudiantes, protagonistas del teatro de revista, figuras de la farándula, avenidas, personajes e Historia de México, de Polonia o de Francia.

Gracias a Las siete cabritas (Era, 2000; Seix Barral, 2023) supe de la existencia de Pita Amor, mi frívola santa, mi poetisa por excelencia, así como de Nahui Olin, a quien también tanta admiración reservo; a la bailarina y escritora Nellie Campobello, que eventualmente me alumbraría a la Revolución Mexicana desde los ojos femeninos y la escritura fragmentaria, brevísima, en prosa y verso, por mencionar a tres de mis siete otrora inéditos descubrimientos femeninos, mis siete cabritas que pintan o escriben o danzan.

Imposible hablar de Elena sin mencionar su relación con la fotografía. Acompañadas muchas de sus entrevistas y crónicas por la lente de Héctor García o de Nacho López, también tuvo relación con Mariana Yampolsky, su amiga tan cercana, sobre quien, cabe mencionar, tiene un precioso libro hoy olvidado e inconseguible: Mariana Yampolsky y la buganvilia (Plaza & Janés, 2001), que narra la vida de la fotógrafa, pero también con quien comparte autoría del libro La casa en la tierra (Instituto Nacional Indigenista, 1980) y Mazahua (Gobierno del Estado de México, 1993), ambos, también, tristemente desaparecidos de las librerías.

Asimismo, ha trabajado con Graciela Iturbide, en Luz y luna, las lunitas (Era, 1994). Y sobra repetir la novela biográfica sobre la fotógrafa italiana radicada en México, Tina Modotti, Tinísima, que, cuenta, originalmente fue un guion que le había encargado el fotógrafo Gabriel Figueroa para hacer una película de Modotti, pero al cancelarse el proyecto Elena tuvo a bien convertir el guion en esta profunda novela.

Y lo mismo sucede con la pintura y el resto de las bellas artes. Además de los libros arriba mencionados, hay otros libros biográficos entre su acervo publicado: Juan Soriano, niño de mil años (Plaza & Janés, 1998; Seix Barral, 2017) ¡vaya novela!, Miguel Covarrubias, vida y mundos (Era, 2004), Leonora (Seix Barral, 2011), Las indómitas (Seix Barral, 2016), Dos veces única (Seix Barral, 2015), Querido Diego, te abraza Quiela (Era, 1978; Seix Barral, 2023).

Todas ellas precedidas por un arduo trabajo de investigación, y una ficción que lo mismo entrelaza diálogos de invención para generar concisión en hechos realmente ocurridos en la historia de los protagonistas, que bellas imágenes visuales, acompañado, por supuesto, de la prosa tan única de la escritora. No puedo ahondar en cada uno de ellos porque no terminaría.

Además, tiene excelentes libros con muchas de sus entrevistas publicadas en los periódicos, revistas y suplementos culturales de los que ha sido o fue colaboradora alguna vez: Excélsior, Siempre!, Novedades, Unomásuno, México en la cultura. Çomo si fuera poco, Poniatowska continúa, al día de hoy, a sus 91 años, haciendo entrevistas y crónicas que se publican dominicalmente en La Jornada.

Elena Poniatowska realza, además de la literatura de corte histórico relacionado con las artes, al periodismo narrativo, también al periodismo cultural por igual que a la entrevista, así como a los segmentos de sociales, en donde comenzó su labor periodística en el periódico Excélsior y que le abrieron las puertas para conocer a personajes inmersos en la cultura.

La escritora viva con los premios más prestigiosos en lengua española a nivel internacional, es Elena Poniatowska, y es mexicana, una mexicana nacida en París y de ascendencia polaca que bien pudiera ostentar su título noble de princesa, pero prefirió utilizar sus privilegios genealógicos para aportar a la difusión de la cultura mexicana.

Quise no centrarme en sus libros de crónicas, dado que son los más conocidos, y todos sabemos que Elena Poniatowska es la autora de La noche de Tlatelolco (Era, 1971; Seix Barral, 2023) o de Fuerte es el silencio (Era, 1980;) y de muchos otros más del mismo género. Pocos, sin embargo, tenemos la dicha de poseer la única edición de El último guajolote (Secretaría de Educación Pública, 1982), Mariana Yampolsky y la buganvilia o el espléndido libro Mazahua.

Por las razones aquí vertidas, es que celebro que el Premio Internacional Carlos Fuentes le haya sido otorgado a Elena, quien merece éste y todos los premios literarios, por su versatilidad de géneros, su astucia literaria y una magnífica habilidad para conciliar lo popular con lo aristocrático, y, por supuesto, por rescatar a figuras importantes en la historia del arte mexicano, masculinas pero sobre todo femeninas, que, de no ser por ella, en la actualidad reposarían en completo olvido.

Felicidades, Elena.

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Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y entrevistas a personajes del mundo cultural. Además de escritora, es psicóloga, periodista cultural y fotógrafa. Estudió en México y Polonia. Autora de Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), forma parte de la antología Monstrua (UNAM, 2022). Desde 2022 escribe su columna Jardín de Espejos en Pie de Página. Ha colaborado en revistas, semanarios y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, El Cultural (La Razón), Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales. Trabajó en Capgemini, Amazon y Microsoft. Actualmente estudia un posgrado en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos), donde radica. Esteta y transfeminista.