El rancho Monte Rico: detrás de la muerte, huachicol

14 marzo, 2020

Operativos de seguridad en los alrededores de Monte Rico. Foto: Ignacio Carvajal.

El nivel de violencia y crueldad de Los Piñas rebasa por mucho el de cualquier otro grupo en el estado de Veracruz. Pero es rastreable el momento en el que las cosas se salieron de control en la región: cuando el gobierno federal cerró la llave de los ductos de gasolina

Texto y fotos: Ignacio Carvajal

JOSÉ AZUETA, VERACRUZ.- Hasta hace algunos años, el miedo más grande de la gente por estos rumbos eran las crecientes del río Tesechoacan, uno de los más caudalosos del sureste mexicano. Cuando eso pasaba, los pobladores sacaban las vacas del corral, y las llevaban a lo alto, lejos de los llanos que son cubiertos por las aguas. También debían alzar las pertenencias del hogar en tapancos antes de que fueran arrastradas hasta el Golfo de México.

Pero los lugareños ya no temen al poderoso caudal. Ahora tienen pavor del grupo criminal «Los Piñas», una célula del Cártel de Jalisco Nueva Generación, que en estos momentos es combatida por autoridades de Veracruz y Oaxaca.

Las miradas inquisitivas de los halcones de «Los Piñas» acechan en cada esquina de Tesechoacan, este poblado de unos 6 mil 700 habitantes. Aquellos circulan en sus motos al pendiente de lo que ocurre en el  camino que conduce al rancho Monte Rico, el cual fue ubicado esta semana por la Fuerza Civil (policía estatal).

El rancho es una fortaleza con un zoológico privado, dos gimnasios, taller mecánico, bodegas y varias casas dentro del mismo predio. Entre estas, destaca una en particular: la residencia donde, presuntamente, vivían las familias de los hermanos Alberto y Jacinto Rodríguez, cabecillas de Los Piñas.

Fuentes extraoficiales de la policía indican que el rancho era “la joya de la corona”. Ahí los delincuentes comandaban operaciones para controlar los municipios de Playa Vicente, Azueta, Isla, Juan Rodríguez Clara, Otatitlán, Loma Bonita Sochiapan y parte de la cuenca del Papaloapan.

La edificación se erige a unos cinco kilómetros de Tesechoacan, a unos 250 kilómetros del puerto de Veracruz, y a la misma distancia de Coatzacoalcos. Es decir, es un punto intermedio, estratégico, entre ambos puertos.

El origen: petróleo, y miseria 

Los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública muestran que entre 2007 y abril de 2018, el  municipio de Playa Vicente tenía un bajísimo número de homicidios, secuestros y desapariciones.

El giro de tuerca fue en abril de 2018. En un palenque, durante una pelea de gallos, pistoleros asesinaron al Brujo, el  histórico líder criminal de la zona. En Playa Vicente cuentan que uno de los implicados en ese homicidio resultó ser Reinaldo Patiño, alias Pelón de Abasolo del Valle. Este era lugarteniente de Los Piñas, y hace unos días la Fuerza Civil lo abatió. El lugar del enfrentamiento fue muy cerca de Monte Rico.

A la caída de El Brujo, y durante el gobierno del panista Miguel Ángel Yunes Linares, fue que ascendieron los hermanos Alberto y Jacinto Rodríguez. 

Según datos de inteligencia de las autoridades que los buscan, los hermanos  comenzaron como huachicoleros. Succionaban el ducto que sale de la refinería de Lázaro Cárdenas, en Minatitlán, colindante con Coatzacoalcos. Y lleva hidrocarburos al Altiplano central del país  a lo largo de municipios del sur de Veracruz. Y es que esta era la mejor ruta de las mafias dedicadas al robo de gasolina y diesel a Pemex. Lo era, al menos hasta noviembre de 2018.

El quiebre, por las pipas

Pero a la llegada del nuevo gobierno federal, se aplicó la estrategia de dejar de transportar por el ducto  la mayor parte de las gasolinas compuestas. En su lugar se optó por enviar pipas custodiadas por la Policía Federal y el Ejército, en una marcada lucha contra el huachicol. Tan solo en 2018, el exdirector de Pemex, Carlos Treviño Medina, reconoció pérdidas hasta por 30 mil millones de pesos debido la extracción ilegal en los ductos. Advirtió que fue Veracruz entre los estados que generaban más huachicoleo.

Pero la estrategia contra el huachicol quizá tuvo repercusiones en incremento de violencia en Playa Vicente. 

A mediados del 2019, la Fiscalía General del Estado de Veracruz reconoció que los secuestros en el sur y centro de la entidad incrementaron exponencialmente. Esto fue vinculado estrechamente al cierre del ducto de la refinería. 

Para diciembre del mismo año, Veracruz cerró  en primer lugar en secuestros. Así lo indican datos del SESNSP. Y los mismos muestran que los homicidios no bajaron notablemente, pese al arribo del gobierno del morenista Cuitláhuac García Jiménez.

Además, en el sur, desde 2018 y todo 2019, los casos de desapariciones por medios violentos y secuestros incrementaron. Y pese al pago del rescate, las víctimas no regresaban. También el cobro de piso a negocios, tal como se vio con el caso Caballo Blanco, un centro nocturno de Coatzacoalcos. «Cobradores» lo incendiaron por no pagar cuota, matando con ello a 30 personas, la mayoría bailarinas y meseras. 

Fieras

Dos leones hambrientos van de un lado a otro; necesitan comer. Dan vueltas en la principal jaula de animales exóticos del rancho Monte Rico: un cercado de cemento y malla reforzada los aíslan del resto del inmueble.

Macho y hembra rugen de vez en cuando; aguardan el momento de comer, pero no hay quien los alimente. Sus cuidadores, o las personas que se encontraban en este lugar, han escapado del asedio policial.

Foto: Ignacio Carvajal.

La fortaleza, que era cuidada celosamente por sicarios y halcones en Tesechoacan, ahora luce rodeada de elementos de la Fuerza Civil.

En medio del rancho quedó una camioneta negra, con las cuatro puertas abiertas. Al interior,  se ven armas de fuego y drogas. Dispersas alrededor, unas motocicletas abandonadas.

Una pareja de cerdos de Vietnam contonean sus muslos por cada rincón del inmueble en busca de comida o lodo para refrescarse. Los perros no dejan de ladrar. Parece que esperan a sus propietarios o tratan de ahuyentar a los policías y reporteros, a quienes perciben como intrusos.

El estanque quizá dé pistas de los desaparecidos

En un estanque, al fondo del inmueble, se dejan ver pares de ojos reptilianos. Son cocodrilos que también demandan su comida. Y es sobre estos animales salvajes, donde los colectivos de búsquedas de personas desaparecidas han centrado su atención.

Belén González Medrano, del colectivo del mismo nombre, dijo que aunque resulte «aterrador» y «doloroso» decirlo, «habría que ver cómo alimentaban esos animales. No sabemos que se pudo haber hecho con todas las personas que pudieron haber tenido ahí».

González Medrano, quien busca a su hijo Vicente Jiménez González, desaparecido en 2015 en Coatzacoalcos, está segura de que el gobierno les dará participación al momento de catear el sitio, para supervisar las labores de dragado del estanque de cocodrilos, y averiguar si en las jaulas de los leones hay indicios de restos humanos.

«Es importante que se haga un trabajo bien detallado para buscar si hay restos en el estanque», contó.

Si se organiza esta búsqueda, sería algo fuera de serie, equiparable a la emprendida hace ya más de dos años por las madres que buscan restos humanos en el lecho de pozos abandonados en la región central de Veracruz. Ahí, el colectivo Madres Luna, que representa Marcela Zurita Rosas, ha rescatado unos 11 cadáveres en municipios de Omealca y Córdoba. Estos parajes antes fueron territorio de  Los Zetas y ahora son del Cártel de Jalisco.

Geopolítica criminal 

En las cantinas y centros de reunión en estos pueblos olvidados, cuentan que años atrás, el capo del Cártel del Golfo en estos rumbos fue Marcelo Arroniz Serrano, alias “Chelyn Arroniz”. Él también poseía un rancho en Playa Vicente, con un estanque de cocodrilos que supuestamente eran cebados con la carne de sus rivales.

Arroniz Serrano fue asesinado en 2005 en Playa Vicente. Esto, durante el contexto del reacomodo de las estructuras criminales que buscaban defender sus territorios de la irrupción del temible Cártel de Los Zetas, durante el sexenio de Fidel Herrera Beltrán.

El ajuste habría sido atribuido a otro importante operador de la droga en la región, José Martín Navarrete Salomón, alias Cheto, quien representaba a un grupo del Cártel de Sinaloa.

En medio de la disputa de los cárteles a nivel nacional, y los pactos bajo la mesa con el gobierno de Felipe Calderón para sostener la llamada guerra contra el narco, Sinaloa y el Cártel del Golfo pactaron una tregua para enfrentar a Los Zetas.

Pero en Playa Vicente, Cheto sostenía diferencias con Leonardo Hernández, el Brujo de Playa Vicente, otro notable personaje que controlaba la región para el Cartel del Golfo. La zona es notable por el cultivo de marihuana y el tráfico de armas y ganado robado. 

Pero los máximos jefes de los cárteles querían la paz. En junio de 2007, convocaron a Cheto a la Ciudad de México.

Al bajarse de un taxi, fue privado de la libertad, su restos, y el de otra persona originaria de Veracruz, aparecieron encobijados en la carretera México-Cuernavaca.

Desde entonces, por más de una década, El Brujo se alzó como el amo y señor de las rutas en esos rumbos. Pero (a diferencia de los capos que iniciaban a bala y sangre) los pobladores lo recuerdan como un criminal, sí, pero que respetó a la población civil y mantuvo los territorios en paz.

Zona del silencio

Tan solo en enero del 2020, desaparecieron 11 personas en Playa Vicente: Jorge Luis Mariano Marcial, Teofilas Salas Cardoza, Jaime Velasco Ojeda, Galdino Carrillo Ojeda, Florentino Castillo Carrillo, Javier Aguilar Lopez, Genaro Antonio Manzano, Vicente Bautista Martínez, Araceli Bernal Sánchez, Nabor Antonio Manzano, Jorge Arciga Jacinto.  Y en diciembre, el pueblo de Benito Juárez, colindante con Playa y Azueta, autodefensas anuncian acciones contra el acoso del grupo criminal Los Piñas.

Este camino de sangre y desapariciones condujo al Monte Rico. En este punto de los Llanos del Sotavento, el terror no puede ser descrito sin dejar mirar la arquitectura del imponente rancho.

Diversión, desaparición y tortura

La de la propiedad es circundada por docenas de frondosos robles, y un camino de tierra que fue el umbral sin retorno de decenas de víctimas que ya no regresaron a casa.

Hasta ahora, se desconoce si en el lugar hay fosas clandestinas. Quienes saben de este sitio, y los que han sobreviviendo a él, lo ubican como un centro de tortura y violaciones a mujeres, quienes también eran secuestradas y traídas para diversión de los sicarios.

Dentro del predio, se alza una pieza en especial: una cuartería en la que se observan colchones, restos de alimentos y ropa sucia.

En la misma, uno de los dos gimnasios privados en el rancho Monte Rico, los aparatos se miran nuevos, incluso, sofisticados.

A un costado de ese espacio deportivo, una avestruz deambula agitando las alas y lanzando picotazos, y tres venados observan detenidamente los hatos de ganado que caminan por el rancho en busca de pastura fresca.

Monte Rico colinda con la carretera a Chacaltianguis y una brecha que conduce a Loma Bonita, otro paso a Tesechoacan y docenas de hectáreas de caña de azúcar que se alzan a lo largo de kilómetros entre las brechas y carretera estatales que comunican a los municipios del Cuenca del Papaloapan y los Llanos del Sotavento. Cuando uno transita estas zonas, es más fácil encontrarse un comando armado que un poblado. Cuando uno ve vecinos, éstos corren a esconderse o rápidamente sacan el celular para textear.

Telecomunicaciones privadas

En el centro de Monte Rico, a lado de la pieza principal, se yergue una antena de telecomunicaciones.

«Así como está, alcanza unos 60 kilómetros a la redonda, pero si le pones repetidora, puede abarcar medio estado», dice uno de los oficiales encargados del resguardo, y con conocimiento en telecomunicaciones.

Desde este rancho, según las primeras pesquisas, el grupo criminal controlaba a los policías municipales. También fue el punto donde orquestaron una violenta protesta contra la Fuerza Civil, frente a una base de la Policía Federal, en el municipio de Isla, el 12 de febrero pasado.

En esa manifestación, los inconformes exigieron la salida de la Fuerza Civil y de la Guardia Nacional. Según informes de las autoridades de Veracruz, la protesta habría sido orquestada por la delincuencia organizada.

Pero desde entonces no han dejado de aparecer fosas clandestinas, de haber enfrentamientos con maleantes, y ahora el decomiso de estos ranchos.

Durante su asistencia a la Mesa por la Construcción de la Paz, en Playa Vicente, el gobernador Cuitláhuac García Jiménez afirmó que la operación de la Fuerza Civil y la GN se iba a mantener. Además se comprometió a hacer investigaciones a fondo por el rancho Monte Rico, así como por las fosas clandestinas.

Periodista Veracruzano