3 septiembre, 2022
La premisa del libro más reciente de Rosa Montero es que las personas creativas tienen de alguna manera una cercanía con la locura. Pero este cableado especial también es compartido por quienes amamos lo que escriben, lo que componen, todo lo que crean.
@lydicar
Esto no es una defensa de la locura, advierte Rosa Montero. La enfermedad mental declarada genera enormes sufrimientos a quienes la padecen; pero este libro, esta plática sí es una celebración de la diferencia. Estas reflexiones las realiza en el Teatro de la Ciudad de Querétaro (en el contexto del Hay Festival), y horas después, por la tarde, en una entrevista brevísima con Pie de Página.
Se trata de una plática sobre su más reciente libro: Los peligros de estar cuerda, obra que ella afirma, ha estado escribiendo toda su vida. Toda una vida tardó y rondó y escudriñó estos temas, y es que “es un libro que no hubiera sabido hacer antes”.
Para escribir este ensayo-poema, novela sobre este cableado especial, Montero se enfrentó a un “bosque impenetrable de datos”. Tenía hasta 40 láminas esparcidas por la mesa de la cocina, tratando de “acomodar”. “Hice algo que fue esencial”, explicó durante su participación en el Hay Festival: “lo hice igual que una novela. Cerré los ojos y me arrojé en el bosque de datos”.
Por eso, explica su interlocutor, Javier Lafuente. Quizá sea por eso que ese libro genera una sensación detectivesca.
Para ella, tratar de explicar este cableado cerebral distinto la ha llevado a concluir, o mejor dicho, hacer una suerte de hipótesis de trabajo: este cableado distinto no solo está presente en las y los escritores, sino en lectores, por igual. Esta es su aportación al conocimiento. Quienes amamos y soñamos en el arte probablemente tengamos un cerebro muy similar a quienes crean estos mundos.
Así que ese es el inicio de la entrevista
–¿Todos los que amamos el arte tenemos este problema?
–Yo no creo que sea un problema, es una divergencia. Creo que nuestra cabeza está cableada de una manera minoritaria… Vamos, no lo digo yo, lo dice Mara Dierssen [neurocientífica], que no hemos pasado en esa etapa de poda.
La escritora se refiere a lo que los neurocientíficos describen como “poda” cerebral que ocurre cuando, por ejemplo, los niños pasan por la adolescencia. Cuando somos niños, nuestros cerebros tienen una plasticidad enorme, y nuestras neuronas están hiperconectadas unas con otras. Esto es lo que permiten que los niños aprendan con tanta facilidad. Sin embargo, al crecer, ocurre esta poda cerebral, las conexiones que no son utilizadas se pierden. Esto con el fin de que el cerebro no “gaste” recursos en cosas que no está utilizando y se enfoque en reforzar aquellos caminos que sí utilizamos. Es por eso que después de cierta edad es más difícil aprender un idioma nuevo, por ejemplo. Pero, explica Rosa Montero, en las personas creativas, esta poda que ocurre en la adolescencia no es concluida del todo. La escritora arroja una hipótesis de trabajo: que las personas de “cableado distinto” sean entre un 15 y 20 por ciento de la población total.
“Hay una serie de personas, el porcentaje no está claro. Esa es teoría mía el porcentaje. Cruzándolo por ejemplo con el porcentaje de PAS, de personas de alta sensibilidad. Yo creo que entre un 15 y un 20 por ciento de la población mundial no ha pasado por esa etapa de poda neurológica o esa poda no ha sido completa. Ha sido parcial.
“Entonces, esto es otra manera de estar en el mundo. Es una manera minoritaria, como ser zurdo, ser zurdo es entre el 15 y el 20 por ciento. No quiere decir nada, es simplemente minoritario».
–Pero usted dice que habría un vínculo entre la creatividad y cierta enfermedad mental.
–Hay una proximidad, pero no un vínculo. Porque todos los expertos, dicen que cuando hablamos de locura –y cuando hablamos de locura lo hacemos con un término muy poco preciso, estamos hablando de psicosis, de las enfermedades mentales graves–… que la locura NO te hace artista. Cuando un artista, con profesión artística, enferma gravemente y llega la psicosis, deja de crear. Como le pasó a Schumann [compositor], como le pasó a (Friedrich) Hölderlin [escritor]. La locura, comillas, no te hace artista. Pero nuestras cabezas están cableadas de una manera parecida.
“Si dice Campbell, premio nobel de medicina, todos los trastornos en el cerebro, todos se deben a algún trastorno en el cableado, es decir que estas hiper conectada o poco conectada, o que hay parpadeos, entonces quizá nosotros tenemos ese cableado distinto, porque no estamos podados del todo, y los enfermos mentales tienen ese cableado mucho más desconectado que nosotros. Somos primos hermanos. Es una diferencia cuantitativa. No cualitativa”.
Y cuando este cableado falla, se trata de fallos eléctricos.
“Se nota mucho que son fallos eléctricos, porque nunca, ni las enfermedades mentales ni la creatividad son constantes: a veces te enciendes, a veces te apagas, a veces se conecta, a veces se desconecta. Esa es la cuestión.
–Entonces, todos los que amamos la literatura…
–Sí, yo creo que sí. Pero esa es una teoría mía. Es que lo percibo, es que lo notas. No todo mundo llega a dedicarse a algo creativo, porque, como digo en el libro, para llegar a la obra se necesita un cúmulo de conjunciones. Por ejemplo, una cosa que he descubierto, es que para llegar a la obra creativa hay que tener buena energía física. Yo la tengo. Enorme.
Tengo 71 años, tengo una energía de la leche. Lo que te quiero decir, es que tengo una energía muy grande. No lo sabía…
–¿Cómo aprendió que tenía esa energía?
–No`mbre, eso lo sabía desde siempre. Cuando era reportera, por ejemplo, yo me iba a hacer reportajes a sitios difíciles con un fotógrafo –gente de 30 años el y yo– Torre, un atleta, y yo los mataba… Era yo un alfeñique, delgadísima. Y yo me podía pasar como el camello, sin comer, sin dormir, y los otros… muertos [de cansancio]. Es una cosa como la pila, esa que no se acaba.
“Pero volviendo, acabo de saber que uno de los ingredientes necesarios es la energía. Y puede haber un lector apasionado que tiene todos los ingredientes, todos los demás ingredientes, pero no tiene la energía física. Pero en realidad su cabeza está cableada como la mía.
Y la necesidad de la literatura, o del arte, de una manera absoluta. El melómano, también es lo mismo.
–Este es el libro de su vida…
–Sí. Creo que es el libro de mi vida. Porque de alguna manera lo he estado escribiendo toda la vida. Solo que hasta ahora he tenido todos los datos para entenderlo.
–Mencionaste [en el evento] que el periodismo no sirve para curar esto. ¿Qué hacemos las periodistas? Porque creo que tenemos el mismo cableado.
–Sí, claro. Pues, da un paso más de creatividad. Lo que pasa es que el periodismo, de todas maneras, aunque tiene una parte muy creativa, por ejemplo, siempre digo que es un género literario como cualquier otro. A Sangre fría es un libro de enorme calidad literaria y es un reportaje. Pero lo que pasa, digo que no te sirve para coserte al mundo, tanto.. Porque a fin de cuentas en el periodismo lo que estás usando es la palabra pública, la palabra social. La palabra de los otros. Pero cuando te pasas 3 años inventando una mentira, estás haciendo un delirio. Estás sacando realmente tu parte anómala, tu parte que está desconectada de los demás. Y al sacarla y ver que hay otros que se conectan con ella, es cuando es tan efectivo.
–¿La ficción te salvó de la locura?
–Me salva la vida. Me permite vivir. Como he dicho esta mañana, es un esqueleto exógeno que me mantiene en pie. Pero aparte de eso, pues yo creo que efectivamente el hecho de publicar me ha permitido no volver a tener ataques de pánico. Y pues llevo 40 años sin ataques de pánico.
–¿Un mensaje especial para las periodistas mexicanas?
–Es difícil ser periodista en este mundo. En todos, en todas las partes de este mundo. Creo que las periodistas mexicanas los tenéis especialmente difícil. Es un país muy violento contra la prensa, y contra las mujeres más. Entonces realmente, os admiro, os doy mi aliento y mi admiración, y también os digo: resistid, pero tampoco seáis suicidas.
–¿Qué dice su tatuaje?
–Es una frase de Horacio, que la popularizó Kant: Atrévete a saber. Por encima de tu comodidad, por encima de tu miedo. Lo de abajo es la fórmula de la relatividad.
Rosa Montero: un pie en los abismos, y otra en la ciencia.
Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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