Empezó el verdadero ocaso de Osiel Cárdenas Guillén, uno de los jefes más violentos y poderosos del Cartel del Golfo. Del antiguo brillo del capo sólo quedan algunos destellos
Por Alberto Nájar / X: @anajarnajar
Osiel Cárdenas Guillén pasó 21 años en la cárcel, la mayor parte en Estados Unidos.
El 30 de agosto estaba prevista su liberación, según el acuerdo al que llegó el ex líder del Cartel del Golfo. La salida de la cárcel de Terre Haute, en Indiana, estaba inclusive anunciada en el Buró Federal de Prisiones (BOP, por sus siglas en inglés).
Todavía hasta la madrugada de ese viernes aparecía el nombre y número de identificación de El Mata Amigos o El Costroso, como se conocía al capo.
El dato desapareció del registro. Oficialmente no se informa de su destino, pero en el mundo del narcotráfico binacional es irrelevante.
Desde hace varios años que El Costroso alcanzó un acuerdo de colaboración con el Departamento de Justicia que le permitió arrestar a varios de los principales líderes de la organización que operaban en su territorio.
También desde hace tiempo la familia cercana del capo se encuentra en suelo estadounidense, protegida por agencias oficiales de seguridad.
Los hermanos y otros familiares de El Mata Amigos que pretendieron quedarse con la organización están muertos o detenidos.
El Cartel del Golfo, el imperio fundado por Juan Nepomuceno Guerra en los años 50 y 60, ya no existe, como tampoco la guardia militar que creó Osiel Cárdenas y que fue base principal de su imperio queda muy poco.
El grupo de Los Zetas, que durante varios años fue uno de los carteles más violentos y peligrosos de América Latina está desarticulado.
Lo que permanece son destellos del brillo que alcanzó en la década de los 90 y 2000 la organización de narcotráfico más antigua de América Latina.
También quedan las anécdotas, como el error de haber pretendido asesinar a dos agentes de la DEA y un informante que vigilaban una de las residencias que El Mata Amigos tenía en Matamoros, en 2001.
Los agentes salvaron la vida porque recordaron al capo la decisión de la DEA de no perseguir de por vida a quien amenazara a su personal, tras el asesinato de Enrique Camarena Salazar, El Kike, en 1985.
O la razón por la que se ganó el mote de El Mata Amigos: en 1997 ordenó el asesinato de su compadre Salvador Gómez, El Chava, quien había heredado el control del Cartel del Golfo tras la captura de Juan José García Ábrego.
El Costroso y El Chava escaparon de una casa de arraigo que la Procuraduría General de la República (PGR) tenía en el entonces Distrito Federal.
La fuga costó 750 mil dólares que pagó Salvador Gómez porque Osiel Cárdenas no tenía dinero, o al menos eso dijo. Meses después el capo asesinó a su amigo.
¿Qué va a pasar con el capo? La sentencia que dictó la corte de Brownsville en 2010 establece que a partir de 2024 debe pasar cinco años en libertad vigilada.
Después quedaría cumplida su deuda con la justicia estadounidense, pero aún quedarían varios procesos pendientes en México.
En todo caso, el destino de El Costroso no está en el narcotráfico de ambos países, sino en el impacto político de su colaboración.
La época de gloria de Cárdenas Guillén coincidió con el inicio de la carrera de personajes como Francisco Javier García Cabeza de Vaca, exgobernador de Tamaulipas, y quien enfrenta procesos judiciales en México y Estados Unidos por evasión fiscal y presuntos vínculos con la delincuencia organizada.
En ese entonces la mayoría de las actividades políticas y empresariales pasaban por la aprobación del Cartel del Golfo.
¿Qué podría recordar El Mata amigos ante una eventual negociación para reducir sentencias en México?
No tardará en saberse.
Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
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