Una película que pone en tela de juicio la forma en la que vemos a las personas que están presas por algún delito. Y, al mismo tiempo, nos convoca a pensar qué vida merecen las personas en la cárcel
Texto: Andi Sarmiento
Foto: tomada del tráiler oficial
CIUDAD DE MËXICO.- El triunfo es una película basada en hechos reales en la que el director francés Emmanuel Courcol nos plantea un conflicto moral que se presenta en los sistemas de justicia a nivel global: ¿Qué vida merecen las personas en la cárcel?
Es un relato para cuestionar la visión que tenemos sobre los presos y también, la eficacia en las medidas del sistema de justicia tradicional alrededor de todo el mundo.
La cinta narra sucesos ocurridos en Suecia en la década de los 80, pero trasladados a la época actual. Es la historia de Etienne, un actor de teatro que va a un centro penitenciario a impartir un curso; ahí conoce a cinco hombres con el interés de hacer comedia con los que monta una pequeña obra para presentarla ante el resto de los presos. Es entonces cuando al director le surge la idea de llevar el proyecto a algo más grande; él ve que estos reclusos se divierten y logra enfocar su atención en el arte de la actuación. Es por ello que apuesta por montar con ellos Esperando a Godot (En attendant Godot) de Samuel Beckett.
La idea es ya no presentarla dentro de la cárcel, sino afuera, en un teatro. Esto implica un gran esfuerzo en muchos sentidos; primero, en conseguir los permisos, segundo, en convencer a los chicos y tercero, en organizarlos para que salga la obra.
Etienne deja de verlos como criminales para comenzar a verlos como actores, con las exigencias que esto conlleva. En un principio, los hombres no le ven la gracia y no encuentran motivo alguno para interesarse en un asunto como la actuación, no obstante, Etienne logra captar su atención y vincularlos con la obra creando un ambiente en el cual empiezan a disfrutar lo que hacen pues al identificarse con la trama, los convictos logran desahogar sus emociones al interpretar.
Esperando a Godot trata sobre Vladimir y Estragón, dos hombres que, como el nombre lo indica, no tienen más que hacer más que aguardar junto a un árbol la llegada de Godot, un personaje de cual tanto los espectadores como los protagonistas desconocen; lo único que se sabe, es que puede o no llegar y de ser así, hay que esperarlo, de la misma manera en que a una persona bajo arresto solo le queda esperar por su libertad, que también, puede no llegar. E igualmente, en el proceso conocen a varias personas diferentes pero en situaciones similares.
Al inicio casi nadie tenía fe en la propuesta, sin embargo, fue posible gracias al apoyo de Ariane, la directorade la cárcel y que fue quien propuso la idea de impulsar las actividades culturales dentro de esta.
Ella es quien pelea con los altos cargos para conseguir los permisos necesarios, pensando en que si ya los hombres van a estar ahí por un buen rato lo mejor es que hagan con su tiempo algo de provecho como lo es el arte.
Así, estos enfocan su atención en la actuación en lugar de la violencia de su ambiente; ahora, aprovechan sus descansos para ensayar. Se puede notar lo genuino en su esfuerzo, ya que esta oportunidad le da un sentido a sus vidas, revive la esperanza que se había perdido. Deciden adentrarse en el proyecto con la ilusión de que aunque sea por un día podrán salir al exterior y a la par, les emociona saber que sus seres queridos los van a ver en otro estado, haciendo algo diferente. Es su momento para demostrar a sus familiares y a la sociedad que se están reformando.
Se genera un mar de emociones dentro de los actores. Por una parte está la euforia de salir y pararse donde nunca antes lo habían hecho, causar risas y ver que la gente los aclama; pero después, deben lidiar con el choque de vivir todo eso para volver tras las rejas.
Poco (o más bien nada) se habla del crimen que cometieron los protagonistas, evitando generar un estigma desde el inicio. Todos son hombres que hicieron algo ilegal en su pasado y de alguna forma están cambiando, la gravedad de lo que hayan hecho para Etienne es irrelevante, lo importante para él es que logren sacar la obra adelante.
En esto entra un gran conflicto que la película nos hace reflexionar sobre el derecho a rehacerse. El hecho de no conocer el pasado de cada uno, nos permite juzgarlos por el desarrollo personal que están teniendo y no por su pasado. Le quita un poco el peso a su etiqueta de criminales y los vemos como las personas que son, con su personalidad, sus metas y sentimientos.
Por otro lado, esto mismo puede provocar que la empatía distorsione la situación. Lo que ocurre al desconocer sus contextos es que se puede simpatizar con quienes seguramente no lo haríamos normalmente. Esto conlleva que se le pueda estar dando la misma oportunidad a alguien que robó un auto como a un asesino o violador.
Conforme avanza la historia este proyecto es acogido por cada vez más gente y en ninguna presentación faltan los aplausos y las ovaciones.
Me pregunto si esto podría compararse con la cantidad de artistas talentosos que cargan consigo una o varias denuncias ya sean por un problema de drogas, abuso o por el motivo que sea; la diferencia es que unos han sido arrestados y los otros no. Pero en ambos casos son personas que han cometido un delito haciendo arte y ganando dinero con ello ¿Deberían juzgarse por igual? ¿Hasta dónde separar el arte del artista?
Es importante reconocer que una persona tiene derecho a reformarse, pero también creo que aquello no va de la mano con ignorar lo que hizo sobre todo cuando alguien más fue directamente lastimado, pues eso sería invalidar el sentir de la víctima que tiene toda razón para no perdonar.
El triunfo está disponible en la Cineteca Nacional de las Artes.
Me gusta escribir lo que pienso y siempre busco formas de cambiar el mundo; siempre analizo y observo mi entorno y no puedo estar en un lugar por mucho tiempo
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