23 septiembre, 2023
Hace casi 10 años, vecinos cercanos a la estación Observatorio del Tren Interurbano lucharon para demandar seguridad en el trazo del tren; hoy poco queda de esa organización, pero la preocupación por los efectos del paso del tren aún quedan entre los vecinos de El Capulín la colonia Liberales de 1857
Texto: Arturo Contreras Camero
Fotos: Duilio Rodriguez y María Ruiz
CIUDAD DE MÉXICO.- Entre las barrancas del río Tacubaya ya casi no corre agua, hace décadas, el cemento se fue apoderando del cauce. Tanto que ahora en vez de río, correrá un tren. El Insurgente, como se llamó a este proyecto férreo, conectará Toluca con la Ciudad de México. El proyecto inició su construcción en 2014 y se fue prorrogando, según dicen, por corrupción. Hoy, casi 10 años después, la obra despierta los miedos de algunos vecinos,
La entrada del tren al Valle de México ocupará el mismo cauce que el Río Tacubaya, en el que hace 80 años se construyó una serie de represas para controlar las inundaciones en la zona. Este sistema permitió el desarrollo de colonias y desarrollos de vivienda, a veces irregulares, en las laderas del río. Hace años, muchos de estos vecinos demandaron información y garantías de que no serían afectados, hoy, poco queda de esa organización vecinal y la obra avanza con una velocidad que nunca habrían esperado.
Con el reinicio de las obras llegó el tráfico a la zona y la falta de agua, también el miedo a ser desplazados o a que las obras del tren sean peligrosas. En 2015 esas preocupaciones ayudaron a congregar a los vecinos de las colonias Capulín y Liberales de 1957, pero hoy, por el paso del tiempo, el cambio de gobierno y el avance de las obras, poco queda de esa resistencia.
“Convencieron a los vecinos de que no los iban a afectar”, cuenta al respecto Raúl Santafas, uno de los vecinos de la zona.
“Ellos nos dicen que para hacer la obra no hay ningún problema, pero estoy seguro que la obra no cumple con la normatividad vigente, porque este tipo de tipo de proyecto no está considerado en la normatividad”.
Al decir “ese tipo de proyecto”, Raúl quiere decir al de un tren que viajará sobre un viaducto elevado, una vía flotante que irá sobre pilotes de concreto y acero por una buena parte de su recorrido.
“Tienen que ver qué va a pasar con las vibraciones a mediano plazo, si se va a sumir (la obra) o no, pero esa información no la tienen. Yo tengo 22 estudios del tren y no están ese tipo de estudios”, dice el vecino, quien ha dado un seguimiento muy puntual de todos los documentos que ha publicado el gobierno al respecto del tren.
Don Raúl forma parte de un colectivo de vecinos que se organizó en 2015 ante el anuncio del paso del tren. Al principio en el colectivo había un grupo consolidado de unas 45 personas que lograban convocar a muchas más, sin embargo, con el paso del tiempo, el interés de los vecinos disminuyó. Incluso, la pandemia significó otro golpe fatal a la organización vecinal, que para estos años no debe sumar a más de cinco personas, como reconoce el propio Raúl.
En ese entonces, los vecinos se reunían en el Parque de la Cabalgata, al que llamaban de la Digna resistencia. Fue ese mismo lugar el que vio la llegada de cientos de granaderos que llegaron un día de mayo de 2015 a disolver el cierre que hicieron de la avenida de Las Torres. El encuentro fue violento, según recuerdan los vecinos, hubo varios detenidos y personas golpeada por demandar información sobre la obra así como el impacto social y ambiental que se podría esperar.
Desde que se anunció el proyecto, en 2012, la construcción del tren llenó de dudas a los vecinos. En esos días se planteaba que el tren pasaría por el pueblo de santa fe, por el trazo de avenida Constituyentes, sin embargo, la falta de espacio obligó a que su recorrido fuera modificado. Ahora pasaría por el lecho de lo que queda del Río Tacubaya, que se origina en las sierras de Cuajimalpa y bajaba por la Alcaldía Álvaro Obregón hasta la ciudad. En 1950 a lo largo de su cauce se construyeron tres represas, la Ruiz Cortines, la Tacubaya, y la Totolapan, para evitar inundaciones hacia la zona central de la ciudad. El control de ese cauce permitió la proliferación de varias colonias, como las ya mencionadas.
Que el tren vaya a ocupar el espacio de las presas causa molestias y dudas entre los vecinos. Algunos critican el desastre ambiental que sus obras han causado, otros, se preguntan si el suelo será lo suficientemente estable para soportar las vibraciones y el paso del tren. A todos les preocupa si la construcción no entorpecerá el flujo de agua en la zona, provocando inundaciones.
El miedo a una inundación no es nuevo en estas colonias. Ya antes han visto los efectos negativos que puede haber en sus hogares por las acciones de las presas. Este 2023, una lluvia atípica a finales de marzo les recordó el peligro de vivir en esta zona. Según cuentan algunos vecinos, para no inundar las obras del tren, se liberó la compuerta de la represa Tacubaya, llevando miles de litros a las colonias aledañas y dañando muebles e inmuebles de decenas de familias.
“Esa tarde yo vine a buscar al operador de la compuerta” cuenta Ignacio González, vecino de la zona afectado por las lluvias de ese 28 de marzo, “Ya estaba inundada toda esa zona”, dice mientras señala la zona de obras donde se construye el viaducto elevado sobre el que pasará el tren, donde hay varias retroexcavadoras, grúas, y material de construcción.
“Vine a ver al de la caseta para que cerrara la compuerta, pero me encontré con un encargado de Protección Civil. Oye, puedes decirle que nos cierre la compuerta, porque nos vamos a inundar. Le dije. No porque se está inundando la obra de este lado”, le contestaron.
Esa tarde, un grupo de vecinos subió a la parte más alta de la represa Tacubaya. Con picos y palas forzaron su candado e intentaron cerrar el paso del agua, pero no supieron cómo, pues desde hace un par de años, el sistema mecánico se cambió por uno hidráulico y electrónico que no saben cómo operar. Mientras que el agua que entró a casa de Ignacio llegó a una altura de 15 o 30 centímetros, hubo casas en las que sobrepasó el medio metro.
A la mayoría le fueron restituidos sus bienes gracias a un seguro de daños contratado por la empresa constructora, sin embargo, tanto Ignacio como Raúl creen que ese seguro ha servido para mantener las protestas a raya.
“Yo creo que la gente de por aquí ya no se levanta (en contra del tren), porque los amenazan, porque algunas de estas colonias fueron establecidas en zonas irregulares, a pesar de que ya se regularizaron, muchos siguen sin tener papeles y entonces llegan y les dicen, ni digas nada, porque te metemos el decreto, expropiamos y vas pa’fuera, por eso no dicen nada de las obras”.
La mayoría de los vecinos, a diferencia de Raúl e Ignacio, se quejan poco de las vibraciones o de las afectaciones por las obras. Todos reportan vibraciones y sacudidas, sobre todo con las excavaciones profundas, pero pocos son los que se animan a levantar la voz a pesar de que el tren vaya a pasar a escasos metros de su casa. Pareciera que las promesas de seguridad por parte del gobierno bastan para calmar sus dudas.
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