El documental nos recuerda que Vicente Fox era presidente de Coca-Cola en América Latina, antes de ser mandatario; y que el expresidente Enrique Peña Nieto declaró públicamente que a diario tomaba esa misma bebida. Ambos otorgaron facilidades para la expansión…
Texto: Ricardo Olayo G.
Fotos: Tomadas del trailer del documental.
En un entorno rebosante de falsedad, en que el engaño es para muchos una forma de vida, cabe preguntarse qué tanto un consumidor puede sorprenderse si se entera que el producto que compra no es lo que dice ser. Salchichas que no lo son, “atún” enlatado que es más soya, y al frente de todo eso, refrescos que producen múltiples enfermedades, especialmente diabetes, y la muerte.
El cuidado de la salud es el nuevo motivo de atención entre los mexicanos, por los efectos que ha causado la pandemia y por los hábitos alimenticios que tenemos, que entre otros malos datos arrojan un consumo por persona, en promedio, de 167 litros de refresco al año.
México ocupa el segundo lugar de consumo en el mundo, solo después de Estados Unidos, por encima de China, India y Brasil, naciones con más población. Somos número uno en obesidad infantil y número dos en obesidad en adultos, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
El Susto es un documental que responde con suficiencia al tema del ambiente obesogénico, y una de sus mayores virtudes es que aborda lo que pasa en México, lo cual es raro, pues la audiencia que busca estos temas encontrará sobre todo cintas que tratan el caso desde Estados Unidos.
El documental está dirigido y producido por la cineasta estadunidense Karen Akins, a quien preocupó el consumo que vio en ciudades y zonas rurales de nuestro país y lo llevó a su primer documental, el cual ha participado en diversos festivales. El Susto se encuentra disponible en Vimeo y en el sitio web de la cinta (del cual dejo link al final).
El susto se estrenó en América Latina el 19 de agosto. Su difusión llega en el momento en el que se revisa en el ámbito legislativo mexicano, la fórmula para reducir el consumo de la llamada comida chatarra; los primeros pasos los dieron los congresos locales de Oaxaca y Tabasco al prohibir la venta de esos productos a menores de edad, ante la permanente oposición de la industria alimenticia, concentrada en la Asociación Nacional de Productores de Refrescos y Aguas Carbonatadas (Anprac).
De acuerdo con los especialistas y activistas que toman la palabra en El Susto, se requiere mover conciencias como primer mecanismo efectivo para que el consumidor actúe con decisión.
Tarea titánica porque el consumidor se enfrenta a una poderosa industria (claramente retratada en la cinta como un poder fáctico), así como a un permanente ambiente obesogénico. El Susto es un magnífico llamado a la indignación y a espantarse por lo que ocurre en un tema que tendría que estar presente en cada casa, en cada mesa, con cada familia.
La memoria es un gran recurso para entender lo que pasa hoy. Y la cinta nos recuerda que Vicente Fox era el presidente de la división Coca-Cola en América Latina, antes de ser candidato a gobernador y luego mandatario; y que el expresidente Enrique Peña Nieto declaró públicamente que a diario tomaba esa misma bebida (en su sexenio hubo 625 mil muertes por diabetes tipo 2).
Y no es que la población los imitó, consumió y cayó en sobrepeso y diabetes. No. Sucede que ambos dieron facilidades de expansión a la venta de bebidas y alimentos con bajos nutrientes, como narra el documental.
El hoy director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública, doctor Simón Barquera, describe en la cinta que en el año 2000 hubo un punto de inflexión por el crecimiento de la diabetes, y que al salir Fox de la Presidencia esa enfermedad creció al doble.
No existían acciones del sistema de salud contra las enfermedades crónicas, el Seguro Popular tampoco consideraba su atención gratuita, se realizaron 75 mil amputaciones a causa de la diabetes, en muchas zonas el la dotación de agua era muy mala y sin calidad, mientras que aumentaron exponencialmente las tiendas de conveniencia (léase de FEMSA), así como la mercadotecnia.
El imaginario –sobre todo de los niños- en zonas apartadas asumió que la Coca-Cola era un producto local que generaba beneficios en las escuelas, que donaba pintura para poner su mensaje en las fachadas de las casas, que promovía el deporte y las mejores causas (claro, en Estados Unidos en 1911 se le denunció por contener cafeína, y luego por usar menores en sus promocionales).
La lucha es contra la simulación. El Susto es una gran denuncia que atrapa lo cotidiano (“murió pero le gustaba su coquita”), y pone énfasis en el trabajo de las organizaciones de la sociedad civil como motor de cambio. Alejandro Calvillo, de El Poder del Consumidor, describe que en la historia de esa batalla su equipo (y especialistas como el doctor Barquera) fueran espiados con el programa de espionaje Pegasus, adquirido por el gobierno federal, en posible combinación con los industriales del ramo (Ver link).
Hoy el epicentro del tema está en el Senado donde se discutirá aumentar un impuesto ya existente (IEPS) para la comida chatarra y/o que las fórmulas alimenticias sean cambiadas diametralmente, y/o extender la prohibición de venta de productos a los menores de edad.
Porque –como expresa El Susto– el azúcar es el alcohol de los niños, porque se requieren al año 60 mil millones de pesos para atender obesidad, porque una botella de bebida tiene el equivalente a 12 cucharadas de azúcar, porque no es bueno vender tanta azúcar junta en una botella de tres litros, porque no solo veamos a nuestro alrededor, sino más allá, donde la gente se enferma y muere. Y una de sus tesis principales, que ya vivíamos en una epidemia de diabetes, antes que la del Covid 19.
En este relato no hay spoiler posible. El documental tiene mucho más que lo aquí dicho (la descripción de las estrategias de la industria alimentaria para sembrar dudas y atacar en el tema, no tiene desperdicio). Además cada parte la hemos vivido, está cerca o con nosotros, solo que la película da orden y profundidad, nos pone en la cara un problema nacional.
Por ello hay que ver El Susto, cuyo nombre lo debe a la conocida interpretación popular de que la diabetes se desata por una impresión muy fuerte, es decir por un susto.
Lo dicho. Pura falsedad.
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Observador de una parte del pasado para vivir el presente. Suma experiencias en el periodismo y anexas desde hace 30 años. Recién redescubrió el daño que hacen las noticias falsas #fakenews. Quedó de enviar su CV
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